Frei Montalva Eduardo Nicanor


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Fecha Detención :
Lugar Detención :

Fecha Asesinato : 22-01-1982
Lugar Asesinato : Santiago


Edad : 71

Actividad Política : Desconocida
Actividad : Ex presidente de la república

Estado Civil e Hijos : Casado, 2 hijos
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Categoría : Antecedentes del Caso

Eduardo Frei Montalva, ex Presidente de la Republica (1964-70), fue asesinado por agentes de la dictadura militar en enero de 1982 en la Clínica Santa María de Santiago.

 


La familia del ex presidente Frei sospecha que fue envenenado por la policía de Pinochet

Fuente :EL PAIS 13 OCTUBRE 2000

Categoría : Prensa

La senadora democristiana Carmen Frei denunció ayer que el aparato represivo de la dictadura de Augusto Pinochet, la DINA, pudo haber envenenado a su padre, el ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, también de la Democracia Cristiana, quien murió en enero de 1982 en una clínica privada de Santiago. La parlamentaria, que recibió el respaldo de su hermano, senador y también ex presidente, Eduardo Frei Ruiz Tagle, pidió al Ministerio de Defensa que investigue las actividades del fallecido químico Eugenio Berríos, un ex agente de la DINA implicado en asesinatos de opositores, y de otro químico de este organismo, Francisco Oyarzún.

Según expuso Carmen Frei en el Senado, su familia recibió información en las últimas semanas que alimentan las dudas sobre las causas de la muerte del ex presidente. Entre ellas, que a la habitación donde estaba internado su padre ingresaron personas ajenas a la clínica antes de su fallecimiento. Carmen Frei afirmó también que a su padre se le encontró la bacteria proteus, muy poco conocida, y contra la que no se pudo encontrar medicamentos en Chile ni en Estados Unidos. Además, un amigo de la familia Frei recibió un llamado alertándola sobre que el ex mandatario había sido envenenado. Recordó también que el informe de la autopsia está desaparecido.


Exclusivo: Aparece ficha médica sobre muerte de Eduardo Frei Montalva

Fuente :El Mostrador 5 de Marzo 2003

Categoría : Prensa

La familia de Eduardo Frei Montalva encontró en la Universidad Católica (UC) una ficha médica que revela una desconocida biopsia que se le practicó al cuerpo del exPresidente de la República, tras su fallecimiento, ocurrido en extrañas circunstancias en la Clínica Santa María, en 1982.
El documento permaneció por 20 años extraviado en los archivos de la UC, sin que se diera alguna explicación lógica y comprensible para ello. Sobre todo, porque la ficha estuvo mucho tiempo caratulada como NN, aseguraron fuentes que conocen el
episodio. Los hechos que rodearon este hallazgo tienen elementos casi de novela de espionaje.

Una fuente oficiosa
La historia comenzó a fines del año pasado cuando una fuente se acercó a familiares del ex Presidente, para informarles que la ficha, con análisis "inéditos", estaba en el hospital de la Universidad Católica de Chile.

La fuente, confidenciaron personas cercanas a la familia Frei, en principio, no dio mucha confianza. Con el paso de los días, algunos antecedentes comenzaron a demostrar ser verídicos y poco a poco se iniciaron conversaciones con el Decano de la Facultad de Medicina de la UC, Gonzalo Grebe.
A medida que se sucedieron las conversaciones, la familia Frei comenzó a recibir todo tipo de recados y se dieron cuenta que en las zonas vinculadas a medicina mucha gente sabía de la existencia de la ficha.

El asunto se tornó aun más sospechoso al saberse que, no obstante producirse el fallecimiento del ex Presidente en la Clínica Santa María, habían sido médicos especialistas de la U. Católica los encargados de revisaron el cadáver, cuestión que, como familia, nunca supieron, dijo una fuente.
Eduardo Frei Montalva falleció el 22 de enero de 1982 en la Clínica Santa María, como consecuencia -según ha aparecido hasta ahora- de una casual infección post operatoria. Sin duda uno de los testimonios más concretos y detallados que existen hasta ahora sobre el particular se encuentra en el libro Eduardo Frei Montalva y su Epoca del historiador Cristián Gazmuri. Tambié una de las últimas pruebas documentales sobre las sospechas de la familia Frei de que la muerte podría no haber sido casual sino que
homicida están contenidas en el libro del autor de esta nota,

Crimen Imperfecto que contiene un documento preparado por Investigaciones sobre las oscuras actividades en el Instituto de Salud Pública (ISP) durante la dictadura militar.

Preocupaciones

En la UC, al saberse acerca de la petición para conocer la ficha médica de Frei Montalva, cundió cierta preocupación, debido a las eventuales consecuencias mediáticas que podría tener la situación.

La senadora Carmen Frei ha pedido desde su primera intervención pública referida al tema, en octubre de 2000, que cualquier persona que tenga antecedentes sobre el particular se los haga llegar. A pesar de esto, persiste la duda del porqué la
Universidad Católica nunca dijo nada sobre la existencia de la ficha médica.

La complicación crecía en torno a si entregar directamente o no la ficha a la familia. En rigor, es lo que hubiera correspondido, pero primó la "racionalidad" interna de la UC de evitarse problemas y se prefirió acudir a un abogado externo. El elegido fue Pedro
Doren, quien hace algunos años llevó una causa a favor de Colonia Dignidad en materia tributaria.
El profesional hizo un extenso análisis en derecho para la casa de estudios, en la que señaló que la ficha había que entregarla a sus legítimos dueños, pero teniendo ciertos resguardos. Léase: un acta de entrega, entre otros.
Este medio le consultó acerca de este documento, pero el profesional se excusó de entregar más detalles ya que, dijo, su labor era reservada para su cliente.

Nombres, cargos y algo más
La ficha ya está en poder de la familia Frei y tiene casi diez páginas, según supo este medio.
El Mostrador.cl mantendrá reserva, por ahora, para no perjudicar la investigación criminal, en torno a los doctores que intervinieron en el análisis, quiénes eran las autoridades hospitalarias de la época y sobre el resultado mismo de la ficha,
ya que es altamente probable que el abogado de los Frei, Alvaro Varela, realice una presentación judicial sobre el particular en las próximas semanas.

Se intentó durante varios días obtener la versión del actual Decano de la Facultad de Medicina de la UC, Gonzalo Grebe, pero no respondió las llamadas.

El asesor jurídico, Raúl Novoa, por su parte, se excusó de opinar, aludiendo que se trataba de una materia reservada. Otro tanto sucedió con Alvaro Varela, quien si bien respondió a la llamada, junto con manifestarse sorprendido de que este medio
conociera la información, declinó referirse al tema.

En el proceso
Hasta ahora, en el proceso por la muerte del químico Eugenio Berríos hay una querella presentada por la familia Frei. Las diligencias recién están comenzando a decretarse.

El nuevo magistrado, Alejandro Madrid, quien reemplazó a la magistrada Olga Pérez, ha leído el expediente y mantiene las citaciones a dos militares en retiro que dirigieron el Instituto de Salud Pública (ISP) durante el régimen militar.
De hecho, el Ejército envió un oficio señalando que los pondría pronto a disposición de la justicia. Al mismo tiempo, el detective Nelson Jofré, jefe de un sui generis grupo deinvestigadores, continúa con las diligencias y tratando de profundizar las eventuales responsabilidades de Berríos en la muerte de Frei.

La magistrada Olga Pérez, cuando conocía de la causa, ordenó la incautación de todos los bienes de Berríos para analizarlos y ver si entregaban algún indicio. Entre ellos se encontraron libros y textos especializados en la fabricación de gas sarín, y cómo usar el estafilococo dorado, veneno poderoso en manos asesinas.

Adelanto exclusivo: Crimen Imperfecto
El texto entrega un documento -hasta ahora nunca publicado-de la investigación que realizó el Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones sobre la posibilidad de que el ex presidente Eduardo Frei Montalva pudiera haber sido asesinado por venenos preparados por Berríos en el otrora Instituto Bacteriológico.

Una investigación hasta ahora secreta realizó el Departamento Quinto de la Policía de Investigaciones para tratar de establecer si el ex presidente Eduardo Frei Montalva pudo haber sido envenenado por el químico de la DINA Eugenio Berríos Sagredo. La indagatoria se llevó a cabo en el Instituto de Salud Pública (ISP), otrora llamado "Instituto Bacteriológico".

El documento de 17 páginas que publica en exclusiva El Mostrador.cl está contenido en el libro "Crimen Imperfecto, historia del químico DINA Eugenio Berríos y la muerte de

Eduardo Frei Montalva" del periodista Jorge Molina Sanhueza que fue lanzado hoy al mediodía en el Colegio de Periodistas y es publicado por editorial LOM.

Conjuntamente, este medio hace un adelanto exclusivo de uno de sus capítulos llamado "Las Ventajas de Apellidarse Frei", donde se relata la génesis y desarrollo de esta indagatoria. Esta se realizó a fines de 2000 en el ISP hasta donde concurrió el detective
Nelson Jofré quien interrogó a varios funcionarios de ese organismo, quienes relataron las “extrañas” situaciones vinculadas a la fabricación de venenos letales durante el régimen militar. También surgieron pistas hasta ahora desconocidas y que
están en manos, al igual que el documento, de la familia Frei, como por ejemplo que gran parte de los funcionarios antiguos del ISP conocieron a Berríos, entre otros detalles.


Ex agente entregó nombre del posible asesino de Frei Montalva

Fuente :La Tercera 9 Octubre 2003

Categoría : Prensa

Andrés Valenzuela, alias "el Papudo" y ex miembro del Comando Conjunto, reveló cómo y quién habría provocado la muerte del Presidente Eduardo Frei Montalva mientras estaba internado en la Clínica Santa María en enero de 1982.

El ex cabo de la Fach, que desertó y que vive hoy en París bajo protección del gobierno francés, reveló que durante su estadía en Perú -donde realizó labores de espionaje- se enteró que la esposa de un colega y amigo, una enfermera que trabajaba en la clínica Santa María, vio cómo un kinesiólogo ingresó a la habitación donde estaba internado Frei y refregó un apósito infectado con una "bacteria resistente" sobre la herida post operatoria del ex mandatario. El apósito habría sido preparado por el ex químico de la Dina, Eugenio Berríos, posteriormente asesinado en Uruguay por agentes de seguridad.

Esta versión es parte de la declaración tomada a Valenzuela por Investigaciones a mediados de septiembre a las afueras de París. Otra parte de esta revelación la constituye una entrevista realizada por el ex militante del MIR, Oscar Espinoza, al ex agente y que será transmitida en el programa "Enigma" de TVN.

Según la información la indagatoria había sido ordenada por el ministro de fuero Juan Guzmán Tapia en el marco de la investigación sobre las acciones de represión realizadas por la DINA y el Comando Conjunto en contra el PC en 1976. Sin embargo, el abogado de la familia Frei, Alvaro Varela, dijo luego de reunirse con Guzmán que el magistrado desmintió que estuviera en antecedentes de esa declaración. El ministro aclaró que es la titular del Noveno Juzgado del Crimen de Santiago la que puede haber ordenado tal indagatoria.

Senadora Carmen Frei: "Estoy impactada"

La senadora DC Carmen Frei se mostró impactada con los nuevos antecedentes y señaló que será el juez que lleva la causa, Alejandro Madrid, quien deberá constatar la veracidad de la declaración.

"Cada día se confirma más lo que vengo planteando hace mucho tiempo de las dudas cada día más fundadas de que hubo manos de terceros en la muerte de mi padre", dijo la parlamentaria.

Carmen Frei, quien reiteró que tras la muerte de su padre recibió llamados anónimos que hablaban de un envenenamiento y que tiene antedecedentes de que personal de la Dina trabajaba en la clínica Santa María, dijo no tener los detalles de la revelación entregada por el ex agente, ni el nombre de que sería el homicida del ex mandatario.


La secreta pesquisa del camposanto

Fuente :La Nacion 9 de Enero 2004

Categoría : Prensa

Sigiloso, reservado y al amparo de los últimos días del 2004, el ministro en visita Alejandro Madrid -que tramita el proceso por la misteriosa muerte del ex Presidente Eduardo Frei Montalva- llegó hasta el Cementerio General y enfiló sus pasos hacia la tumba del ex Mandatario, ubicada en el patio 6 del recinto. Pero no llegó solo.

 Premunido de un encendedor y una cajetilla de cigarros, el magistrado iba acompañado de su detective de confianza, Nelson Jofré, el actuario y algunos peritos para realizar una diligencia que desde hacía semanas venía preparando en el más absoluto secreto.

Madrid y los antes mencionados bajaron hasta donde reposan los restos de Frei Montalva y realizaron una “diligencia planimétrica”, en la que se “fijó” el lugar y sus dimensiones. Además, se tomaron fotografías para dejar establecida en el proceso la ubicación de la bóveda mortuoria.

 La pesquisa ordenada por el juez contó con la venia de la familia Frei. Pero ¿adónde apunta Madrid? Una diligencia de este tipo, dicen peritos especializados, se realiza cuando el magistrado estima que la exhumación de un cuerpo podría llegar a resultarle útil en la indagatoria de un homicidio.

 Más allá de la pesquisa judicial, el hecho arroja luces sobre el grado de convicción del ministro Madrid de que Frei pudo haber sido asesinado con un veneno. Sobre todo porque de los nueve tomos que tiene esta investigación, sólo a tres tienen acceso tanto el Consejo de Defensa del Estado (CDE), como el abogado de la familia, Álvaro Varela Walker. Los otros seis son hasta ahora un misterio que sólo el juez conoce.

La guerra bacteriológica

Eduardo Frei Montalva falleció el 22 de enero de 1982, en la Clínica Santa María, como consecuencia de una sospechosa infección post operatoria.

 Pero ¿qué pruebas tiene en su poder Madrid para haber realizado esta diligencia?

 Las primeras pistas apuntan al descubrimiento del Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército. El recinto -maquillado bajo el inocente rótulo de Laboratorio de Diagnóstico del Ejército- estuvo ubicado en calle Carmen 339. Hoy alberga a las oficinas del Archivo Judicial.

 Una de estas pistas la obtuvo del actual profesor de la Universidad de Chile y coronel (R) del escalafón de veterinaria del Ejército Sergio Rosende Ollarzu, quien trabajó activamente en este proyecto. En su declaración ante el ministro, Rosende relató la primera prueba que tuvo Madrid en su poder para comenzar a sospechar.

 “En 1977, aproximadamente, oportunidad en que estaban malas las relaciones con Argentina, recuerdo que me llamó a su oficina el médico Eugenio Tastest Solís (hoy fallecido) y me presentó al médico de sanidad de nuestra institución militar, el doctor Eduardo Arriagada Rehren, donde me enteré que este último estaba a cargo de un proyecto para crear el antídoto contra el ántrax. Por información de inteligencia se sabía que Argentina tenía una Escuela de Guerra Bacteriológica y se temía que, si existía una eventual guerra con ese país, se podía contaminar a la población animal o las aguas. Fue así que mi jefe me pidió que trabajara con el doctor Arriagada para crear un suero anti-carbunclo. Este proyecto duró hasta 1991, para lo cual el doctor Arraigada me visitaba periódicamente en mi laboratorio. Tomé conocimiento que, cuando comencé a trabajar en este proyecto, en el año 1977 Arriagada Rehren trabajaba para el servicio de inteligencia de la época”.

 Poco tardó el magistrado en averiguar que uno de los militares que trabajó en el otrora Bacteriológico (hoy ISP) le confirmara quiénes eran Rosende y Arriagada Rehren y pudiera, como si se tratara de una coctelera, mezclar los sabores que le entregaron esas declaraciones.

 El ex uniformado fue el jefe del Bacteriológico, coronel (R) Joaquín Larraín Gana. En su declaración reveló el rol de Rosende y Arriagada. Y agregó un dato mayor, la existencia de la toxina botulínica (que provoca el botulismo), comprada en Brasil a petición de este último.

 “Con relación a la toxina botulínica que se me consulta, recuerdo que en una ocasión en mi oficina, el entonces coronel Arriagada Rehren -acompañado de un veterinario que me dijo que era el futuro jefe del Departamento de Guerra Bacteriológica- me solicitó cepas de clostridium botulinum. Como el instituto no las tenía, fueron solicitadas a Sao Paulo, Brasil”, declaró Larraín Gana.

 Arriagada Rehren llegó a ser general del Ejército y el jefe de Sanidad bajo el mando del general Ricardo Izurieta. Para el ministro fue muy difícil interrogarlo: debió esperar un año para realizar la diligencia.

