Farías Santelices Roberto Antonio

Rut: 8.441.273-2

Cargos:

Grado : Cabo

Rama : Ejército

Organismos : Central Nacional de Informaciones (CNI)


Velatón en Homenaje a caídos en la Matanza del 23 de Agosto

Fuente :Resumen.cl, 24 de Agosto 2010

Categoría : Prensa

Este lunes, la Coodinadora de Cesantes de Hualpencillo realizó un homenaje a los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, asesinados por la CNI el 23 de agosto de 1984. La velatón fue en el tradicional barrio de Hualpencillo, en la Avenida Grecia, donde fue asesinado Luciano Aedo y hoy existe una estrella y una piedra que honra la vida de él y la de los combatientes que cayeron. 

Cuendo el equipo de Resumen se retiraba del lugar fue interceptado por carabineros, quienes vestidos con cascos y chalecos antibalas les exigieron abrir sus bolsos y entregarles los carnet de identidad. Los vecinos del lugar increparon a la policía, diciéndoles que no había motivo para que tomaran tales procedimientos y que orientaran su labor a la captura de los narcotraficantes, que impunemente, siguen enviciando a los jovenes huapeninos en la pasta base. 

Matanza del 23 de agosto: La verdad se impone. La justicia tarda.  

Hace ya casi un año que se realizó la reconstitución de escena de la matanza del 23 de agosto del 84. En la diligencia, el Ministro en Visita don Carlos Aldana, juez especial para casos de derechos humanos, hizo comparecer a una treintena de inculpados por los asesinatos de Luciano Aedo Arias, Nelson Herrera Riveros y Mario Lagos Rodríguez. También concurrieron numerosos testigos de los crímenes. Estas personas durante años y años han mantenido sus declaraciones a pesar de las presiones y amenazas de que han sido objeto.  

Luego de las diligencias efectuadas en Hualpencillo, la Vega Monumental y camino a Santa Juana, el juez Aldana decretó el procesamiento del Brigadier de Ejército en retiro Marcos Derpich Miranda, quien se sumaba a una decena de procesados en las diversas aristas del caso. Recordemos que aquel operativo represivo se extendió por Concepción, Los Ángeles, Temuco y Valdivia. 

Según lo revelan fuentes ligadas a las investigaciones judiciales, la acción de inteligencia previa y el operativo final, estuvo bajo el mando del jefe de la División Regionales de la CNI, el entonces coronel de ejército Marcos Spiros Derpich Miranda, alias “Gitano”.

En el transcurso de los meses previos, la CNI había trasladado desde Santiago a más de 60 agentes de la División Antisubversiva, comandada por el mayor de ejército Álvaro Julio Corbalán Castilla, alias “Faraón”, especializados en la persecución a la resistencia y al MIR.

A los hombres de Corbalán, se sumaban los agentes de las Brigadas Regionales de la CNI de Concepción, Chillán, Los Ángeles, Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt, que dependían de la División de Derpich.  

La matanza comenzó en Hualpén.  

Durante el proceso y en la reconstitución de escena ha quedado de manifiesto que a eso de las 12:30, cuando Aedo Arias regresaba caminando al barrio de Hualpencillo donde vivía, fue interceptado por los hombres que le seguían. Testigos de los hechos detallan con precisión que un auto taxi Toyota, con patente de Santiago, se atraviesa en la calle Grecia obstruyendo el paso de Aedo, quien trata de escapar. Viniendo en sentido contrario, un jeep rojo se suma a la maniobra de cerco; por un pasaje perpendicular otro equipo que se movilizaba en un furgón utilitario le cerraba toda posibilidad de escapatoria.

Desde el taxi, “El Flaco Palta”, desciende disparando su revolver. Aedo Arias es impactado por la espalda y cae herido en medio de la calle Grecia. Del furgón se baja “El Petete”, Roberto Farías Santelices, disparando sobre Aedo con un fusil. Desde la maletera del taxi, “El Vitoco”, Luis Hernán Gálvez Navarro, que oficiaba de chofer, extrae un fusil y dispara también sobre el mirista herido; luego se acerca hasta donde está caído Aedo, lo patea y nuevamente le dispara una ráfaga para rematarlo. Acto seguido, lo toma de los pies y lo arrastra hasta el borde de la acera.  

De modo simultaneo otros agentes se acercan para depositar armas, panfletos y papeles junto a Aedo y montar la tantas veces vista y repetida escena que la prensa y televisión servil de la época mostraba y repetía con una complicidad solícita y escandalosa. Todo esto ocurre a no más de dos cuadras del domicilio de Aedo, en plena avenida Grecia, a mediodía y en el corazón de un barrio popular que se caracterizaba por realizar masivas y violentas protestas contra el régimen dictatorial. De ese modo quedaba nítido el mensaje de los cerebros del plan de exterminio: reprimir de modo que resultara atemorizante y aleccionador para el populacho subversivo. 

La orden era matar. 

A las 16:05, cuando el microbús de la línea Las Bahías, conducido por Pedro Segundo Aguayo, que cubría recorrido entre Talcahuano y Concepción, llegaba a la Vega Monumental, fue interceptado por vehículos de la CNI y de Carabineros que estaban apostados en el lugar.

Nelson Herrera Riveros y Mario Lagos Rodríguez, habían abordado el microbús frente al mercado de Talcahuano. Desde ese momento, unos ocho equipos represores montaron el seguimiento con el propósito de cumplir la orden de ejecución. Los jerarcas decidieron que sería en la Vega Monumental para seguir propagando su mensaje de terror. El bus fue interceptado. Carabineros acordonó el lugar. Los agentes de la CNI habían adoptado posiciones ventajosas. Montado en un jeep de la Brigada Especial, por medio de un megáfono, el agente Jorge Vargas Bories, alias “Polanco”, conminaba a los dirigentes miristas a “dejar libres a los rehenes y permitir que los pasajeros descendieran del bus”. Esa falacia era parte del montaje con que intentaban justificar los crímenes que se aprestaban a cometer puesto que nunca hubo rehenes, ni toma de micro, ni nada parecido. Por lo demás, así lo aseveró siempre el chofer del micro y otros testigos presenciales del hecho. La nutrida presencia de público en la siempre concurrida Vega Monumental les proporcionaba el escenario ideal para desatar una acción aleccionadora sobre los adversarios del régimen que intentaran oponerse o resistir a los designios de la dictadura. 

Los carabineros atacaron el bus con bombas lacrimógenas lo que terminó de convencer a los pasajeros que la guerra era contra ellos. Rápidamente abandonaron la micro y corrieron a protegerse detrás de las rejas de la Vega Monumental. Poco después Mario Lagos bajó por la puerta delantera con las manos en alto. Nelson Herrera hacía lo propio por la puerta trasera del microbús..

Ese fue el instante propicio en que el equipo de Hugo José Hechenleitner Hechenleitner, alias “Comandante Martínez”, “El Siete Fachas”, Egon Antonio Barra Barra, y “El Bareta”, Manuel Ángel Morales Acevedo, abrieron fuego contra Lagos causándole la muerte inmediata.

Nelson Herrera al percibir lo que ocurría con su compañero echó a correr pero tropezó y cayó. Sufrió contusiones en el cuerpo y un raspón en la cara. En ese momento, los agentes del equipo comandado por José Abel Aravena Ruiz, alias “El Muñeca”, junto al “Guatón Órdenes”, Sergio Agustín Mateluna Pino, y al “Cavieres”, Luis Enrique Andaur Leiva, se abalanzaron sobre Herrera tomándolo prisionero para llevar a cabo su propio cometido criminal. Lo esposaron y, anunciando a viva voz que trasladarían al detenido hacia el hospital porque se encontraba herido, lo llevaron caminando hasta el automóvil taxi en que se movilizaban. Lo introducen al vehículo y se alejan raudamente del sitio de los sucesos. Pero en lugar de dirigirse al hospital como habían anunciado, cruzan el Bío-Bío por el Puente Viejo, doblan camino a Santa Juana, y unos ochocientos metros después se detienen en un trecho eriazo y descampado, en la berma entre la carretera y el río. Allí bajan a Nelson Herrera del auto y el verdugo designado le descerraja un disparo en la cabeza. Ejecutado Herrera lo suben de nuevo al auto y vuelven sobre sus pasos para dirigirse al hospital. Nelson Herrera ingresó muerto al centro asistencial a las 16:40 horas. 

La larga espera 

Han transcurrido también 26 años de búsqueda de verdad y justicia en este caso. En este empeño los familiares de los miristas asesinados no han cejado nunca en su afán. Ha sido un proceso lento y difícil, lleno de dificultades y tropiezos. Durante años la fiscalía militar no hizo sino dilatar la investigación y proteger o encubrir a los criminales. Recién hace un año, en agosto del 2009, el caso fue definitivamente traspasado a la justicia civil y desde entonces lo lleva el ministro Aldana.

Junto a la persistencia y tenacidad de los familiares por exigir verdad y justicia, la existencia de testigos y la actitud íntegra y de constante denuncia que han mantenido estas personas han sido factores decisivos para lograr, por fin, avances sustanciales en este proceso.   

 


Alfa Carbón 1: La Operaciòn Albania del sur

Fuente :ciper.cl,, 4 de Junio 2013

Categoría : Prensa

La Corte de Apelaciones está a punto de pronunciarse sobre la ampliación del procesamiento por “asociación ilícita” a 13 ex agentes de la CNI involucrados en la ejecución de siete miristas en 1984, asesinatos que entonces fueron presentados como “enfrentamientos”. El ministro que lleva el proceso sólo encausó por “asociación ilícita” a dos de los acusados: Álvaro Corbalán y Marcos Derpich. El siguiente texto fue enviado a CIPER por familiares de las víctimas y reconstruye los hechos sobre la base de las declaraciones contenidas en el proceso judicial. Sus autores apuntan a demostrar que la “asociación ilícita” incluyó a todos los agentes que actuaron en estos operativos.

El método de los falsos enfrentamientos para eliminar opositores fue una práctica habitual utilizada por la Central Nacional de Informaciones (CNI), organismo represivo del gobierno militar. La detención, ejecución y desaparición de los prisioneros que utilizó de manera intensa y masiva la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), antecesora de la CNI, durante la primera época de la dictadura, fue sustituida en los años siguientes por la ejecución pública de los “enemigos internos” y su posterior  presentación como enfrentamiento por parte de la CNI. Esta última detenía y eliminaba opositores en lugares  escogidos, donde  posteriormente se montaba el escenario del supuesto enfrentamiento. O bien, los opositores eran ejecutados en emboscadas preparadas con antelación. En ambas circunstancias la prensa cubría los episodios con un entusiasmo cómplice. Los tribunales de justicia se desentendieron de las investigaciones demandadas por los familiares de las víctimas o tramitaron los casos de manera necia y negligente; en todo caso, el país ha debido soportar décadas de tramitaciones para lograr avances judiciales.

Lo que sigue da cuenta de la responsabilidad que les cabe a los tribunales de justicia en el esclarecimiento del asesinato de siete miristas en las ciudades de Concepción, Valdivia y Los Ángeles, ocurridos el 23 y 24 de agosto de 1984 en el marco de la operación Alfa Carbón 1 o, como se la ha llamado, la Albania del sur, en alusión a la conocida Operación Albania o Matanza de Corpus Cristi con que en junio de 1987 la CNI asesinó a doce integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Los antecedentes que presentamos a continuación no constituyen, según el ministro en visita que lleva la causa, Carlos Aldana Fuentes, elementos de juicio suficientes que configuren presunciones fundadas de que a los imputados y querellados Hugo Salas Wenzel, Jorge Mandiola Arredondo, Jorge Andrade Gómez y Aquiles González Cortés, entre otros, les haya cabido responsabilidad y participación como autores de los delitos cometidos bajo la figura de asociación ilícita criminal. Aldana también desecha la responsabilidad como cómplice y encubridor que le cabe a Miguel Ángel Parra Vásquez, entonces abogado de la CNI y responsable de instruir a los agentes para que luego de ocurridos los hechos prestaran declaraciones falsas ante tribunales. Según Aldana, no existen elementos de juicio suficientes para estimar que a estos agentes les haya cabido participación como autores, cómplices o encubridores en los delitos que se les atribuyen, como lo exige el artículo 274 N° 2 del Código de Procedimiento Penal.

