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Manuel Ernesto Lucero Lobos 

Suboficial de Ejercito

 Agente DINA, Miembro de la Brigada Caupolicán

 

Manuel Lucero Lobos fue el agente de la DINA encargado de ejecutar la lista completa de los detenidos que estuvieron en poder del organismo represor. Cuando Manuel Contreras se retiró, se llevó esa lista con él.

Lucero Lobos fue identificado por Osvaldo Romo como el agente que mantenía una jeringa en la mano el 3 de noviembre de 1974 cuándo Romo ingreso a la sala de tortura donde asesinaron a Lumi Videla Moya previo a lanzar su cadáver a la embajada de Italia.

El 22 de agosto de 1974, fue detenido el funcionario de Investigaciones Teobaldo Tello Garrido, quien colaboraba con el MIR. El detenido fue llevado Villa Grimaldi, donde Marcelo Moren Brito junto a Manuel Lucero Lobos, en el patio del centro de torturas le pasó las ruedas de una camioneta C-10 por encima de sus piernas

Fuentes: La Nación, Archivo Memoriaviva


La Nación, 26 de febrero de 2006

ROMO, DESDE LAS TINIEBLAS

Un cuaderno de cien páginas es la primera parte de lo que el ex agente DINA Osvaldo Romo quiere que sean sus memorias. Enfermo, sabe que no vivirá mucho. Relata hechos dramáticos, busca el perdón sin arrepentirse y trata de "canalla" a quien fue uno de sus jefes.

Osvaldo Romo Mena, el "Guatón Romo", escribe a mano y sin reglas sus memorias.

"A mis amables lectores, debo de dar inicio a este escrito con bastante cariño y devoción (...) Hoy yo llego a empañar los cristales de mi lente, que son los que ayudan mi visión, esto es porque llego a las lagrimas, de un hombre duro, pero que tengo a pesar de que me las quiera dar de lo que muchos me dijeron de mi que era duro pero hoy me pongo en posición de poder yo recordar".

Escritura y ortografía endiablada, sin puntuación, en un primer cuaderno de matemáticas de cien páginas, preparando otros dos o tres. Redacción laberíntica que da vueltas y vueltas, pero que llega adonde quiere ir, aunque a veces no arriba, tal vez porque no quiere.

"Pero yo ahora estando mucho mas calmado, pero tambien mucho mas tranquilo puedo decir que quizás mucho mas calmado y bastante reposado me e sentado frente a la mesa y me e puesto en posicion de combate...".

A Romo, el agitador de izquierda, el líder poblacional que enfrentó al "reformista" Presidente Salvador Allende, convertido en agente DINA a partir del golpe militar, le ronda la muerte. Sabe que no vivirá mucho, aquejado de varias enfermedades y con posibilidades de perder una pierna. Está casi inválido en la cárcel de Punta Peuco.

No pide, pero busca el perdón de los desaparecidos, a quienes habla a veces en primera persona evocándolos, invocando su compresión y alabando su compromiso militante. También pretende el perdón de los sobrevivientes del MIR, cuya estructura clandestina dice haber llegado a conocer a la perfección para la DINA.

"Trabajando calmado a la manera que yo siempre trabajaba, esto todo con banderitas de colores tambien con mapas en los sectores localizados (...) Declaro que mi trabajo fue de poder ubicar y catalogar el cargo de cada uno de los que conocí de nombre y fisicamente esto en mi trabajo que fue limpio sin odio sin rabia".

APASIONADA DEFENSA

"La verdad que no quieren escuchar los juezes de los Tribunales, Lo que yo no puedo olvidar, y lo que los otros olvidaron".

Así titula las dos últimas páginas de su manuscrito: su autodefensa.

"La verdad es que hoy e querido volver un poco atrás y del tiempo para poder por medio de este papel y poder desir algo de la epoca ya pasada, que ustedes imbentan con aumento esto para poder recibir los dineros que les paga los diferentes organismos del gobierno de Turno para que vallan y Los Tribunales ellos escuchan y digan que fueron detenidos por mi persona, quiero desir que yo no tenía atribuciones para detener, pero como informante yo podía en el momento identificar el que era militante del Mir yo ubicaba a los extremista reales, hoy quiero desir algo que no es un imbento , sino que es la pura real verdad esto porque yo estoy cansado de escuchar estupidez y tonteras que es imbento". (Hasta aquí los párrafos originales).

Continúa sus descargos: "Uno tiene que escuchar a todos los ahogados del mundo que alguna vez estuvieron detenidos aunque pueden haberlos trabajado, pero eso de violarlos, eso no por favor, no caigan en la noticia de hacer creer que fueron al Vietnam. Luego, también pienso que ustedes solamente están denigrando a las personas y están cayendo muy bajo (...) Ahora, por lo menos, yo no tengo los derechos humanos que ustedes tienen para que me defiendan, esto todo por haber sido honesto con mis principios y no haberme subido al Tren de la Victoria de Allende, porque yo lo combatí de frente por los errores, que fueron muchos".

