Schneider Jordán Leonardo Alberto

Rut: 5.521.250-3

Cargos: Ex militante del MIR

Grado : Empleado Civil

Rama : Fuerza Aérea

Organismos : Comando Conjunto

Año Fallecimiento : 2012


Comando Conjunto, Quiénes son y dónde están: la confesión de ''El Barba'', de mirista a traidor

Fuente :El Siglo – no. 189, 2002

Categoría : Prensa

Hay ocasiones en que una entrevista puede convertirse en una tarea muy dura de realizar. Especialmente cuando en ella comienzan a develarse situaciones dolorosas, recuerdos de etapas muy duras en las que reaparecen una y otra vez los rostros sonrientes de amigos, o conocidos que hoy forman parte de la larga lista de detenidos desaparecidos o ejecutados en la etapa más negra de nuestra historia y que dieron la vida por sus convicciones. 

Hay quienes los sobrevivieron y optaron por otro camino. 

Leonardo Schneider, a quien sus antiguos compañeros del MIR en la Brigada Secundaria, de la que fue dirigente o de los equipos militares cuando ya era mayor de edad conocen como "El Barba" optó, como él declara con absoluta frialdad, por convertirse en un "traidor" y en un "criminal". 

Es como si al recordar su historia y referirse a hechos tan traumáticos como son entregar a los aparatos represivos a personas que confiaron en él, su alma se hubiera vaciado, dando paso a una indiferencia profunda respecto a todo lo que dice o hace. 

Esta es la primera vez que da una entrevista a un medio en Chile. Su versión dice que resolvió dar un vuelco a su vida en el momento en que descolgó el teléfono de la casa de sus padres, secuestrados por la SIFA y marcó el número que Edgard Ceballos Jones le había dejado. Convinieron una cita y se ofreció como colaborador. Agrega que todo lo que se ha inventado respecto a que su vinculación con la FACh es mucho más antigua, forma parte de la leyenda. Pero hay muchos que no le creen y él lo sabe. 

Quizás eso explica el resentimiento que le aflora al referirse a ciertas prácticas y normas por las que se regía el MIR, organización a la que ingresó a los 16 años y de la que no quiso retirarse a pesar de que, según reconoce, ya estaba "quebrado". Paradojalmente algo cambia en ese tono de voz, monótono y desapasionado, cuando se refiere a los oficiales que aceptaron su oferta de ser un colaborador, le asignaron algunas tareas y lo integraron a sus equipos operativos. Con un matiz de arrogancia, recuerda su apodo en el equipo de Ceballos: allí dejó de ser "El Barba" y se convirtió en el "Teniente Velasco". También pareciera que se siente reconocido por las misiones que le encargó el coronel Oteíza, superior de Ceballos. 

Sin embargo, son chispazos. La impresión que se mantiene es de alguien muy frío, sin inflexiones, ni siquiera cuando se enfrenta a los aspectos más duros de su historia. Hay algo de descuido en su aspecto personal y también en la casa-oficina donde funciona. A pesar de estar bien ubicada, la maleza terminó definitivamente con el jardín, y el orden no es precisamente lo que prima en la sala donde se realiza la entrevista. 

Schneider de 51 años, está separado de su segunda pareja y tiene cuatro hijos. El menor vive y trabaja junto a él y entre los dos hablan en hebreo. No tuvo ningún problema en acceder a esta entrevista, cuyo contenido es casi idéntico a las declaraciones, versión que, subraya, ha entregado a los tribunales, cada vez que han solicitado su presencia. 

La versión de Schneider 

¿Al momento del golpe, estaba en la universidad? 
Estaba inscrito primero en Ingeniería y luego en Sociología para tener alguna vinculación con la universidad, pero pertenecía a la fuerza central del MIR y funcionaba en la casa de la Comisión Política. 

¿Lo detuvieron? 
Sí, debe haber sido por septiembre, comienzos de octubre. Yo estaba junto con mi hermano y otro mirista cuya "chapa" era "Aquiles". Nos detuvieron los carabineros y después de interrogarnos por cuatro días nos enviaron al regimiento Chacabuco. Se dieron cuenta de que no éramos los trabajadores que decíamos ser. A mi hermano y a mí nos enviaron a la cárcel. Nunca supe lo que pasó con "Aquiles", aunque creo que lo fusilaron. 

¿Coincidió en la cárcel con el general Bachelet? 
Sí, pero ellos estaban en otra galería. Estuve ahí como hasta marzo. Había más miristas, pero finalmente nos acusaron de activistas estudiantiles, no nos probaron nada y salimos en libertad. Yo me reconecté con el MIR y seguí trabajando como antes. 

¿Cuándo lo detuvieron por segunda vez? 
Yo me entregué, producto de que detuvieron a mis padres más o menos a fines de septiembre. Supe que había sido el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, SIFA. En ese tiempo ya se conocía la existencia del equipo de Ceballos. Yo podía entrar a la casa de mis viejos por un local comercial que estaba a los pies. Cuando fui ese día, estaba sólo la empleada, ella me informó que unos uniformados de la FACh se habían llevado a los viejos. Ceballos me dejó un papel con un teléfono. Lo llamé y le dije que quería entregarme. 

¿Le propuso un canje: usted por sus padres? 
No. En ese tiempo, el jefe de la SIFA era el coronel Oteíza. Nunca tuve claro cuál era la relación SIFA-AGA. La primera realizaba labores de inteligencia más institucional. El AGA era un lugar de detención y allí funcionaba Ceballos. Hasta donde yo sé, dos días antes del Golpe, por orden directa de Gustavo Leigh, él se fue a ese recinto y ahí me imagino que se quedó, pero no me consta porque en esa época yo no sabía de él. 

¿Tampoco supo nunca que formó parte del equipo que interrogó y torturó al general Bachelet, de quien fue subordinado, y a otros oficiales de su generación? 
No. En esa época yo no estaba en el AGA. 

¿A usted lo torturó? 
No. Quizás si me hubiesen presionado de esa forma, a lo mejor me habría convertido en un segundo "Guatón Romo". He pensado en ello. 

¿Cuál es la diferencia entre ambos? 
En torno a mí se ha construido una leyenda, pero yo no torturé, ni interrogué, ni repasé declaraciones de los presos que en ese momento estaban en el AGA. 

¿En qué época tuvo su primer encuentro con Ceballos? 
Conversé con él y con Oteíza. Me parece que fue por los días en que él intentaba sostener una negociación con Miguel Enríquez que consistía en canjear a los presos que había en ese momento en el AGA a cambio de que el MIR entregara las armas. El puente de esta conversación se hizo a través de Laura Allende y Monseñor Carlos Camus. Pero no resultó. Bueno, concretamente en esa primera conversación, yo me ofrecí a colaborar con ellos. 