El 23 de agosto de 1984 el equipo de la CNI liderado por Luís Hernán Gálvez Navarro dio inicio a la segunda etapa de la operación Alfa Carbón 1. A eso de las 11:00 varios equipos de la CNI y un equipo de Televisión Nacional llegaron hasta Hualpencillo, actual Hualpén. En el número 3346 de la calle Nápoles vivía Luciano Humberto Aedo Arias, dirigente del MIR en el Teatro de Operaciones Sur. Pasado el mediodía, en la intersección de Grecia con Nápoles, los agentes Raúl Hernán Escobar Díaz y Roberto Antonio Farías Santelices, además de Gálvez Navarro, descendieron de los vehículos en los que durante meses lo habían seguido, le dispararon por la espalda y lo remataron en el suelo. Finalmente, según testigos, “luego de un rato, empezaron a llegar muchos vehículos, revisaron sus bolsillos, le pusieron dos armas cortas cerca del cuerpo, unos panfletos y unos objetos de color negro tipo granadas” (fs. 3907, causa rol 746-84).

Alfa Carbón 1 se había iniciado a principios del 84 –o quizás antes– cuando Jorge Mandiola Arredondo, jefe de la CNI de Concepción, informó a su superior Marcos Spiros Derpich Miranda, jefe de la División Regionales de la CNI, que ya existían datos suficientes para acreditar la presencia de una estructura subversiva en la zona: el Teatro de Operaciones Sur (TOS) del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Joaquín Molina Fuenzalida (+), segundo de Derpich en Regionales, había dirigido el trabajo de inteligencia de la que sería la desarticulación definitiva de la jefatura del MIR en el sur del Chile. Derpich y Álvaro Corbalán Castilla, a la fecha jefe de la División Antisubversiva (DAS) de la CNI, radicada en el Cuartel Borgoño de Santiago, serían los encargados de comandar la operación. El informe que entregó Mandiola incluía nombres, domicilios y organigramas de los miristas, entre los cuales se encontraban los datos de Aedo.

El informe de la autopsia realizada por el médico legista César Reyes Contreras el 24 de agosto de 1984 a las 8:30 constató que Luciano Aedo recibió siete impactos de bala, cuatro en la espalda, cabeza, muñeca izquierda y pie izquierdo, y definió como causa precisa y necesaria de la muerte un proyectil disparado a una distancia mayor de cincuenta centímetros que entró por la espalda y salió por el pecho, comprometiendo corazón y pulmones (fs. 234; 292). Asimismo, en su declaración del 13 de septiembre, el médico señaló que la trayectoria del proyectil sugiere que Aedo estaba inclinado hacia delante, “como cuando se corre” y que las heridas en la espalda deben haber sido perpetradas cuando el tórax estaba muy inclinado “casi horizontal con el suelo” (fs. 17954). Luciano Humberto Aedo Arias tenía 34 años, era padre de cuatro hijos y miembro del MIR.

Posteriormente, a eso de las 16:00, frente a la Vega Monumental de Concepción, el chofer Pedro Aguayo Aguayo fue obligado a detener su microbús. Una treintena de agentes de la CNI y personal de Carabineros tenían cercado el lugar. En Talcahuano, lo habían abordadoMario Octavio Lagos Rodríguez, encargado militar del TOS, y Nelson Adrián Herrera Riveros, encargado político militar del TOS. Un equipo de Televisión Nacional también tomaba posiciones. Jorge Octavio Vargas Bories, ex oficial de Ejército contratado como empleado civil de la CNI y segundo al mando de la Brigada Especial, conminaba a los pasajeros a que descendieran. Solo lo hizo el chofer. Ante esto, los efectivos comenzaron a arrojar bombas lacrimógenas al interior del vehículo en el que permanecían alrededor de doce personas. Bajaron diez. Pasados algunos minutos, Mario Lagos descendió por la puerta trasera con los brazos en alto. Egon Antonio Barra Barra, cabo segundo de Carabineros y miembro de la Brigada Especial de la CNI, descendió del vehículo en el que habían seguido al microbús, portando un fusil AK. Manuel Ángel Morales Acevedo, cabo primero de Carabineros, miembro de la Brigada Especial de la CNI, hizo lo mismo. Según consta a fs. 3646, ambos efectuaron varios disparos, “cayendo el sujeto boca abajo y muriendo en ese lugar”. Actuaron bajo las órdenes de Hugo José Hechenleitner Hechenleitner, para entonces teniente de Ejército y jefe del equipo, frente a la mirada atónita de unos 500 testigos.

El informe de la autopsia de Mario Lagos Rodríguez reveló que recibió dos impactos de bala efectuados a más de cincuenta centímetros: uno en la zona axilar izquierda  –que comprueba que tenía los brazos en alto al momento de recibirlo–  y otro en la cara posterior del muslo derecho. Mario Octavio Lagos Rodríguez tenía 34 años, era padre de tres hijos y miembro del MIR.

Al verlo en el suelo, Nelson Herrera intentó huir pero fue interceptado. El chofer, Pedro Aguayo, declaró, el 10 de septiembre de 1984: “Me dirigí hacia él y estuve a un metro de él. En ese mismo momento llegaron dos agentes que lo levantaron de los brazos. El caído abrió los ojos y me miró de frente. No tenía sangre en ninguna parte del cuerpo, a excepción de un rasmillón en la parte de la sien derecha, que pudo haber sido a causa de la caída o del roce de una bala […] Los dos hombres que se habían acercado lo tomaron fuertemente de los brazos, lo incorporaron y dijeron que estaba herido y había que llevarlo al hospital” (fs. 18345). José Abel Aravena Ruiz, suboficial de Carabineros y miembro de la Brigada Azul comandaba el equipo encargado del seguimiento de Herrera y, junto con Sergio Agustín Mateluna Pino, agente civil del Ejército y miembro de la División Antisubversiva regional de Concepción; Luis Enrique Andaur Leiva, cabo segundo de Carabineros, guardia operativo del cuartel Borgoño de la CNI, y un cuarto agente hasta la fecha no identificado, cuyo alias habría sido “Cárdenas”, lo subieron a un auto y lo condujeron camino a Santa Juana. Ahí, en un sitio eriazo, Luis Andaur Leiva le descerrajó un tiro en la frente.

La autopsia de Nelson Herrera concluyó que la causa de muerte fue una herida cráneo-cerebral producto de un disparo efectuado a boca de jarro, el que penetró por la región nasofrontal media y cuyo aspecto estrellado indica que fue inferida a dos o tres centímetros de distancia. Además, reveló la presencia de esquimosis con infiltración de sangre en sus muñecas, lo que indica que estaban atadas al momento de la muerte. Nelson Adrián Herrera Riveros tenía 30 años, era padre de una hija y miembro del MIR.

Según consta a fs. 4601 –y queda establecido a fs. 3089; 3419; 2700 y 2557– el día previo al operativo “se realizó una reunión en la que se dijo a quiénes había que detener y a quiénes eliminar. En esa reunión se colocaron unas fotografías y los que había que eliminar se les colocó una cruz; entre estos se señalaba a Herrera y Lagos”. La reunión fue dirigida por Derpich y Mandiola y en ella participó todo el mando, vale decir, además de ellos: Corbalán, Gonzales Cortés, Krantz Johans Bauer Donoso y “el oficial de la CNI conocido en el Cuartel Borgoño específicamente como ‘don Oscar’ quien corresponde a Jorge Claudio Andrade Gómez”. Krantz Bauer (+) estaría a cargo de los equipos que iban a operar en Los Ángeles y por eso se trasladó esa noche al regimiento de dicha ciudad.

A eso de las 17:00 del 23 de agosto, Bauer Donoso recibió la orden de operar e informó a los equipos a su cargo para que procedieran con las acciones planificadas. Bruno Antonio Soto Aravena, suboficial de Ejército y miembro de la DAS de Concepción; José Artemio Zapata Zapata, agente civil del Ejército y miembro de la DAS de Concepción, y Rafael de Jesús Riveros Frost, agente civil del Ejército y miembro de las brigadas Caupolicán, Rojo y Azul, llegaron hasta el número 841 de la calle Bombero Carlos Vyhmeister de la población Orompello, donde vivía Mario Mujica Barros, dirigente del MIR y miembro del TOS. Según consta en el expediente, los tres integrantes del equipo que comandaba Soto Aravena habían llegado a la ciudad de Los Ángeles la primera semana de agosto para seguirlo. El día de los hechos, el equipo permaneció a la espera de que saliera de su vivienda, pero Mujica no se movió. Unos doce agentes se ubicaron por el frente y los costados de la casa, y una vez concretado el cerco, el equipo inició el ataque ingresando al domicilio. Simultáneamente, los otros equipos disparaban al aire para dar la impresión de un enfrentamiento. Pero, tal y como consta a fs. 309, Mario Mujica fue reducido al interior de su vivienda, puesto de rodillas y ejecutado con un disparo a quemarropa. Posteriormente, y para continuar con la fachada, los agentes siguieron disparando, subiéndose a los techos de las casas vecinas y apostándose en el pasaje posterior, mientras un gran número de carabineros prestaba apoyo perimetral (fs. 146; 191).

El informe de la autopsia de Mario Mujica señaló como causa de muerte una herida a bala en el cuello con compromiso de tráquea y vasos sanguíneos, hemorragia y anemia. Asimismo, el Informe Policial Nº 44 del Departamento de Medicina Criminalística de la PDI señaló que al momento de recibir el impacto homicida, Mario Mujica podría haberse encontrado a menor altura que quien hizo el disparo, ya sea agachado o en el piso, o parcialmente de espaldas, con la cabeza y el cuello inclinados (fs. 390). Mario Ernesto Mujica Barros tenía 32 años, era padre de un hijo y miembro del MIR.

Tal como en Concepción, y según consta a fs. 392; 291, el 22 de agosto de 1984 se realizó un encuentro en Valdivia para planificar la operación en esa ciudad. La reunión fue dirigida por Patricio Lorenzo Castro Muñoz, teniente de Ejército y segundo jefe de la Brigada Amarilla; Luis Alberto Moraga Tresckow, capitán de Ejército y jefe de la CNI de Valdivia, y Oscar Alberto Boehmwald Soto, capitán de Ejército y jefe de la CNI de Puerto Montt. Ahí se asignaron los equipos que operarían al día siguiente y subsiguiente en la ciudad.

El 23 de agosto de 1984, alrededor del mediodía, los tres equipos dirigidos por Patricio Castro detuvieron en el centro de Valdivia a Rogelio Tapia de la Puente y Raúl Jaime Barrientos Matamala, dirigentes del MIR y miembros del TOS. Los tres grupos formaron una caravana junto con otros dos equipos, uno de los cuales era comandado por Moraga Tresckow, y se dirigieron por la ruta que va a Niebla hasta el Puente Estancilla, donde se detuvieron en medio de un descampado. En la caravana también venía un furgón rojo. Ahí, uno de los vehículos se desplazó unos doscientos metros hacia Niebla para cortar el tránsito, mientras otro hacía lo mismo con el flujo procedente de Valdivia. Los detenidos atados, vendados y amordazados, fueron obligados a descender, siendo inmediatamente asesinados por unos cinco o seis tiradores, el primero de ellos, Patricio Castro. Le siguieron “Miguel Aliaga”, Gerardo Meza Acuña, Francisco Orellana Segel, Fernando Ramírez Romero, Alberto Moraga Tresckow y otro agente hasta la fecha no identificado. Posteriormente, estos mismos agentes dispararon contra el furgón rojo que se había estacionado en las cercanías para simular un enfrentamiento.

Ernesto Arnoldo Barría Ordoñez, capitán del transbordador Caupolicán, que cumplía itinerario en el río Valdivia, señaló que ese 23 de agosto desde el mediodía comenzaron a pasar muchos vehículos con patente de Santiago que cruzaban desde Las Mulatas hacia Torobayo y que en la tarde se le acercaron unas personas de civil que dijeron ser de la CNI, acompañadas de varios carabineros. Le pidieron que suspendiera el servicio y, como había órdenes de la Gobernación Marítima, tuvo que obedecer. Luego de una hora y media, aproximadamente, un jefe de Carabineros le dijo que cruzara a buscar un carro mortuorio para trasladar el cuerpo de dos miristas que habían resultado muertos en un enfrentamiento. “El carro era negro, pero tenía el logo de Carabineros. Le pedí autorización a un carabinero conocido para ver los cadáveres”. Ahí reconoció a Barrientos, porque vivían en la misma población (fs. 287).