Cómo llegó la bacteria a Frei

¿A qué convicciones llegó el ministro con estos datos? La respuesta podría esbozarse así: existe un laboratorio secreto. Está vinculado a la inteligencia de la época. Es 1977. ¿Pero cuándo llega la toxina botulínica a Chile? Fue en julio de 1981 y fue retirada desde el Bacteriológico por Arriagada Rehren y Rosende. ¿Y qué más sucedió en 1981?

 En diciembre los miristas Ricardo y Elizardo Aguilera permanecían detenidos en la galería Nº 2 de la ex Cárcel Pública, por Ley de Seguridad Interior del Estado. En la misma situación estaba quien fuera el jefe de las milicias de resistencia del MIR, Guillermo Rodríguez Morales, El Ronco, junto a Adalberto Muñoz Jara. Con ellos estaban los reos comunes Víctor Hugo Corvalán Castillo y Héctor Pacheco Díaz. Todos cayeron misteriosamente enfermos de botulismo. Sólo se salvaron los presos políticos. Corvalán y Pacheco fallecieron por “intoxicación aguda inespecífica”. Nunca se hicieron análisis de sus restos.

 Pero había más. Madrid tenía otra declaración a la que echar mano. Se trata de Marcos Poduje Frugone, quien fuera jefe del Departamento de Liofilización del Bacteriológico durante los ochentas. Él fue quien retiró la toxina desde la Cancillería, proveniente de Brasil.

 La liofilización es un procedimiento que consiste en deshidratar sustancias sin utilizar calor. Es decir, se congela, se somete a un alto vacío, se sublima el hielo y se deja seco el producto y convertido en polvo.

 ¿Y luego qué?

La conexión sigue así: el botulismo comprado en Brasil se habría probado en los presos antes de usarlo para “otros cometidos”. Pero había más en un informe policial preparado por los detectives Nelson Jofré y Palmira Mella.

“Es dable señalar la fecha del día 8 de diciembre de 1981, día en que se intoxicaron cuatro reos comunes y cuatro reos subversivos -miristas- en la ex Cárcel Pública de Santiago por toxina botulínica. Ése es el mismo día en que el ex Presidente de la República Eduardo Frei Montalva sufrió una grave infección, donde fue intervenido, nuevamente con diagnóstico de peritonitis aguda”, señala el documento.

 El botulismo es una grave enfermedad que paraliza los músculos y puede llevar a la muerte por un paro respiratorio.

Pero ¿cómo se podría haber inoculado una toxina de este tipo a los reos en la cárcel? La respuesta para Madrid vino de otra declaración prestada por el mismo Poduje Frugone, donde reconoce que fue a dejar el liofilizador al mismo laboratorio secreto de Carmen 339.

 La línea de Madrid es clara. Si se liofilizó la toxina botulínica, bien podría haberse echado en los alimentos de los miristas que estaban en la ex Cárcel Pública y eventualmente a Frei.

Pero ¿cómo inoculársela a Frei? Y aquí entran las sospechas de Madrid sobre Luis Becerra, quien fuera chofer y hombre de confianza del ex Presidente. Éste fue informante de la CNI, durante muchos años, hasta la muerte del ex Mandatario


Autopsia de Eduardo Frei Montalva habría sido adulterada

Fuente :El Mostrador 8 de Julio 2004

Categoría : Prensa

La sospecha comenzó cuando el patólogo Hermal Rosemberg aseguró que mantuvo guardado un manuscrito de la autopsia por más de 10 años y recién en los 90 fue agregado al informe sobre la muerte del ex mandatario. A la revelación le siguieron otras, como la declaración de una secretaria que negó haber transcrito la autopsia que se le mostró.

 La autopsia hecha al ex presidente Eduardo Frei Montalva habría sido adulterada en el Hospital de la Universidad Católica por terceras personas. Esta es una de las convicciones que maneja el ministro a cargo del caso, Alejandro Madrid Crohare, y para lo cual ha dictado ya varias diligencias en esta línea de investigación.

Así lo confirmó a El Mostrador.cl una fuente vinculada a la causa. Todo comenzó a principios de 2003, cuando este diario publicó la existencia de una autopsia de Frei en la UC, que había estado misteriosamente guardada durante más de 20 años.

El magistrado, entonces, se dio a la labor de establecer la veracidad del informe, pero a medida que fue indagando y profundizando en este punto, aparecieron dudas sobre las hojas agregadas al expediente “Autopsia 1-100 1982”, denominado en la investigación como “Informe Nº9-82”.

Por esta razón, y como manda la lógica de la investigación, el magistrado comenzó interrogando a los médicos que participaron en la autopsia, que son los mismos que realizaron el embalsamamiento del cadáver del ex Mandatario, a saber Helmar Rosenberg y Sergio González.

Eduardo Frei Montalva falleció el 22 de enero de 1982, en la Clínica Santa María, como consecuencia -según ha aparecido hasta ahora- de una casual infección post operatoria. Sin duda, uno de los testimonios más concretos y detallados que existen hasta ahora sobre el particular se encuentra en el libro Eduardo Frei Montalva y su Epoca, del historiador Cristián Gazmuri. También una de las últimas pruebas documentales sobre las sospechas de la familia Frei, de que la muerte podría no haber sido casual, sino que homicida, están contenidas en el libro del autor de esta nota, Crimen Imperfecto, que contiene un documento preparado por Investigaciones sobre las oscuras actividades en el Instituto de Salud Pública (ISP), durante la dictadura militar.

El informe dudoso

Pero a poco andar, aparecieron situaciones que no cuadraban, como por ejemplo, quién pidió hacer la autopsia y por qué el Informe 9-82 fue agregado 10 años más tarde al expediente general. Las primeras explicaciones causaron más sospechas que aclaraciones en Madrid y en la subinspectora de Interpol, Palmira Mella, según se desprende de los informes enviados al magistrado.

Con las declaraciones de los profesionales comenzaron a reconstruir la historia. Así lograron establecer que el jefe de Patología de la UC, doctor Roberto Barahona –hoy fallecido-, fue quien habría dado la orden para que Rosenberg fuera hasta la clínica Santa María a realizar la autopsia y embalsamamiento de Frei.

Sin embargo, Rosemberg entregó un elemento sospechoso en su declaración, cuando señaló que a su jefe (Barahona) le interesaba hacer un estudio morfológico de los restos del ex Mandatario, porque “le inquietaban las posibles secuelas de una tuberculosis que habría sufrido Eduardo Frei en su juventud”, dijo el profesional a los detectives.

“Días después de realizar el estudio microscópico de las muestras tomadas, incluyendo la microscopía electrónica el 10 y 17 de marzo de 1982, y de efectuar un análisis de las alteraciones morfológicas encontradas, confeccioné un protocolo manuscrito de todo lo encontrado. El examen de la microscopía electrónica 82-41 (riñón) y 43 (hígado) no aportó datos de utilidad para la interpretación de los hallazgos, por lo que no figura en el protocolo”, agregó Rosenberg.

Sin embargo, este último párrafo siguió manteniendo las dudas de los investigadores. Pero la guinda del postre vino después. Rosenberg no sólo había realizado la autopsia, sino que había guardado un manuscrito de este informe por más de diez años, es decir hasta principios de los 90, aunque en el expediente no se clarifica la fecha exacta.

La secretaria

Con esta pista, los detectives que trabajan con Madrid se centraron en saber quiénes eran las personas que transcribían los informes en Patología de la UC. Fue así como llegaron a Carmen Victoria Barahona Solar, hija del jefe de esta misma unidad antes mencionado.

“Respecto al procedimiento de cómo se confeccionan los Protocolos de Autopsias, debo señalar que éstos, una vez que el médico realiza su autopsia, se utilizaba el método del dictáfono, en donde se grababa en un microcassette todo el procedimiento y luego se me entregaba la cinta para mecanografiarla. Esto se hacía generalmente al día siguiente, la parte histológica, que corresponde a las muestras de vísceras que se insertan en las placas de vidrio para un posterior análisis, la que quedaba pendiente, por lo que se mecanografiaba una vez que estuvieran listos los resultados y se agregaba al Informe, el que una vez terminado era entregado al médico que lo había solicitado para su firma y después se archivaba hasta que se juntaban cien Informes para enviarlos a empastar. En ese tiempo yo misma me encargaba de enviar a empastar cada uno de los tomos, con las respectivas autopsias, las que eran en orden correlativo por cada año; cada tomo contiene un total de cien autopsias, por lo tanto, era la encargada de insistir a los médicos de los protocolos de autopsias que faltaban. Era la encargada de rescatar los informes restantes, por ejemplo, estudios de cerebro que lo hacían distintos neurólogos”, relató la mujer.

Hasta ese momento el testimonio de la mujer era meramente informativo, pero cuando le mostraron el mentado Informe 9-82, aseguró no reconocerlo.

“Con respecto al Informe de Autopsia N° 9/82, que corresponde a don Eduardo Frei, no lo reconozco como los Informes que yo mecanografiaba, ya que no corresponde el tipo de escritura de la máquina que yo usaba y tampoco el tamaño del papel utilizado, ya que yo en ese entonces, como era lo acostumbrado, utilizaba el papel tamaño oficio. Al revisar el informe de la Autopsia N° 9 del señor Frei, me percato que su letra corresponde a la de una impresora, presuntamente realizada por un computador. Pero en 1982 no existía en el Departamento un computador, lo que queda en evidencia en los demás informes de autopsias del citado tomo, que los confeccionábamos en máquina de escribir eléctrica”, dijo la mujer.

Con respecto a estas contradicciones se dictaron varias diligencias, entre ellas al Laboratorio de Criminalística de Investigaciones (Lacrim), que concluyó que efectivamente hay una parte del informe de autopsia que corresponde a otra época. Sin embargo, los peritos no adelantaron juicios en sus conclusiones, a la espera de nuevas diligencias que puedan revelar otros detalles.

Este medio intentó obtener una versión del doctor Rosemberg, pero éste no devolvió los llamados. También se contactó al abogado de la familia Frei, Alvaro Varela, pero éste declinó hacer comentarios sobre el tema, aduciendo que debía guardar un celoso secreto del sumario.


La búsqueda judicial de qué causó el deceso del ex Mandatario: Diligencias cruciales sobre la muerte de Frei

Fuente :El Mercurio 29 de Abril 2005

Categoría : Prensa

Han pasado cuatro años desde que la senadora Carmen Frei habló por primera vez en el Senado sobre las "dudas" que inquietaban a su familia acerca de la causa de muerte de su padre, el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, ocurrida el 22 de enero de 1982, tras ser operado de una hernia al hiato.

Y a estas alturas, asegura el abogado de la familia Frei, Álvaro Varela, existen "presunciones fundadas" de que el ex mandatario pudo haber sido asesinado mientras se hallaba internado en la Clínica Santa María, en una acción planificada por la Dirección de Inteligencia Militar (DINE).

La investigación judicial la inició en 2002 el ministro en visita Alejandro Madrid, como un anexo al caso del secuestro y muerte del agente de inteligencia, el químico Eugenio Berríos, en Uruguay. Y a mediados de mayo, Madrid se apresta a incorporar los resultados de diligencias cruciales.

Se trata de los informes de las pericias en la tumba del ex mandatario del 22 de diciembre pasado, según relata el abogado Varela. "Se sacó el ataúd, se abrió y tomaron muestras. Hay pericias científicas en curso", confirma.

Esos análisis, dice, son además clave para precisar si los restos corresponden o no al ex mandatario. La más dramática de las dudas le surgió a la familia porque Frei fue enterrado en un ataúd de madera y ahora se encontró en uno metálico y en otra posición. Y según desliza el abogado Varela, en diciembre se tomaron muestras de unos restos que "difieren" de lo que se esperaba encontrar.

La inteligencia militar

Otra diligencia crucial es el interrogatorio vía exhorto al ex agente de la Dina, Michael Townley, aprobado por la Corte Suprema. Dispuesto a cooperar, podría revelar información acerca del manejo y uso de sustancias letales (químicas y bacteriológicas) en la eliminación de personas.

Todos los extraños sucesos que rodean la muerte de Frei Montalva y el posterior manejo de su cadáver refrendarían la hipótesis que baraja la familia e investiga el tribunal en 5 mil fojas y 9 tomos: que hubo una operación de inteligencia para infectarlo con una sustancia letal, en la que habría

participado Berríos, quien hizo varios "trabajos" con bacterias y químicos letales.

El hilo a la inteligencia militar, o sea, al DINE, alcanzó su máxima tensión recientemente, cuando la senadora Carmen Frei acusó en el hemiciclo al Ejército de no estar cooperando con la investigación y habló de "ocultamiento" y encubrimiento.

La bancada DC la respaldó y hasta el ministro de Defensa, Jaime Ravinet, debió pedirle disculpas luego de haberla criticado por usar su cargo público con intereses personales.

La molestia de Frei apuntaría a esclarecer una discordancia entre el Ejército y médicos y otras personas que han señalado al tribunal que trabajaron y ejecutaron ciertas acciones en un laboratorio bacteriológico de inteligencia en la calle Carmen.

Tras consultar al Ejército, responde a través de su Departamento

Comunicacional que no desea referirse públicamente a estas acusaciones sobre un supuesto ocultamiento de información. Y precisa que "el Ejército ha entregado todos los antecedentes que le han sido requeridos a esa autoridad judicial (el magistrado), quien es la encargada de determinar las responsabilidades y eventualmente decretar las condenas a que haya lugar".

Actualmente, trascendió, hay un cuestionario judicial en curso, dirigido al Comandante en Jefe, general Juan Emilio Cheyre.

Extraña autopsia

Según relata el abogado Varela, en el proceso judicial también se ha podido comprobar la existencia de una "autopsia clandestina". Explica que en el proceso se ha establecido que dos médicos del Hospital Clínico de la UC llegaron el día de la muerte de Frei a la Clínica Santa María, y una vez que la familia sale de la pieza se encierran con llave por tres horas y le practican una autopsia no autorizada por los Frei. Los dos conocidos anátomo- patólogos le sacan los órganos, toman muestras y botan los restos. Rellenan el

cuerpo con gasa y le inyectan ocho litros de formalina para su conservación.

No obstante, el Hospital Clínico de la UC, cuando apareció la carpeta de la autopsia en ese plantel, en 2003, aseguró que los profesionales actuaron bajo petición del equipo médico tratante, que pidió un embalsamamiento del cuerpo.

La versión fue negada por ese equipo. Y Varela pidió el procesamiento de los dos facultativos por obstrucción a la justicia, pero el juez no dio lugar por ahora.

Pero no son los únicos médicos vinculados a este proceso. Habría otros cinco, que cumplían funciones de inteligencia en esa época en la Clínica Santa María y que también han declarado en el proceso.

Mientras, las preocupaciones de los Frei apuntan al término de los plazos para la investigación de los casos iniciados en el antiguo sistema, el que vence el 25 de julio, y significa el cierre del sumario. Por eso, Eduardo y Carmen Frei pidieron hace pocos días al presidente de la Corte Suprema que el Pleno estudie ampliar los plazos.

¿A qué se llegará?

Determinar las causas de la muerte es factible, dice el abogado Varela, pero si se logra comprobar la intervención de terceros, cree difícil llegar a los autores materiales. "Hay un círculo de personas entre las cuales pensamos que está el posible autor, pero son personas adiestradas en inteligencia y van muy preparadas a declarar. Y por otro lado, el Ejército señala que no tiene

antecedentes en elementos claves. De manera que es muy difícil, pero no imposible".

"El temía por su vida"

El senador Gabriel Valdés cenó con Eduardo Frei Montalva en casa de Hernán Santa Cruz, pocos días antes de que el ex mandatario se sometiera a la operación que terminó en su desenlace fatal en 1982.

Ahí, Frei ya tenía mucho malestar y les contó que se iba a operar, antes de viajar a Kuwait.

Sobre si él temía por su vida, no le cabe duda: "Yo creo que sí… Lo vi varias veces en Europa y en Estados Unidos, y él andaba siempre muy preocupado. Porque no era extraño que habiéndose atentado contra Letelier, contra Bernardo Leighton, en contra de Altamirano y en contra mía, él estuviera también en peligro. Había gente de la Dina que se atrevió a matar al general Prats. O sea, hubo una liquidación de los opositores. En ese cuadro, no era de extrañarse que algo pasara".Valdés dice que "era una operación corriente. Y es tal el cúmulo de antecedentes extraños, que uno se siente inclinado a pensar que el Presidente Frei fue objeto de un atentado que le causó la muerte".

Los hilos del proceso

Secuestro y muerte de Berríos: La familia Frei se hace parte del proceso en octubre de 2002 por las sospechas de que el químico, asesinado en 1992 en Uruguay, haya eliminado en una operación de inteligencia a Frei Montalva. En el caso Berríos, en 2003, fueron sometidos a proceso dos ex generales de la DINE y tres militares uruguayos, de quienes se tramita su extradición.