¿En qué consistía su trabajo? 
Me arrendaron una casa en la calle Tomás Moro, muy cerca de la de Allende que fue bombardeada el 11. El coronel Oteíza quería utilizarme en tareas de inteligencia. Tenía unas ideas locas, como infiltrarme en Cuba. 

¿Y usted dividía su tiempo entre su trabajo en el AGA y en el MIR? 
Sí. Era ayudante del "Coño Molina" (José Bordaz Paz) que era de la Comisión Política del MIR. 

¿Cuándo lo conoció? 
Antes del Golpe. Yo era dirigente secundario y él formaba parte del Comité Regional y teníamos actividades juntos. Después de mi primera detención fui su ayudante. El me eligió para esa tarea. 

¿Y en ese momento usted ya trabajaba con Ceballos? 
No. Mi vinculación con la SIFA fue evaluada por Oteíza y Ceballos como un triunfo político. Si bien es cierto, ya existían en la DINA algunos colaboradores, no tenían a alguien vinculado al aparato militar del MIR. Por eso su objetivo era mantenerme lo más compartimentado posible. Yo no podía ir al AGA y participé en algunos operativos de detención de otros miristas. Oteíza quería emplearme en otras tareas. Cada vez que ellos me requerían, nos juntábamos en la casa de Tomás Moro. Ahí conocí también a Wally (Fuentes Morrison) y a otros que funcionaban esporádicamente en los equipos operativos. 

¿Cómo llegó él a formar parte del equipo del AGA? 
Hay mucha fantasía alrededor de cómo funcionaban estos equipos. No tenían la estructura ni de la CIA, ni de la KGB ni del Mossad. Había un grupo de civiles, militantes de Patria y Libertad que tenían algunos contactos con oficiales de la FACH y se acercaban para participar en algunas acciones. Pero era algo inorgánico. El Wally era un civil, bombero, y participaba en entrenamientos de salvataje y de allí tenía sus contactos. Pero yo diría que, siendo un civil, era el más militar de todos. No sólo por su contextura, sino por su disposición a estar como en combate permanente. Era duro. 

A ver, resulta bastante inverosímil que el objetivo de la SIFA al mantenerlo infilitrado en el MIR no fuera recoger toda la información a la que usted podía tener acceso por la función que desempeñaba. 
Sí, pero yo no manejaba toda la información que otros creen que conocía. Para tomar una decisión tan brutal como la mía, yo estaba quebrado mucho antes de haberme entregado. 

El asesinato del "Coño Molina" 

¿A cuántos de sus compañeros entregó? 
Participé en algunos operativos que terminaron en detenciones. Uno de ellos ocurrió el 30 de octubre del 74, donde incluso uno resultó herido en una balacera. 

Hay dos testimonios, uno de Ignacio Puelma y otro de Patricio Flores que lo reconocieron como uno de los miembros del equipo de Ceballos que los detuvo en aquella ocasión. 
Eso es efectivo y lo declaré ante el juez. A ambos los conocía. El Pato para mí es "Márquez". Cuando supe que se había dado la orden de operar, ya había partido el equipo que lo detendría. Yo iba en un vehículo MG con otros dos, a uno lo vi y me da la impresión de que forma parte del Comando Conjunto. (Se trata de Fifo Palma). Pero llegamos tarde y quedamos botados en un lugar, así que no participé directamente. Pero personalmente detuve a Puelma creyendo que me había identificado. El tenía una militancia muy tangencial, pero no era muy orgánico. 

¿O sea que el único delito de esa persona que permaneció presa durante muchos meses en uno de los campos de detenidos fue porque usted creyó que lo habían descubierto? 
Debe haber sido más bien por una cuestión administrativa que no se condescendía con la supuesta implicancia que tenía. 

¿En que otro operativo participó? 
Directamente en el que se montó para detener a José Bordaz y en el que cayó herido de muerte. La decisión de detenerlo se tomó después de que cayó una persona, alguien ligado al teatro. Descubrieron un papel del "Coño Molina" con un plan cuyo objetivo era poner unos "guatapiques" en el Diego Portales para hacer ruido, pero el fin era atentar contra Oteíza. Entonces se toma la decisión de neutralizarlo y se monta el operativo en el que yo me integro como parte del equipo de la SIFA. 

¿Qué sintió en el momento en que conversó por última vez con Molina sabiendo que lo estaba engañando para entregarlo? 
Me sentí un traidor. Es lo que soy, ¿no? 

Efectivamente, ese es un acto de traición. ¿Puede contar cómo fue ese operativo? 
Le di un punto para encontrarnos. Alonso de Córdoba y Vitacura. Iban varios vehículos al operativo y yo dirigía los movimientos por un radio. El apareció por otro lado y le dio un topón a una camioneta. Yo estaba en un auto con Wally y un suboficial que era el chofer, esperando. Entonces el suboficial se bajó y le disparó. El Wally hizo lo mismo y las balas atravesaron su asiento. Desde donde estaba vi cuando lo sacaron muy malherido del auto y se lo llevaron al hospital de la FACh rápidamente. En ese momento se produjo otro incidente ya que otro vehículo manejado por un civil atravesó en medio de la balacera y no se detuvo, sino que corrió a toda velocidad. También le dispararon al chofer el que chocó metros más allá, echándose un poste y murió. A los pocos segundos llegó la DINA al lugar. Ahí supimos que se trataba de un médico del ejército y que el auto era propiedad de Augusto Pinochet hijo. A la DINA le quedó la sospecha que el operativo contra el Coño había sido una pantalla para atentar contra el hijo de Pinochet. 

Volvamos al asesinato de José Bordaz. ¿Después de eso, usted siguió vinculado al MIR? 
Todavía quedé contactado con el MIR por un corto tiempo. 

Pero, ¿qué pasaba por su conciencia? O simplemente, ¿le dio lo mismo? 
Decidí abrirme y comencé a ir al AGA donde había presos que podían reconocerme. Pero ya no me importaba. Creo que fue mi reacción a la caída del Coño. Fue una acción criminal en la que yo participé. Por lo tanto, soy un criminal. Eso ya lo tengo asumido y procesado. Fui yo solito el que tomó las opciones que tomó y no me gusta andar de víctima por la vida. Simplemente tomé un camino y lo asumo, pero tengo que seguir viviendo y en eso he estado todos estos años. 

¿Antes de morir, José Bordaz supo que usted lo había entregado? 
Me parece que estuvo inconsciente los dos días que duró en el hospital. 

El teniente "Velasco" 

¿En qué momento el MIR tiene la certeza de que el "Inspector Velasco" -tal como aparece mencionado en algunos procesos- y usted era la misma persona? 
A mí, dentro del AGA nunca me dijeron inspector. Yo era el teniente Velasco, así me trataban los suboficiales y el resto del personal. Me parece que fue en el mes de enero del 75 cuando se supo que yo colaboraba. 