Las autopsias constataron que Rogelio Tapia recibió seis impactos de bala en la cara, tórax y abdomen, y Raúl Barrientos, tres impactos en la cabeza y en el tórax.  Rogelio Tapia de la Puente tenía 31 años, era padre de dos hijas y miembro del MIR. Raúl Barrientos Matamala tenía 23 años y era miembro del MIR.

La ejecución de la operación Alfa Carbón 1 culminó el 24 de agosto en el número 643 de la calle Rubén Darío, en la Población Corvi de Valdivia. El día anterior, la mayor parte de los equipos que se habían trasladado a Valdivia estuvieron vigilando la vivienda de Juan José Boncompte Andreu, dirigente del MIR y miembro del TOS, a la espera de que saliera para poder ejecutarlo. Entre ellos estaban los jefes Boehmwald Soto, Ema Verónica Ceballos Núñez y Luís René Torres Méndez. Sin embargo, Boncompte no salió ese día. Los agentes regresaron el 24 con la orden de ingresar a su domicilio. Patricio Castro Muñoz le encomendó a Boehmwald Soto que encabezara el operativo pasado el medio día. Los jefes de equipo, además de los agentes Patricio Castro, Pedro María Rojas Vásquez, Zinaida Lena Vicencio González, Aquiles Poblete Palominos y Carlos Alberto Ejía López, entre otros, entraron  por la puerta principal, mientras varios equipos cercaban la casa y toda la cuadra.

Eladio Washington Ilabel Poblete, vecino del sector, señaló que el día de los hechos vio como un taxi negro se estacionaba frente a la casa de Boncompte. Se bajaron cuatro individuos, tocaron la puerta y entraron. Pasados uno o dos minutos, sintió varios disparos: “Por curiosidad me subí al techo de mi casa y observé que salió un hombre corriendo hacia el sitio (patio trasero) y fue acribillado a balazos por varias personas, pues venían muchas desde el frente de la casa. También recuerdo que una mujer armada se acercó al cuerpo de la persona baleada y le levantó la nariz, escuchándole decir: ‘Era bonito el huevón’, como riéndose, y luego con su arma le disparó” (fs. 286).

Según la autopsia, Boncompte tenía 22 impactos de bala: nueve en el tórax, cuatro en el brazo y dos en el antebrazo derecho; tres en el muslo derecho, tres en la pierna izquierda y uno en la cara. Juan José Boncompte Andreu tenía 31 años, era padre de dos hijos y miembro del MIR.

Narda Flandes, también vecina de Boncompte, señaló a fs. 279 que uno de los sujetos que le disparó lo dio vuelta con el pie para que quedara boca arriba y junto con otros “echaron su cuerpo en una bolsa. Salí del lugar, corriendo hacia la esquina para seguir mirando. En ese lapso vi cuando sacaban una niña embarazada y la subieron al furgón”.

En la declaración que prestó el 5 de octubre de 1990 para la Comisión de Verdad y Reconciliación,Inés Díaz Vallejos señaló:

Yo, Inés Díaz Vallejos, nacida en Quillota, ciudadana chilena, con fecha de nacimiento 25 de abril de 1952, carné de identidad 7.152.059-5, Santiago, de profesión profesora, con domicilio actual en Sodra Ledningsgatan 39, Lilla Edet, Suecia, vengo a declarar que:

1) Aproximadamente a las 16 horas de ese día se hizo presente en nuestro hogar un grupo de personas vestidas de civil. Algunas portaban un brazalete que los identificaba como miembros del Ejército. Esas personas ingresaron en nuestra casa cuando yo abrí la puerta. Mi compañero, Juan José, quedó en el dormitorio. Yo fui agredida por cuatro o cinco de las personas que ingresaron y fui tirada en el piso de la sala de estar. Estando allí tirada escuché que se disparaban armas de fuego dentro de la casa. En esos momentos fui sometida a malos tratos por un grupo de esos individuos. Estos me exigían respuesta a preguntas de donde habría armas, explosivos, etc. Yo respondí que no tenía conocimiento alguno acerca de esas cosas. Estas personas insistían que respondiera y para ello me sometían a golpes y patadas en todo el cuerpo. Debo destacar que cuando esto ocurrió estaba embaraza de 28 semanas. Yo convivía con Juan José y él es el padre de mi hija.

Después de algún rato fui retirada de la casa y llevada a instalaciones policiales en Valdivia. Ese mismo día, casi al anochecer fui trasladada nuevamente, esta vez a la cárcel de hombres de Valdivia. Allí permanecí, siempre incomunicada. Esto duró seis días (aunque permanecí) detenida hasta la semana del parto en noviembre de 1984, sin que se me acusara o condenara.

2)     El 28 de noviembre de 1984 nació mi hija Javiera, afectada de tetraparecia espástica generalizada. Esto implica un estado de impedimento físico total que es irreparable. Mi hija no está en condiciones de usar ni piernas ni brazos, tampoco puede hablar. El impedimento es de carácter físico. La capacidad mental de mi hija está intacta, con un evidente grado de inteligencia. Todas las evaluaciones médicas indican sin lugar a dudas que la incapacidad física es debida al maltrato que recibí el 24 de agosto de 1984.

La historia judicial de este caso comienza el mismo 23 de agosto de 1984, en las fiscalías militares de Concepción y Valdivia con procesos en contra de los 16 miristas detenidos en ambas ciudades y de los responsables de las “violencias innecesarias” que causaron la muerte de Luciano Aedo, Mario Lagos, Nelson Herrera, Mario Mujica, Rogelio Tapia, Raúl Barrientos y Juan José Boncompte. Ese mismo año monseñor José Manuel Santos, arzobispo de Concepción –cuyas denuncias recogió la revista Cauce en un reportaje titulado “Yo acuso” http://saladehistoria.com/Revistas/Cauce/pdf/Cauce021.pdf− solicitó un ministro en visita a la Corte de Apelaciones y, frente a su negativa, presentó todos los antecedentes que pudo recopilar a la Corte Suprema.

Pero el caso siguió en la justicia militar, la mayor parte del tiempo a cargo del fiscal Pedro Marisio, el mismo que les tomó declaración a los detenidos cuando salieron de los cuarteles de la CNI y pasaron a prisión. Marisio interrogó a seis agentes sabiendo que utilizaban nombres falsos instruidos por el abogado Miguel Ángel Parra. Claudio Rodrigo Rozas Fernández, Antonio Martínez López, Jaime Marinovic Palma, Juan Machuca Fuenzalida, Ricardo Labórquez Maturana y Raúl González López, son las “chapas” que utilizaron.

En 1998 el fiscal Marisio sobresee la causa declarando que no es posible dar con las identidades verdaderas de los responsables.  El abogado que representaba a los familiares de los miristas asesinados en Concepción y Hualpencillo apeló, pero la Corte Marcial confirmó el sobreseimiento. El abogado presentó entonces un recurso de casación a la Corte Suprema, que ordenó proseguir con la investigación. Recién en 2003 el fiscal militar Fernando Grandón, ante una nueva tentativa de sobreseimiento, solicita que se oficie al Departamento Quinto de la PDI para que investigue. Son los detectives de esta brigada quienes dan con los dos primeros nombres: Hugo José Hechenleitner Hechenleitner y Víctor Muñoz Orellana. Finalmente, en 2007 la abogada Magdalena Garcés se hace cargo de representar a la mayoría de los familiares de las víctimas y consigue que el caso pase a la justicia civil. En 2009 el ministro Aldana reabre el proceso por la muerte de Mario Mujica–que había sido sobreseído en 1998− y en 2011 acumula las tres causas (Valdivia, Concepción y Los Ángeles) en una sola (12-2009 de la Corte de Apelaciones de Concepción) por homicidio calificado y asociación ilícita contra Marcos Derpich, Álvaro Corbalán y otros.

El 20 de junio de 2012 el ministro Aldana resolvió someter a proceso por asociación ilícita únicamente a ÁLVARO CORBALÁN CASTILLA y MARCOS DERPICH MIRANDA y, por homicidio calificado, además de ellos, a 13 agentes (ver nómina más abajo). A principios de 2013, Magdalena Garcés y Patricia Parra (abogada del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, que también se hizo parte en el proceso) presentaron dos peticiones de ampliación de auto de procesamiento. Las peticiones de las abogadas son para que el ministro amplíe el auto de procesamiento por el delito de asociación ilícita y someta a proceso a: JORGE CLAUDIO ANDRADE GÓMEZ y AQUILES MAURICIO GONZÁLEZ CORTÉS como autores del homicidio calificado de todas las víctimas; JORGE CAMILO MANDIOLA ARREDONDO como autor del homicidio calificado de Luciano Humberto Aedo Arias, Mario Octavio Lagos Rodríguez, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Ernesto Mujica Barros; HUGO JOSÉ HECHENLEITNER HECHENLEITNER y EGON ANTONIO BARRA BARRA como autores del delito de homicidio calificado de Mario Octavio Lagos Rodríguez; RAFAEL DE JESÚS RIVEROS FROST como autor del delito de homicidio calificado de Mario Ernesto Mujica Barros;  FRANCISCO JAVIER ORELLANA SEGUEL y JORGE FERNANDO RAMÍREZ ROMERO como autores del homicidio calificado de Rogelio Humberto Tapia De la Puente y Raúl Jaime Barrientos Matamala; y a los agentes CARLOS ALBERTO EGUÍA LÓPEZ, LUIS RENÉ TORRES MÉNDEZ,  PEDRO MARÍA ROJAS VÁSQUEZ, ZINAIDA LENA VICENCIO GONZÁLEZ y AQUILES POBLETE PALOMINOS como autores del delito de homicidio calificado de Juan José Boncompte Andreu.

Una asociación ilícita compuesta solamente por dos personas, como pretende el ministro Aldana, resulta irrisoria en este contexto. En efecto, el artículo 292 del Código Penal dispone que toda asociación formada con el objeto de atentar contra el orden social, las buenas costumbres, las personas o las propiedades importa un delito que existe por el solo hecho de organizarse. Asimismo, el artículo 293 del Código Penal sanciona con la pena de presidio mayor en cualquiera de sus grados a los jefes, los que hubieren ejercido mandos y sus provocadores cuando el acuerdo de voluntades ha tenido por objeto la perpetración de crímenes, como ocurre en este caso.

Sumado a esto, el ministro Aldana ha decidido procesar solamente a los autores “materiales” del caso, obviando tanto la racionalidad y jerarquía con que los aparatos represivos funcionaron en Chile como lo señalan los avances de la jurisprudencia al respecto. Para poder juzgar los crímenes cometidos por los nazis, la jurisprudencia internacional  reemplazó la distinción entre autor material y autor intelectual por una que permitiera dar cuenta de la forma de operar que tienen las organizaciones complejas.

Actualmente se distingue entre autor inmediato y autor mediato, que es, en definitiva, quien da la orden y “tiene el dominio del hecho”. Por lo mismo, que Hugo Salas Wenzel (segundo jefe de la CNI), Jorge Mandiola Arredondo (jefe de la CNI de Concepción), Jorge Andrade Gómez (segundo jefe de la División Antisubversiva comandada por Corbalán) y Aquiles González Cortés (jefe de la Brigada Azul a cargo del exterminio del MIR) no estén siendo procesados en esta causa, cuando su participación en los crímenes está acreditada, constituye prueba suficiente para afirmar que a los tribunales les falta voluntad y convicción para investigar y sancionar efectivamente a los agentes del Estado que cometieron delitos criminales durante la dictadura.

El conjunto de declaraciones de testigos, agentes y sobrevivientes no resulta suficiente para el ministro, que parece ignorar que en causas de derechos humanos conseguir la confesión de los inculpados resulta casi imposible. Por ello, las condenas de estos casos se basan no en el convencimiento, sino en la configuración de presunciones fundadas: los autores inmediatos y mediatos no han confesado ni van a confesar sus crímenes, de modo que si existen dos o más declaraciones que señalan que un agente presidió una reunión y mostró fotografías marcadas con cruces; comandó un equipo y dio la orden de ejecutar;  disparó contra un hombre que estaba en la calle o al interior de su casa, u ocupa un lugar en los organigramas que los mismos agentes han confeccionado para graficar el mando operativo de la CNI –como sucede a lo largo de los 20 tomos que componen la causa–, esa persona debería estar siendo procesada tanto por asociación ilícita como por homicidio calificado.