Bacterias y toxinas: Se investiga la llegada de estas sustancias al

Laboratorio Bacteriológico (hoy ISP), en agosto de 1981, que dirigía un militar, las que habrían sido traspasadas a la inteligencia militar. Berríos estaría ligado a un laboratorio secreto que experimentaba con estas sustancias que, según el abogado de la familia Frei, se habrían aplicado en un par de crímenes y para envenenar a presos políticos en la cárcel pública.

Seguimiento y acoso de Frei: El ex mandatario era objeto de seguimiento de la DINE y la CNI en sus actividades y nexos con el sindicalismo (Tucapel Jiménez). Su teléfono estaba intervenido, e incluso su chofer, según consta en el proceso, fue reclutado por la DINE.

Nexos médicos con Inteligencia Militar: Se habría logrado determinar que unos cinco médicos que tenían nexos con organismos de inteligencia militar cumplían funciones en la Clínica Santa María al tiempo en que Frei Montalva fue intervenido.

El posible error del equipo tratante: Los Frei aseguran que se determinó judicialmente que no hubo "error médico" y que no hubo circunstancia alguna de la operación que pudiera causar el rápido proceso infeccioso.

La autopsia no autorizada: Dos médicos del Hospital Clínico de la Universidad Católica embalsamaron el cuerpo y extrajeron los órganos en la Clínica Santa María.La familia dice haberse enterado en 2003, cuando se halla una carpeta en ese centro asistencial.

Las dudas del historiador

"No hay pruebas concluyentes hasta ahora de que haya sido asesinado, aunque no puedo descartar que aparezcan", dice el historiador Cristián Gazmuri, de la Universidad Católica. El académico investigó la vida del ex Presidente Frei Montalva y escribió su biografía en 1999, sobre la cual la familia tuvo algunos desacuerdos.

"Las circunstancias fueron extrañas, pero no hay ninguna prueba concreta (de que fuera asesinado). Por el momento es simplemente una hipótesis, una sospecha", comenta Gazmuri.

Y añade que "el informe de la autopsia que fue hallado en la Universidad Católica hace unos dos años no prueba nada".

La versión histórica hasta aquí, afirma, es que Frei murió por un "shock séptico", sin que mediara intervención de terceros. Al menos, dice, hasta que no se pruebe lo contrario.


Asesinato del presidente Frei: Conspiración mortal

Fuente :Punto Final 25 de Julio 2008

Categoría : Prensa

La sospecha de que el ex presidente Eduardo Frei Montalva (1964-70) fue asesinado por agentes de la dictadura militar se ha convertido, poco a poco, en una convicción. Más por la insistencia de la familia y de algunos personeros políticos, que por la acumulación real de pruebas obtenidas por el juez Alejandro Madrid, quien investiga el caso desde hace más de cinco años. En las últimas semanas, sin embargo, el magistrado parece haber tomado las puntas de varios ovillos de una oscura trama, que podrían conducirlo a esclarecer definitivamente las circunstancias en que falleció el ex presidente de Chile.

Hasta ahora, se habían reunido una serie de circunstancias poco claras que inducían a la familia Frei “a la certeza moral” de que el ex mandatario fue víctima de una manipulación para contagiarlo con algún elemento tóxico, mientras se recuperaba de una intervención quirúrgica en la Clínica Santa María en diciembre de 1981.

Frei Montalva ingresó a la clínica el 18 de noviembre de 1981 para operarse de una hernia en el esófago que le producía una molesta esofagitis. Los reflujos de ácidos estomacales no lo dejaban comer. No podía beber ni media copa de vino, tenía que hacer dieta permanente, dormir semisentado y consumir antiácidos a cada rato. Esto le resultaba insoportable. Después de consultar sobre los riesgos de una intervención, decidió operarse. Sus médicos de cabecera, los doctores Alejandro Goic y Patricio Silva Garín, le dijeron que no era necesario hacerlo en el extranjero y que en Chile la mortalidad de esa cirugía era nula.

La intervención la realizó el doctor Augusto Larraín, uno de los mejores especialistas. La recuperación fue inmediata y a los pocos días fue dado de alta y retornó a su casa. A los diez días empezó a sentirse mal; padecía un rebelde estreñimiento. Goic y Silva concluyeron que tenía una obstrucción intestinal por el corte realizado en la intervención y que había que operar nuevamente. Lo hicieron el 6 de diciembre. Operó Silva estando Goic presente. Parecía simple, pero se encontraron con adherencias de gran magnitud, lo que los médicos denominan “plastrón”. Fue necesario cortar un trozo de intestino y volver a unir.

El peligro mayor era que microbios del tubo intestinal pasaran a la cavidad peritoneal e iniciaran una infección. El equipo médico hizo una prolija limpieza y cerró la herida. El posoperatorio inmediato pareció favorable. Al día siguiente, el doctor Goic recibió un llamado urgente de la clínica. La presión de Frei había caído a cerca de 0 y la fiebre se estaba disparando: tenía un shock séptico ocasionado por una brusca infección.
Se llamó de inmediato al doctor Sergio Valdés, connotado especialista en infecciones; le suministraron al paciente grandes dosis de antibióticos y se le conectó a un ventilador mecánico. Como no respondió con rapidez, se optó por una tercera intervención, el 8 de diciembre, para realizar un aseo quirúrgico completo. Al salir del quirófano respondió bien: disminuyó la temperatura y se estabilizó la presión. Sin embargo, en las horas siguientes presentó nuevas complicaciones. Los médicos optaron por someterlo a una hemodiálisis para aliviar el funcionamiento de sus riñones, muy complicados por el exceso de antibióticos. Siguió con drenajes y conectado a ventilación mecánica.

Goic recordaría años después: “Nunca despegó. Estaba mejor o peor. Desesperadamente se le operó por cuarta vez. Se trajeron antibióticos desde Estados Unidos y Francia, lo último que conocía la ciencia médica. Se consultaron los mejores especialistas extranjeros”.
La familia se contactó con los médicos que habían operado al Papa Juan Pablo II después del atentado en Roma: recomendaron no moverlo de Chile.
Varios amigos se turnaron por las noches para vigilar el ingreso al pabellón donde se encontraba el ex presidente. Ninguno, sin embargo, podía controlar el acceso de personal médico a la UTI.

El 17 de diciembre Frei fue sometido a una cuarta operación para limpiar la cavidad peritoneal, invadida por sustancias purulentas producidas por la infección que se hacía incontrolable. En la clínica se congregó un selecto grupo de médicos entre los que figuraban Vicente Contreras, Juan Luis González, Gonzalo Sepúlveda, Ramón Valdivieso, Juan Pablo Beca, Mauricio Parada, Carlos Zabala y Juan Reyes, entre otros.
Alguien cercano a la familia recibió una llamada telefónica en que le decían que un paramédico de apellido González estaba infectando al ex mandatario. Pero no había nadie con ese apellido en el personal de la clínica.

Los esfuerzos fueron inútiles. Frei Montalva sufrió progresivas fallas multisistémicas que culminaron con su muerte a las 17 horas del viernes 22 de enero de 1982, cinco días después de haber cumplido 71 años.

MUESTRAS Y AUTOPSIA

Pocos minutos después de su fallecimiento llegaron a la Clínica Santa María dos patólogos de la Universidad Católica, Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere, acompañados por el auxiliar Humberto Gallardo, para efectuar una autopsia y embalsamar el cadáver, trabajo que realizaron sin nadie presente, según declaró Rosenberg ante el juez Madrid. El equipo había sido enviado por el doctor Hernán Barahona, jefe de los anatomopatólogos del Hospital Clínico de la UC, a petición, aparentemente, de los médicos encargados por la familia Frei -los doctores Patricio Rojas y Patricio Silva-, para servir de enlace con los distintos profesionales involucrados en la atención del ex presidente.

Rosenberg aseguró al juez Madrid que sacaron muestras del hígado, riñón y pulmones de Frei Montalva, tarea que concluyeron cerca de las 21 horas. Más tarde, en el Hospital Clínico de la UC, fotografiaron las vísceras y prepararon muestras para efectuar posteriormente la microscopía electrónica. Agregó que, a mediados de marzo de 1982, tras concluir las pruebas de laboratorio, realizó un protocolo manuscrito de todo lo encontrado, información que entregó al doctor Barahona. Poco después, por instrucciones de su jefe se reunió con los doctores Rojas y Silva para darles a conocer los antecedentes, sin que ellos pidieran análisis adicionales.

Aquella autopsia permaneció extraviada casi veinte años, hasta que en enero de 2003 fue encontrada en un archivo del hospital clínico de la UC, rotulada como NN. Incautada por el juez Madrid, fue exhibida a la secretaria Carmen Barahona Solar, encargada en 1982 de transcribir las cintas donde los patólogos de la UC grababan las autopsias. Para sorpresa del magistrado, la mujer indicó que el informe no correspondía en su totalidad al que ella había transcrito con su máquina de escribir; es más, la autopsia entregada por la UC estaba escrita en computador e impresa en un papel diferente al que ella utilizaba.

Este embrollo ha sido una de las principales líneas de investigación del juez Alejandro Madrid, quien al parecer aún no consigue precisar lo que verdaderamente ocurrió en aquel procedimiento forense.

FATÍDICO MARTES 8

El martes 8 de diciembre de 1981, mien-tras Frei ingresaba al quirófano para un aseo quirúrgico de urgencia, en la galería 2 de la Cárcel Pública cuatro presos políticos del MIR -los hermanos Ricardo y Elizardo Aguilera, Guillermo Rodríguez Morales y Adalberto Muñoz Jara-, junto a cuatro presos comunes eran víctimas de envenenamiento con la bacteria Clostridium botulinum, que fue sembrada en su comida. Seis de ellos lograron salvarse gracias a la Vicaría de la Solidaridad y el Codepu, que consiguieron el anticuerpo de la toxina en Estados Unidos y Argentina. Dos presos comunes, Víctor Hugo Corvalán Castillo y Héctor Pacheco Díaz, murieron los días 9 y 20, víctimas de una “intoxicación aguda inespecífica”, según precisó el Servicio Médico Legal.

Poco tiempo después, la tecnóloga médica Eliana Gladys Marambio, del Instituto Bacteriológico, quien había diagnosticado la intoxicación por botulismo en los presos, intentó rescatar en el Servicio Médico Legal parte del intestino del primer fallecido para analizarlo. Pero las muestras habían desaparecido.

Las toxinas botulínicas se cuentan entre las más letales. La variedad denominada cepa A es mortífera aún utilizada en una proporción de una milésima de millonésima de gramo por kilo del cuerpo humano, lo que le confiere un potencial tóxico cien mil veces superior al gas sarín. Producida por la bacteria Clostridium botulinum, esta toxina se disuelve fácilmente en agua cuando está en polvo fino. Podría emplearse en ataques con aerosol (pese a que en contacto con el aire se descompone y pierde rápidamente gran parte de su toxicidad), o para contaminar los alimentos. Los síntomas comienzan con náuseas, diarrea, mareo y debilidad. Se les suman más adelante visión doble, dificultades respiratorias por acumulación de flemas y convulsiones, hasta producir la muerte.

CONEXIÓN CON BERRÍOS

Al promediar el otoño de 1995 fue encontrado en una playa de Uruguay el cadáver del químico de la Dina Eugenio Berríos, quien fue sacado de Chile en 1991 por agentes de la Dirección de Inteligencia del Ejército (Dine), para evitar que revelara a la justicia la información que tenía sobre actividades secretas de la Dina y del ejército. Berríos fue ejecutado con dos balazos en la nuca, sepultado cabeza abajo y con sus manos amarradas con alambre, un método empleado por organizaciones mafiosas para eliminar a los traidores.
En los meses siguientes, empezaron a conocerse las actividades de Berríos, en especial su papel como fabricante de gases y toxinas para uso de la Dina y de unidades secretas del ejército. Se conoció de la manipulación de gas sarín en varios asesinatos cometidos por la Dina y de la producción de venenos químicos para una eventual guerra con Perú o Argentina. También se supo de su enorme interés por conseguir nuevos métodos para la refinación de cocaína, a la que era adicto.

En octubre de 2000, desde La Moneda se pidió al director de Investigaciones que hiciera una prospección sobre las probabilidades de que el ex presidente Frei Montalva hubiese sido envenenado. El director, Nelson Mery, encargó la tarea a uno de sus mejores agentes, Nelson Jofré, quien inició su pesquisa en el Instituto de Salud Pública. A las pocas semanas, había conseguido algunos datos sorprendentes.
Uno de ellos señalaba que en julio de 1981, por encargo del jefe de seguridad del Bacteriológico, el comandante Jaime Fuenzalida Bravo, un funcionario de la entidad había retirado desde la Cancillería un paquete que contenía un tubo con Clostridium botulinum. La toxina, que había llegado por valija diplomática, quedó en manos del director del Instituto, el coronel Joaquín Larraín Gana.

El detective Jofré pudo establecer los lazos que existían entre el Bacteriológico y el Complejo Químico del Ejército, en Talagante. Pero su búsqueda también permitió descubrir la existencia del muy secreto Laboratorio de Guerra Bacteriológica, en calle Carmen 339, donde hoy se encuentra el Archivo Judicial, y que dirigía el médico Eduardo Arriagada Rehren.

Desde el Bacteriológico se suministraban equipos, muestras químicas y biológicas, además de animales para experimentación, no sólo a algunas unidades militares sino también a médicos de la Colonia Dignidad. Otro antecedente hallado por Jofré fue la relación de Eugenio Berríos con varios profesionales del Instituto.

Poco después de la investigación de Jofré, la familia Frei se hizo parte judicial por el secuestro y asesinato de Berríos, que llevaba en el Sexto Juzgado del Crimen la jueza Olga Pérez, y que poco había avanzado hasta entonces. Eso cambió radicalmente a partir del 31 de enero de 2003, cuando asumió el juez Alejandro Madrid, quien abrió nuevas líneas de investigación.

EL CHOFER ENQUISTADO

Raúl Lillo Gutiérrez, ex agente de la Dina y de la CNI, perteneciente a la Brigada Político-Sindical de esta última, y luego miembro de la Unidad Especial de la Dine, reveló al juez Madrid una conversación con Eugenio Berríos, mientras lo custodiaba estando retenido en Uruguay. Berríos -aseguró Lillo- le comentó que en diciembre de 1981 había logrado introducir una toxina preparada por él en unas latas de conservas a la ex Cárcel Pública, para envenenar a unos miristas.
Un dato del inusual currículum de Lillo interesó al magistrado. Mientras estuvo en la Dina y en la CNI, Lillo había sido el agente de control de Luis Becerra, chofer de confianza de Frei Montalva, quien actuó como informante de la Dina hasta mediados de los 90, cuando trabajaba con Andrés Zaldívar.

El objetivo de Berríos en la Cárcel Pública, por encargo de un hasta ahora anónimo jefe, aparentemente no eran los miristas que resultaron envenenados, sino el jefe de la fuerza central del MIR, Carlos García Herrera, quien había integrado el comando que ejecutó el 15 de julio de 1980 al coronel Roger Vergara, director de la Escuela de Inteligencia del Ejército.
Vergara dirigía una reservada investigación sobre un cuantioso fraude con el IVA, cercano a los 20 millones de dólares, y algunos otros negocios oscuros emprendidos por el general Manuel Contreras, ex jefe de la Dina, a través de varias empresas creadas por él y un grupo de amigos. La muerte del coronel Vergara motivó que Pinochet sacará al general (r) Odlanier Mena, adversario acérrimo del ex jefe de la Dina, del mando de la CNI. Años después se sabría que Eugenio Berríos había recibido también una petición de Manuel Contreras para preparar un veneno para agregar al té que se servía al general Mena.

El año 2003 la familia Frei redobló sus esfuerzos para esclarecer la muerte del ex presidente. Reaparecieron las dudas que tuvo el médico que operó a Frei inicialmente, el doctor Augusto Larraín, primo de los hermanos Zaldívar Larraín. También se insistió en que la familia Frei no había autorizado la autopsia ni la extracción de muestras de tejidos. Pidieron, además, que se investigara al personal médico y paramédico que trabajaba en la Clínica Santa María en 1981.
Surgió entonces una nueva vertiente de sospechas. A lo menos tres médicos que habían prestado servicios a la Dina -los doctores Pedro Valdivia Soto, Sergio Vélez Fuenzalida y Enzo Fujije- laboraban en la Clínica Santa María en el período en que Frei Montalva estuvo internado allí. Los tres formaban parte de un grupo más amplio de colaboración con agentes de la Dina y CNI en interrogatorio y tortura de prisioneros, tanto en cuarteles secretos como en las clínicas Santa Lucía y London. En diversos procesos judiciales se ha determinado que a numerosos secuestrados se les inoculó agentes químicos y biológicos que, en varios casos, les produjeron la muerte.

