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9º.- Que en cuanto a la participación de los acusados, tal como señala el fallo que se revisa el encausado Carlos Alberto Fernando Herrera Jiménez reiteradamente ha negado su participación en el delito de que se trata, pero no obstante esa negativa para acreditar su participación activa y dolosa en aquel, obran en el proceso los siguientes antecedentes: a) Dichos de Sergio Remigio Echeverría Villarroel, de fojas 877, donde expresa que desde diciembre de 1981 se desempeñó como Jefe Regional de la Quinta Región de la Central Nacional de Informaciones. En febrero o marzo de 1983, llegó a esa unidad como segundo jefe el oficial de ejército Carlos Herrera Ramírez. La misión que aquella desarrollaba consistía en la búsqueda de información conforme a las órdenes de los estamentos superiores, vale decir del Estado Mayor de la Central Nacional de Informaciones. Estos planes de órdenes de búsqueda se referían a la detección de focos extremistas y búsquedas de explosivos y todo lo que puede atentar contra la seguridad de las personas, bienes de uso público, etc. Una vez detectado se enviaba toda la información a la Dirección, donde se impartía las órdenes que correspondía a cada situación. El segundo jefe de la unidad o brigada era el Jefe Operativo o sea quien materializaba o cumplía las órdenes encomendadas y ese cargo era el que desempeñaba Herrera y como tal tenía libertad para elegir el personal con quien iba a realizar alguna misión de búsqueda o de detención. A menudo trabajaba con Armando Cabrera. Era frecuente que el Jefe Operativo fuera a Santiago, pero afirma que nunca Herrera fue llamado a recibir instrucciones o órdenes. b) Testimonio de Jorge Mario Saavedra Canales de fojas 1082 en el que afirma que sostuvo con Herrera Jiménez cuatro reuniones, dos de ellas en Santiago una en el Hotel Sheraton y la otra en un restaurant Alemán de Providencia y otras en Buenos Aires, cuando se efectuaba la última fueron detenidos por la Policía Argentina conjuntamente con Héctor Celedón. En estas reuniones Herrera manifestó tener participación directa en el homicidio de Alegría. Quería que lo ayudaran en el homicidio del transportista de La Serena, del que sostenía era inocente y a cambio él daría información que permitiría llevar adelante la investigación. Proporcionó datos respecto a la persona de quien había recibido órdenes para la operación, quienes habrían participado y lugar donde se dirigieron después. En estas reuniones estuvo presente Héctor Celedón, que fue quien los contactó, a pedido de Herrera. c) Deposición de Héctor Luis Felipe Celedón Nohra de fojas 1084 y 1090 quien señala que con motivo de su destinación a Iquique conoció a Herrera y después de estar juntos en esa región, se volvieron a encontrar en Santiago o Viña del Mar, cuando el declarante era comandante de la División Regionales de la Central Nacional de Informaciones y debía dar seguridad a la Quinta Región por el Festival de Viña, en Febrero de 1983, donde Herrera había sido destinado. Además conocía a Jorge Mario Saavedra y en 1991, luego de su retiro, se encontró con él, acordando realizar alguna actividad comercial juntos. Seguía siendo amigo de Herrera y en una oportunidad él le comentó que estaba agobiado con el problema de La Serena porque sabía que lo iban a condenar y no tenía ayuda de su abogado. Como conocía su amistad con Saavedra, le pidió que lo pusiera en contacto con él. Conversó al respecto con este último, quien se demoró en contestar, pero en definitiva aceptó reunirse con Herrera. La primera reunión en el Sheraton fue tensa y en la segunda cita Herrera dio a entender que estaba escapando del Ejército o la DINE, porque querían darle "protección". En esa reunión entregó nombres, fechas y situaciones con respecto al caso de Tucapel Jiménez, y reconoció lo que decía un anónimo que le había llegado a Saavedra. También se habló de Alegría, el carpintero de Viña del Mar. Tiempo después lo llamó desde Buenos Aires, donde acudió a reunirse con él acompañado de Saavedra. En esta reunión mencionó a Pincetti y también reconoció su participación. Un mes más tarde cuando volvieron a Buenos Aires, fueron detenidos por la Policía Argentina. En el careo con Herrera Jiménez, Celedón mantiene íntegramente sus dichos y reafirma que los motivos de esas reuniones son los que él señala y no los problemas personales, que según el decir de Herrera pretendía que le ayudaran a solucionar. d) Dichos del sacerdote Miguel Eduardo Ortega Riquelme de fojas 453 y 2104, quien refiere que a fines de 1989 llegó hasta el Seminario