Finalmente, incluso si el ministro Aldana sometiera a proceso a todos los mandos y autores inmediatos más evidentes, como solicitan las abogadas Garcés y Parra, las condenas serían insuficientes. La operación Alfa Carbón 1 involucró a alrededor de cien agentes de Santiago, Concepción, Valdivia, Puerto Montt y otras ciudades del sur del país en una masacre que terminó con la vida de siete personas y, por la cual, están siendo juzgados, actualmente, apenas 15 individuos.

¿Qué necesitan el señor ministro y la justicia chilena para reconocer la lógica de exterminio que imperó en Chile entre 1973-1990 y proceder en conformidad?

Nota de los autores: Hemos escrito este texto mientras esperamos que la Corte de Apelaciones de Santiago se pronuncie respecto a la negativa de ampliación del auto de procesamiento del ministro. Si su respuesta es “no ha lugar”, la Corte Suprema solo podrá ratificar, aumentar o bajar las condenas que se propongan y varios miembros de la plana mayor de la CNI, responsables del diseño y ejecución de la operación Alfa Carbón 1 seguirán impunes. Como hasta ahora.


Condenan a 17 ex CNI por 7 homicidios calificados en Operación Alfa Carbón en 1984

Fuente :tribunadelbiobio.cl, 5 de Mayo 2018

Categoría : Prensa

El ministro en visita para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana Fuentes condenó a 17 ex miembros de la Central Nacional de Informaciones (CNI) por los homicidios calificados de Luciano Humberto Aedo Arias, Nelson Adrián Herrera Riveros, Mario Octavio Lagos Rodríguez, Mario Mujica Barros, Juan José Boncompte Andreu, Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala, ocurridos entre el 23 y 24 de agosto de 1984, en las comunas de Talcahuano (actualmente Hualpén), Concepción, Los Ángeles y Valdivia, en el marco de la denominada "Operación Alfa Carbón".

El magistrado condenó a Marcos Spiro Derpich Miranda y Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla a 20 años de presidio como coautores de todos los homicidios calificados y 5 años y un día de presidio como coautores de asociación ilícita. En tanto, Patricio Lorenzo Castro Muñoz, deberá purgar una pena de 15 años y un día de presidio por los tres homicidios de Valdivia; y 5 años y un día como coautor de asociación ilícita.

El agente Jorge Camilo Mandiola Arredondo fue condenado a 15 años y un día años de presidio como coautor de los homicidios calificados en Talcahuano, Concepción y Los Ángeles. Los agentes Roberto Antonio Farías Santelices y Luis Hernán Gálvez Navarro, a la pena de 10 años y un día de presidio, como coautores del homicidio calificado de Talcahuano. Mientras tanto, José Abel Aravena Ruiz, Luis Enrique Andaur Leiva, Sergio Agustín Mateluna Pino y Patricio Alfredo Bertón Campos fueron sentenciados a la pena de 10 años y un día de presidio como coautores del homicidio calificado en Concepción. José Artemio Zapata Zapata y Bruno Antonio Soto Aravena, deberán cumplir una pena de 10 años y un día de presidio como coautores del homicidio calificado de Los Ángeles. Oscar Boehmwald Soto y Ema Verónica Ceballos Núñez, fueron castigados con una pena de 10 años y un día, como coautores de un homicidio calificado de Valdivia.

Finalmente, Gerardo Meza Acuña y Luis René Torres Méndez fueron sentenciados a la pena de 15 años y un día, como coautores de dos homicidios calificados en Valdivia. Por este mismo hecho, Luis Alberto Moraga Tresckow, fue sentenciado a 5 años de presidio, concediéndose el beneficio de la libertad vigilada.

En la etapa de investigación, el ministro Aldana logró establecer que en 1984, el jefe de la CNI de Concepción, el mayor del Ejército Jorge Mandiola, recibió antecedentes de la rearticulación en la zona del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), logrando detectar a algunos de sus dirigentes. Tras informar al coronel del Ejército, Marcos Derpich Miranda, jefe de Regionales de la CNI y lograr la confirmación del hecho, se informó al director de la CNI, general Humberto Gordon Rubio (actualmente fallecido), quien determinó que el mayor del Ejército Álvaro Corbalán Castilla, a cargo de la División Antisubversiva y la jefatura de Regionales, coordinaran las operaciones para neutralizar a los miembros del MIR que estaban operando entre las regiones del Biobío y de Los Ríos, denominándose "Operación Alfa Carbón".

Producto de lo anterior, Corbalán Castilla ordenó que varios equipos, integrados por personas de las distintas Brigadas de Santiago, compuestas por dos o tres personas y con movilización y financiamiento otorgados por la División Antisubversiva, se trasladaran a Concepción, Los Ángeles y Valdivia, para que, en coordinación con miembros de Regionales de la CNI de dichas ciudades, llevaran a cabo las diligencias que las distintas jefaturas les ordenaran.

Asimismo, ordenó a su subalterno Patricio Lorenzo Castro Muñoz que se constituyera en Valdivia, a cargo de los equipos que trasladó de Santiago, para dirigir y llevar a efecto las operaciones en esa región. En paralelo, y con el mismo fin, Marcos Derpich Miranda dispuso que el jefe del cuartel de Chillán de la CNI, Héctor Reinoso Muñoz, se integrara a su similar de Concepción; Mandiola y el jefe de Puerto Montt, Oscar Boehmwald, junto a dos agentes de su unidad, se presentaran ante el jefe de Valdivia, Moraga Tresckow, para apoyar las operaciones respectivas.

Ya en Concepción, los equipos y jefes llegados a la ciudad, más los de esta región, en días cercanos al 23 de agosto de 1984 se reunieron en el cuartel de la CNI ubicado en Avenida Pedro de Valdivia, donde coordinaron las acciones a desarrollar, siendo liderados por Álvaro Corbalán, Joaquín Molina (fallecido) y Marcos Derpich. En esa reunión se tomó la decisión de realizar diversos allanamientos y detenciones (sin existir órdenes judiciales ni procesos judiciales) y que el destino de los detenidos dependía del grado de peligrosidad para el régimen militar imperante en el país, asumiendo que algunos de estos podrían resultar muertos.

Esta operación, comprendía, actividades tanto en Talcahuano y Concepción como en Los Ángeles y Valdivia. En la mañana del 23 de agosto de 1984, varios equipos de la CNI detectaron a tres miembros del MIR en la Plazoleta El Ancla, en Talcahuano. Uno de ellos, Luciano Humberto Aedo Arias, abordó un bus de la locomoción colectiva, en dirección al sector Hualpencillo, lugar en que se bajó de móvil y trató de huir a pie, siendo interceptado por miembros de la CNI -alrededor del mediodía- en la esquina de las calles Grecia con Nápoles, lugar en que el agente Luis Hernán Gálvez Navarro, le disparó con un arma de fuego que portaba, cayendo herido al suelo, acercándose el agente de Santiago, Roberto Antonio Farías Santelices, quien lo remató con una ráfaga en la espalda de su fusil AKA 47, falleciendo por una herida transfixiante del tórax con compromiso de corazón y pulmones.

Los otros dos miembros del MIR antes mencionados en Talcahuano, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Octavio Lagos Rodríguez, subieron a otro taxibús de recorrido a Concepción, los que fueron seguidos por otros equipos operativos de la CNI, que en el trayecto se coordinaron con Carabineros para interceptar el autobús – que iba con pasajeros-frente a la Vega Monumental.

Al llegar el vehículo a dicho lugar los miembros de la CNI ordenaron bajar a todas las personas del vehículo de locomoción colectiva, pero como algunos se negaron, entre ellos los perseguidos, lanzaron bombas lacrimógenas. Cuando descendieron, dispararon a Herrera y Lagos causándole heridas. Lagos Rodríguez intentó huir, por lo que un agente le disparó con el fusil AKA que portaba, ocasionándole una herida transfixiante del tórax con compromiso visceral, que le produjo la muerte. Por su parte, Herrera Riveros fue aprehendido por los agentes de la CNI Sergio Mateluna Pino, José Abel Aravena Ruiz, Luis Andaur Leiva y Patricio Alfredo Bertón Campos, quienes lo introdujeron a uno de sus vehículos y se dirigieron al Hospital Regional de Concepción para la atención de sus heridas.

No obstante, durante el trayecto, Derpich Miranda ordenó su ejecución por lo que lo llevaron al kilómetro 0.9 del camino a Santa Juana en donde lo bajaron del vehículo y Andaur le disparó con su revólver en  la frente, ocasionándole una herida a bala cráneocerebral, que le produjo la muerte instantánea.

Alrededor de las 17:30 horas de mismo día, una vez que los agentes de la CNI de Concepción José Zapata Zapata y Bruno Soto Aravena que seguían a Mario Mujica Barros, escucharon por la Radio Bío Bío la noticia de los hechos señalados anteriormente y siguiendo las instrucciones de su jefe Jorge Camilo Mandiola Arredondo, se acercaron al domicilio de Mujica Barros en la Población Orompello de Los Ángeles, conminándolo a salir del inmueble, a lo que se negó Mujica, por lo que ingresaron derribando la puerta de entrada, disparándole a la víctima en la cabeza, mientras se encontraba en el suelo, causándole una herida de bala en la cara lateral del cuello, con sección de la tráquea, de grandes vasos, hemorragias y anemia, lo que le provocó la muerte.

Mientras tanto, a eso de las 16 horas del 23 de agosto de 1984, equipos operativos de la CNI llegados desde Santiago, dirigidos por Patricio Castro Muñoz, detuvieron a Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala cerca del Puente Las Ánimas, en la ciudad de Valdivia.

Posteriormente, cruzaron el río Calle Calle en un transbordador y los trasladaron al Puente Estancilla, ubicado en el Camino de Valdivia a Niebla, en el sector de Torobayo, lugar en que previamente se había cortado el tránsito de todo vehículo y personas por Carabineros y en circunstancias que los detenidos se encontraban amarrados de manos y vendada su vista, los agentes procedieron a ejecutarlos, por orden de Castro Muñoz, disparando él, además de los agentes Luis René Torres Méndez y Gerardo Meza Muñoz. Asimismo, el jefe regional de la CNI de Valdivia, Luis Moraga Tresckow, quien se había negado a hacerlo, ante la orden reiterada de Castro Muñoz, los remató. Las víctimas recibieron múltiples heridas de proyectil, algunas de las cuales impactaron a Tapia de la Puente y Barrientos Matamala en el cráneo, ocasionándoles heridas cráneo encéfalo faciales.

Posteriormente, a los fallecidos se les colocó armas en las manos para simular un enfrentamiento. Al día siguiente, 24 de agosto de 1984, alrededor de las 15 horas, varios equipos operativos de la CNI, a cargo de Patricio Castro Muñoz, rodearon el domicilio de Juan José Boncompte Andreu, ubicado en la Población Teniente Merino de Valdivia, ingresando a este para detener a Boncompte Andreu, supuesto jefe regional del MIR en esa ciudad, quien trató de huir de sus captores, siendo herido por los disparos de Oscar Boehmwald Soto, cayendo al suelo, lugar en que Ema Verónica Ceballos Núñez le disparó con su arma de fuego en la cabeza, provocando su muerte.

En el aspecto civil, el ministro Aldana condenó al Estado de Chile a pagar una indemnización total de $810.000.000 (ochocientos diez millones de pesos) a los familiares de las víctimas en sumas que se detallan en la sentencia


Procesan a 18 ex agentes de la CNI por los crímenes de la Operación Alfa Carbón

Fuente :diario.uchile.cl, 26 de Julio 2014

Categoría : Prensa

Entre ellos se encuentran el brigadier de Ejército (R) Marcos Spiros Derpich Miranda y Álvaro Corbalán, por los delitos de asociación ilícita y homicidio calificado de 7 ex militantes del MIR cometidos el 23 y 24 de agosto de 1984, muertos en falsos enfrentamientos

El ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana, modificó los procesamientos en esta causa e incorporó a dos personas más por los asesinatos cometidos en las ciudades de Concepción, Los Ángeles y Valdivia, en el marco de una acción represiva conocida como “Operación Alfa Carbón”.

El magistrado amplió el procesamiento a los agentes René Torres y Patricio Bertón y a otros que no lo estaban anteriormente por asociación ilícita, así como por el número de homicidios e ilícitos que cometieron cada uno de ellos, los cuales fueron aumentados.

Patricia Zalaquett viuda de Nelson Herrera Riveros señaló que “los procesamientos son un avance para alcanzar la justicia, a pesar de que los abogados de la parte querellante habían solicitado un mayor número de procesamientos.”