¿Usaba uniforme? 
Sí. 

¿Fue testigo de torturas a los prisioneros -antiguos compañeros suyos- presos en el AGA? 
No. Además quiero plantear algo. No se puede comparar lo que ocurrió en la DINA a lo sucedido en el AGA. Ceballos no es Marcelo Moren. No los coloco en el mismo plano y no es que yo sea el portavoz de Ceballos, simplemente constato hechos. La DINA aniquiló a la mayoría de los miristas que cayeron en sus manos. La SIFA neutralizó a la dirección del MIR. La mayoría de los detenidos desaparecidos son obra de la DINA, que actuó con una brutalidad que no tuvo la SIFA con sus detenidos. 

Creo entender que ese es el cuento que necesariamente se tuvo que construir y contar desde esa época para seguir parado en la vida hasta ahora. Pero para mí la tortura, quienes la aplican, llámense Ceballos o Moren, y sus equipos son igualmente despreciables. La tortura es un crimen contra la humanidad y quienes la ejecutan son criminales. 
Mi cuento, como usted dice, tiene para mí cierta validez y por eso enfrento la vida con la cara descubierta. Usted es demasiado absoluta para mirar las cosas. Hay muchos matices para observar estas situaciones. 

No se trata de ser absoluta. Se trata de tener una escala de valores y una ética que me permite tener serenidad en el alma y sentirlo todas las mañanas, cuando me miro al espejo. La tortura no tiene matices, es una aberración. 
En la SIFA hubo un solo muerto: el Coño Molina. Falleció en el hospital y no fue torturado. 

Usted formó parte del equipo de Ceballos y le reitero: es su cuento. En todo caso no es la opinión del juez que sustancia las causas de dos militantes comunistas muertos en el AGA y por el que está procesado Ceballos Jones. Por otra parte, ¿cómo se explica que sea justamente ese grupo de personas el que dio origen al Comando Conjunto? 
En algún momento, cuando se termina el funcionamiento de este equipo en el AGA, Wally les hace un discurso donde les dice que combatir al MIR había sido una cosa de fairplay. Pero que ahora comenzaba la guerra de verdad con el enemigo principal que era el partido comunista, donde no había muchachitos, sino hombres maduros, obreros, convencidos de su doctrina. 

La represión al MIR es la prolongación a la de los uniformados de la FACH. Cuando llegan a conocerlo, detienen a dirigentes de su Comisión Política, especialmente los de su aparato militar y tratan de neutralizarlo. Ese era el objetivo que buscaban. Pero tengo la impresión que con la caída del Coño se les acabó el objetivo. Esto es a fines del año 74 en los momentos en que había una guerra soterrada entre Gustavo Leigh y Pinochet. La lectura de este último era que la FACH no podía generar una unidad en su interior que tuviera el mismo o similar poder represor que la DINA que dependía directamente de él. Hay que recordar que Manuel Contreras conversaba todas las mañanas con Pinochet cuando éste viajaba desde su casa al Diego Portales. Entonces se toma la decisión de terminar con este equipo del AGA y sus integrantes se quedan sin pega. 

Pero en la realidad eso no fue así, allí Ceballos se integró a la Comunidad de Inteligencia. 
Es en ese momento en que comienzan a crear otras estructuras, la DIFA, y otros nombres y delegan sus funciones a estos otros organismos. Es la génesis del Comando Conjunto. En una ocasión, en los primeros días de enero, Ceballos debía realizar una operación de allanamiento y pidió ayuda a Carabineros. Le delegaron personal de inteligencia y algunos del grupo móvil. Creo que a partir de esa operación, inició una colaboración con algunos hombres de inteligencia de esa institución. En ese momento, tenía ya en su cabeza que el enemigo principal al que había que desintegrar era el Partido Comunista. 

¿Y usted también formó parte de ese equipo? 
En ese momento mis padres que estuvieron presos en el AGA son liberados y yo quería irme del país. Volviendo al origen del Comando. Creo que su diseño estuvo en la cabeza de Ceballos. El se orienta para la represión. Pero yo en ese momento cumplía una función que me asignó Oteiza en Perú a donde viajé con otros dos oficiales. 

¿Qué tipo de tarea? 
Típicamente militar de contrainteligencia. Viajamos con pasaportes falsos. Al regresar, Oteíza me preguntó si quería adscribirme a la FACH y cuando le dije que lo que quería era salir del país, me ayudó a preparar mi salida. Incluso me dice que tomaría medidas para que no me detenga la DINA. En esos días yo seguía viviendo en la casa de Tomás Moro y fui a verlo a una oficina que tenían en la calle Nataniel, en el sexto piso de un edificio ubicado en el vértice de la Alameda. Era un departamento grande donde vi mucho uniformado que antes no había visto en el AGA. Algunos civiles y otros con uniformes de la FACH. Allí revisaban fichas internas de los integrantes de esa rama y Oteíza trabajaba en la Policía Interna. Me envió a Punta Arenas a sacar el pasaporte. Estábamos en eso cuando muere producto del accidente aéreo. 

¿Fue un accidente o un atentado? 
Accidente. Estaban lanzándose paracaidistas y murieron bastantes milicos. Uno de los paracaídas se enredó en la cola del avión y éste cayó. Había familiares y mucha gente observando. 

La estadía en Villa Grimaldi 

¿A quién recurrió entonces? 
Fui a hablar con Ceballos como unos diez días después. Estaba a punto de viajar a China en una misión institucional. Pero nada de lo que planifiqué resultó porque nuevamente detuvieron a mi hermano y a mí me secuestró la DINA antes de viajar. Era el momento más duro de la pugna entre ambos bandos. 

¿Dónde estuvo? 
Me llevaron a la Villa Grimaldi directamente y me condujeron donde Marcelo Moren, quien estaba a cargo de ese recinto. Es un tipo torpe, poco inteligente, burdo. De inmediato me pasaron un cuestionario ridículo con varias preguntas para que informara de las conspiraciones de la SIFA contra la DINA. 

¿Vio a más detenidos? 
En ese momento solo estaba Lautaro Videla y "Joel" (Iribarren). Después llegaron más detenidos, estoy hablando de mediados del 75. Ahí estuve hasta fines del 76. 