A partir de abril de 2005, el juez Madrid se abocó, en un proceso aparte, a tratar de despejar las dudas sobre la muerte del ex presidente Frei Montalva. Una arista ha sido investigar si existía personal médico o auxiliar en la clínica que trabajara secretamente para los aparatos represivos de la dictadura y que pudiese haber “plantado” alguna toxina en el cuerpo del ex presidente. Otra línea de investigación han sido los peritajes forenses a muestras de tejidos de Frei, para identificar sustancias tóxicas que pudieran haberle producido la muerte.

La jefa de peritos, la doctora Carmen Cerda, estremeció los ámbitos político y de tribunales al declarar, refiriéndose a la muerte de Frei Montalva: “Hubo intervención de terceros. Le administraron un conjunto de sustancias en distintas ocasiones”. La afirmación fue mediada por el magistrado, quien ha mantenido cuidadosa reserva de su investigación. Una parte considerable del expediente lo mantiene guardado bajo siete llaves, sin que nadie lo conozca hasta hoy. Lo dicho por la doctora Carmen Cerda parece creíble. Ella sostuvo, por ejemplo, hace bastante tiempo, que Raúl Pellegrín y Cecilia Magni, ex comandantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, habían sido asesinados, contradiciendo los exámenes de sus colegas, que sostuvieron que habían perecido ahogados. Hoy no caben dudas de que ambos fueron asesinados mediante atroces torturas.
Un antecedente que maneja el juez Madrid es la identidad falsa de un probable funcionario de la Clínica Santa María que habría sido portador de las toxinas que provocaron la muerte de Frei Montalva.

Así, paso a paso, el juez Alejandro Madrid, un investigador riguroso, avanza inexorablemente hacia la verdad.


La autopsia de Frei paso a paso

Fuente :La Nación Domingo 8 de marzo de 2009  

Categoría : Prensa

“¿A quién protege Patricio Rojas?”, preguntó Carmen Frei en agosto de 2006, revelando el quiebre de su familia con el ex ministro de Frei Montalva. Sus palabras adquieren hoy otra envergadura luego de que Rojas fuera reinterrogado por el ministro Alejandro Madrid, quien investiga el asesinato del ex mandatario. Ciper reconstituyó paso a paso la autopsia al ex mandatario, develando una secuencia estremecedora y llena de sugerentes interrogantes.

El reloj marca las 17:20. La hora exacta en que el corazón de Eduardo Frei Montalva se paraliza. A su lado, una enfermera y el doctor Alejandro Goic. El segundo piso de la Clínica Santa María se agita como un panal de abejas. Minutos después, la noticia estalla por las calles de Santiago y el hall central de la clínica se va convirtiendo en un hormiguero. La gente llega corriendo, se abraza, se escuchan sollozos. La conmoción crece a cada minuto.

Tras la extirpación de una hernia al hiato (el 18 de noviembre de 1981), una operación que parecía simple, las cosas se complicaron dramáticamente hasta precipitarse este 22 de enero de 1982. Ahora todos esperan ansiosos noticias del cuarto piso, donde la viuda, Maruja Ruiz-Tagle, rodeada de sus hijos y algunos nietos, inicia el camino de la pérdida. Nadie mira hacia abajo, hacia el subterráneo, allí donde en esos mismos minutos se inicia una extraña operación.

Dos hombres esperan impacientes en el estacionamiento subterráneo. Antes de las 6 de la tarde, una ambulancia aparece. Tres hombres con delantales blancos descienden. Transportan una escalera de tijera y algunos bultos. No hay apretones de mano. Sin perder un minuto, los hombres de blanco son conducidos hasta el ascensor. Descienden en el segundo piso. La pequeña comitiva va directo hasta el único acceso de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica y traspasan la puerta sin que nadie los detenga. Nadie presta atención a que, a diferencia del resto del personal médico, ellos no llevan distintivo alguno que indique a qué institución pertenecen y tampoco su nombre.

El civil que los guía se detiene frente a una habitación. Los tres hombres de blanco ingresan. La antesala se despliega ante los ojos de los recién llegados. Allí susurran no más de cinco personas. Un breve intercambio de palabras y con la misma rapidez, el trío traspasa la puerta de la habitación habilitada para un paciente especial. En la cama yace Eduardo Frei Montalva. Aún está cubierto por un pijama y sobre su abdomen conserva una venda elástica.

El que se comporta como jefe del trío visitante cierra la puerta. Ninguno de los tres hombres pide la ficha clínica del fallecido, ni a los médicos del establecimiento ni a sus facultativos particulares.

Antes de las 18 horas se inicia la intervención. Lo primero que sacan es la venda del abdomen que cubre la herida infectada de la operación. Sin mediar tregua, proceden a colgar el cuerpo del ex presidente con ayuda de la escalera de tijeras. Uno de ellos coloca agujas en las arterias del cuello, brazos y piernas y le inyecta un líquido que han traído preparado para la ocasión. Dos horas más tarde, ocho litros de formalina inundan el cuerpo de Frei Montalva, expulsando los restos de sangre y el último calor de su cuerpo.

Es entonces que dos de los tres hombres, los doctores Helmar Rosenberg y Sergio González, ejecutan un corte preciso en el tórax y otro en el abdomen. Y comienza el despojo: el riñón, el hígado, el corazón, el páncreas, los pulmones, el bazo En ese momento, el tercer hombre en la pieza se percata de que el bazo tiene adosado un apósito.

Dos pisos más arriba la señora Maruja Ruiz-Tagle no sospecha lo que está ocurriendo en ese preciso momento en la habitación especial donde está el jefe de familia recién fallecido. En el hall de la clínica, entre los dolientes que llegan en una procesión creciente, se desplazan inadvertidos dos agentes de la unidad especial de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), cuyos integrantes han seguido paso a paso los movimientos del que hasta ese día era el líder indiscutido de la oposición a Pinochet. Sólo unos minutos bastan para confirmar el impacto demoledor provocado por la noticia de su muerte.

En el segundo piso, el trío continúa su tarea. Cada uno de los órganos extraídos por los dos facultativos va siendo entregado al auxiliar Víctor Chávez, quien los deposita en una bolsa plástica, la que luego acomoda en un container o balde metálico. Cuando el despojo termina, el cuerpo ahora vacío es rellenado con gasa. Todo se hace en forma precisa y rápida. Cierran primero el abdomen, luego el tórax y, por último, proceden al maquillaje. Han trascurrido casi cuatro horas. Aproximadamente a las 22 horas los tres hombres salen tan silenciosamente como llegaron.

La llegada del doctor Max Muller Vega, que le saca una máscara mortuoria al rostro del ex presidente, ha sido una de las pocas interrupciones experimentada por el trío. Casi no sintieron a la enfermera que ingresó y se retiró en puntillas. Tampoco detienen su labor cuando se asoma la hija del difunto, Carmen Frei. Pero nadie los interpela.

El doctor Goic, quien aún está bajo el shock de la muerte del hombre que respeta y quiere, no puede olvidar el instante mismo en que debió constatar su fallecimiento. Con mano trémula firmó el certificado respectivo. Y entre la familia y la multitud que acude para expresar sus sentimientos, el doctor ve a dos personas en la habitación donde acaba de morir Frei, preparándose para ejecutar "un embalsamamiento". Eso fue lo que dijeron. No se inquieta. Alguien de la familia debe haberlo pedido

El cuerpo del ex presidente es entregado cerca de las 23 horas a sus hijos. A esa misma hora, el doctor Rosenberg, ya de regreso en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde trabaja, tiene todo preparado para iniciar el examen microscópico electrónico de las muestras. Las introducen en bolsas transparentes, las que procede a sellar sin rotular. Otras muestras las guarda en pequeños cubos de parafina sólida. Y lo más importante: hasta hoy nadie sabe lo que hizo con las vísceras.

Secretos sin respuesta

Cuando la familia de Eduardo Frei recibe su cuerpo, su rostro no tiene huellas de ninguna intervención. Es la misma cara, ahora con los ojos cerrados, que los ha acompañado durante toda su intensa vida familiar. Y ello porque lo único que el equipo del doctor Rosenberg dejó intacto fue el cerebro. Todos ignoran que el corazón de Frei, así como su hígado y otros órganos, ya están en tubos con formalina.

El doctor Rosenberg guardará rigurosamente el secreto de lo que hizo aquella calurosa tarde del 22 de enero de 1982, y que lo tuvo ocupado hasta el amanecer del día siguiente. Lo mismo que el doctor González. Diez años transcurren y nadie pregunta nada. Es el tiempo que tarda Rosenberg en decidirse a transcribir los resultados del procedimiento. Y diez años más deberán pasar hasta que alguien decida revelar la existencia del documento.

Porque dos décadas después de la muerte de Frei Montalva se recibe el mensaje de que existe una autopsia hecha al ex presidente minutos después de su muerte, en la misma habitación donde murió. Carmen Frei, la hija del ex mandatario y ex senadora, la mujer que iniciara en 2000 la investigación sobre su posible asesinato ante la mirada escéptica de todos, de inmediato recoge la hebra. Sabe que es una pieza clave del proceso. Tiene la plena convicción de que nadie de su familia autorizó una autopsia. Lo primero será rehacer cada minuto a partir de la muerte del padre. Y lo hace.

Finalmente, se llega al Hospital Clínico de la UC, el establecimiento hospitalario al que pertenecerían los patólogos que realizaron la autopsia. Dos años transcurren entre el primer indicio del informe hasta ese momento desconocido y su confirmación. En el primer documento escrito que habla de una autopsia, aparece la firma del doctor que dirigió la intervención: Helmar Rosenberg. Además la familia recibe un dato que la dejará sin aliento, el del nombre del hombre que la pidió: el pediatra Patricio Rojas, el ex ministro del Interior de Frei Montalva hasta el día en que le entregó el bastón de mando a Salvador Allende en 1970. El fiel colaborador de Patricio Aylwin entre 1990 y 1994. El hombre que en esos días dramáticos ofició de nexo entre el equipo médico y la familia Frei.

La indignación en la familia Frei se acrecienta. ¿Cómo fue posible que se le hiciera al ex presidente una autopsia en la clínica y nadie les pidiera la autorización, condición indispensable para su materialización? Pero más importante aún: ¿por qué realizar la intervención en la habitación donde murió Frei? ¿Por qué no llevarlo a un lugar habilitado con mesa de mármol o de metal y agua corriente para que la autopsia se hiciera con un mínimo de garantías de salubridad? ¿Por qué la rapidez, el secreto, la violación de varios reglamentos médicos y legales? No hay respuesta.

Una de las primeras tareas que surgen entonces es identificar al médico de la Clínica Santa María que entre las 17 y las 23 horas de ese 22 de enero de 1982 está a cargo del pasillo donde estaba ubicada la habitación donde Frei muere. Porque ese facultativo tenía la responsabilidad de resguardar el cuerpo del ex presidente. Y es el único que debió haber impedido o al menos interpelado a cualquier extraño que quisiera acceder a su cadáver.

Ocho páginas que acusan

A partir de ese momento se inicia un carrusel de contradicciones. El doctor Rosenberg dice que realizó "el embalsamamiento", y no una autopsia, por orden del doctor Roberto Barahona, a quien individualiza como el entonces director del Departamento de Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica. Y agrega que casi tres meses más tarde, en abril, también por orden de Barahona, le informó de los resultados a los médicos que él identifica como los tratantes de Frei: Patricio Rojas, Patricio Silva y un tercero de cuyo nombre extrañamente todos se olvidaron.

Se equivoca, porque Rojas, como él mismo lo ha repetido, nunca ofició de médico de Frei. Pero en los inicios de la investigación esto no tiene importancia. Los doctores Rojas y Silva niegan toda relación con la autopsia y tampoco recuerdan la reunión de abril.

El doctor Barahona nada puede decir. Al momento de la muerte de Frei, él estaba enfermo en su casa. Murió siete meses después que el ex presidente. ¿Quién dirigía entonces el Departamento de Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica al momento de la muerte de Frei? Otro misterio a resolver.

Los dichos de Rosenberg son nuevamente despedazados cuando finalmente una copia completa del "embalsamamiento" que le hizo a Frei, llega a manos de la familia. Porque en la primera página de ese documento se lee: AUTOPSIA N 9/82. NOMBRE: EDUARDO FREI MONTALVA. PATÓLOGO: Dr. H. Rosenberg. RESIDENTE: Dr. S. González. FECHA Y HORA: 18 horas (ver facsímil).

Es la primera prueba de que sí hubo autopsia. Tanto así, que fue archivada en los mismos libros en los que se guardan cuidadosamente empastados de cien en cien todos los informes de autopsia que allí se practican. Ese documento marca también el comienzo de otros descubrimientos. Porque cuando se procede a periciarlo, y casi a simple vista, se percibe que tiene características totalmente distintas a los otros informes que ese empaste contiene.

Rosenberg explica. Dice que guardó sus apuntes y la grabación de los análisis por aproximadamente diez años. Y que fue entonces que decidió transcribir los resultados, tarea que le encomendó a Carmen, la secretaria del Departamento de Anatomía Patológica e hija del extinto doctor Barahona.

Esa es la explicación del cirujano y patólogo Helmar Rosenberg Gómez, 74 años, de por qué el "Informe de autopsia N 9/82" a Eduardo Frei Montalva, que se despliega en ocho páginas, no tenga el mismo tipo de letras que las otras empastadas en el mismo tomo. Y que sea evidente que fue pegoteada a destiempo. Más curiosa es la anexión del examen histológico, que se hizo en época totalmente distinta.

Las fotografías de microscopía electrónica también desaparecieron. Un pequeño desorden por cambio de sede afirma está en el origen. Y no existe ficha médica adjunta. Para esa irregularidad no hay respuesta. Tampoco hay explicación para la inexistencia de un diagnostico clínico. ¿Dónde están entonces los resultados que afirma haber informado en abril de 1982 a los doctores Patricio Rojas y Patricio Silva?

La sociedad Rosenberg-González

Si la autopsia de Frei demoró 20 años en ser descubierta, los misterios que la rodean han sido menos resistentes. Porque la versión de Rosenberg tuvo una contraparte brutal. Y ello porque Carmen Barahona no reconoció el informe de autopsia archivado. Y hubo otro recuerdo importante: su padre efectivamente estaba enfermo al momento de la muerte de Frei, por lo que no era el director del departamento. El jefe era el doctor Benedicto Chuaqui. Un problema: Chuaqui nunca vio el informe de la autopsia practicada a Eduardo Frei. Así lo afirmó en una muy temprana indagatoria. Peor: el doctor no podrá decir lo que logró descubrir cuando quiso saber por qué le habían ocultado el informe de Frei. Murió en 2003.

Un misterio que sigue sin resolver es cómo se explica que el equipo médico encabezado por Rosenberg llegara a la Clínica Santa María sólo minutos después de la muerte de Frei (17:20). Porque lo que Rosenberg y su equipo confirman es que partieron desde el Hospital Clínico de la UC a la Clínica Santa María alrededor de las 17 horas de ese 22 de enero. Y el informe de autopsia consigna la hora de inicio: 18 horas.

Un apoyo importante le ha brindado a Rosenberg el doctor Sergio González Bombardiere. Los recuerdos de este patólogo de 55 años, jefe desde 2000 del Departamento de Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica y quien lo secundó en la autopsia practicada a Frei, son casi idénticos a los de Rosenberg.

Lo que no calza es que Rosenberg, con 33 años en el Departamento de Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de la UC, y González, con 27 años en el mismo, insistan en que no hay nada extraño en el embalsamamiento que se le hizo a Frei. Primero, fue una autopsia. Incompleta, pero autopsia. Segundo, los datos ciertos de ese centro médico indican que no hay registro de que alguna vez se haya hecho una intervención similar a la de Frei en otro establecimiento hospitalario y menos en la habitación del paciente. ¿Por qué la excepción y la urgencia? No hay respuesta.

La solidaridad entre ambos podría explicarse porque no sólo son compañeros de trabajo desde 1981, tres años después de que González se titulara, sino también socios desde 1993. La última empresa conjunta lleva por nombre Profesionales e Inversiones Médicos Patólogos Asociados.

En cuanto a Patricio Rojas, los recuerdos de Carmen Barahona han sido lapidarios. Porque sin titubear afirmó que, al momento de la muerte de Frei, su padre estaba en su casa enfermo, y que Patricio Rojas lo llamó para solicitarle la autopsia al cuerpo del ex mandatario.