Menor, del cual era Rector, un agente o ex agente de la Central Nacional de Informaciones, quien le indicó que tenía antecedentes acerca de la muerte de Tucapel Jiménez, señalándole que quería que le indicara con quien podía hablar sobre este asunto. Quedó de hacer averiguaciones y en la Vicaría de la Solidaridad le señalaron los abogados que estaban a cargo del caso. El señor habló en varias oportunidades con él y optó por entregar al sacerdote el documento que portaba, que era un anónimo rotulado caso T.J.A. (fojas 451), que reconoce cuando se le exhibe. Señaló que el autor del homicidio había sido el Mayor Herrera Jiménez y que el crimen de Alegría lo habrían perpetrado para encubrir el de Tucapel Jiménez. Le agregó que el de Alegría había sido perpetrado con bastante posterioridad y lo había cometido Herrera (Mauro), interviniendo, además, Zúñiga, -Capitán de Carabineros- Armando Cabrera -también de Carabineros- y Alvaro Corbalán. Continúa señalando que estos antecedentes se los proporcionó al abogado Jorge Saavedra. A fojas 2104 ratifica lo dicho y agrega que las explicaciones le parecieron acordes con su calidad del ex agente de la Central Nacional de Informaciones de una Región, porque proporcionó detalles y le mostró un informe de la Central Nacional de Informaciones en el cual se señalaba cómo se había abortado el viaje de Lech Waleska a Chile, antecedentes que no podían estar en poder de personas ajenas a dicho organismo. También le indicó que Herrera, Mayor de la DINE, había asesinado a Tucapel Jiménez y que la Central Nacional de Informaciones había intervenido para "sacar la pata" en lo que habían hecho y así se contactaron con Alegría, a quien un señor Pincetti había hipnotizado para hacerlo escribir una declaración por la cual se atribuía el crimen de Tucapel. Que lo tenían en una pieza y Corbalán estaba en la puerta y le señalaron a este último que a él correspondía "mojarte el ...", asiesque éste le hizo las heridas en las muñecas. e) Declaraciones de Patricio Edgardo Roa Caballero de fojas 321, 499, 1689, 1692 y 1754, funcionario civil de la Central Nacional de Informaciones, quien refiere que después de años de ingreso a ese organismo, fue trasladado a Borgoño, al Cuartel de la Central, donde efectuaba trabajos de infiltración e información del Partido Comunista y trabajaba bajo las órdenes de Alvaro Valenzuela, cuyo nombre verdadero era Alvaro Corbalán. Como por su trayectoria tenía acceso a diversas informaciones, tanto oficiales del servicio como extraoficiales, por conversaciones que sostenía con otros funcionarios, tuvo conocimiento de las operaciones relativas a Tucapel Jiménez y Juan Alegría en Valparaíso. Respecto del asesinato de Jiménez trató de averiguar si la Metropolitana había participado, pero no había indicios al respecto. Agrega que a mediados de 1983, algunos oficiales y personal de la División metropolitana se trasladaron a Viña del Mar, en la que supuso que era una operación de apoyo a esa Brigada, que dependía de la División Regional. Pocos días después se enteró por la prensa del supuesto suicidio de un carpintero de apellido Alegría que se inculpaba de la muerte de Tucapel Jiménez, lo que relacionó con la comisión de servicio que había cumplido la misión de la División Metropolitana en Viña del Mar. Los principales de la División que estuvieron allí fueron Corbalán, un tal Ariel, que era conductor de Corbalán, el capitán de Carabineros Francisco Zúñiga y Osvaldo Pincetti, empleado Civil que tenía conocimientos de hipnosis y parapsicología. Posteriormente, en una conversación con el Capitán Zúñiga, lo interrogó al respecto y éste le refirió que había sido una operación dispuesta para encubrir el crimen de Tucapel Jiménez. Que en un principio en esta operación iba a participar el "Mauro", el "Viejo Charlie" y él, pero a última hora hicieron participar a Alvaro Corbalán para que también "se mojara"; "El Mauro" era la chapa de Carlos Herrera, y el "Viejo Charlie" la de Armando Cabrera. Que esta conversación se la corroboró Ricardo Muñoz Miranda, cuya chapa era Rodrigo Cabrera, integrante de la Central Nacional de Informaciones, informante a quien había ayudado a ingresar a dicho organismo. Aquel comentó que el asesinato de Jiménez había sido obra de la Dirección de Inteligencia del Ejército, DINE y que el hechor fue "El Mauro"; después de una conversación que sostuvo con Corbalán, éste le señaló que la Central Nacional de Informaciones no tuvo nada que ver con el crimen, que fue obra de la DINE, la que había dispuesto la operación de encubrimiento para hacerlo aparecer como un hecho