¿Y su antiguo jefe no hizo ninguna gestión por ayudarlo, ni tampoco pudo tomar contacto con alguno de ellos? 
Pero si yo en la Villa Grimaldi estuve preso. A mí nunca me movieron. Si el cuento que, como usted dice, yo me cuento, tiene alguna validez, fue en ese tiempo, donde no tuve nada que hacer, que reflexioné sobre la cagada en que convertí mi vida. Ni Ceballos ni otros hicieron nada y menos mal que fue así porque de lo contrario habrían dado argumentos a Krasnoff que en los primeros interrogatorios, sin apremios, quería saber cuándo yo había ingresado a la FACH. Su prueba era que yo tenía una TIFA. Pero no estaba a nombre de Leonardo Schneider. 

¿Vio a algún detenido desaparecido durante su permanencia en ese lugar? 
Sí, a Jorge Fuentes, el "Trosko", mirista detenido en Paraguay y posteriormente traído a Chile. A él lo tenían en un lugar apartado porque llegó con sarna. Estuvo muy mal, pero no lo interrogaron mucho. Una mañana, después que en la noche habíamos visto que el guardia conversaba con él, observamos que este mismo tipo estaba quemando la ropa y la colchoneta donde dormía el Trosko. Yo lo miré y él levantó los hombros y me dijo "que le vamos a hacer, así son las cosas". Es decir, esa noche lo mataron. También vi a Víctor Díaz, el dirigente comunista, y sucedió la misma situación. Una noche estaba conversando y a la mañana siguiente ya no estuvo más. 

¿Tiene los nombres de esos guardias? 
No me acuerdo. Pero sí que esa noche en que mataron al Trosko hubo más silencio que nunca. Con los guardias existía una relación en que a veces nos convidaban cigarros y algo conversábamos, pero siempre me dio la sensación que pensaban que a nosotros también nos matarían. Esto yo lo declaré en los tribunales. 

¿Quién estaba a cargo de la Villa en ese tiempo? 
Cuando yo llegué era Marcelo Moren, pero después el oficial de más alto rango que se aparecía era Krasnoff. 

¿La SIFA no volvió a tomar contacto con usted? 
Más bien, yo lo hice, cuando salí de la Villa, en diciembre de 1976. Fui a la casa de los padres del Wally y lo esperé hasta que apareció. Le pedí cuentas de por qué no habían hecho nada por mí y me enteré de que Ceballos no estaba en Chile. Ellos, cuando se enteraron de que estaba en manos de la DINA, "limpiaron" la casa para que no encontraran nada si es que allanaban. Allí le reiteré que mi intención era irme de Chile, lo que hice tiempo después. Viajé a Israel. 

Los referentes 

Muchos de sus antiguos conocidos están hoy en las páginas de los diarios debido a las confesiones del ex agente Otto Trujillo y una vez más, reaparecen aquellos rostros de los presos que nunca más aparecieron. ¿Ha concurrido a los tribunales a entregar la información que posee? 
Sí, he ido al Noveno Juzgado donde hay una querella en contra del equipo que estuvo a cargo del AGA y también fui citado por el juez Carroza. He tenido careos con algunos antiguos miristas y también uno con Ceballos a quien no veía hace mucho tiempo. Hay testimonios que no tienen que ver con la realidad, al menos es lo que me recuerdo y otros que son coherentes con lo que ya he mencionado en esta entrevista. 

¿Por qué lo citó Carroza? 
Ellos pensaban que yo había pasado junto con Ceballos y compañía limitada al Comando Conjunto, pero a la fecha de lo que necesitaban saber del segundo semestre del 75 se dieron cuenta que yo estaba detenido en la DINA. Mi conocimiento sobre el Comando dice relación con la gente que yo conocí. En el tribunal me encontré con Otto Trujillo, que esperaba en el pasillo, y vi a otros que me parecieron conocidos. Me dio la sensación que estaban ahí para firmar y después salieron todos juntos. 

¿Conocía a Trujillo? 
Sí, en el AGA. El era una suerte de ayudante que tenía el Wally, circulaba por ahí. También lo hacía, Yerko, el Fifo Palma y otro que era de la Armada. Eran los civiles, tenían una relación de antes, desde Patria y Libertad. Era el lote del Wally y me parece que es a ellos a quienes convocó 
cuando se dio la partida a la represión al PC. 

¿Y usted, a quién reconocía como jefe a Oteíza o a Ceballos? 
Yo trabajaba con Oteíza y Ceballos, en ese orden. Pero no existía una orgánica en el AGA. Yo conozco más gente alrededor de diciembre del 74. De hecho fui a la casa de uno de ellos. 

¿De quién? 
Puede haber sido Yerko, pero no conozco su nombre. Ya en ese tiempo existía una cierta informalidad, además yo había decidido quemarme porque el MIR sabía que era un colaborador. 

Al escucharlo hablar de sus jefes en el AGA o de la FACH pareciera ser que ahí están sus referentes. Estableció un vínculo personal que se le nota cuando los menciona. 
Es cierto. Lo que voy a decir de Ceballos hoy puede parecer brutal. Me pareció en aquel entonces un leal enemigo del MIR que positivamente cumplía de manera estricta su diseño que no era aplicar una represión indiscriminada y brutal como la DINA. El cumplió además su palabra mientras estuvo a cargo del AGA. Generaba respeto intelectual, no era un patán. Creo que es en su cabeza donde se diseñó el Comando Conjunto. Pero cuando comenzó a operar, hubo un cambio de mano. Fue el Wally quien lo relevó y de este modo me explico que este organismo haya utilizado las mismas prácticas de exterminio de la DINA. O quizás peores. 

¿Ha vuelto a conversar con él? 
Sólo después del careo que tuvimos en el noveno juzgado hace un tiempo. Salimos caminando juntos y conversamos hasta que llegó a su auto. 

¿Siente que formó parte de ese grupo? 
No, tenía claro el papel que jugaba. Pero relaciones personales con ellos, salir juntos a tomar cerveza, no. Nuestra relación estaba marcada por la desconfianza. El trato de Wally para conmigo era de suspicacia absoluta. Ceballos tampoco confiaba, pero era lo suficientemente hábil para no hacérmelo notar. Oteíza sí confiaba. 

¿Y el resto? 
Eran rascas. Puede sonar clasista, pero es así. 

Vivió fuera de Chile más de 20 años. ¿Por qué volvió? 
Tenía que cerrar un círculo. Y lo hice. 

Usted tenía valiosa información para algunos familiares de detenidos desaparecidos, ¿por qué no tomó contacto con ellos en el curso de estas dos décadas? 
Fuera de las personas que ya le mencioné, no tuve más información y en la medida que tomaron contacto conmigo, colaboré con información. Pero hay muchas cosas que he entregado que los jueces no dan pelota. Están centrados en las cabezas de la DINA, y no han buscado, por ejemplo a los guardias que eran los que sacaban a los presos de sus celdas y los entregaban, o los eliminaban. Y hay algunos que seguramente tienen mucho que contar. 