En su declaración judicial de 2003, publicada por "La Tercera", Patricio Rojas reconoce el hecho que calló por dos décadas: "Efectivamente se hizo un protocolo de autopsia, realizado por un médico del Hospital Clínico de la Universidad Católica, tuvimos el cuidado de hacer el examen anatomo-patológico y tuvimos los informes de este examen. Como yo no era el médico tratante, no fui yo el que recomendó a la familia que se practicara la autopsia, pero cuando me consultaron no me opuse, pudo ser el doctor Goic o el doctor Silva. También, comenté la necesidad de contar con exámenes tanatológicos para tener la certeza de la causa de su muerte, pero ignoro si se hicieron o no, y si así fue no tuve acceso a los resultados".

La información oficial, que recibió también Rojas de parte de los médicos de la Universidad Católica, fue que la causa de muerte del ex presidente fue una septicemia no controlada. Pero el documento que lo acredita no aparece, sino que sólo se conoce el informe anatomo-patológico. Ante de la duda creciente de que pudo haber sido contaminado por agentes químicos en forma deliberada, su cuerpo fue exhumado en 2005 y las muestras enviadas a FBI, sin obtenerse resultados positivos. Pero después, otros importantes análisis se han practicado. Y de su resultado sólo sabe el ministro Alejandro Madrid, quien decretó desde entonces que ninguna de las partes tiene acceso al sumario.

Patricio Rojas se ha defendido de las dudas sobre su rol en los procedimientos que tuvieron lugar en las horas posteriores a la muerte del ex presidente. Y ha descartado las evidencias de una posible intervención de terceros, diciendo que sólo son "conjeturas".

La réplica más dura que ha tenido Rojas ha sido de parte de Carmen Frei. El 31 de agosto de 2006, en entrevista con Radio Cooperativa, afirmó: "¿Conjeturas? ¡Por favor! Más que evidencia: yo vi la escalera en la pieza y me sacaron de ella porque a mi papá le estaban haciendo una autopsia". Y concluyó reiterando una frase que aún hace eco: "¿A quién protege Patricio Rojas?".

Dos años y medio más tarde, ninguna de las declaraciones de Patricio Rojas han convencido a los hijos Frei, los que no entienden cómo uno de los hombres de máxima confianza de la familia les ocultó por más de 20 años que se había hecho una autopsia cuyo procedimiento está lleno de irregularidades.

Por ello, el próximo paso que la familia Frei pedirá será la reconstitución judicial paso a paso de la autopsia. Una diligencia que seguramente podría despejar misterios y unir las pocas piezas que aún faltan para que el juicio sea caratulado como "asesinato".


Médico de la DINA y CNI operó a Eduardo Frei Montalva

Fuente :CIPER 5 de Marzo 2009

Categoría : Testimonio

El 6 de diciembre de 1981 marca el camino a la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva. Ese día, asume el timón de la decisiva segunda operación, el doctor Patricio Silva Garín, del Hospital Militar. Todos los profesionales a los que convoca a su equipo son militares, incluido un médico, hasta ahora omitido y que pertenecía a la CNI; y un anestesista con historia. La reconstitución de esos momentos revela que los hombres de los servicios de seguridad de Pinochet que cercaron a Frei en sus últimos días están unidos en una trama que involucra varias muertes que bien podrían aclararse en el curso de la investigación del ministro Alejandro Madrid. La de José Tohá es una de ellas.

Tan sólo unos minutos le bastan al doctor Patricio Silva Garín para decidir ese 4 de diciembre de 1981 que Eduardo Frei Montalva debe regresar de inmediato a la Clínica Santa María. Han trascurrido 17 días de la operación a la hernia al hiato a la que se sometió en la misma clínica, y hay síntomas claros de una recaída. Los primeros en ser alertados son los agentes de la CNI y de la Unidad Antiterrorista (UAT, de la Dirección de Inteligencia del Ejército, DINE). La información la reciben –entre otros- del chofer de Frei y hombre de confianza de su familia, Luis Becerra, quien desde que Frei enfermó se ha instalado y está presente a toda hora en la casa familiar ubicada en calle Hindemburg. En ese momento nadie sospecha que Becerra es agente de la CNI.

Dos días después, a las 16 horas, el ex presidente yace pálido y febril en la camilla del pabellón. Está a punto de comenzar la segunda operación. Y esta vez, en el puesto de mando se instala el doctor Patricio Silva Garín, el que acaba de relevar al cirujano Augusto Larraín Orrego, quien dirigió la primera intervención. A su lado se ubica el doctor Eduardo Wainstein, cirujano gastroenterólogo y cancerólogo, médico jefe de Cirugía del Hospital Militar.

Sólo esos dos médicos aparecían hasta ahora en esa segunda y decisiva operación al ex presidente. Inexplicablemente se omitió el nombre del tercer médico al que convocó personalmente el doctor Patricio Silva Garín (descartando a todos los facultativos que habían participado anteriormente en el equipo que atendía a Frei). Pero el equipo de policías que junto al ministro Alejandro Madrid investiga la muerte del ex presidente, lo encontró. Y este fue Rodrigo Vélez Fuenzalida, en esos momentos cirujano de urgencia del Hospital Militar, de la Clínica Santa María y también médico de la CNI.

Rodrigo Vélez, quien ingresó a la DINA en 1976 y siguió en la CNI hasta al menos 1982 y en el Ejército hasta 2004 (actualmente se desempeña en el centro Dial Médica de Providencia), participa en la operación que el 6 de diciembre de 1981 marca un antes y un después en la vida de Eduardo Frei Montalva. También en su historia clínica.

Los otros hombres de la DINE

21A las 16 horas del 6 de diciembre de 1981 se inicia la segunda intervención. Todo se desarrolla bien salvo en un pequeño momento en que el doctor Silva trata de separar las asas intestinales al percibir un plastrón que comprometía varias de ellas. Pero sutura y poco después da la autorización para que el paciente sea trasladado a la habitación 401.

A la mañana siguiente, el doctor Alejandro Goic es llamado de urgencia: el doctor Carlos Zavala, de la Clínica Santa María, le informa que el ex mandatario está en shock séptico. Otro de los médicos del mismo establecimiento hospitalario, el doctor Sergio Valdés, uno de los más respetados por su experiencia en Cuidados Intensivos, diagnostica que lo más probable es que se haya provocado una infección en la cavidad abdominal.

Como ha quedado demostrado en la investigación judicial y también en la investigación hecha por la autora de este reportaje, la evolución de Frei Montalva es seguida de cerca por los agentes de la Unidad C1-2 de la CNI, que en esos días tienen como misión primordial rodear la Clínica Santa María para informarse paso a paso de lo que ocurre. También cuentan con informantes privilegiados, como los doctores Sergio Virgilio Bocaz, quien trabaja simultáneamente en la Clínica London (desde 1976) de la CNI y en la Santa María; y Pedro Samuel Valdivia Soto, médico de la CNI; quien trabaja también en la Clínica Santa María.

Valdivia fue contratado para atender a los pacientes del post operatorio entre las 20:00 y las 8:00 horas. Por lo mismo, tiene acceso a cualquier hora de la noche a la habitación 401, la de Eduardo Frei.

De hecho, poco antes de que se decidiera relevar al doctor Augusto Larraín de su rol de médico jefe de Frei, el doctor Pedro Valdivia examina al paciente. Dice haber sido convocado por la enfermera María Victoria Larraechea, cuñada de Eduardo Frei hijo. Pero la hermana de Marta Larraechea niega haberlo llamado. Y luego, minutos antes de que el doctor Patricio Silva Garín asuma el rol principal entre los médicos de Frei, testigos verán a Silva y al doctor Pedro Valdivia conversando en un pasillo.

Toxinas en la cárcel y en la Santa María

El 8 de diciembre se decide volver a operar a Frei. Son horas críticas. Nuevamente el cirujano Patricio Silva da el vamos. Son las 19:30 exactas. Afuera, se siente el ritmo tranquilo de la ciudad en un día festivo. Pero en la Clínica Santa María hay angustia. En esas precisas horas, la familia del ex mandatario ignora que un clima dramático similar se apodera de los presos en la Cárcel de Santiago. Dos delincuentes comunes y cuatro integrantes del MIR también se debaten entre la vida y la muerte: Ricardo y Elizardo Aguilera; el jefe de las milicias de resistencia del MIR, Guillermo Rodríguez Morales, y Adalberto Muñoz Jara; más los reos comunes Víctor Hugo Corvalán Castillo y Héctor Pacheco Díaz.

Sólo se salvan los presos políticos. Corvalán y Pacheco fallecen por “intoxicación aguda inespecífica”. Nunca se hicieron análisis de sus restos. Más tarde se probará que fue una intoxicación con toxinas botulínicas. Las mismas que preparaba en el laboratorio de la DINA, el químico Eugenio Berríos. Y sólo en los últimos años se tendrán las pruebas de que fue una contaminación deliberada de sus comidas para asesinarlos. Una operación digitada desde la DINE para vengar a los integrantes del MIR acusados por el asesinato de su colega de la DINA y la DINE, el antiexplosivista Carlos Tapia y del coronel Roger Vergara.

19Pero en ese momento nadie liga ambos hechos. Y la familia de Frei Montalva deposita la vida del dirigente democratacristiano en las manos de un equipo médico con estrechos lazos con el poder militar imperante y con sus servicios más secretos. Los mismos que luego de constatar el liderazgo del ex presidente como principal opositor al plebiscito para ratificar la Constitución de 1980, su incorporación como integrante de la Comisión Norte-Sur, el grupo de estadistas mas influyentes del mundo encabezado por Willy Brandt; y su adhesión al grupo que dirige Tucapel Jiménez y que prepara un paro nacional, lo han identificado como el principal enemigo del régimen a eliminar.

La historia oculta de Patricio Silva

El jefe del equipo médico ahora es Patricio Silva Garín, integrante de la plana mayor del Hospital Militar, concuñado y amigo de Patricio Rojas, el fiel ex ministro de Frei. Su presencia en el escalafón militar desde 1956 no es nominal. En 1966 participó en dos cursos en la Escuela de las Américas de Panamá, oscuro centro de entrenamiento de los represores de Latinoamérica.

A Silva le gustaban los cursos militares. En 1974, siguió el curso “Informaciones para oficiales de los servicios” en la Academia de Guerra, donde tuvo varios compañeros notables. Entre ellos, el doctor Eduardo Arriagada Rehren, quien después de asumir el mando de la Clínica London de la DINA fue director de Sanidad del Ejército y director del Instituto Bacteriológico de la misma institución hasta que en 1990 se lo encuentra en el subterráneo de la Brigada de Inteligencia del Ejército (BIE), en calle García Reyes. También figuran en el mismo curso el doctor Sergio Rosende Oyarzo, del mismo Laboratorio Bacteriológico del Ejército y los doctores Horacio Taricco Lavín y Vitorio Orvietto, ambos directores de la Clínica London de la DINA; además del dentista Sergio Muñoz Bontá, del mismo establecimiento.

Cuando al doctor Patricio Silva le han preguntado por los colegas que participaban en los servicios de seguridad, su respuesta es que desconoce todo en esa área. Tampoco identifica en ese grupo al doctor Rodrigo Vélez. Y prefiere no incluir a Vélez entre los facultativos presentes en la operación decisiva a Frei Montalva. Tampoco sabe de la autopsia que se le hizo al ex mandatario y de la cual fue informado por el propio doctor que la practicó: el doctor Helmar Rosenberg. Silva insiste en que ni siquiera conoce a Rosenberg.

Lo cierto es que el doctor Silva, el mismo que estuvo en “comisión extrainstitucional al comando en jefe del Ejército” desde abril de 1980 hasta julio de 1982, se hace cargo de decidir lo que se hará con el paciente Eduardo Frei Montalva en diciembre de 1981, teniendo ya a su haber un rol importante en la hasta ahora no aclarada muerte del general Augusto Lutz, ex director de Inteligencia del Ejército, en 1974.

17Fue el propio Silva quien atendió a Lutz cuando éste enfermó súbitamente en Punta Arenas, lugar al que fue relegado por Pinochet en 1974, zanjando así la disputa que mantenía Lutz con Manuel Contreras por los abusos de poder del jefe de la DINA. Silva le diagnosticó una úlcera gástrica y lo acompañó en el avión que lo trajo al Hospital Militar, donde lo operó. El anestesista de esa operación fue el doctor Pedro Cubillos, quien cumplirá la misma función en dos intervenciones al ex presidente Eduardo Frei Montalva bajo la conducción de Silva Garín.

Poco después de la intervención, el 28 de noviembre de 1974, falleció en extrañas cirunstancias el ex director de Inteligencia Augusto Lutz. “¡Sáquenme de aquí!”, fue la última frase que alcanzó a escribir en una hoja de papel que le hizo llegar a una de sus hijas antes de morir. Tenía 52 años.

Pero Silva ya era en diciembre de 1981 protagonista de otro episodio oscuro hasta ahora desconocido y descubierto por el equipo de policías que secunda al ministro Alejandro Madrid. Fue el mismo doctor Silva el que operó en 1975 al ex ministro del Interior y Defensa de Salvador Allende, José Tohá, cuando lo interrogaban los mandos de la DINA Raúl Eduardo Iturriaga Neumann y Marcelo Moren Brito, en el Hospital Militar. La operación se materializa poco antes de que Tohá muera en un suicidio que podría en los próximos meses ser caratulado como homicidio.

Los hombres del cerco a Frei

Los hombres que han cercado a Frei en sus últimos días de vida comparten un pasado oscuro. Es el caso de Luis Becerra, su chófer; de Raúl Lillo, uno de los jefes del seguimiento a Frei desde la CNI y la DINE; del doctor Rodrigo Vélez Fuenzalida, el médico que lo opera y también el doctor Pedro Valdivia, quien circula en el mismo piso donde está hospitalizado el ex mandatario. Los dos últimos atienden a los prisioneros torturados en el cuartel Borgoño de la CNI y ambos saben de otro asesinato en la Clínica London de la DINA. Tanto así, que Valdivia será procesado en 2007 como encubridor del crimen del cabo de la DINA, Manuel Leyton, a quien se le aplicó el mortal gas sarín -fabricado por Eugenio Berríos- para que no revelara a un juez que lo interrogaría que habían lanzado al mar los cuerpos de detenidos desaparecidos.

Pero en esos días de diciembre de 1981 los doctores Vélez y Valdivia, con sus impecables y albos delantales, transitan sin problemas desde la supervisión a la tortura y la sutura a mujeres violadas, al delicado cuidado de los pacientes de la entonces exclusiva Clínica Santa María.

Eduardo Frei muere el 22 de enero de 1982. Un mes después es asesinado el dirigente sindical Tucapel Jiménez. Los dos principales líderes de la oposición y organizadores del paro nacional con el que se pensaba acelerar el fin de la dictadura, han desaparecido del escenario.

En 1990, recuperada la democracia, el ministro Adolfo Bañados toma en sus manos el juicio por el asesinato de Orlando Letelier y también decide investigar a fondo las operaciones de la DINA. Es entonces que se pone en acción el círculo de seguridad en torno a Pinochet y que sigue una línea continua desde la Brigada Mulchén de la DINA, la que pasa a denominarse en 1978 Unidad Antiterrorista (UAT), y luego se convierte en Brigada de Inteligencia (BIE). Pero siempre bajo la dependencia de la DINE.

Miguel Hernández y Raúl Lillo, protagonistas de los seguimientos a Frei y Tucapel Jimènez desde la UAT y la CNI, tienen un nuevo jefe: Arturo Silva Valdés. Será Silva Valdés y Francisco Ferrer Lima, condenado por el asesinato de Tucapel Jiménez, quienes se encargarán de sacar de Chile hacia Uruguay a Carlos Herrera Jiménez, autor del crimen de Tucapel Jiménez y a Eugenio Berríos, el químico que fabricó las toxinas y sustancias letales con que se eliminó a enemigos como Eduardo Frei Montalva.

Otros hombres de la ex Brigada Mulchén, como el brigadier Jaime Lepe, escolta de Pinochet y más tarde secretario general del Ejército, se encargarán de bloquear a la justicia para que las secretas operaciones de esa unidad de elite, como el asesinato de Carmelo Soria, queden en la impunidad.

18También se protegerá al suboficial José Roa Vera, de la misma unidad secreta de la DINE antes mencionada, quien fue el responsable de llevar las toxinas botulínicas hasta la Cárcel Publica en diciembre de 1981, con las que se intentó asesinar a cuatro integrantes del MIR en la misma fecha que Frei también agonizaba.