No explica Romo a quién o quiénes se refiere y, en un desliz profesional, cita a los torturados como "trabajados".

"FUE MUY MALO"

Romo es un ser contradictorio, complejo. "Con él hay que tener mucho cuidado, porque es una persona muy inteligente y manipuladora, tiene rasgos sicopáticos, un día dice una cosa y al otro día otra", afirma la ex prisionera política del MIR, Erika Hennings, quien tuvo a Romo al frente en el centro de tortura de calle Londres 38.

Cuando le comentamos sus escritos y su negación de la tortura, dice que "si él se quiere ir en paz de este mundo y quiere el perdón, tiene que irse reconociendo todo lo bueno y lo malo que hizo, porque él fue muy malo. Jugó al bueno y al malo, aunque siempre obedeció órdenes de sus jefes".

No niega que un día Romo la sacó de una sala en Londres 38 para que se despidiera de su esposo, Alfonso Chanfreau, también del MIR, detenido desaparecido.

El ex agente regresó a Chile en 1992, tras su arresto en Brasil, donde se había instalado desde el 16 de octubre de 1975. En una entrevista de televisión afirmó que había renunciado a la DINA y abandonado el país. Ante la pregunta de ¿volvería a hacerlo?, respondió desafiante: "Lo haría igual y peor aún. Y no dejaría periquito vivo. Todo el mundo pa' la jaula. Ese fue un error de la DINA, yo se lo discutí hasta última hora a mi general: ¡No deje a estas personas vivas!".

Y sobre el epitafio en su lápida mortuoria dijo: "Podría decir... un torturador. Para mí eso es una cosa buena. Yo creo que lo que hice lo volvería a hacer".

Quién sabe si Romo abrirá en los próximos cuadernos su corazón también para reconocer sus crímenes. Al menos, en este primero no lo hace, pero algo de eso transpira.

LOS GESTORES

En los últimos años, Romo ha colaborado con jueces que instruyen procesos por delitos de lesa humanidad. Coincidente con ello, el Ejército le cortó un aporte de 200 mil pesos mensuales, suma que en gran parte él enviaba a su familia en Brasil.

La Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones, que dirige el subcomisario Sandro Gaete, junto al segundo hombre, el subcomisario Abel Lizama, bajo la tuición del prefecto inspector y jefe de la Jefatura Nacional contra el Crimen Organizado y Asuntos Especiales, Rafael Castillo, ha realizado una eficaz tarea para que Romo colabore con los jueces. Pero también lo ha hecho con un gran número de ex agentes represores, logrando valiosas confesiones para las investigaciones judiciales. Ello, a pesar de fuertes presiones recibidas en el último tiempo, desde una institución castrense, para favorecer a altos oficiales activos y en retiro.

EL NANO Y LA ANITA MARÍA

En sus "memorias", Romo relata un hecho macabro ocurrido el 3 de diciembre de 1974 en el centro clandestino de Villa Grimaldi: el de los miristas Alejandro de la Barra Villarroel ("el Nano", para Romo, a quien dice haber conocido desde 1965) y su esposa, Ana María Puga Rojas.

"Hoy quiero yo quedar en paz con la madre y familia del Nano, pero también con el Nano y Anita María, que era su mujer, y con el hijo de ellos. Saben, esto lo hago sin que nadie me lo pidiera (...) De verdad, lo hago con bastante cariño y mucha pena y dolor".

Relata que ambos miristas viajaban ese día en un auto por la plaza Pedro de Valdivia en Santiago para recoger a su hijo desde un "parvulario", cuando agentes del grupo Águila de la DINA los emboscaron y acribillaron en el mismo auto. Luego, dice que llegaron con los cuerpos a Villa Grimaldi, en Peñalolén.

"Ese día vi al suboficial de Carabineros Valdebenito que venía conduciendo el auto. Entró al cuartel y venía sentado en la humanidad del cadáver del Nano, que venía encorvado gorgoteando sangre de su cuerpo mutilado (...) Los tiraron del auto al suelo y les sacaron la ropa para tirarles agua con una manguera y los dejaron completamente desnudos".