delictual común, manifestando su molestia porque la operación había fracasado por culpa de Herrera y Zúñiga, que le habían hecho cortes muy profundos en las muñecas, lo que había desvirtuado la teoría del suicidio. A fojas 499 ratifica el testimonio antes referido, no obstante que reconoce haber efectuado la declaración jurada de fojas 490, pero expresa que esta la redactó por presiones que recibió dentro de la Penitenciaría, como asimismo por ofrecimientos de dinero y publicidad que le efectuó en sus visitas Raúl Abarzúa Iturrieta, colaborador de Corbalán. f) Raúl Abarzúa Iturrieta, a fojas 564, reconoce que conoció a Roa cuando estaba en la Penitenciaría procesado por giro doloso de cheques. Aquel le comentó que tenía información sobre la muerte de Tucapel Jiménez, lo que no dudó porque sabía que estuvo en la Central Nacional de Informaciones. Después de obtener su libertad continuó visitándolo en el anexo Capuchinos donde le contó que lo habían trasladado porque estaba proporcionando información sobre aquel delito. Tiempo después volvió a la Penitenciaría porque lo sorprendieron con dinero que le habían pagado. Después de un lapso le pidió que se acercara al Ejército a decir que estaba proporcionando información sobre las personas involucradas en el crimen del carpintero Alegría y de Tucapel Jiménez y le pidió que llevara un periodista. Abarzúa relata que se contactó con Raúl Guerrero, comerciante, quien consiguió que Jorge Eibar Abasolo Aravena, periodista free lance, lo acompañara a la Penitenciaría y en esa oportunidad Roa hizo su declaración jurada de fojas 490 con la cual fue a la Notaría y luego llevó a la Fiscalía del Ejército. Todo lo cual confirma Guerrero. En aquella declaración señala que los abogados Jorge Saavedra, Samuel Canales y el procurador Roberto Moreno, le ofrecieron su libertad y una considerable suma de dinero si involucraba a personal del Ejército y de Carabineros. Al respecto, Jorge Abasolo Aravena señala a fojas 606 que cuando conversó con Roa, éste se mostraba angustiado. Le habló de involucrar a personas, pero no mencionó que hubiera involucrado falsamente a funcionarios de Carabineros y del Ejército. g) Por su parte Ricardo Roberto Muñoz Miranda cuya chapa era Roberto Cohen, a fojas 1478 y 1754 rechaza la afirmación de Roa de que le hubiera proporcionado los antecedentes y circunstancias relativos a la muerte de Jiménez y Alegría, ni en su calidad de funcionario ni de amigo. Su función era trabajar en el Departamento de Análisis. Sabía de los trabajos generales de la C.N.I. pero no casos especiales. Estas afirmaciones las desvirtúa Roa, quien reitera Muñoz tenía conocimientos de todo lo que ocurría, por cuanto el Departamento de Análisis de la Unidad era el verdadero "cerebro" de las operaciones. Allí se sabía todo y producía todo lo que se informaba al escalafón superior. Agrega que toda la información se la dio Muñoz fuera de la unidad y también algunas veces iban al partido político que tenía Alvaro Corbalán, Avanzada Nacional, a hablar con él sobre "ayudas laborales". Siempre los antecedentes se los dio como hechos verdaderos, lo que era plausible, pues además trabajaba en forma directa con Corbalán, por lo que la información era fidedigna. Si bien puede cuestionarse la veracidad de las declaraciones de Patricio Roa Caballero, las dudas sobre su verosimilitud se despejan si se analiza el contexto de aquellas y su concordancia con los demás antecedentes que obran en el proceso y, en especial, con los testimonios que se analizaron precedentemente, lo que permite estimarlas por lo menos como presunciones encaminadas también a acreditar la participación de los acusados en el hecho delictual por que se los procesa. h) atestado de Esmeralda Castillo Monárdez, que se inicia a fojas 1.420 y que en su fojas 1.421 menciona expresamente a "el Herrera Jiménez" como uno de los que le fue mencionado por Alvaro Corbalán, como "verdadero asesino" de su marido Juan Alegría, con ocasión de uno de los encuentros que se vio obligada a tener con él y cuyos detalles allí desarrolla. i) alusión que efectúa Armando Edmundo Cabrera Aguilar, a fojas 426 y 432, que si bien no constituye inculpación directa en contra de Herrera, no deja de ser sintomática en un doble sentido. Primeramente, en cuanto a que admite que éste último recibió una orden de trasladarse en comisión a Santiago, luego de lo que regresó a Viña del Mar. En seguida, al precisar que por orden de Herrera se vio obligado a reconocer su participación en el homicidio del señor Fernández, en La Serena.

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