El doctor Rodrigo Vélez (61 años) seguirá durante muchos años su carrera sin perturbaciones. Pero hay un dato, un pequeño eslabón que lo une a la trama oculta donde los servicios de seguridad decidían sobre la vida y la muerte de los opositores al régimen militar. El hecho ocurre en enero de 1993, el mismo año en que Eugenio Berríos fue asesinado en Uruguay, cuando este cirujano de urgencia fue destinado a la Dirección de Inteligencia del Ejército.

En cuanto al doctor Patricio Silva Garín, su carrera ha ido en continuo ascenso. En democracia fue vicepresidente ejecutivo de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena) y hoy es uno de los más importantes asesores del nuevo Hospital Militar. Su concuñado y amigo, Patricio Rojas, no puede decir lo mismo. Mientras la atención se concentra en la figura del ex ministro del Interior de Frei Montalva, vuelve a cobrar importancia el emplazamiento que le hiciera desde el Congreso la hija del ex presidente, Carmen Frei: “¿A quién protege Patricio Rojas?”.ltima empresa conjunta lleva por nombre Profesionales e Inversiones Médicos Patólogos Asociados.


Recluidos los 6 procesados en crimen de Frei Montalva

Fuente :La Nación 7 Diciembre de 2009     

Categoría : Prensa

Médico jefe del Hospital Militar está entre los encausados como autores del homicidio además del chofer del ex Presidente. Encubridores son médicos de la UC

Un total de 6 personas, ente ellos el jefe del Departamento de Contraloría del Hospital Militar, doctor Patricio Silva Garín, fueron procesados en distintos grados por el asesinato del ex Presidente Eduardo Frei Montalva el 22 de enero de 1982 en la Clínica Santa María.

El Ministro en visita del caso, Alejandro Madrid, encausó y ordenó el arresto como autores del homicidio a Silva Garín, Luis Alberto Becerra Arancibia y Raúl Lillo Guitérrez.

En calidad de cómplice fue procesado Pedro Samuel Valdivia Soto, mientras que como encubridores quedaron en la misma condición Helmar Rosenberg y Sergio González.

De acuerdo a un informe emitido esta mañana por la Dirección de Comunicaciones del Poder Judicial, el primero que confirma oficialmente el caso, los procesados quedaron recluidos en distintos recintos.

El doctor Silva Garín es coronel de sanidad del Ejercito en retiro y actualmente ejerce como  jefe del Departamento de Contraloría de Hospital Militar. Becerra, en tanto, era chofer y funcionario de confianza del ex Mandatario y a su vez informante que el Dine tenía para espiar a Frei.

Lillo Guitérrez, que también está acusado por el crimen del químico Eugenio Berríos, fue agente de la Dina, la CNI y la Dirección de Inteligencia del Ejercito (Dine).  Era el que manejaba el contacto con Becerra.

Valdivia Soto es un ex agente de la Dina, médico de la Clínica Santa María. Helmar Rosenberg y Sergio González que son los médicos del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital de la Universidad Católica que hicieron la autopsia.

Los implicados, de acuerdo a los informes extraoficiales, fueron trasladados por personal especial de la Policía de Investigaciones (PDI) al tribunal de Avenida España, donde fueron notificados por el magistrado.

El sábado 28 de noviembre, el juez Madrid cumplió las dos últimas diligencias para reconstituir los momentos antes de la muerte de Frei Montalva y la misteriosa autopsia realizada en la misma habitación donde falleció y que fue ocultada por 20 años en el archivo del Anatomía del Hospital de la UC

Juez Madrid: “Sustancias tóxicas” en crimen de Frei

El Ministro en visita Alejandro Madrid detalló esta tarde que el asesinato de Eduardo Frei Montalva, por el que hoy dictó 6 procesamientos, fue provocado por “sustancias tóxicas” que los autores le introdujeron en la Clínica Santa María.

“El fallecimiento fue ocasionado por la introducción paulatina de sustancias tóxicas no convencionales, por la aplicación de productos farmacológicos no autorizados y por la ocurrencia de situaciones anómalas que fueron disimuladas y que deterioraron su sistema inmunológico”, dijo el magistrado en su primera declaración luego de la notificación y arresto del grupo.

Precisó que el tipo de sustancia que le fue inyectada al ex Mandatario y que le provocó el deceso el 22 de enero de 1982, luego de ser internado por una hernia, hacía, hasta ahora, “imperceptible la intervención de terceros en su fallecimiento.

Respecto de la presencia de cercanos como autores del crimen, como el chofer de Frei Montalva, Luis Becerra, y su ex subsecretario de Salud, el médico Patricio Silva Garíndijo que “justamente la cercanía a veces hace que sea la manera de cómo se actúa”.

Respecto de los roles del mismo Becerra y Raúl Lillo Gutiérrez, apuntó que tienen “el papel de seguimiento, de tener informantes pagados, de coordinar todas las intervenciones telefónicas para tener al ex presidente en una condición de control absoluto”.


Por qué se decidió eliminar a Frei

Fuente :CIPER 8 de Diciembre 2009

Categoría : Prensa

A partir de mayo de 1975, después de una extensa entrevista concedida al semanario colombiano Nueva Frontera, en la que el ex mandatario criticó duramente a la Junta Militar encabezada por Pinochet y en momentos en que las cárceles secretas se hallaban repletas de prisioneros torturados, Frei se convirtió en un personaje molesto. Sus declaraciones fueron profusamente reproducidas en Europa y EE.UU, mientras en Chile la DINA reforzaba una brigada para vigilar sus movimientos.

A partir de mayo de 1975, después de una extensa entrevista concedida al semanario colombiano Nueva Frontera, en la que el ex mandatario criticó duramente a la Junta Militar encabezada por Pinochet y en momentos en que las cárceles secretas se hallaban repletas de prisioneros torturados, Frei se convirtió en un personaje molesto. Sus declaraciones fueron profusamente reproducidas en Europa y EE.UU, mientras en Chile la DINA reforzaba una brigada para vigilar sus movimientos.

Todas las patentes de los autos que llegaban hasta su casa eran registradas y sus ocupantes fotografiados y filmados. Luego, a través de la oficina de la DINA y luego de la CNI que funcionaba al interior del Registro Civil se identificaba a sus dueños. Lo mismo ocurría con su oficina en Huérfanos 1022 y los teléfonos de ambos inmuebles.

El acoso se hizo más intenso a medida que los influyentes nexos políticos internacionales de Frei se intensificaron. En agosto de 1976, una bomba explotó en el frontis de la casa de Oscar Pinochet de la Barra donde se le ofrecía a Frei una cena de honor. En poder del jefe de la DINA en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel, que la autora de esta investigación encontraría en 1986 en el Archivo Judicial de ese país, está un informe del SIDE (símil de la DINA en Argentina) donde se dice que la bomba con que fue asesinado Orlando Letelier y su asistente en Washington en septiembre de 1976, tiene la misma factura de fabrica que el atentado a Bernardo Leighton en Roma (1975) y el fallido atentado contra Frei el 14 de agosto de 1976.

En diciembre de 1977, la vigilancia sobre Frei cobró nuevos bríos. El ex presidente se integró al foro político mundial más importante de esos días en el mundo occidental: la Comisión Norte-Sur encabezada por el ex canciller alemán y presidente del Partido Social Demócrata de ese país, Willy Brandt e integrada por 17 personalidades políticas y económicas.

Nuevos episodios le revelaron a Frei el intenso seguimiento del que era objeto. Aunque la estricta verdad es que en la Democracia Cristiana de esos días y durante mucho tiempo más, se siguió pensando que el asesinato y la desaparición estaba reservada a la izquierda y no para sus militantes importantes. Deberían transcurrir tres años antes de que el escenario diera un vuelco radical.

El 10 de agosto de 1980 sorpresivamente Pinochet decidió llamar a un plebiscito para refrendar su nueva Constitución. Sin registros electorales, sin libertad de prensa ni de reunión y con los organismos represivos en acción en todo el país, era una farsa. El presidente de la DC, Andrés Zaldívar, esa misma noche hizo público su rechazo. Pero la Democracia Cristiana inició un intenso debate interno sobre qué posición adoptarían. Frei estaba en Sao Paulo en un seminario. Decidió regresar de inmediato. Pero antes, decidió dar una señal a la DC y a Pinochet sobre su actitud. Declaró públicamente que “el plebiscito no es mas que un artificio para perpetuarse nueve años más en el poder”.

Apenas llegó fue informado de que su NO a la Constitución no concitaba la unanimidad en el PDC. Un sector proponía la abstención silenciosa. De inmediato le dio una entrevista a Patricia Verdugo donde afirmó:

-No hay que engañarse, es el equipo económico es el que necesita asegurar diez años mas de dictadura para imponer su modelo. Jamás imaginé a esta derecha entregándose a una dictadura. Me sigue sorprendiendo y me entristece (Vea la entrevista completa).

El 20 de agosto, la propuesta de Frei y Andrés Zaldívar de que cada hombre que venciera el miedo y votara NO podía transformarse en un activo opositor, triunfó en el PDC. Sin tregua y contra el tiempo, se llamó a un gran acto público para decir NO en el Teatro Caupolicán. La respuesta del régimen no tardó. El 22 de agosto los ministros de Defensa, César Raúl Benavides y de Interior, Sergio Fernández, firmaron un decreto secretó creando una nueva “Unidad Antiterrorista” (UAT), capacitada para “neutralizar, destruir o capturar núcleos de resistencia adversarios y conquistar objetivos ocupados por organizaciones subversivas a los propósitos del Supremo Gobierno”.

El documento, descubierto por el actual ministro de la Corte Suprema Milton Juica y revelado por El Mostrador, dice además: “En caso de ser necesario, esta UAT podrá estar integrada por personal especializado de otras instituciones (…) La dependencia orgánica permanente de esta UAT será del Ejército. Mantendrá relaciones por el Canal Técnico con la CNI para los efectos de coordinación en la planificación. Su empleo en acciones antisubversivas será resuelto por el Sr. Presidente de la República”.

Ignorantes de la nueva unidad operativa que había entrado en acción, siete días después, ante un recinto atiborrado de hombres y mujeres, Frei se convirtió en el líder del NO a Pinochet siendo el único orador del Caupolicán. En primera fila, José Piñera y su hijo Sebastián Piñera. Por las ondas de las radios Cooperativa, Chilena y Santiago llegó a todo Chile su propuesta de formar de inmediato un gobierno de transición cívico militar que estableciera en un plazo de tres años recuperar el pleno ejercicio del régimen democrático.

Afuera, policías fuertemente armados rodearon el recinto. Pero ese 27 de agosto de 1980 quedó marcado en la agenda que derrotó a Pinochet en 1988: fue la primera vez que democratacristianos, socialistas y comunistas se unían en torno al NO a Pinochet. Ganó el SI, pero ya nada fue igual.

Al mismo ritmo que la crisis económica se agudizaba y las ollas comunes se multiplicaban en las poblaciones, la actividad sindical crecía. En julio de 1981 Manuel Bustos y Alamiro Guzmán, en nombre de la Coordinadora Nacional Sindical (CNS) lanzaron un petitorio (“Pliego Nacional”). El ministro Sergio Fernández se querelló. Los dirigentes de la CNS fueron detenidos y llevados con grilletes hasta los tribunales, donde sesionaba la Corte Suprema.

Al día siguiente, 10 de julio, Frei fue a la Vicaría de la Pastoral Obrera. También llegó Tucapel Jiménez, presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Los movimientos de ambos eran seguidos de muy cerca. Dos informantes tenía Raúl Lillo apostados en la ANEF, además de Luis Becerra en el entorno íntimo de Frei y Genaro Cerda Weber en el PDC.

De inmediato en la UAT se supo que ese día había quedado constituido el comité de defensa de los sindicalistas arrestados. Frei no firmó la declaración, pero fue la primera vez que participaba en una iniciativa política junto a dirigentes socialistas y comunistas.

El 11 de agosto fueron detenidos violentamente y expulsados del país tres ex ministros firmantes del comité recién formado: Carlos Briones (PS), Jaime Castillo Velasco (DC), Orlando Cantuarias (PR) y el ex senador DC y entonces militante de la Izquierda Cristiana, Alberto Jerez.

Pinochet arremetió contra la CNS -“todos son comunistas con todas sus letras”- y quienes solidarizan con ellos “pasan a la categoría de colaboradores”, afirmó ante las cámaras. Frei convocó a una conferencia de prensa para solidarizar con los sindicalistas presos. En ella calificó la expulsión de los cuatro miembros del comité de defensa como “un acto inconcebible en todo país civilizado que forma parte de una escalada que tiende a crear un clima de temor y amenaza”.

La réplica vino en boca del ministro del Interior Sergio Fernández, quien acusó a quienes solidarizaban con la CNS de “cómplices o coautores con el marxismo, y tendrán que sufrir las consecuencias que significa no cumplir una ley”. Pinochet fue el autor de la segunda respuesta. Desde Chillán, la cuna de O’Higgins, afirmó que “esa lacra del terrorismo cuenta con la complicidad de algunos chilenos”, anunciando que se castigaría “con la mayor dureza” a quienes colaboran con el marxismo.

Todos supieron que se refería a Frei cuando agregó: “El haber sido un opositor a la doctrina marxista no exime de la responsabilidad que se asume cuando se pacta con los exponentes de esa doctrina”.

Pero la Democracia Cristiana y tampoco Frei sospecharon que la embestida sería brutal. El ex presidente partió el 18 de septiembre a Alemania para una nueva reunión de la Comisión Norte-Sur. Su leal y antiguo chofer Luis Becerra lo llevó hasta el aeropuerto. Cuando regresó, siguió con su intensa agenda política y confidenció que los reflujos por la hernia al hiato lo estaban perturbando más de la cuenta. Volvió a partir, esta vez a Italia. El 2 de octubre de 1981 fue recibido por las máximas autoridades de ese país. Los ojos de Europa seguían expectantes la evolución de las fuerzas democráticas en Chile. Los ojos y oídos del servicio exterior de la DINE -a cargo del oficial Maximiliano Ferrer Lima- fueron más rigurosos: registraron cada una de sus intervenciones y reuniones.

A su regreso a Chile, Frei constató que la miseria y la naciente unidad sindical estaban cambiando el escenario al crear nuevos desafíos políticos. Faltaba que la oposición, hasta entonces dividida, diera algunos pasos. El único sector donde podían acercarse las posiciones de democratacristianos, socialistas, comunistas y radicales era el sindical. La CNS, encabezada por el democratacristiano Manuel Bustos, ya había unido a un sector de los sindicalistas DC con la izquierda seriamente diezmada. Pero el gran líder seguía siendo Tucapel Jiménez, quien para agosto de 1981 ya tenía a la ANEF estaba en plena coordinación con la CNS presidida por Manuel Bustos.

El movimiento sindical y político en esos días de 1981 convergía de manera acelerada e inédita a una plataforma de oposición que incluía como primer punto la organización de un paro nacional. Tucapel Jiménez, como líder de un nuevo y unificado movimiento sindical y Eduardo Frei, líder del PDC, darían luz verde a los primeros acuerdos que culminarían años después con el nacimiento de la Concertación.

La solidaridad internacional, necesaria para avanzar en la derrota del régimen, anunciaba en el calendario un hito importante para enero de 1982 con una nueva reunión de la Comisión Norte-Sur, a la que Frei asistiría. Frei comentó que quería estar en óptimas condiciones para enfrentar lo que venía. Sus dichos, sus reuniones, sus planes y hasta sus más íntimas palabras en el dormitorio llegaron hasta la unidad especial que en esos días preparaban su eliminación. El ex mandatario decidió operarse…

Uno de los primeros en saber su decisión fue su chofer, Luis Becerra, uno de los hombres de su mayor confianza y en quien su esposa había depositado el cuidado de su casa y de su esposo. Minutos después de que Frei escogiera la Clínica Santa María para la intervención, el jefe operativo de la CNI, Raúl Lillo, recibió la información. Faltaba sólo la fecha exacta en que se operaría.

A partir de ese momento, el entonces exclusivo establecimiento hospitalario donde trabajaban paralelamente tres médicos de la clínica de la CNI (Clínica London) –Pedro Valdivia, Rodrigo Velez y Virgilio Bocaz, se convirtió en el centro de una planificada operación de inteligencia cuyo propósito fue eliminar a Frei.

El 18 de noviembre Eduardo Frei Montalva ingresó caminando y de buen ánimo a la Clínica Santa María. Todo indicaba que sería una operación de rutina. Siete días después, el mayor Carlos Herrera recibió la orden de asesinar a Tucapel Jiménez. Ambos fallecerían en enero y febrero de 1982.