Los crímenes de lesa humanidad se cometieron en Hualpencillo, actual Hualpén y frente a la Vega Monumental de Concepción, en el sector Idahue, camino a Santa Juana, en la Población Orompello de Los Ángeles en el sector Puente Estancilla en el camino que une Valdivia y Niebla y en Valdivia y fueron presentados a los medios como enfrentamientos entre terroristas y fuerzas de seguridad.

Sin embargo, después de 30 años de ocurridos los hechos, se logró establecer que las víctimas fueron todas asesinadas por orden de la dirección de la CNI, que los había seguido durante varios meses.

Las víctimas de la Operación Alfa Carbón son Luciano Humberto Aedo Arias, Mario Octavio Lagos Rodríguez, Nelson Adrián Herrera Riveros, Mario Ernesto Mujica Barros, Rogelio Tapia de la Puente, Raúl Jaime Barrientos Matamala, Juan José Boncompte Andreu.

En esta oportunidad se sumaron a los procesamientos, Luis René Torres Méndez, y Patricio Alfredo Berton Campos.

Por el delito de asociación ilícita, el ministro Aldana sometió a proceso a: Álvaro Corbalán Castilla, Marco Derpich Miranda, Jorge Mandiola Arredondo y Patricio Castro Muñoz.Castro además había sido procesado anteriormente por sólo dos homicidios, ahora está por tres delos crímenes.

Asimismo, el juez Aldana procesó a Roberto Antonio Farías Santelices, Luis Hernán Gálvez Navarro, Manuel Morales Acevedo, José Abel Aravena Ruiz, Luis Enrique Andaur Leiva, Sergio Mateluna Pino, José Zapata Zapata, Bruno Soto Aravena, Luis Alberto Moraga Tresckow, Óscar Boehmwald Soto, Ema Verónica Ceballos Núñez, Gerardo Meza Acuña.

La acción criminal había sido bautizada como “Operación Alfa Carbón” por los mandos superiores del órgano represivo.


Exterminio de siete dirigentes del MIR

Fuente :puntofinal.cl, 2 de Septiembre 2016

Categoría : Prensa

Operación Alfa Carbón, hace 32 años

El ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Carlos Aldana, acusó a 18 agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) de los delitos de asociación ilícita y homicidios de siete personas en el sur del país. El magistrado estableció que el 23 y 24 de agosto de 1984, la CNI montó una operación en Talcahuano, Concepción, Los Angeles y Valdivia para asesinar a siete dirigentes del MIR. La dictadura hizo aparecer los hechos como “enfrentamientos”.

Las ejecuciones fueron preparadas por la CNI en Santiago, con conocimiento de su director, el general de ejército Humberto Gordon. La operación la dirigieron el coronel Marco Spiro Derpich Miranda y el mayor Alvaro Corbalán Castilla.

LA CNI DE CONCEPCION
El juez Carlos Aldana estableció que en 1984, el jefe de la CNI en Concepción, Jorge Mandiola Arredondo, recibió información de sus agentes acerca de la reorganización del MIR en la zona, “logrando detectar algunos de sus dirigentes”. Mandiola informó al jefe de regionales de la CNI, Marcos Derpich Miranda, quien “envió al analista de la CNI mayor Joaquín Molina a evaluar la situación”.

Molina informó a Gordon, quien dispuso que Alvaro Corbalán Castilla coordinara “las operaciones para neutralizar a los miembros del MIR que estaban operando entre las regiones del Bío Bío y de Los Lagos, denominándose Operación Alfa Carbón”, señala la resolución judicial.

Corbalán estaba a cargo de la División Antisubversiva, compuesta por varias brigadas denominadas por colores, cuyo objetivo consistía en reprimir a los distintos movimientos o partidos opositores. Tenían como campo de acción la Región Metropolitana, salvo excepciones, y la jefatura de regionales.

Aquiles Mauricio González Cortés, segundo al mando de la División Antisubversiva, declaró al tribunal que Corbalán le dio la orden de poner a disposición de Concepción y Valdivia al personal de la Brigada Azul, encargada de reprimir al MIR, con 16 a 18 agentes. Además, “dispuso que varios equipos, integrados por personas de las distintas brigadas de Santiago, compuestas por dos o tres personas y con movilización y financiamiento propios otorgados por la División Antisubversiva, se trasladaran a las ciudades de Concepción, Los Angeles y Valdivia, para que, en coordinación con personal de las regionales de la CNI de las respectivas ciudades”, ejecutaran la operación. Asimismo, Corbalán “ordenó a su subalterno Patricio Lorenzo Castro Muñoz (apodado El Bejota) que se constituyera en Valdivia, a cargo de los equipos que se enviaron de Santiago, para dirigir y llevar a efecto las operaciones en esa región”.

Con igual objeto, el jefe de regionales, Marcos Derpich, dispuso que el jefe de la CNI de Chillán “hiciera lo mismo con el jefe de Valdivia, Héctor Reinoso Muñoz, y se integrara a su similar de Concepción y que el jefe de Puerto Montt, Oscar Boehwald, junto a dos agentes de su unidad, hicieran lo mismo con el jefe de Valdivia, Moraga Tresckow, para apoyar las operaciones”.

En el cuartel de la CNI en Concepción, en la Avenida Pedro de Valdivia, se realizó una reunión el 23 de agosto donde “se tomó la decisión de realizar diversos allanamientos y detenciones (sin existir órdenes ni procesos judiciales) y que el destino de los detenidos dependería del grado de peligrosidad para el régimen militar imperante, asumiendo que algunos de estos podrían ser muertos”, estableció el sumario.

El agente Sergio Mateluna Pino declaró que en ese encuentro “se explicó el plan a seguir, cómo hacer la operación, exhibiendo fotografías de personas (individualizadas en la investigación de Mandiola) que debían ser detenidas y eliminadas, a los cuales se les marcó con una cruz”.

ASESINADO POR LA ESPALDA
En la mañana del 23 de agosto de 1984, varios equipos de la CNI seguían a tres miembros del MIR desde la Plazoleta El Ancla, en Talcahuano. Al percatarse que eran seguidos, uno de ellos, Luciano Aedo Arias, “abordó un bus de la locomoción colectiva, en dirección al sector llamado Hualpencillo, lugar en que bajó del móvil y trató de huir a pie, siendo seguido por varios equipos de la CNI e interceptado en la esquina de calle Grecia con Nápoles, y sin conminación alguna ni orden que lo autorizara, el agente Luis Hernán Gálvez Navarro, le disparó con un arma de fuego cayendo herido al suelo”.

El agente de Santiago, Roberto Antonio Farías Santelices, con un fusil AKA 47 disparó “una ráfaga directamente a la espalda de Aedo Arias, resultando muerto en el mismo lugar”, señala la investigación del juez Aldana.
Los otros dos miembros del MIR, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Octavio Lagos Rodríguez, en Talcahuano subieron a un taxibus de recorrido a Concepción. “Fueron seguidos por otros equipos operativos de la CNI, que en el trayecto se coordinaron con Carabineros para interceptar el móvil, que iba con pasajeros, frente a la Vega Monumental, específicamente en Avenida 21 de Mayo con Mencia de Los Nidos”. Al llegar al lugar, aislado por Carabineros, “los miembros de la CNI ordenaron bajar a todas las personas del vehículo, pero como algunos se negaron, entre ellos Herrera y Lagos, les lanzaron bombas lacrimógenas, obteniendo que todos descendieran”. Fue la “oportunidad que aprovecharon los agentes de la CNI para disparar a Herrera y Lagos, resultando ambos heridos”.

A pesar de estar herido, Lagos intentó huir, pero el agente Manuel Morales Acevedo, alias El Baretta, le disparó con un AKA, y le produjo la muerte. Por su parte, Nelson Herrera, miembro del Comité Central del MIR, cuyo nombre político era “Emiliano”, fue detenido por los agentes Sergio Mateluna Pino, José Abel Aravena Ruiz, Luis Andaur Leiva y Patricio Alfredo Berton, quienes lo introdujeron a un vehículo.
Spiro Derpich Miranda coordinaba a distancia el operativo de exterminio. “Estuvo todo el día de los hechos en comunicación con los agentes de la calle a través de una centralita telefónica en el cuartel de la CNI de Concepción”, dijo a la justicia la agente Rosa Humilde Ramos Hernández.

La CNI se dirigió con el herido Nelson Herrera al hospital Regional de Concepción. Pero en el trayecto, Aravena recibió una orden radial de Derpich, que le indicó “que el detenido no podía llegar vivo al hospital y que debía ser eliminado”. Aravena pidió confirmar la orden. La comunicación “fue escuchada íntegramente por la víctima. Para llevar a efecto el cometido, uno de los agentes dijo que se debía escoger un sitio eriazo o de poco movimiento, por lo que desviaron su destino primitivo tomando la ruta a Santa Juana, y en el kilómetro 9 detuvieron el vehículo, bajando al detenido”, indicó la investigación judicial.

Colocaron en el suelo, de espaldas, a Herrera. “Andaur le colocó el pie sobre el pecho y con su revólver sobre la frente, a una distancia aproximada de dos centímetros, le disparó, ocasionándole una herida a bala cráneo cerebral, que le produjo la muerte instantánea. Luego de cometer este crimen, conducen el cuerpo aún esposado, hasta el Servicio de Urgencia del Hospital Regional, donde lo dejan abandonado y posteriormente, el agente Berton lavó la parte trasera del auto para eliminar la sangre”, precisa la acusación judicial.

UN DISPARO EN LA CABEZA
El mismo 23 de agosto alrededor de las 17:30 horas, los agentes de la CNI José Zapata Zapata y Bruno Soto Aravena, quienes seguían al mirista Mario Mujica Barros, en Los Angeles escucharon por Radio Bío Bío la noticia de las ejecuciones anteriores.

Entonces -prosigue el magistrado Aldana- y, “siguiendo las instrucciones de su jefe Jorge Camilo Mandiola Arredondo, en el sentido que una vez que se realizaran los operativos de Concepción debían ‘reventar la operación’, esto es, proceder a detener a Mario Mujica Barros, a quien seguían con anterioridad, procediendo a acercarse a su domicilio ubicado en calle Bombero Wyhmeister N° 841, Población Orompello de Los Angeles (…) Sin portar orden competente alguna, lo conminaron a salir del inmueble, a lo que se negó Mujica, procediendo los agentes a ingresar a la fuerza derribando la puerta y en circunstancias que Mujica se encontraba con su cabeza y cuello semi inclinado, recibió un impacto de bala en su cabeza, ocasionado por los agentes”, que le provocó la muerte.

Alrededor de las 16 horas, esta vez en Valdivia, los equipos de la CNI dirigidos por Castro Muñoz (El Bejota) detuvieron a Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala cerca del puente Las Animas. “Sin orden competente y cruzando el río Calle Calle en un transbordador, los trasladaron al puente Estancilla, en el camino de Valdivia a Niebla, en el sector de Torobayo, lugar en que previamente se había cortado el tránsito”, puntualizó el ministro Aldana.

“En circunstancias que los detenidos se encontraban amarrados de manos y vendada su vista, los agentes procedieron a ejecutarlos, por orden de Patricio Lorenzo Castro Muñoz, disparando éste, los agentes Luis René Torres Méndez y Gerardo Meza Muñoz, además del jefe regional de la CNI de Valdivia, Luis Moraga Tresckow, quien se había negado a hacerlo, pero ante la orden reiterada de Castro Muñoz, los remató (…) Posteriormente a los fallecidos se les colocó armas en las manos para simular un enfrentamiento”, precisó.

El agente Torres negó los hechos ante el tribunal, pero Moraga Tresckcow aseguró que “al bajar a los detenidos se colocó a su lado un empleado civil, integrante del grupo del Bejota de Santiago y primero disparó el Bejota y luego el empleado civil que era Luis Torres Méndez”.

REMATADO EN EL SUELO
La eliminación de Juan José Boncompte Andreu en Valdivia también fue preparada minuciosamente. La agente Ema Verónica Ceballos Núñez (alias Flaca Cecilia), expresó que “se reunieron en la CNI de Valdivia, donde habían varios agentes, entre los cuales un alto oficial que venía de Puerto Montt (Oscar Boehwald Soto) y que se informó que al día siguiente se iban a detener a unos sujetos; y que este oficial la misma noche de la reunión ordenó a su equipo que le mostrara la casa de la persona que seguían”.