¿Tiene alguna reflexión respecto de su propia historia? 
La hice cuando estuve en la Grimaldi. Tenía mucho tiempo y pocas cosas que hacer. Trato de emplear las categorías correctas y no me asustan las palabras de traidor o criminal. Hay hechos que cometí y siempre he estado claro en lo que hice. Es mi historia y me tomo como lo que soy. 


Caso AGA: SML confirma daño sicológico como consecuencia de las torturas

Fuente :PrimeraLínea Viernes, 8 de Marzo de 2002

Categoría : Prensa

En un paso mayor dentro de las investigaciones de derechos humanos, el Servicio Médico Legal (SML) determinó que los apremios ilegítimos aplicados a un grupo de detenidos en la Academia de Guerra Aérea (AGA) dejaron una secuela sicológica imborrable que los acompañará siempre y que condicionará su vida.

El concluyente informe que sale a luz, luego de la querella interpuesta por el Codepu en representación de 21 sobrevivientes de las torturas de la AGA, fue tomado a la gran mayoría de los ex prisioneros y en la totalidad de los casos determina "que se originó daño sicológico" producto de la violencia que enfrentaron durante su cautiverio.

Los análisis del SML abren una nueva fase dentro de las investigaciones de derechos humanos ya que permiten por vez primera impulsar los procesos de víctimas que pudieron vivir luego de los apremios recibidos.

Anteriores antecedentes de esta comprobación médica constituye el caso de Carmen Gloria Quintana, quien luego de un largo juicio fue indemnizada por el perjuicio sicológico sufrido al ser quemada viva, ello junto a la sanción al oficial involucrado en el delito que fue visto por la justicia criminal.

Cobra además mayor relevancia el informe considerando que las evaluaciones médicas se efectuaron a fines del año pasado, luego de ser presentada la querella criminal que tramita la jueza con dedicación exclusiva Raquel Lermanda, titular del Noveno Juzgado del Crimen de Santiago.

Con estos antecedentes en mano, sendos careos en los que los acusados han negado cualquier hecho y en que las víctimas han reiterado que las vejaciones sufridas y una serie de interrogatorios a todos los involucrados en el proceso, los querellantes afinan los detalles para solicitar el auto de procesamiento.

Auto de procesamiento

De hecho, la próxima semana el escrito llegará a manos de la magistrada, quien deberá determinar sí el general Edgar Ceballos Jones, Juan Luis Fernando López López y Leonardo Schneider, formaron una asociación ilícita y aplicaron tormentos contra 21 personas.

Aunque originalmente la presentación del Codepu abarcó a toda la cúpula del desaparecido Comando Conjunto, los antecedentes recabados hasta el momento -según fuentes ligadas a la causa- inculpan más a estas tres personas que al resto.

Leonardo Schneider era conocido como el Barba y era un ex integrante del MIR que decidió comenzar a colaborar con Ceballos. Este último, se encuentra encargado reo por la misma jueza Lermanda por un caso de un detenido desaparecido y un ejecutado político. Bajo los delitos de asociación ilícita, secuestro y homicidio calificado, Ceballos enfrenta a los tribunales por su actuación mientras se desempeñaba como coronel de la Fach a cargo primero de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea, y luego de la sucesora de esta la SIFA.

En cuanto a López López se valía de la chapa de Pantera y es un ex funcionario de la FACH.

Adicionalmente los querellantes indagan la responsabilidad en estos ilícitos de los oficiales en retiro Sergio Leigh Guzmán; Fernando Zuñiga, alias el Chirola; Eduardo Cartagena; el soldado (r) Guillermo Bratti Cornejo; los detectives Jorge Arnaldo Barraza Riveros, alias Zambra o el Negro; Manuel Salvatierra Rojas, alias Negro; Marcos Cortés alias Yoyopulus y Werther Contreras.

Además, se investiga la participación de César Luis Palma Ramírez, que utilizaba la chapa de Fifo; Juan Chávez Samdoval, alias Peque; Roberto Flores Cisterna, alias Huaso; y Robinson Suazo, alias Jonathan.

Los querellantes afirman que un nuevo antecedente vital a la investigación se producirá la próxima semana cuando sea careado con cinco sobrevivientes López López. Claro que esta diligencia, como todas las pendientes de los jueces exclusivos, dependerá del Pleno de ministros de la Corte Suprema.

En la reunión habitual de los viernes los magistrados deberán evaluar el informe del juez exclusivo y del ministro visitador de cada tribunal para determinar si corresponde seguir adelante con su misión. También jugará en este nuevo aplazamiento el número de procesos que revise cada juez, algunos de los cuales han disminuido o aumentado sus causas en los últimos meses a petición de la Corte de Apelaciones correspondiente a su jurisdicción.

Pero luego de la eventual confirmación de la jueza Lermanda como exclusiva, la magistrada podrá conocer el resultado del interrogatorio de los peritos del Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones que viajaron la semana pasada a Francia para entrevistar al agente Comando Andrés Antonio Valenzuela Morales, conocido como El Papudo a petición del titular del Primer Juzgado del Crimen, Joaquín Billard.

Mientras el escrito llega, las víctimas esperan una respuesta de los tribunales. Sus relatos hablan de horrores, pero pese a ello siguen adelante con las gestiones judiciales y dan la cara y sus nombres para exigir justicia. Se trata de Renato Alvaro Enrique Moreau Carrasco, Renato Vital Arias Rozas, Patricio Hernán Rivas Herrera, María Emilia Honoria Marchi Badilla; Sergio Santos Señoret, Bernardo Francisco Pizarro Meniconi, Oscar Humberto Espinoza Cerón, Alamiro Guzmán Ordenes, Gastón Lorenzo Muñoz Briones, Ignacio Abdon Puelma Olave, María Iris Elisa Padilla Contreras, Orlando Germán Masón Zenteno, Liliana Mireya Masón Padilla, Sergio Gustavo Castillo Ibarra, Ricardo Alfonso Parvex Alfaro, Cecilia Teresa de Jesús Olmos Cortez, Carmen Gloria Díaz Rodríguez, Patricio Manuel Jorquera Encina, Margarita Iglesias Saldaña, Cristián Andrés Castillo Echeverríay Margarita Marchi Badilla.

Los sobrevivientes de las torturas unidos en la causa de aclarar sus crímenes también relatan parte de las agresiones físicas o sicológicas que vivieron durante su cautiverio.

A modo de ejemplo, está el caso de Masón Zenteno quien indicó que "fui colgado de las muñecas, apenas tocando el piso con los dedos de los pies por varios días. Se me negaba el derecho de ir al baño durante días. En estas sesiones de tortura se me obligaban a escuchar las torturas que infligían a mi hija".