Las huellas que dejó el magnicidio de Eduardo Frei Montalva

Fuente :CIPER 8 de Diciembre 2009

Categoría : Prensa

Tras siete años de investigación, la muerte del ex presidente Frei Montalva fue tipificada como homicidio. La resolución judicial atribuye un rol activo a médicos y agentes de la represión a quienes se acusa de haber participado en una operación que disfrazó de enfermedad el envenenamiento progresivo del ex mandatario con sustancias químicas. Intentaron borrar sus huellas, pero el descubrimiento de las fichas clínicas, los análisis científicos y más de mil declaraciones las sacaron a la luz 27 años más tarde. El sospechoso historial del doctor Patricio Silva Garín y los inéditos testimonios médicos refuerzan la tesis del ministro en visita Alejandro Madrid. El cerco de la CNI y la DINE sobre la Clínica Santa María terminaron de configurar un cuadro que estremece.

Perdidas en la bodega de contabilidad de la Clínica Santa María estaban las fichas clínicas que guardaban los secretos de los últimos días de vida del ex presidente Eduardo Frei Montalva, el hombre que encabezaba la oposición a Pinochet en 1981. Estos registros, aunque incompletos, junto a más de cien testimonios médicos y sofisticados análisis científicos permitieron acreditar que fue asesinado en 1981 por los servicios de seguridad de Augusto Pinochet destruyendo su sistema inmunológico, en un proceso similar al que ocurre con los enfermos de Sida.

Las huellas de Talio y Mostaza nitrogenada que registran sus restos exhumados el 22 de diciembre de 2004, lo fueron envenenando y debilitando sus defensas, pero el que actuó como un arma química letal que desencadenó su muerte fue el Tranfer-Factor, producto que le fue aplicado en cuatro ocasiones a pesar de que nunca contó con certificación médica internacional.

Este cúmulo de pericias, documentos y testimonios terminaron de armar el mapa de su muerte, permitiendo que el ministro Alejandro Madrid configurara el delito de homicidio y procesara como autores, cómplices y encubridores a cuatro médicos y dos ex agentes de los servicios de inteligencia.

La investigación se inició hace siete años cuando la hija del ex mandatario, Carmen Frei, solicitó investigar el encubrimiento y la asociación ilícita detrás de la muerte de su padre. Y esa asociación ilícita incluyó un férreo cerco de escuchas telefónicas, seguimientos, infiltrados y filmaciones que incluyeron la casa de Frei, sus desplazamientos dentro y fuera del país y hasta los pasillos de la Clínica Santa María.

El cerco sobre el ex mandatario fue ejecutado por mandos de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) y la CNI, entonces dirigida por quien había sido edecán militar durante su mandato, mostrándole múltiples gestos de aprecio y lealtad: el general Humberto Gordón. No sería el único hombre de confianza que lo traicionaría.

Las escuchas telefónicas estaban a cargo del coronel Jorge Vizcaya Donoso (jefe de la división), quien tenía bajo su responsabilidad la seguridad de las comunicaciones de La Moneda y también una secreta oficina de Monitoreos Telefónicos, la que no figuraba en ningún organigrama de la institución. Y se entiende, porque allí trabajaba Luis Vargas, quien era funcionario de la Compañía de Teléfonos destinado a la CNI. Su misión: habilitar las conexiones telefónicas para interceptar y grabar los teléfonos que el mando superior ordenaba.

No es extraño entonces que dos funcionarios de la CTC se presentaran en la casa de Frei para cambiar un aparato supuestamente en mal estado. Luego se comprobaría que lo que efectivamente hicieron fue instalar una grabadora pequeñísima en su interior.

Antes de que Frei se internara en la Clínica Santa María, el equipo operativo que preparó la eliminación de Frei puso en marcha otro dispositivo. Un grupo de aproximadamente siete militares en retiro llegó sorpresivamente al establecimiento hospitalario a cumplir funciones de “guardia” y “mayordomo”.

Varios integrantes del cuadro médico de la Clínica recordaron incluso que el director de la época, doctor Enrique Duval, se quejó de esta imposición de sus superiores. El nuevo contingente quedó bajo las órdenes de la gerente administrativa del establecimiento de la época, Ana María Benavente, cuñada del general Julio Canessa, quien vivía en la misma casa del hombre que Pinochet escogió en 1982, poco después del asesinato de Frei, como vicecomandante en jefe del Ejército.

Entre los nuevos empleados estaba el sargento (r) José Miguel Ogalde, quien se hizo cargo de la bodega del establecimiento y el suboficial mayor (r)de Ejército, José Espinoza. Fue ese funcionario quien le preparó la habitación (401) que se le destinó a Frei cuando llegó a operarse a la clínica el 18 de noviembre de 1981 y en la que permaneció hasta el 7 de diciembre, después de haber reingresado. Fue el mismo Espinoza quien lo trasladó a la sala de rayos el 6 de diciembre, cuando tuvo el shock séptico provocado por la rotura de una sonda.

Espinoza conocía bien al doctor Patricio Silva Garín, quien encabezó las tres últimas operaciones a que fue sometido Frei y acaba de ser procesado como autor de su homicidio. La hija de Espinoza, Rosa, trabajaba en el Hospital Militar, en el Departamento Diagnóstico por Imágenes, bajo las órdenes directas de Silva Garín.

El camillero y mayordomo tenía otra particularidad. Su otra hija, Sonia, pasó de cabo del Cuadro Permanente del Ejército al Escalafón de Oficiales, llegando a capitán en la especialidad de inteligencia luego de sucesivos cursos y entrenamientos. Toda su carrera la hizo en esas tareas, principalmente en la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) y como ayudante del subdirector Gustavo Rivera Toro, hasta 1992.

Con el fallo de Madrid queda claro que el doctor Patricio Silva Garín también formó parte del cerco que los organismos de seguridad levantaron en el entorno a Frei Montalva. Solo así se entiende que llamara al propio Pinochet cuando asumió el mando de la segunda operación del ex mandatario y de todo lo relacionado con su tratamiento.

Autores, encubridores y cómplices

El doctor Silva Garín dice no haber sabido nunca de la utilización del Transfer-Factor en su paciente Eduardo Frei, pero la constancia expresa de su inoculación por vía subcutánea quedó registrada en las fichas clínicas descubiertas en la investigación del ministro Madrid. El producto le fue aplicado luego de que reingresara a la Clínica Santa María el 4 de diciembre de 1981, a raíz de una sorpresiva complicación surgida tras una operación rutinaria de una hernia al hiato, realizada el 18 de noviembre en la misma clínica. Desde ese 4 de diciembre, Silva Garín estuvo a cargo de las tres nuevas intervenciones, tratamientos y exámenes.

El ministro Alejandro Madrid encarceló y procesó a Silva Garín, actual director de Gestión Clínica del Hospital Militar e integrante del escalafón militar desde 1956, como autor del asesinato de Frei. Bajo la misma figura fueron encausados Raúl Lillo Gutiérrez, el hombre que dirigió el cerco de espionaje al ex mandatario, jefe operativo de la DINA, CNI y luego del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE) en los ’90, custodio del químico de la DINA Eugenio Berríos en los días que fue asesinado en Uruguay en 1993 (Ver el reportaje: Todas las muertes conducen a Berríos); y Luis Becerra Arancibia, el chofer y hombre de confianza de Frei por más de 20 años, quien trabajaba para la CNI.

Madrid también ordenó la detención y procesó como cómplice del crimen de Frei al doctor Pedro Valdivia Soto, quien trabajaba entonces en la Clínica Santa María y paralelamente en la Clínica London de la CNI, donde fue asesinado el 29 de marzo de 1977 con gas sarín el cabo Manuel Jesús Leyton, crimen por el que está procesado y pronto a ser condenado como encubridor (la Corte le anuló el procesamiento como integrante de la asociación ilícita). Hasta hace poco tiempo Valdivia era médico de la Clínica Alemana.

Como encubridores del magnicidio, fueron procesados los doctores Helman Rosenberg Gómez y Sergio Javier González Bombardiere, del Hospital Clínico de la Universidad Católica. Ambos facultativos realizaron la secreta e irregular autopsia a los restos de Frei, en la misma habitación donde falleció y a sólo minutos de su muerte. La reconstitución de la autopsia hecha el sábado 31 de octubre pasado, permitió comprobar que los procedimientos y elementos utilizados alteraron cualquier posibilidad de exámenes toxicológicos posteriores que pudieran evidenciar la existencia de sustancias químicas letales inoculadas en su cuerpo.

La autopsia, autorizada y solicitada por el ex ministro Patricio Rojas y su concuñado Patricio Silva Garín, se mantuvo oculta por más de 20 años, hasta que un llamado anónimo alertó sobre su existencia.

La resolución de Madrid estableció que el delito de homicidio –“suficientemente comprobado” – fue ocasionado “por la introducción paulatina de sustancias tóxicas no convencionales, la aplicación de un producto farmacológico no autorizado -‘Transfer Factor’- y por la ocurrencia de diversas situaciones anómalas, que pudieron ser disimuladas como inadvertencias o negligencias que paulatinamente deterioraron su sistema inmunológico y facilitaron la aparición de bacterias oportunistas, tales como las denominadas ‘proteus vulgaris’ y ‘candida albicans’, que resultaron ser la causa final de su muerte y dieron la apariencia que su deceso ocurrió por complicaciones derivadas de las intervenciones quirúrgicas a que fue sometido, haciendo imperceptible la intervención de terceros en su fallecimiento”.

Más de mil interrogatorios y entrevistas policiales, decenas de pericias científicas en Chile y en el extranjero y más de 400 informes se acumularon para fundar el fallo del ministro Madrid. Todo ello da cuenta del exhaustivo trabajo realizado en varios países desde que en 1999 la jueza Olga Pérez iniciara la investigación por el secuestro y homicidio del químico de la DINA, Eugenio Berríos, apoyada por el mismo equipo policial que integran el prefecto Nelson Jofré y la inspectora Palmira Mella de Investigaciones.

EL MISTERIOSO CONCUÑADO DE ROJAS

El doctor Silva Garín, director de Gestión Clínica del Hospital Militar, fue concuñado y sigue siendo uno de los más estrechos amigos del ex ministro de Frei y Patricio Aylwin, Patricio Rojas. Ser parte del escalafón del Ejército no le impidió a Silva Garín ser nombrado por Frei Montalva subsecretario de Salud. Desde esa posición, en octubre de 1969 asumió importantes tareas ajenas a sus funciones, convirtiéndose en el gestor de la solución de la grave crisis de la rebelión del Regimiento Tacna y otras unidades del Ejército, liderada por el general Roberto Viaux, que estuvo a punto de derivar en Golpe de Estado. El acta de negociación que terminó con el conflicto lleva la firma de Silva Garín y la de Viaux.

Poco después, cuando el 24 de octubre de 1970 se produce el atentado terrorista que terminó con la vida del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, crimen encabezado por un grupo de nacionalistas y altos jefes militares, entre ellos Viaux, y que buscó impedir que Salvador Allende asumiera la presidencia, Silva Garín nuevamente entra en acción.

El jefe operativo de ese atentado, el militante nacionalista Juan Diego Dávila Basterrica (quien falleció en marzo pasado), afirmó en el proceso Schneider haber tenido una entrevista con Silva Garín durante la preparación del atentado. El episodio, negado por Silva Garín hasta ahora pero reafirmado por Dávila, fue también revelado en la época por la revista Sepa.

Silva también ocultaba el papel que le tocó jugar tras el atentado a Schneider. En su hoja de vida quedó registrada la felicitación que recibió al atender en el Hospital Militar al jefe del Ejército, cuando éste ingresó allí en grave estado después del ataque. Silva era entonces Director del Servicio Nacional de Salud (SNS). ¿Qué hacía en el Hospital Militar examinando al general Schneider?

No fue la única muerte de un personaje relevante que registra en su carrera médica y militar. En 1974 fue a buscar a Punta Arenas y operó en el Hospital Militar al general Augusto Lutz, luego de que éste sufriera una súbita hemorragia de origen desconocido. Al igual como ocurrió con Frei, Lutz tuvo un inexplicable problema con una “sonda nasogástrica”, que le provocó una nueva hemorragia. El médico anestesista que lo acompañó en la operación a Lutz, fue Pedro Cubillos, el mismo que lo asistiría cuando operó a Frei el 6 de diciembre de 1981.

Lutz fue jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM, ahora DINE) desde 1972 hasta dos meses después del Golpe de 1973. No bebía ni tomaba alcohol y falleció de septicemia a los 52 años, en el Hospital Militar el 28 de noviembre de 1974, veinte días después de ser hospitalizado. Días antes de enfermarse, había participado en la junta anual de generales del Ejército. En dicha reunión, él y Oscar Bonilla criticaron duramente los métodos represivos de Manuel Contreras y la DINA. El duro enfrentamiento terminó bruscamente cuando Pinochet cortó la discusión: “Señores generales, la DINA soy yo, ¿alguien más tiene alguna pregunta?”.

En esos momentos, Silva Garín era jefe del Departamento Médico del Hospital Militar, donde no se dejó ningún registro del ingreso de prisioneros que llegaban heridos desde distintos centros secretos de tortura. Allí le correspondió examinar y seguir la evolución del ex ministro del Interior de Allende, José Tohá, trasladado desde el campo de prisioneros de Isla Dawson al Hospital Militar por su estado de salud. La ficha oficial dice que Tohá se suicidó en ese recinto el 15 de marzo de 1974. Pero hoy existen nuevas evidencias y testimonios que revelan que fue un homicidio.

La relación de Silva Garín con el mando del Ejército era estrecha y formal (Reportaje “Médico de la DINA y CNI operó a Eduardo Frei Montalva”, publicado en CIPER el 05 de marzo de 2009). Así lo prueban los dos cursos que realizó en 1966 en la Escuela de las Américas de Panamá, oscuro centro de entrenamiento de los represores de Latinoamérica. Con Pinochet en el poder, Silva acrecentó esos lazos y también su afición por la “inteligencia”.

En 1974 fue alumno del curso “Informaciones para oficiales de los servicios” en la Academia de Guerra, donde tuvo de compañero al doctor Eduardo Arriagada Rehren, quien después de asumir el mando de la Clínica London de la DINA fue director de Sanidad del Ejército y director del Instituto Bacteriológico de la misma institución, hasta que en 1990 se lo encuentra en el subterráneo de la Brigada de Inteligencia del Ejército (BIE). En ese mismo curso estaban los doctores Horacio Taricco Lavín y Vittorio Orvieto, ambos directores de la Clínica London de la DINA; además del dentista Sergio Muñoz Bontá, del mismo establecimiento.

En 1981, Silva no fue el médico escogido por Frei para operarse de la hernia al hiato. La primera operación la hizo el doctor Augusto Larraín. Dieciséis días más tarde, Frei era internado nuevamente en la Clínica Santa María y Larraín fue desplazado por Silva, quien se hizo cargo de su tratamiento y de la segunda operación (6 de diciembre), de la que ya no se recuperaría. Otras dos nuevas intervenciones le siguen, todas ellas las realiza con un equipo integrado exclusivamente por personal militar, entre ellos el médico de la CNI, Rodrigo Vélez Fuenzalida.

Lo que nadie ha podido explicar es por qué en la hoja de vida de Silva Garín en el Ejército aparece en esa misma época –desde abril de 1980 hasta julio de 1982– en “comisión extrainstitucional al comando en jefe del Ejército”. No es un punto banal. Esa es la figura que se utilizaba para ocultar la destinación de un militar a la DINA o al DINE.

A pesar de los oscuros episodios que Silva Garín concentró en su extensa carrera militar y política, nadie nunca lo interpeló. Es más, en 1990, recuperada la democracia, su concuñado, el ministro de Defensa Patricio Rojas, lo nombró vicepresidente ejecutivo de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena), cargo que desempeñó hasta 1995. De allí regresó al Hospital Militar donde sigue hasta ahora como director de Gestión Clínica, uno de los más altos puestos.

La lealtad de Silva Garín con el Ejército llegaba directamente hasta Pinochet. Como él mismo ha reconocido, fue al entonces comandante en jefe a quien primero informó de que estaría a cargo de la segunda operación de Frei y de todos sus cuidados médicos.

LAS VACACIONES DEL DOCTOR VALDIVIA

El doctor Pedro Valdivia, procesado por Madrid como cómplice del homicidio del ex mandatario, intentó probar durante la investigación judicial que en los días que Frei falleció estaba de vacaciones y que nunca lo visitó en su habitación. Lo primero fue desvirtuado por una ficha clínica de una operación realizada por Valdivia a otra paciente en el mismo establecimiento. Sobre lo segundo, más tarde aclaró que sí lo había examinado a petición de la enfermera María Victoria Larraechea, hermana de la esposa del hijo de Frei Montalva, también funcionaria de la clínica. La enfermera negó rotundamente haber intercedido.