El 24 de agosto de 1984, alrededor de las 15 horas, varios equipos operativos de la CNI, a cargo de Castro Muñoz, concurrieron al domicilio de Juan José Boncompte, en calle Rubén Darío Nº 643, de la Población Teniente Merino en Valdivia. Fuertemente armados se distribuyeron en su contorno e “ingresaron al inmueble con el fin de detener, sin orden competente alguna, a Juan José Boncompte Andreu, a quien atribuían la calidad de jefe regional del MIR en Valdivia, el cual trató de huir de sus captores”.

Fue perseguido por los agentes que le dispararon, entre ellos, Oscar Boehwald Soto, ocasionándole una herida que lo hace caer al suelo.Verónica Ceballos lo alcanzó y “le disparó con su arma de fuego mientras estaba caído, recibiendo una herida a bala cráneo-encéfalo-facial que le produjo la muerte”, precisa el juez Aldana en el proceso.

LAS VICTIMAS
Luciano Humberto Aedo Arias, 34 años; Nelson Adrián Herrera Riveros, 30 años; Mario Octavio Lagos Rodríguez, 34; Mario Ernesto Mujica Barros, 32; Juan José Boncompte Andreu, 31 años; Rogelio Humberto Tapia de la Puente, 31 y Raúl Jaime Barrientos Matamala, 23 años.

El ministro Carlos Aldana acusó a los ex agentes Marcos Derpich Miranda, Alvaro Corbalán Castilla, Jorge Mandiola Arredondo y Patricio Castro Muñoz como autores de los delitos de asociación ilícita y homicidio calificado, en calidad de autores de los delitos de homicidio.

Los agentes de la CNI Roberto Farías Santelices, Luis Gálvez Navarro, Manuel Morales Acevedo, José Aravena Ruiz, Luis Andaur Leiva, Sergio Mateluna Pino, José Zapata Zapata, Bruno Soto Aravena, Luis Moraga Tresckow, Oscar Boehwald Soto, Ema Ceballos Núñez, Gerardo Meza Acuña, Patricio Berton Campos y Luis Torres Méndez, fueron acusados como autores directos.

Después de pasar el proceso a la etapa de plenario, corresponderá dictar las sentencias de primera instancia.

por Carlos Antonio Vergara


Chile, no olvidamos ni perdonamos: Funan lanzamiento del libro de Álvaro Corbalán, asesino, ex jefe de la CNI

Fuente :theclinic.cl, 29 de Mayo 2018

Categoría : Prensa

Mujeres familiares de detenidos-desaparecidos y asesinados por la policia secreta de la dictadura cívico-militar de Pinochet, funan el lanzamiento del libro “Las respuestas de Corbalán” presentado este martes 29 de mayo de 2018 en el hotel Crown Plaza Santiago. Patricia Zalaquett junto a dos otras compañeras, entraron al salón y emplazaron a la escasa audiencia a escribir un libro sobre los asesinados por la CNI.

Patricia Zalaquett en el lanzamiento de libro de ex agente de la CNI: “Podrían escribir otro libro, el de los asesinados por Álvaro Corbalán”.

“Estaba con una compañera y dijimos podríamos entrar para ver qué dicen. Decidimos entrar y nos preguntaron a dónde íbamos y dijimos que íbamos a tomar un café. Nos instalamos en la sala media hora antes de que empezara el espectáculo, porque no tiene otro nombre, y allí esperamos unos minutos” cuenta Patricia Zalaquett del directorio de Corporación Memoria Borgoño.

Patricia Zalaquett, perteneciente al directorio de Corporación Memoria Borgoño, relató la funa que hicieron junto a otras dos mujeres en el acto de lanzamiento del libro “Las Verdades de Corbalán” en el hotel Crowne Plaza.

Ella señala que en la Corporación Memoria Borgoño “hacemos un trabajo relacionado con recuperar el sitio de memoria Borgoño, donde Corbalán fue el agente destacado y más cruel”.

En este sentido explica que “Estaba con una compañera y dijimos podríamos entrar para ver qué dicen. Decidimos entrar y nos preguntaron a dónde íbamos y dijimos que íbamos a tomar un café. Nos instalamos en la sala media hora antes de que empezara el espectáculo, porque no tiene otro nombre, y allí esperamos unos minutos. Cuando presentaron al periodista que escribió el libro, yo me paré y le dije señor Patricio Amigo, usted como periodista podría escribir otro libro, el de los asesinados por Álvaro Corbalán”.

“La gente se empezó a dar vuelta y a parar, a acercarse todos a nosotros, un público muy numeroso avanzaba hacia nosotros, unas 80 personas, no estaba llena la sala” agrega.

Sobre la ceremonia, Zalaquett dice que “Presentaron un par de generales y en un momento nos dimos cuenta que Patricio Castro estaba atrás mío y él es otro de los procesados en Alfa Carbón, que fue un operativo donde mataron a siete compañeros del MIR en Concepción, Los Ángeles y Valdivia”.

La mujer precisa que “justamente Patricio Castro acaba de presentar un recurso a través de su abogado que significa alargar más el proceso, pero ya se dictó acusación y tiene 25 años por la muerte de las personas”.

“Él estaba echado en el asiento … me di vuelta y dije aquí mismo también está Patricio Castro que es el responsable de la muerte de Juan José Boncompte y que ha sido condenado a 25 años. Él me miró extrañadísimo y ahí la gente se nos tiró encima y nos sacaron”.


DDHH: condenan a ex CNI Alvaro Corbalán por crimen de mirista en Estación Central

Fuente :elmostrador.cl, 19 de Noviembre 2018

Categoría : Prensa

El ministro en visita para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza Espinosa, condenó a cuatro ex miembros de la Central Nacional de Informaciones (CNI) por el homicidio calificado del militante del MIR, José Daniel Murga Medina, perpetrado el 18 de abril de 1986, durante la dictadura de Augusto Pinochet.

En el fallo, el ministro en visita condenó a Álvaro Corbalán Castilla e Iván Quiroz Ruiz a penas de 5 años y un día de presidio, en calidad de autores del delito.

Corbalán se encuentra ya condenado a más de 150 años por crímenes de lesa humanidad, y esta nueva sentencia se conoce a días de anunciarse que pedirá el indulto presidencial bajo el argumento de que padece complicaciones de salud irrecuperables.

En la investigación de la causa, el ministro Carroza estableció que José Daniel Murga fue acribillado en el sector de calle General Jarpa con Tucapel, en Estación Central, cuando éste bajaba de un bus de locomoción colectiva para ir hacia su domicilio.

De acuerdo a la resolución, los agentes le dispararon “alrededor de 22 balas, en distintas partes del cuerpo, impactándole una de ellas en la cabeza, sin salida de proyectil, lo cual le provoca la muerte en forma inmediata”.

En el mismo caso, como cómplices fueron condenados Roberto Farías Santelices a 3 años y un día de presidio, con el beneficio de la libertad vigilada, y Juan Carlos Vergara Gutiérrez a 541 días de presidio, con el beneficio de la remisión condicional de la pena.

En el aspecto civil, el magistrado condenó al Fisco a pagar una indemnización total de $150 millones a la cónyuge e hijos de la víctima


Corte de Concepción confirma sentencia a 17 ex agentes de la CNI por asesinato de combatientes de la resistencia a la dictadura en Operación Alfa Carb

Fuente :resumen.cl, 10 de Junio 2022

Categoría : Prensa

En resolución dada a conocer hoy, la Corte de Apelaciones de Concepción, ratificó las condenas que pesan sobre 17 agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) que fueron condenados en sentencia de primera instancia dictada en mayo de 2018 por el ministro Carlos Aldana. Luego de más de cuatro años de dilaciones injustificadas y maniobras entorpecedoras introducidas por los abogados de los criminales se puso término a esta etapa del proceso que permanecía estancado en la maraña de tribunales.

Darío Núñez

La causa conocida como "Matanza Vega Monumental" (rol N° 11-2009) sustancia la investigación criminal por los homicidios calificados de siete militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) cometidos por agentes de la extinta CNI los días 23 y 24 de agosto de 1984 en una coordinada acción represiva llamada "Operación Alfa Carbón" que se desarrolló en las ciudades de Concepción, Los Ángeles Temuco y Valdivia. La acción represiva culminó con el asesinato de Luciano Humberto Aedo Arias, en la actual comuna de Hualpén, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Octavio Lagos Rodríguez, en Concepción, Mario Ernesto Mujica Barros, en Los Ángeles, y Rogelio Humberto Tapia de la Puente, Raúl Jaime Barrientos Matamala, y Juan José Boncompte Andreu, en Valdivia.

En el fallo, la Sexta Sala del tribunal de alzada penquista, integrada por los ministros Rodrigo Cerda San Martín, Rafael Andrade Díaz y Claudia Montero Céspedes, rechazó los recursos de casación interpuestos por los abogados de los criminales y confirmó la sentencia que condena a seis ex oficiales de Ejército que operaban como mandos en la CNI. El ex Brigadier de Ejército Marcos Spiro Derpich Miranda, alias "Gitano", jefe de la división Regionales de la CNI a la época de los hechos, y el ex teniente coronel Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla, alias "Faraón", jefe de la división Anti subversiva de la CNI, fueron condenados a penas de 20 años de presidio como coautores de todos los homicidios calificados y a 5 años y un día de presidio como coautores de asociación ilícita.

El ex capitán, Patricio Lorenzo Castro Muñoz, alias "BJ", deberá purgar una pena de 15 años y un día de presidio por los tres homicidios de Valdivia; y 5 años y un día como coautor de asociación ilícita.

El ex teniente coronel Jorge Camilo Mandiola Arredondo, a la época de los hechos jefe regional de la CNI Concepción, fue condenado a 15 años y un día años de presidio como coautor de los homicidios calificados en Talcahuano, Concepción y Los Ángeles. Pero fue absuelto del delito de asociación ilícita.

El ex teniente coronel Luis Alberto Moraga Tresckow, jefe regional de la CNI Valdivia, y autor material de los crímenes perpetrados en Puente Estancilla, fue condenado a cinco años de libertad vigilada.

El ex mayor Oscar Alberto Boehmwald Soto, jefe regional de la CNI Puerto Montt, fue condenado a 10 años de presidio.

En tanto, los agentes Roberto Antonio Farías Santelices, alias "Petete", y Luis Hernán Gálvez Navarro, alias "Vitoco", a la pena de 10 años y un día de presidio, como coautores del homicidio calificado de Luciano Aedo Arias cometido en Hualpén.

Mientras tanto, José Abel Aravena Ruiz, alias "Muñeca", Sergio Agustín Mateluna Pino, alias "Guatón "rdenes", Luis Enrique Andaur Leiva, y Patricio Alfredo Bertón Campos fueron sentenciados a  la pena de 10 años y un día de presidio como coautores del homicidio calificado de Nelson Herrera Riveros cometido en el Km. Uno del Camino a Santa Juana, en el sector Idahue.

El único procesado y acusado que había decretado Aldana por el homicidio calificado de Mario Lagos Rodríguez, cometido en la Vega Monumental, el criminal Manuel Ángel Morales Acevedo, alias "Baretta", fue absuelto por el ministro.

Respecto de Los Ángeles, el fallo señala que Bruno Antonio Soto Aravena, alias "Chico Pato", y José Artemio Zapata Zapata, alias "Huaso", deberán cumplir una  pena de 10 años y un día de presidio como coautores del homicidio calificado de Mario Mujica Barros.

Mientras que por los hechos de Valdivia, Gerardo Meza Acuña, alias "Patitas", y Luis René Torres Méndez, alias "Negro Mario", fueron sentenciados a la pena de 15 años y un día, como coautores de dos homicidios calificados cometidos en Puente Estancilla, camino a Niebla, en las personas de Rogelio Tapia De La Puente y Raúl Barrientos Matamala. Por este mismo hecho, Luis Alberto Moraga Tresckow, fue sentenciado a 5 años de presidio, concediéndole el beneficio de la libertad vigilada.

Por último, Oscar Alberto Boehmwald Soto y Ema Verónica Ceballos Núñez, alias "Flaca Cecilia", fueron sentenciados a una pena de 10 años y un día, como coautores del homicidio calificado de Juan José Boncompte Andreu, cometido en la Población Teniente Merino.