Algo similar padeció Moreau Carrasco, quien relata: "Durante las sesiones de tortura se producía un desorden generalizado del ritmo biológico y la supresión de funciones vitales como la alimentación. Considero que permanecer desnudo y que te apliquen corriente en las zonas genitales debe ser considerada una forma de agresión sexual. Constantemente me amenazaban de muerte, de que si no cooperaba me iban a matar. También en dos oportunidades me colocaron una pistola en la boca y me dijeron que si no hablaba me matarían, luego la disparaban, el arma no estaba cargada".

Y los relatos suman y siguen, con tónicas similares como la violencia desatada y los nombres de oficiales que hoy son investigados por los tribunales.


Muerte de ex mirista que cooperó con la Dina habría sido por causas naturales

Fuente :La Tercera 4 de Octubre 2012

Categoría : Prensa

La autopsia que ayer realizaron peritos del Servicio Médico Legal (SML) descartaría la participación de terceros en la muerte de Leonardo Alberto Schneider Jordán. El martes, el hombre de 61 años fue encontrado sin vida, en su casa de Vitacura.

Fuentes del SML aseguraron que una de las causas probables de su fallecimiento sería un infarto cerebral que le habría causado una hemorragia. Hasta ayer, según fuentes de la institución, los restos del colaborador del régimen militar no habían sido retirados por sus familiares.

Schneider era conocido como “El Barba” cuando militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y, de forma paralela, como “Teniente Velasco” cuando cooperaba con los organismos represivos. Aseguró en una entrevista en 2002 que, incluso, utilizaba uniforme.

Durante su permanencia en el MIR, Schneider llegó a ser miembro de la “Fuerza Central”, un grupo selecto de militantes de esa organización.

Según EFE, habría colaborado estrechamente con el coronel Edgar Ceballos Jones, procesado como uno de los autores de las torturas al general de la Aviación Alberto Bachelet, padre de la ex mandataria Michelle Bachelet.

Según su declaración, traicionó a sus compañeros para colaborar con la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), cuyo primer director fue el general Manuel Contreras, quien suma 275 años de cárcel por 36 causas de violaciones a los derechos humanos.

Del MIR a la Dina

En octubre de 1973, “El Barba” fue detenido y llevado junto a su hermano al Estadio Nacional, luego de haber sido presuntamente delatado por una vecina.

El 13 de octubre de ese mismo año fue trasladado a la Cárcel Pública y, posteriormente, Schneider fue sometido a proceso por infringir la Ley de Control de Armas. El 18 de enero de 1974, sin embargo, la Segunda Fiscalía Militar lo liberó de cargos y ordenó su libertad.

Las dudas en torno a su colaboración con el organismo represor del régimen militar comenzaron a surgir ese mismo año. Según el sitio web “Memoria Viva”, que pertenece al Proyecto Internacional de Derechos Humanos, Schneider Jordán estaba “acusado por numerosos sobrevivientes de haber participado en su detención y tortura en la Academia de Guerra Aérea”.

Asimismo, detalla que “luego pasaría a integrar la brigada que se dedicó a reprimir al MIR en la Dina. Procesado por torturas y secuestro permanente en, al menos, dos juzgados de Santiago”.

En 2002, Schneider dijo que estaba “consciente” de ser un “traidor” y aseguró que nunca cerraba con llave la puerta de su casa, pues estaba seguro de que algún día lo matarían, consigna la agencia EFE.

Luego de ser capturado por la Dina a fines de 1975, Leonardo Schneider salió de Chile y habría residido en el extranjero por más de 20 años. Afirmó que permaneció durante ese tiempo en Estados Unidos y a su regreso al país desarrolló funciones como contratista en proyectos de la Corporación del Cobre (Codelco).


Muere un sátrapa

Fuente :Resumen.cl 04 de Octubre de 2012 

Categoría : Prensa

Este miércoles se conoció la muerte de Leonardo Alberto Schneider Jordan, “El Barba”, temible personaje que de militante del MIR se convirtió en traidor y colaborador activo de los aparatos represivos de la dictadura.

Schneider Jordan fue encontrado muerto en su domicilio, en la comuna de Vitacura, en Santiago. La causa de muerte habría sido un derrame cerebral con sangramiento, lo que dio lugar a especulaciones acerca de la verdadera causa de su deceso pues inicialmente se había dicho que lo encontraron con el cerebro reventado. Sin embargo, las primeras apreciaciones policiales y de peritos señalan que se trataría de causas naturales. En todo caso, el SML realizó este miércoles la autopsia respectiva y entregará el resultado de la misma al fiscal que investiga el caso.

Sobre el oscuro pasado de este individuo han circulado diversas versiones. Algunas señalan que habría sido agente infiltrado de la Fuerza Aérea en el MIR desde mucho antes del golpe militar de 1973. Otras señalan que se convirtió en traidor luego del golpe. Lo cierto es que era militante del MIR desde 1970 aproximadamente y muy pronto llegó a formar parte de los grupos selectos de esa organización política. Integraba la llamada Fuerza Central del MIR y dentro de ella era parte del grupo de apoyo a la jefatura, es decir, gozaba de una posición de privilegio al momento del golpe militar.

Luego del golpe, fue detenido en alguna razia por no se sabe quienes ni donde, pero fue a parar al Estadio Nacional. De este centro de detención salió en libertad por no se sabe que sortilegios, pero aquello no era una situación tan extraña o anormal por esos días. No se sabe si es en este momento o en algún momento incierto posterior que comienza su trabajo con los aparatos de inteligencia de la dictadura.

Schneider reconocía que él no fue detenido sino que se entregó a la SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea), específicamente “negociando” previamente por teléfono con Edgar Cevallos Jones, el jefe operativo del SIFA. Así habría comenzado su acción de traición, concretamente bajo las órdenes de Cevallos Jones, conocido como “Comandante Cabezas”, en las dependencias del AGA. Cevallos Jones no lo detiene sino que lo mantiene activo en las filas miristas que, por esos días, trataban de sobrevivir a la intensa represión que se desataba sobre ellos. Los fríos datos de la represión rebelan que “El Barba” provocó la detención, la tortura, y la muerte de decenas de miristas, particularmente de los componentes de la llamada Fuerza Central.

Vivía tranquila y cómodamente instalado en una casa dispuesta por la SIFA para su uso en Tomás Moro, vestía uniforme de la Fach y se hacía llamar Teniente Juan Pablo Velasco. Son decenas también los detenidos, sobrevivientes del AGA, que conocieron de las andanzas del “Teniente Velasco”. El punto culmine de su labor de espía fue la trampa que logró tenderle al jefe del aparato militar del MIR, José Bordás Paz, “Coño Molina”, en diciembre de 1974. El día 5 de ese mes, Bordás Paz concurrió a un encuentro programado con “El Barba” y, aunque percibió la emboscada y trató de escapar, fue mortalmente herido en la encerrona. Bordás Paz terminó de ser asesinado por sus captores el 7 de diciembre.