Sigue su relato: "La peor de las bajezas viene ahora porque yo lo vi, al igual que todos los guardias del cuartel que presenciaron gratuitamente el nudismo. Vimos cómo el mayor Marcelo Moren Brito comenzó a darle puntapiés en las nalgas a la Ana María Puga Rojas, pero también al Nano de la Barra Villarroel (...) Pateaban en el suelo a dos cadáveres, pienso que esto no es bueno; menos, hecho por un militar de escuela. Él era un hombre con grado de jefatura del campo de la Villa Grimaldi. (...) Ese día me quedé más tiempo en el cuartel; digo, no podía irme a mi casa, de pena, de rabia. Este fue otro día que llevé el dolor a mi casa. Ese día lloré como un niño, pero luego después al mirar alrededor todo el predio de Villa Grimaldi y ver en la distancia y la imaginación a mi niño muerto, me quedé paralizado, vi al Nano en el suelo botado como un perro, masacrado y baleado. Pensé en la familia del Nano, en su padre y su madre, la señora de la casa de calle Salvador, que era una casa muy acogedora. También pensé en el Leonardo [hermano de Nano]".

En el epílogo de este dramático episodio, Romo dice, mencionando además a otros militantes del MIR hoy desaparecidos: "Deben estar juntos en la otra vida. El Nano, en honor a la verdad, debe estar mirando la luna, debe mirar a la Anita María, pensando que está dormida, linda como una diosa".

EL MAURO Y EL CANALLA

Uno de los hechos que Romo dice le ayudaron a dejar la DINA e irse a Brasil, fue la crueldad contra el soldado Juan Carlos Carrasco Matus, "el conocido Mauro". Guardia en Villa Grimaldi que, según Romo, trabajó un tiempo con grupos operativos. En un allanamiento a una casa del MIR, dice que hallaron decenas de pasaportes y cédulas de identidad, algunos en blanco. "Entre los documentos listos para viajar al extranjero estaba el de Carrasco Matus".

Explica que este soldado hacía el servicio militar y tenía un hermano exiliado, y ayudó a los presos como pudo.

"El día 14 de marzo de 1975, a las 13 horas, llegó a Villa Grimaldi el mayor de Ejército Marcelo Moren Brito. Traía amarrado al Mauro de pies y manos (...) Sentí de repente, cuando estaba trabajando en la sala de mi trabajo, gritos de alguna persona que eran desgarradores de lamento que me daba un frío en el estómago, un dolor en mi pecho. Vi cómo el mayor Moren Brito lo estaba castigando con una correa que hacía el papel de chicote, en la cara, la cabeza y el cuerpo del Mauro amarrado".

Dirigiéndose directamente a Moren Brito, dice: "Esto fue gratuito y usted no lo podía hacer con un soldado indefenso, todos saben de que usted fue en verdad un canalla que dejó muy mal puesto al Ejército de Chile".

Tello

Otro episodio dramático ocurrió en Villa Grimaldi el 22 de agosto de 1974, con el funcionario de Investigaciones Teobaldo Tello Garrido, que colaboraba con el MIR, según Romo, en el Departamento de Documentación e Información Centralizada.

"Hoy me acuerdo el día en que usted, mayor Moren, cometió una gran cagada dentro de su vida en el cuartel de la DINA, el caso patético que vivió Teobaldo Tello Garrido. Apareció en el patio de Villa Grimaldi; ese día venía andando con bastante dificultad y dolor, con la vista vendada y los brazos atados. De repente, el mayor se abalanzó y lo botó al suelo, después se subió a una camioneta C-10 y le pasó las ruedas por encima de sus piernas, una y más veces, de ida y de vuelta. Esto fue una locura, Moren estaba acompañado del militar Manuel Lucero Lobos".

CINCO MALETAS DE PLATA

"Hoy yo quiero de verdad poder dialogar con todos ustedes, mis queridos y amables lectores".

Así presenta Romo el episodio del día 5 de octubre de 1974, cuando fue descubierto y abatido el líder del MIR, Miguel Enríquez. Tras contar detalles ya conocidos del enfrentamiento, aporta sin embargo "algo que hoy traigo al tapete". Romo dice que "me topé de repente [en la casa de la refriega] con una cantidad de, al menos, cinco maletas con dinero del MIR que venían desde el exterior y habían llegado el día anterior". Afirma Romo que estaban repletas de dólares y marcos alemanes. Dice que le pareció extraño ver esas maletas después en la oficina de Moren Brito en el cuartel de la DINA de calle José Domingo Cañas, aunque cree que el "conducto que tomaron ese día las maletas con dinero fue el Cuartel General [DINA] en la calle Belgrado".

Su información difiere de la entregada en mayo de 2005 por el ex agente Ricardo Lawrence Mires, quien declaró a un juez que él entregó personalmente a Pinochet "el maletín con moneda extranjera incautado en el lugar" donde murió Miguel Enríquez. Romo sostiene que "no vale la pena" entrar hoy a discutir la cantidad de maletas, pues "han pasado tantos años".

"Ahora yo estoy tranquilo con mi persona y mi familia, y con los amigos. ¿Me entiendes tú, Chico Pérez; de verdad me entiendes tú, Tano? Ahora pienso que ustedes me entienden. Pero al mismo tiempo pienso que la gente que trabajó en la DINA no podía ir en contra, ellos estaban comprometidos de cualquier manera".


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