Tres de los criminales implicados fallecieron en el lapso entre el fallo de primera instancia y la resolución de la Corte; en septiembre de 2019 se suicidó el criminal condenado José Zapata, en julio de 2020 falleció el también condenado Gerardo Meza Acuña y en diciembre de 2021 falleció el "Baretta", Manuel Ángel Morales Acevedo que, insólitamente, aunque no había sido condenado por Aldana, su absolución fue apelada por los abogados querellantes.

Señalemos que en el curso del proceso, el ministro Aldana se negó a procesar por asociación ilícita al mismo Moraga Tresckow y a Boehmwald Soto, y en su fallo de primera instancia no condena por este ilícito a Mandiola Arredondo, el jefe de la CNI en Concepción y gestor de la acción concertada de vigilancia, seguimiento y preparación del operativo que culmina en los crimines de agosto, en los que, por lo demás, Mandiola participa activamente. Así mismo, el ministro Aldana se negó a procesar a otra decena de agentes implicados, decisión que fue refrendada por la Corte penquista en su momento.

Acto de homenaje a los militantes asesinados. Concepción. Fotografía de Natalia Figueroa.

Alfa Carbón

Precisamente, en la etapa de investigación, el ministro Aldana logró establecer que en 1984, el jefe de la CNI de Concepción, el mayor del Ejército Jorge Mandiola, recibió antecedentes de la rearticulación en la zona del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), logrando detectar a algunos de sus dirigentes. Tras informar al coronel del Ejército, Marcos Derpich Miranda, jefe de Regionales de la CNI y lograr la confirmación del hecho, se informó al director de la CNI, general Humberto Gordon Rubio (actualmente fallecido), quien determinó que el mayor del Ejército Álvaro Corbalán Castilla, a cargo de la División Antisubversiva y la jefatura de Regionales, coordinaran las operaciones para neutralizar a los miembros del MIR que estaban operando entre las regiones del Biobío y de Los Ríos, denominando estas acciones como «Operación Alfa Carbón».

Producto de lo anterior, Corbalán Castilla ordenó que varios equipos, integrados por agentes de las distintas Brigadas del Cuartel Borgoño, de Santiago, compuestas por dos o tres personas y con movilización y financiamiento otorgados por la División Antisubversiva, se trasladaran a Concepción, Los Ángeles Temuco y Valdivia, para que, en coordinación con miembros de Regionales de la CNI de dichas ciudades, llevaran a cabo las diligencias que las distintas jefaturas les ordenaran.

Asimismo, ordenó a su subalterno Patricio Lorenzo Castro Muñoz que se constituyera en Valdivia, a cargo de los equipos que trasladó de Santiago, para dirigir y llevar a efecto las operaciones en esa región.

En paralelo, y con el mismo fin, Marcos Derpich Miranda dispuso que el jefe del cuartel de Chillán de la CNI, Héctor Reinoso Muñoz, se integrara a su similar de Concepción; Mandiola y el jefe de Puerto Montt, Oscar Boehmwald, junto a dos agentes de su unidad, se presentaran ante el jefe de Valdivia, Moraga Tresckow, para apoyar las operaciones respectivas.

Ya en Concepción, los equipos y jefes llegados a la ciudad, más los de esta región, en días cercanos al 23 de agosto de 1984 se reunieron en el cuartel de la CNI ubicado en Avenida Pedro de Valdivia, donde coordinaron las acciones a desarrollar, siendo liderados por Álvaro Corbalán, Joaquín Molina (fallecido) y Marcos Derpich. En esa reunión se tomó la decisión de realizar diversos allanamientos y detenciones (sin existir órdenes judiciales ni procesos judiciales) y que el destino de los detenidos dependía del grado de peligrosidad para el régimen militar imperante en el país, asumiendo que algunos de estos podrían resultar muertos. Esta operación, comprendía acciones represivas tanto en Talcahuano y Concepción como en Los Ángeles, Temuco, Valdivia y otras localidades de la zona sur.

Los hechos

En la mañana del 23 de agosto de 1984, varios equipos de la CNI montaron acciones de seguimiento sobre tres miembros del MIR en la Plazoleta El Ancla, en Talcahuano. Uno de ellos, Luciano Humberto Aedo Arias, abordó un bus de la locomoción colectiva, en dirección al sector Hualpencillo, lugar en que se bajó de móvil y trató de huir a pie, siendo interceptado por miembros de la CNI -alrededor del mediodía- en la esquina de las calles Grecia con Nápoles, lugar en que el agente Luis Hernán Gálvez Navarro, le disparó con un arma de fuego que portaba, cayendo herido al suelo, acercándose el agente Roberto Antonio Farías Santelices, quien lo remató con una ráfaga en la espalda de su fusil AKA 47.

Los otros dos miembros del MIR detectados y vigilados antes en Talcahuano, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Octavio Lagos Rodríguez, subieron a otro microbús de recorrido a Concepción, los que fueron seguidos por otros equipos operativos de la CNI, que en el trayecto se coordinaron con Carabineros para interceptar el autobús -que iba con pasajeros- frente a la Vega Monumental. Al llegar el vehículo a dicho lugar los miembros de la CNI interceptaron el microbús y ordenaron bajar a todas las personas del vehículo de locomoción colectiva, pero como algunos se negaron, entre ellos los perseguidos, lanzaron bombas lacrimógenas.

Cuando descendieron, dispararon a Herrera y Lagos causándole heridas. Lagos Rodríguez intentó huir, por lo que un agente le disparó con el fusil AKA que portaba provocándole la muerte en el mismo lugar.

Por su parte, Herrera Riveros fue aprehendido por los agentes de la CNI Sergio Mateluna Pino, José Abel Aravena Ruiz, Luis Andaur Leiva y Patricio Alfredo Bertón Campos, quienes lo introdujeron a uno de sus vehículos y se dirigieron al Hospital Regional de Concepción para la atención de sus heridas. No obstante, durante el trayecto, Derpich Miranda ordenó su ejecución por lo que lo llevaron al kilómetro 0.9 del camino a Santa Juana en donde lo bajaron del vehículo y Aravena Ruiz le ordena a Andaur Leiva ejecutar el crimen; éste le disparó con su revólver en la frente, ocasionándole una herida a bala cráneocerebral, que le produjo la muerte instantánea.

Alrededor de las 17:30 horas de mismo día, una vez que los agentes de la CNI de Concepción José Zapata Zapata y Bruno Soto Aravena que seguían a Mario Mujica Barros, junto a varios equipos que lideraba el fallecido Karl Johans Bauer, siguiendo las instrucciones de su jefe Jorge Camilo Mandiola Arredondo, se acercaron al domicilio de Mujica Barros en la Población Orompello de Los Ángeles. Ingresaron por sorpresa y violentamente al inmueble disparándole a la víctima en la cabeza, mientras se encontraba en el suelo, causándole la muerte.

Mientras tanto, a eso de las 16 horas del 23 de agosto de 1984, equipos operativos de la CNI llegados desde Santiago, dirigidos por Patricio Castro Muñoz, detuvieron a Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala cerca del Puente Las Ánimas, en la ciudad de Valdivia. Posteriormente, cruzaron el río Calle Calle en un transbordador y los trasladaron al Puente Estancilla, ubicado en el Camino de Valdivia a Niebla, en el sector de Torobayo, lugar en que previamente se había cortado el tránsito de todo vehículo y personas por Carabineros y en circunstancias que los detenidos se encontraban amarrados de manos y vendada su vista, los agentes procedieron a ejecutarlos, por orden de Castro Muñoz, disparando él, además de los agentes Luis René Torres Méndez y Gerardo Meza Muñoz y otros no identificados en el proceso. Asimismo, el jefe regional de la CNI de Valdivia, Luis Moraga Tresckow, quien se habría negado a disparar, ante la orden reiterada de Castro Muñoz, los remató. Las víctimas recibieron múltiples heridas de proyectil, algunas de las cuales impactaron a Tapia de la Puente y Barrientos Matamala en el cráneo y tórax. Posteriormente, a los fallecidos se les colocó armas en las manos para simular un enfrentamiento.

Al día siguiente, 24 de agosto de 1984, alrededor de las 15 horas, varios equipos operativos de la CNI, a cargo de Patricio Castro Muñoz, rodearon el domicilio de Juan José Boncompte Andreu, ubicado en la Población Teniente Merino de Valdivia, ingresando a este para detener a Boncompte Andreu, quien trató de huir de sus captores, siendo herido por los disparos de Oscar Boehmwald Soto, cayendo al suelo, lugar en que Ema Verónica Ceballos Núñez le disparó con su arma de fuego en la cabeza, provocando su muerte.


Corte Suprema confirma condenas de 15 agentes CNI por crímenes de operación Alfa Carbón

Fuente :resumen.cl, 5 de Marzo 2024

Categoría : Prensa

La Corte Suprema confirmó las sentencias que pesan sobre 15 ex agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) por su responsabilidad en los homicidios calificados de siete militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) perpetrados los días 23 y 24 de agosto de 1984 en una coordinada acción represiva que se desarrolló en las ciudades de Concepción, Los Ángeles, Temuco y Valdivia, denominada "Operación Alfa Carbón" por los órganos represivos, pero popularmente conocida como "Matanza de la Vega Monumental".

La operación represiva culminó el 23 de agosto con el asesinato de Luciano Humberto Aedo Arias, de 34 años de edad, cometido en la actual comuna de Hualpén; en Concepción, en el frontis de la Vega Monumental, fueron ultimados Nelson Adrián Herrera Riveros, 30 años, y Mario Octavio Lagos Rodríguez, de 34 años. El mismo día en Los Ángeles fue asesinado Mario Ernesto Mujica Barros, de 32 años, y en Valdivia fueron ejecutados Rogelio Humberto Tapia de la Puente, de 31 años, y Raúl Jaime Barrientos Matamala, 23 años. Al día siguiente, fue ejecutado Juan José Boncompte Andreu, de 31 años. Además de ello, como parte de la ofensiva represiva, decenas de personas, militantes y resistentes a la dictadura, fueron detenidas en las ciudades mencionadas y en otros pueblos y localidades del sur.

En fallo unánime (causa Rol 75.716-2022), la Segunda Sala del máximo tribunal -integrada por los ministros y ministras Haroldo Brito Cruz, Jorge Dahm Oyarzún, Leopoldo Llanos Sagristá, la abogada (i) Leonor Etcheberry C. y el abogado (i) Gonzalo Ruz L. – rechazó los recursos de casación en la forma y en fondo interpuestos por ocho de los criminales condenados y descartó error de derecho en la sentencia impugnada, dictada por la Corte de Apelaciones de Concepción en junio de 2022 (rol 325-2019), que ratificó la de primera instancia dictada en mayo de 2018 (rol 11-2009) y que condenó a los acusados por su responsabilidad en los delitos.

Los criminales

Con esta resolución, la Segunda Sala, confirma la sentencia que condena a los 15 ex agentes de la CNI; otros dos condenados en primera instancia fallecieron en el curso del proceso. Los condenados son seis ex oficiales de Ejército que operaban como mandos en la CNI, el ex Brigadier Marcos Spiro Derpich Miranda, a la época de los hechos jefe de la División Regionales de la CNI, y el ex teniente coronel Álvaro Julio Federico Corbalán Castilla, jefe de la división Anti Subversiva de la CNI, quienes quedaron condenados a penas de 20 años de presidio como coautores de todos los homicidios calificados y a 5 años y un día de presidio como coautores de asociación ilícita.

El ex capitán, Patricio Lorenzo Castro Muñoz, alias "BJ", deberá purgar una pena de 15 años y un día de presidio por los tres homicidios calificados cometidos en Valdivia; y a 5 años y un día de presidio como coautor de asociación ilícita. El ex teniente coronel Jorge Camilo Mandiola Arredondo, a la época de los hechos jefe regional de la CNI Concepción, fue condenado a 15 años y un día de presidio como coautor de los homicidios calificados cometidos en Talcahuano, Concepción y Los Ángeles. El ex teniente coronel Luis Alberto Moraga Tresckow, a la época de los hechos jefe regional de la CNI Valdivia, y autor material de los crímenes perpetrados en Puente Estancilla, en Valdivia, fue condenado a cinco años de libertad vigilada. El ex mayor Oscar Alberto Boehmwald Soto, jefe regional de la CNI Puerto Montt, fue condenado a 10 años de presidio por el homicidio calificado perpetrado en la ciudad de Valdivia en la persona de Juan José Boncompte Andreu.