Posteriormente, cuando ya la SIFA había “agotado” sus posibilidades, desde mediados del 75 hasta fines del 76, “El Barba” prestó servicios a la DINA. Cumplió las mismas funciones bajo la tutela de Contreras, Morén Brito y Krasnoff en el campo de prisioneros, de tortura y de muerte que era la Villa Grimaldi.

Luego, a comienzos del 77, viajó a Israel como premio a sus servicios y residió allí por 20 años. Al regreso a Chile se instaló a vivir en el barrio de Vitacura y se desempeñaba en alguna función en Codelco. Ahora ha llegado el fin de sus oscuros y malditos días.


LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL “BARBA” SCHNEIDER, MIRISTA TRAIDOR QUE PUSO A LA CÚPULA DEL MIR EN LAS GARRAS DE PINOCHET

Fuente :PanoramaNews.cl 6 octubre, 2012

Categoría : Prensa

Este pasado martes 2 de octubre, fue encontrado muerto en su habitación el ex mirista Leonardo Schneider Jordán, acusado de colaborar con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) y la DINA en la cacería de las altas cúpulas de su partido, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La noticia se difundió rápidamente por la prensa nacional, dejando detrás un velo de suspicacias sobre las causas de su fallecimiento.

En exclusiva para Panoramas News, Carlos Contreras, ex dirigente del PS del sur de Chile y que convivió como compañero de departamento del fallecido “Barba” en sus últimos seis meses de vida, reveló detalles de la vida de Schneider, y fue testigo ocular directo del hallazgo del cadáver de “El Barba”, tendido en el suelo de su pieza, con una toalla de baño en su cintura y con un gran mancha de sangre alrededor de él.

HISTORIA DE UNA TRAICIÓN

Carlos Contreras conoció a Schneider en 2009, cuando hacía su práctica profesional en la CONADI de La Araucanía y tuvo una muy buena impresión de él al instante. Si bien no era un tipo conversador y alegre, sus conocimientos de ingeniería de la “vieja escuela” de la Universidad de Chile, le inyectó aliento a una relación que de a poco se fundió en amistad. Cercano a los ideales del MIR, Contreras no supo que estaba frente al “Barba” hasta que un día inocentemente hizo una búsqueda de su nombre por Google, situación que lo dejó profundamente indignado y molesto. “Schneider no tuvo los pantalones bien puestos para decirme quién era”, señala Contreras. “Me sentía herido. Le entregué confianza, información personal. Él nunca me contó nada, a sabiendas de que yo era socialista.”

Con ansias de expresarle su molestia, Contreras decidió encarar al traidor del MIR y pedirle explicaciones. Schneider, a sabiendas que aquel momento llegaría, le dijo que se avergonzaba de lo que había hecho, que entendía su condición de traidor por la delación de sus compañeros miristas y que reconocía el dolor de las personas que perjudicó. “Estaba arrepentido”, enfatiza Contreras.

Ambos ingenieros comenzaron a relacionarse y a trabajar estrechamente, período durante el cual Contreras aprendió y consiguió muchos proyectos de ejecución en el área medioambiental junto a Schneider.

Así fue como el ex mirista y colaborador del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), comenzó a contarle detalles de su vida.

“Me dijo que, después del 11 de septiembre de 1973, la SIFA detuvo a sus padres y lo puso entre la espada y la pared”, explica Contreras.

“Él sabía que había pasado algo en su domicilio, por lo que fue hasta allá, se pasó por la casa de atrás y encontró todo desparramado. Había un mensaje al lado del teléfono que decía ‘tenemos a tus padres’”.

Debido a la presión de los servicios de inteligencia, Schneider se entrega a la SIFA y decide colaborar con ellos ocupando su condición de “privilegiado”, ya que tenía llegada directa con la cúpula del MIR, Miguel Enríquez, Max Marambio, el “Coño Molina” y con sus compañeros de la llamada “Fuerza Central”. El trato es que él entrega datos para desarticular el movimiento y sus padres judíos deben ser enviados a Israel por seguridad. Una vez que sus padres son sacados de Chile, el ex mirista intenta desertar de su colaboración con la Fuerza Aérea, donde era conocido como el “Teniente Velasco”. Sin embargo, tiempo después, la DINA secuestra a su hermano, presionándolo nuevamente para ayudar al régimen de Augusto Pinochet. El ya había tomado el camino de la traición.
 

“Él niega haber torturado o violado a compañeras”, dice Contreras. “Dijo que en la DINA sólo estuvo como detenido, que fue uno más, que sí entrego gente”. Pero las denuncias en su contra en tribunales dicen otra cosa: Actuó como agente en interrogatorios, torturas y en violación a una mujer. Probablemente se hacía pasar por un compañero detenido y luego revelaba su verdadero rostro. El amigo de Schneider es preciso en aclarar que, en su discurso siempre dijo que si bien entregó gente, él era un detenido más y nunca varió ese tono. Salvo en un pequeño detalle, “sólo una vez dice que participó de una violación fallida a una mujer, lo que me causó sospecha, pero nunca más habló del tema y mantuvo siempre una versión”.

Otro detalle que Contreras recuerda de sus conversaciones con Schneider, es que el ex militante del partido de izquierda revolucionaria decía haber estado desilusionado del MIR. “Él siente, siendo miembro del aparato militar del partido, que estaban en completa desventaja de lo que se venía”, hace memoria Contreras. “El armamento que tenía el MIR era precario y más encima de la Segunda Guerra Mundial. Esa era la postura conflictiva que Schneider tenía con el MIR”. Sentía que Miguel Enríquez se comportaba como un irresponsable con el contexto histórico que les tocaba y que le “llenaba de caca la mente a sus compañeros” y que era inconsciente al empujar a las tomas en las fábricas que contravenían el camino socialdemócrata de Allende.

Cuando llega el 11 de septiembre, Schneider va a la casa de un compañero y sorpresivamente se encuentra con Miguel Enríquez y “El Coño Molina”, quienes brincaban abrazados y entusiasmados por “haber tenido razón” sobre el golpe militar. Según la versión del ex mirista, Schneider sintió extrañeza y les dijo que vendría una masacre y que no tenían razón para celebrar. “Él ya venía cuestionándose esta posición que quería tener el MIR, a sabiendas de que se venía el golpe”, explica Contreras. “Quizás no tenía una visión tan romántica como la de Miguel Enríquez”.

“ESTABA COMPLETAMENTE ATORMENTADO”

Leonardo “Barba” Schneider ha sido sindicado como el agente clave en la desarticulación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, habiendo entregado a la mayor parte del Comité Central de su partido.

Como uno de los más odiados traidores del MIR y de la izquierda chilena, Schneider deja Chile a mitad de los setenta con rumbo a Israel, para reencontrarse con su familia. Sin embargo, tras la instalación de los gobiernos de la Concertación en los noventa, decide regresar a su país solo.

“Siempre sintió que necesitaba cerrar el círculo abierto que había dejado y por eso volvió a Chile”. “Quería sacarse la carga. Aunque en Israel era feliz con su familia, su traición siempre estuvo presente y esa carga inevitablemente lo atrajo a Chile”.

Contreras describe a Schneider como un tipo tranquilo, adicto a la pipa, de bajo perfil y de un vivir humilde, pese a ganar un buen sueldo como ingeniero civil hidráulico. “Nunca recibió una “funa” porque no tenía el estereotipo de agente de la dictadura, por ser un profesional universitario, de algún modo se libraba de ser un “perro” torturador, además su bajo perfil aparte de ser innato en él, lo cuidaba y practicaba diariamente”.

En los últimos años, el “Barba” empezó a presentar una condición médica deteriorada, ya que sufría de arritmia e hipertensión. Juntos arrendaban un departamento ubicado en Santiago, en la calle Santa Isabel, esquina con Tocornal, al cual Carlos Contreras se fue a vivir luego de que relegara su antigua casa a uno de sus familiares. “Me sorprendía porque a pesar de sus arritmias, tenía una polola de 27 años, que no mostraba mucho, y fumaba mucha pipa. Nunca fue al doctor, pese a los comentarios que le hice en varias ocasiones, en tono de broma y en serio como dos compañeros de departamento”.

Sólo seis meses alcanzó a vivir con Schneider, enfatiza este joven militante del PS de 33 años. “Existía confianza para hablar de los temas que se pusieran en la mesa”, señala. “Él siempre tenía trabajo que hacer. Sufría sus achaques por la arritmia, pasaba pegado al computador, salía a sus reuniones de trabajo. Hace casi dos semanas que había asistido al tribunal por la acusación de intento de violación que se le imputa”.

Pese a las advertencias de Contreras, el “Barba” no trataba sus problemas médicos, acentuados por la edad de 61 años que tenía encima.

Antes del fatídico hallazgo del cadáver en su habitación, Contreras no notó nada extraño en el ex mirista, más allá de un extraño episodio ocurrido el pasado 11 de septiembre de 2012, mientras acompañaba a Schneider en el departamento.

“Ese día fue ver a un león encerrado en una reja de dos por dos”, confiesa Contreras. “Tuvo un 11 de septiembre muy vívido. Se paraba, se movía, miraba el ventanal con la vista perdida, prendía su pipa, miraba el reloj y hablaba de lo que había hecho a esa hora en 1973.

Estaba completamente atormentado. Para mí no fue agradable tenerlo al frente, porque podía volverse loco o irse en contra mía. Quizás reaccionó así, porque en un día como ese comenzó todo su calvario.

Hablaba sólo y estuvo hasta altas horas de la noche como desesperado, recordando su vida y parecía que luchaba con sus demonios internos”.

Después de ese episodio, todo volvió a la tranquilidad, al diálogo y la conversación. “El último tiempo, yo le insistí muchas veces que empezara a escribir un libro, que contara su verdad y que si tenía que tirarle mierda a alguien, que lo hiciera”, expresa Contreras. “Él siempre se negó, al punto que una vez me dijo que si él decidía hablar en un libro o en una entrevista, iba a tirar mierda a gente que está muerta y que hoy son personas probablemente idolatradas por otras, como Miguel Enríquez. Me dijo que no se prestaba para eso.”

“FUE UNA MUERTE IDIOTA Y ESTÚPIDA”

La última vez que Contreras habló con Schneider fue el pasado viernes 28 de septiembre, cerca de las 6 de la tarde. Cuando pasó por el departamento para despedirse y avisarle que pasaría el fin de semana afuera, se le veía trabajando bien.

Ya de regreso el martes por la mañana, Carlos Contreras llegó al departamento abrió la puerta con sus llaves y dejó su bolso en el suelo del living. Todas las cosas estaban en su lugar, agrega, y no había indicios de ninguna chapa forzada o signos de violencia que indicaran algo extraño. La sorpresa se la llevó al entrar a la habitación de Schneider, cuya puerta se encontraba entreabierta. Allí encontró el cadáver, tirado en el suelo, al costado de un charco de sangre oscura ya coagulada. “El Barba” estaba desnudo, con la toalla puesta, a casi veinte centímetros de su celular también en el piso.

“Lo mataron”, fue el primer pensamiento de Carlos que inmediatamente salió del departamento, en estado de shock. No quiso tocar nada más, ni acercarse a apreciar el cuerpo de su amigo. Bajó a la recepción, conectó su celular a la corriente para recuperar la batería y llamó a Carabineros. Aprovechó de preguntar a los conserjes si Schneider había llegado con alguien durante el fin de semana, pero no existían registros de visita alguna, la novia del “Barba” estaba en Valdivia.

Al tiempo llegó un cabo y un sargento de Carabineros, quienes llamaron al SIP para iniciar los peritajes correspondientes. En un primer sondeo, la institución policial descartó a Contreras la actuación de terceros. Según la tesis inicial, la muerte se habría producido luego de que Schneider saliera del baño, se tropezara y se golpeara la cabeza, sufriendo un colapso nervioso. El testigo ocular asume que la sangre salió de su boca y de sus fosas nasales, y que no había rastro de que su cráneo estuviese “destrozado” como se informó a través de la agencia EFE y en distintos medios de comunicación.

“La muerte que tuvo fue una muerte idiota y estúpida”, expresa Contreras. “Yo pensaba que iba a morir en su ley: morir donde se vio nacer, como mirista, o apedreado, por su traición”.

Al cierre de esta edición, la información del Servicio Médico Legal entregaba en primera instancia la causa del deceso relacionado a un derrame cerebral que hizo que este solitario hombre de 61 años y de 110 kilos de peso, se desplomara sin remedio emanando sangre de su boca y orificios nasales, desencadenándose una muerte solitaria que lo dejó tirado en el suelo alrededor de dos días. Sus hijos que están en Colombia y en Israel ya arriban a Chile para retirar el cadáver del SML. El “barba”, el traidor de su causa que terminó sintiendo compasión por él y compasión por quienes había entregado para ser muertos y ejecutados, deja en esta tierra gente que lo odia y lo desprecia y otros que lo lloran y lo estiman, mientras la muerte a quien le firmó un cheque en blanco el 11 de septiembre de 1973, lo liberó del tormento de su vida en esta tierra