En tanto, los agentes Luis Hernán Gálvez Navarro y Roberto Antonio Farías Santelices, quedan condenados a la pena de 10 años y un día de presidio, como coautores del homicidio calificado de Luciano Aedo Arias cometido en Hualpén. Mientras que, José Abel Aravena Ruiz, Sergio Agustín Mateluna Pino, Luis Enrique Andaur Leiva, y Patricio Alfredo Bertón Campos fueron sentenciados a la pena de 10 años y un día de presidio como coautores del homicidio calificado de Nelson Herrera Riveros cometido en el Km. Uno del Camino a Santa Juana, en el sector Idahue. El único procesado y acusado que había decretado el ministro sustanciador Carlos Aldana por el homicidio calificado de Mario Lagos Rodríguez, cometido en la Vega Monumental, el criminal Manuel Ángel Morales Acevedo, fue absuelto por el ministro. Luego, en el curso del proceso, este individuo falleció en diciembre de 2021.

Respecto del crimen cometido en Los Ángeles, el agente Bruno Antonio Soto Aravena, deberá cumplir una pena de 10 años y un día de presidio como coautor del homicidio calificado de Mario Mujica Barros. El otro condenado en primera instancia a la misma pena por este crimen, José Artemio Zapata Zapata, se suicidó en septiembre de 2019. Por los hechos criminales cometidos en Valdivia, el agente Luis René Torres Méndez, fue sentenciado a la pena de 15 años y un día de presidio, como coautor de los dos homicidios calificados cometidos en Puente Estancilla, camino a Niebla, en las personas de Rogelio Tapia De La Puente y Raúl Barrientos Matamala.

Por este mismo hecho, también había sido condenado en primera instancia a la misma pena el agente Gerardo Meza Acuña, pero este individuo falleció en julio de 2020. Por último, además de Oscar Alberto Boehmwald Soto, la agente Ema Verónica Ceballos Núñez, fue sentenciada a la pena de 10 años y un día de presidio, como coautora del homicidio calificado de Juan José Boncompte Andreu, cometido en la Población Teniente Merino.

Señalemos que en el curso del proceso (causa rol 11-2009), el ministro Carlos Aldana se negó a procesar a otra decena de agentes implicados en los hechos criminales, decisión que fue refrendada en su momento por la Corte de Apelaciones penquista. Así mismo, el ministro Aldana se negó a procesar por asociación ilícita a los implicados oficiales Luis Moraga Tresckow y Oscar Boehmwald Soto; y por este ilícito, a pesar de someterlo a proceso, no condenó a Jorge Mandiola Arredondo, el jefe de la CNI en Concepción y gestor de la acción concertada de vigilancia, seguimiento y preparación del operativo que culmina en los crimines de agosto, en los que Mandiola Arredondo participa activamente.

Además, el criminal condenado Patricio Castro Muñoz, pretendió cuestionar la legalidad del proceso judicial y de la condena en su contra, y recurrió en octubre pasado al Tribunal Constitucional (TC) invocando vicios de inconstitucionalidad en el juicio y la condena que le afectaba. No obstante, el 9 de enero del presente año, el TC se pronunció declarando inadmisible el recurso presentado por el criminal y su representante, rechazando el libelo.

La Operación Alfa Carbón

En la etapa de investigación, se logró acreditar que a comienzos del año 1984, el jefe de la CNI de Concepción, el mayor Jorge Mandiola, recibió antecedentes de la rearticulación en la zona del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), logrando detectar a algunos de sus dirigentes y a un gran número de militantes y resistentes. Tras informar a su superior, el coronel Marcos Derpich Miranda, jefe de la división Regionales de la CNI, y habiendo confirmado la detección de la orgánica mirista en el sur, informaron al director de la CNI, general Humberto Gordon Rubio (actualmente fallecido), quien determinó que el mayor Álvaro Corbalán Castilla, a cargo de la División Antisubversiva se coordinara con la jefatura de Regionales, para realizar operaciones destinadas a neutralizar a los miembros del MIR que estaban operando entre las regiones del Biobío y de Los Ríos, denominando estas acciones como «Operación Alfa Carbón».

Producto de lo anterior, Álvaro Corbalán dispuso que varios equipos, integrados por agentes de distintas Brigadas del Cuartel Borgoño (Azul, Amarillo, Verde, Café y Especial), de Santiago, compuestos por dos o tres personas y con movilización y financiamiento otorgados por la División Antisubversiva, se trasladaran a Concepción, Los Ángeles, Temuco y Valdivia, para que, en coordinación con miembros de las unidades Regionales de la CNI de dichas ciudades, llevaran a cabo las diligencias que las distintas jefaturas les ordenaran.

Asimismo, Corbalán ordenó a su subalterno Patricio Lorenzo Castro Muñoz, subjefe de la Amarillo, que se constituyera en Valdivia, a cargo de los equipos que trasladó desde Santiago, para dirigir y llevar a efecto las operaciones en esa región. Del mismo modo, ordenó a Krantz Johans Bauer, subjefe de la Especial, que se constituyera en Los Ángeles a hacerse cargo de las labores operativas, apoyado por equipos conjuntos de Santiago y Regionales.

En paralelo, y con el mismo fin, Marcos Derpich Miranda dispuso que el jefe del cuartel de Chillán de la CNI, Héctor Reinoso Muñoz y agentes de su unidad, se integrara a su similar de Concepción, y que el jefe de Puerto Montt, Oscar Boehmwald, junto a agentes de su unidad, se presentaran ante el jefe de Valdivia, para apoyar las operaciones represivas.

Con la información acumulada a través de seguimientos, vigilancias y escuchas, los mandos CNI deciden dar el golpe definitivo. En días previos al hecho, liderados por Álvaro Corbalán, Joaquín Molina Fuenzalida (fallecido), Marcos Derpich, y otros, se reunieron en el cuartel de la CNI ubicado en calle Bahamondes con Avenida Pedro de Valdivia, en Concepción, los mandos, los jefes y equipos y llegados a la ciudad, más los agentes locales, instancia en que se coordinaron las acciones a desarrollar.

En esa reunión se tomó la decisión de realizar diversos allanamientos y detenciones (sin existir órdenes ni procesos judiciales al respecto) y que el destino de los detenidos dependía del grado de peligrosidad para el régimen militar imperante en el país. Allí los mandos CNI establecieron que miristas serían eliminados y quienes detenidos al momento de "reventar" o ejecutar la operación. Esta operación, comprendía acciones represivas tanto en Talcahuano y Concepción como en Los Ángeles, Temuco, Valdivia y otras localidades de la zona sur.

Los hechos

La fecha escogida por los mandos CNI fue el día 23 de agosto de 1984. En la mañana del día 23, en Concepción, varios equipos de la CNI montaron acciones de seguimiento sobre tres miembros del MIR, los que confluyeron en un restaurant ubicado en la Plazoleta El Ancla, en Talcahuano. Ellos eran Nelson Herrera, Mario Lagos y Luciano Aedo.

Alrededor del mediodía, uno de ellos, Luciano Humberto Aedo Arias, abordó un bus de la locomoción colectiva, en dirección al sector Hualpencillo donde residía, lugar en que se bajó del autobús al percatarse del ostensible seguimiento, y trató de huir a pie, siendo interceptado por los agentes CNI en la esquina de las calles Grecia con Nápoles. En ese momento, el agente Luis Hernán Gálvez Navarro, le disparó con un arma de fuego que portaba, cayendo Luciano herido al suelo; luego se acerca al caído el agente Roberto Antonio Farías Santelices, quien lo remató con una ráfaga en la espalda con un fusil AKA 47.

Un par de horas más tarde, y sin percibir lo que ocurría en las afueras, los otros dos miembros del MIR detectados y vigilados en el restaurant en Talcahuano, Nelson Adrián Herrera Riveros y Mario Octavio Lagos Rodríguez, subieron a otro microbús de recorrido a Concepción, los que fueron seguidos por otros equipos operativos de la CNI, que en el trayecto se coordinaron con Carabineros para interceptar el autobús -que iba con pasajeros- frente a la Vega Monumental.

Al llegar el vehículo a dicho lugar los miembros de la CNI interceptaron el microbús y ordenaron descender a todas las personas del vehículo de locomoción colectiva, pero como algunas personas se negaron, entre ellos los perseguidos, lanzaron bombas lacrimógenas al interior del microbús forzando su desalojo.

Una vez que los pasajeros bajaron, los dos miristas descendieron del micro con las manos en alto, pero los agentes CNI dispararon en el acto a Herrera y Lagos causándoles heridas. Mario Lagos intentó huir, por lo que un agente le disparó con el fusil AKA que portaba provocándole la muerte en el mismo lugar.

Por su parte, Nelson Herrera Riveros fue aprehendido por los agentes de la CNI Sergio Mateluna Pino, José Abel Aravena Ruiz, Luis Andaur Leiva y Patricio Alfredo Bertón Campos, quienes lo introdujeron a uno de sus vehículos y -como parte del montaje- anunciaron a viva voz que se dirigirían al Hospital Regional de Concepción para la atención de las heridas del detenido.

No obstante, se desviaron del trayecto y lo llevaron al kilómetro 0.9 del camino a Santa Juana en donde lo bajaron del vehículo y Aravena Ruiz le ordena a Andaur Leiva ejecutar el crimen; éste le disparó con su revólver en la frente, ocasionándole una herida a bala cráneo cerebral, que le produjo la muerte instantánea, tal como Derpich Miranda se los había ordenado por radio.

Para culminar la farsa, los ejecutores se dirigen con el asesinado al Hospital Regional y lo ingresan por urgencias, ya fallecido. A Nelson Herrera los agentes lo dejaron en el hospital esposado a la espalda. Más tarde volvieron para soltar y recuperar las esposas.

Los Ángeles

En Los Ángeles, alrededor de las 17:30 horas de mismo día 23, una vez que los agentes de la CNI de Concepción José Zapata Zapata y Bruno Soto Aravena que seguían a Mario Mujica Barros, junto a varios equipos que lideraba el fallecido Krantz Johans Bauer, siguiendo las instrucciones de su jefe Jorge Camilo Mandiola Arredondo, se acercaron al domicilio de Mujica Barros en la Población Orompello de Los Ángeles. Ingresaron por sorpresa y violentamente al inmueble disparándole a la víctima en la cabeza, mientras se encontraba en el suelo, causándole la muerte.

Valdivia

Mientras tanto, en Valdivia a eso de las 16 horas del 23 de agosto, equipos operativos de la CNI llegados desde Santiago, dirigidos por Patricio Castro Muñoz, detuvieron a Rogelio Tapia de la Puente y Jaime Barrientos Matamala cerca del Puente Las Ánimas, en la ciudad de Valdivia. Posteriormente, cruzaron el río Calle Calle en un transbordador y los trasladaron al Puente Estancilla, ubicado en el Camino de Valdivia a Niebla, en el sector de Torobayo.

En ese lugar, en que previamente se había cortado el tránsito de todo vehículo y personas por Carabineros, y en circunstancias que los detenidos se encontraban amarrados de manos y vendada su vista, los agentes procedieron a ejecutarlos, por orden de Castro Muñoz, disparando él mismo, además de los agentes Luis René Torres Méndez y Gerardo Meza Muñoz y otros no identificados en el proceso. Asimismo, el jefe regional de la CNI de Valdivia, Luis Moraga Tresckow, quien en principio se habría negado a disparar, ante la imperativa orden de Castro Muñoz, los remató con disparos de su arma. Las víctimas recibieron múltiples heridas de proyectil, algunas de las cuales impactaron a Tapia de la Puente y Barrientos Matamala en el cráneo y tórax. Posteriormente, a los fallecidos se les colocó armas en las manos para simular un enfrentamiento.

Al día siguiente, 24 de agosto, alrededor de las 15 horas, varios equipos operativos de la CNI, a cargo de Patricio Castro Muñoz, rodearon el domicilio de Juan José Boncompte Andreu, ubicado en calle Rubén Darío, en la Población Teniente Merino de Valdivia, ingresando a este para eliminar a Boncompte Andreu, quien trató de huir de sus captores por el patio trasero de la vivienda, siendo herido por Oscar Boehmwald Soto.

En el patio trasero le esperaban emboscados otros agentes que también le dispararon; ya en el suelo, lo remató la agente Ema Verónica Ceballos Núñez quien le disparó con su arma de fuego en la cabeza, asegurando su muerte. Juan José Boncompte recibió 22 impactos de bala.

por Darío Núñez