Lo que terminó por derrumbar la defensa de Valdivia es que hubo otros profesionales que sí lo vieron ingresando a la habitación de Frei. La clave fue proporcionada por uno de sus compañeros de universidad, quien certificó que faltaba una ficha clínica, la última, en donde dejó constancia del examen al que sometió al paciente el 22 de enero de 1982, cuando Frei estaba a punto de fallecer. El punto es vital porque allí está el nombre del facultativo al que se le entregó la responsabilidad del cuerpo del ex presidente. Y ese fue precisamente el doctor Valdivia, quien recibió a los médicos que le practicaron la autopsia mantenida durante más de 20 años en secreto.

Valdivia no sólo constató el deceso de Frei. También existen pruebas que de inmediato dio aviso. Al otro lado de la línea estaba uno de los ayudantes de Augusto Pinochet.

EL MORTAL TRANSFER

Una de las líneas de investigación más difíciles y extensas fue la que se hizo sobre todo el recorrido médico –exámenes, habitaciones, tratamientos, indicaciones, fichas clínicas y médicas- desde que Eduardo Frei se operó el 18 de noviembre, reingresó a la Clínica Santa María el 4 de diciembre, lo volvieron a intervenir el 6, 8 y 17 de diciembre, hasta fallecer el 22 de enero de 1982.

De allí surgió una línea de tiempo y de inmediato la necesidad de hacer un monitoreo a la evolución de su sistema inmunológico. Al final del recorrido, después de centenas de interrogatorios, entrevistas y pericias, la sorpresa fue mayúscula. El fallo del juez Madrid lo describe así:

“Se ha podido también establecer que al enfermo se le aplicó un producto denominado ‘TRANSFER FACTOR’ (factor de transferencia), el que se encontraba en etapa de experimentación, y que, tal como señala el inmunólogo y doctor en ciencias de la Universidad de Chile, Luis Ferreira Vigouroux a fojas 8.729 y siguientes, dicho producto, no estaba certificado ni autorizado por la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos, y aunque se pensaba que podía favorecer la recuperación de un sistema inmunológico deprimido, en definitiva, al agregar más endotoxinas a las ya preexistentes en el organismo, esto induciría al sistema inmunológico a secretar moléculas que median el shock séptico. Todo ello se encuentra corroborado por el texto de un estudio científico…”.

Las endotoxinas son componentes de las bacterias que desencadenan una respuesta inmunológica en el organismo. Y Madrid concluyó que la aplicación del Transfer-Factor fue determinante en la muerte de Frei ya que éste contenía un nivel de endotoxinas superior al normal, que en vez de favorecer al enfermo que padece una infección (enfermedad que ya produce un alto grado de endotoxinas), ocasiona una descompensación que deprime el sistema inmunológico del paciente a un extremo letal.

El doctor Silva afirma no haber sabido nunca del Transfer ni de su utilización en el tratamiento a Frei. Sus dichos no corresponden ni a lo que consta en las fichas clínicas y tampoco a lo que afirma el doctor Sergio Valdés Jiménez, utiólogo. Según los más de cien testimonios de personal médico interrogado en esta investigación, si Frei se mantuvo con vida hasta el 22 de enero de 1982 fue gracias a los esfuerzos del doctor Valdés, quien sí supo de la inoculación del Transfer, acotando que en esa decisión “no tuve ninguna competencia”.

Fue el doctor especialista en inmunología Rodrigo Hurtado el que aclaró el misterio. Afirmó que fue Patricio Rojas quien lo contactó a fines de 1981 para que examinara a Frei en la clínica. Así lo hizo. Y los exámenes que solicitó evidenciaron una franca deficiencia inmunológica.

-Tratando de corregir este defecto conseguí desde el Children Hospital de San Francisco, California, un producto llamado Transfer -Factor el cual no recuerdo específicamente como me llegó a Chile, pero una vez que lo obtuve, indiqué que se le administrara de acuerdo a mis indicaciones –afirmó Hurtado.

Efectivamente, según consta en la ficha clínica y la hoja de control médico y enfermería, la terapia con Tranfer-Factor se inició el 2 de enero de 1982. Allí también consta que se le introdujo una ampolla del producto –por vía subcutánea– el 2, 3,13 y 20 de enero de 1982.

La segunda acotación del doctor Hurtado al examinar las fichas clínicas agrava el misterio del producto utilizado: “Me llama la atención que el tratamiento con Transfer-Factor fue utilizado dos días seguidos y después hubo un lapso de diez días para colocar la tercera dosis, siendo que lo que se acostumbraba era colocarla en forma diaria y así debo haberlo prescrito. Ignoro por qué no se hizo así”.

A pesar de que era evidente el acelerado deterioro en el sistema inmunológico del paciente desde que fuera operado por segunda vez por el equipo del doctor Silva Garín, transcurrieron 19 días antes de que se pidiera con urgencia un estudio inmunológico (23 de diciembre) sobre los Linfocitos T, B y DNCB.

El experto mundial en inmunología Luis Ferreira Vigoroux fue consultado sobre la aplicación del Transfer-Factor. Teniendo todas las fichas clínicas a la vista, afirmó:

-Si se usó Tranfer-Factor, era fundamental precisar su origen exacto, el procedimiento usado en su preparación y si fue adecuada y oportunamente valorado en cuanto al contenido de endotoxina (LPS). Si de EE.UU. mandan una droga para Chile, obviamente debiera haber sido valorada para su uso en humanos, pero como era un producto experimental, era de relevancia central el haber tenido a la vista la certificación de esta valoración. Este requerimiento, ineludible incluso para medicamentos de uso animal, es aún más crítico para su uso en una persona en peligro crítico de iniciar un shock…La balanza podría, en cuanto a endotoxinas, inclinarse negativamente si, producto de la contaminación de un producto supuestamente medicamentoso, se introduce sistémicamente al paciente cantidades adicionales de LPS, por muy pequeñas que éstas sean.

El doctor Hurtado confirmó la apreciación de Ferreira: “Los Lipo-Polisacáridos-LPS, se encuentran en bacterias Gram negativas, en su forma primitiva y no purificada puede ser tóxica y ejercer un efecto contrario, es decir inmuno-supresor”.

Otro de los médicos que lo examinó, Tomás Walter Klimunda, ayudó a confirmar lo que ocurrió con el sistema inmunológico de Frei: “El Lipopolisacárido o LPS, un componente del cuerpo de la bacteria, es una de las toxinas capaces de producir un shock séptico”.

Hubo otro hecho que ayudó a debilitar su sistema inmunológico. La revisión de las fichas clínicas permitió establecer que el 6 de diciembre, a sólo horas de la operación que dirigió el doctor Silva Garín y de la que nunca más se recuperó, por un error con la sonda nasogástrica, Frei perdió una cuantiosa cantidad de sangre. Una enfermera, María Elena Zamorano, lo encontró solo, “sudoroso, descompensado, la presión baja, el suero estaba fuera de la vía venosa y su cama impregnada con sangre, había perdido mucha sangre”. En el fallo de Madrid se deja constancia de que en esos mismos momentos, se registra el ingreso a la habitación de Frei del doctor Pedro Valdivia, quien no tenía ninguna ingerencia en ese piso.

El registro del incidente lleva la firma del doctor Bernal, pero quien ocasionó la rotura de la sonda no ha sido hasta ahora individualizado.

A Frei debieron someterlo a una transfusión de un litro de sangre en extrema urgencia, pero la pérdida masiva del vital elemento, según constataron los médicos, acentuó la destrucción de su sistema inmunológico y agravó los síntomas de shock séptico. Un daño irreversible. Fue sólo entonces que el ex presidente sería trasladado a una habitación especial de la Unidad de Cuidados Intensivos. Para ello Silva Garín no tiene explicación.

Tampoco entrega respuesta para otro hecho extraño del cual dio cuenta una enfermera de la clínica. La profesional mostró la hoja de control médico y de enfermería correspondiente al 29 de diciembre de 1981, donde se indica que fueron enviadas al Hospital Militar muestras de magnesio y zinc de la sangre de Eduardo Frei, en circunstancias que ese preciso examen se hacía siempre en el laboratorio de la Clínica Santa María.

Respecto a las huellas de Talio y mostaza sulfúrica hallados en su organismo, las pericias científicas permitieron establecer que ellas datan de “tres meses antes de su muerte, que se le aplicó en dosis bajas y muy probablemente por vía endovenosa, lo que determinó daño celular y del DNA, expresado en compromiso multisistémico, alteraciones en la capacidad de los linfocitos de defenderse de gérmenes oportunistas, lo que determinó su muerte por un cuadro séptico” (del fallo del juez Madrid).

La doctora Carmen Cerda fue precisa al analizar los rastros de Talio y mostaza sulfúrica: “No se corresponden ni con los alimentos ni con los medicamentos que recibió el señor Frei durante su hospitalización. Además, es posible establecer que ellas le fueron administradas, al menos, en tres ocasiones diferentes. Debido a ese tipo secuencial y simultáneo de suministro, el efecto de los productos se potenció, haciendo posible que, con menores dosis, el efecto final fuera igualmente mortal. Todo lo anterior, permite descartar una forma de ingesta accidental… En consecuencia, cabe afirmar con razonable certeza, que se trata de una forma médico legal de muerte calificable como homicidio”.

Frei Montalva falleció el 22 de enero de 1982, cuando en las calles la miseria y la grave económica hacía estragos. Un mes después, el 25 de febrero de 1982, era degollado el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) Tucapel Jiménez por un equipo de la DINE y la CNI, coordinadas en función de un decreto secreto de Pinochet en la Unidad Antiterrorista (UAT). Así, el líder político y el dirigente sindical que en esos días podían unificar la oposición a la dictadura en la organización de un gran paro nacional en ciernes, eran eliminados.

La investigación realizada por Alejandro Madrid y su equipo policial comprueba, una vez más, la utilización de armas químicas para la eliminación de disidentes del régimen de Pinochet. La metodología científica ha permitido esclarecer un crimen destinado a quedar en la impunidad. Pero aún quedan cabos por atar. Y uno de ellos es quién recibió el Transfer-Factor en Chile y si fue el mismo producto que pidió el doctor Hurtado el que finalmente se le inoculo a Eduardo Frei Montalva.


Los horrores de la dictadura militar: El magnicidio de Frei Montalva 

Fuente :Punto Final  11 al 24 de Diciembre de 2009

Categoría : Prensa

La decisión del ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Madrid Croharé, de procesar a seis personas por el asesinato del ex presidente de la República Eduardo Frei Montalva en enero de 1982, mientras se recuperaba de una segunda intervención quirúrgica en la Clínica Santa María, reabrió la puerta de los horrorosos crímenes cometidos por la dictadura del general Augusto Pinochet. 

El juez Madrid acusó a cuatro médicos, al chofer del ex mandatario y a un agente de los servicios de inteligencia de la dictadura -Dina, Dine y CNI- como autores, cómplices y encubridores de la conspiración para eliminar a Frei, envenenándolo con repetidas dosis de gas mostaza y talio.
El magistrado llegó a la conclusión de que el ex jefe de Estado, que a la época del asesinato encabezaba la oposición a la dictadura, fue inoculado con esos elementos patógenos, burlando los controles establecidos por la clínica, la familia y amigos del ex mandatario que intentaron protegerlo. 
Como autores del homicidio fueron detenidos el doctor Patricio Silva Garín, coronel (r) de Sanidad del ejército, actual jefe del Departamento de Contraloría del Hospital Militar; Luis Alberto Becerra Arancibia, ex chofer de Frei; y Raúl Lillo Gutiérrez, ex agente acusado también por el asesinato del químico Eugenio Berríos, asesinado en Uruguay. Becerra era informante de Lillo, el agente que la Dine había destinado a espiar los movimientos del ex presidente.

En calidad de cómplice fue procesado el doctor Pedro Samuel Valdivia Soto, ex médico de la Dina y de la Clínica Santa María; como encubridores fueron sindicados los médicos Helmar Rosenberg y Sergio González, patólogos de la Universidad Católica, quienes hicieron la autopsia del ex gobernante opositor a Pinochet. 

Una diligencia clave en la investigación la efectuó el juez Alejandro Madrid el 28 de noviembre. En la Clínica Santa María reconstituyó los momentos previos a la muerte de Frei Montalva el 22 de enero de 1982, y la misteriosa autopsia realizada en la misma habitación donde falleció, cuyos resultaron permanecieron ocultos por más de veinte años en el Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica. 

Diversas pericias a las osamentas de Frei, exhumadas en el Cementerio General, constataron que fue envenenado con talio y gas mostaza.

El enemigo en casa

El momento propicio para el crimen, según la investigación judicial, fue facilitado por el chofer Luis Alberto Becerra al agente Raúl Lillo, miembro de una brigada de la Dine que intervino los teléfonos de Frei Montalva y que mantenía estricto control sobre todos sus movimientos. 
El juez Madrid reveló que a las sustancias tóxicas mencionadas, se agregó “la aplicación de un producto farmacológico no autorizado denominado Transfer Factor y por la ocurrencia de diversas situaciones anómalas que pudieron ser disimuladas como inadvertencias o negligencias que paulatinamente deterioraron su sistema inmunológico y facilitaron la aparición de bacterias oportunistas tales como las denominadas bruteo pyulgalis y candida altas”.

Estas “resultaron ser la causa final de su muerte y dieron la apariencia que su deceso ocurrió por complicaciones derivadas de las intervenciones quirúrgicas a que fue sometido haciendo imperceptible la intervención de terceros en su fallecimiento”, dice la resolución del magistrado.
Frei Montalva ingresó a la Clínica Santa María el 18 de noviembre de 1981 para operarse de una hernia en el esófago. Los reflujos de los ácidos estomacales no le permitían llevar una vida normal. Tenía que hacer dieta, dormir semi sentado y consumir antiácidos. Después de consultar sobre los riesgos de una intervención, decidió operarse. Sus médicos de cabecera, Alejandro Goic y Patricio Silva Garín, le dijeron que no era necesario hacerlo en el extranjero. La intervención la realizó el doctor Augusto Larraín Orrego, uno de los mejores especialistas del país. La recuperación fue normal y a los pocos días lo dieron de alta. Pero a los diez días empezó a sentirse mal; padecía una rebelde estitiquez. Goic y Silva concluyeron que tenía una obstrucción intestinal y que había que operar otra vez. Así lo hicieron el 6 de diciembre de 1981. Operó Silva con Goic presente. Parecía algo simple pero encontraron adherencias de gran tamaño y fue necesario cortar un trozo de intestino.

Drama en la Clínica Santa María

El mayor peligro era que microbios del tubo intestinal pasaran a la cavidad peritoneal y dieran inicio a una infección. El equipo médico hizo una prolija limpieza y cerró la herida. El postoperatorio pareció favorable.

Dos días después la enfermera María Victoria Larraechea, hermana de la esposa de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y el médico Juan Luis González, visitaron a Frei Montalva y lo encontraron con un catéter abierto y sangrando profusamente. Su herida estaba infectada. Presentaba una peritonitis aguda, insuficiencia respiratoria y renal aguda y una agresiva diarrea que lo deshidrataba.

Médicos de la clínica mencionaron en el proceso judicial al doctor Pedro Valdivia como presente en diversos momentos en la habitación del ex presidente, situación que nunca pudo explicar el aludido, quien ha dicho que en esos días estaba de vacaciones. Valdivia también está procesado por el juez Madrid en el crimen del cabo Manuel Leyton, asesinado con gas sarín en marzo de 1977 en la Clínica London, de la Dina, donde Valdivia prestaba servicios.

El abogado de la familia Frei, Alvaro Varela, ha expresado que en algún momento ingresó a la habitación de Frei Montalva el químico de la Dina, Eugenio Berríos, probablemente autor material de la inoculación de veneno en el paciente. 
El doctor Goic recibió un llamado urgente de la clínica. La presión arterial de Frei había caído a cerca de 0 y la fiebre se disparaba: sufría un shock séptico ocasionado por una infección.

Se llamó de inmediato al doctor Sergio Valdés, especialista en infecciones, y al enfermo se le suministraron antibióticos y se le conectó a un ventilador mecánico. Como no respondía se optó por una tercera intervención, esto fue el martes 8 de diciembre, para efectuar un aseo quirúrgico completo. Al salir del quirófano el paciente respondió bien: disminuyó la temperatura y se estabilizó la presión. Sin embargo, en las horas siguientes presentó nuevas complicaciones. Los médicos optaron por someterlo a una hemodiálisis para aliviar el funcionamiento de los riñones, muy complicados por el exceso de antibióticos. Frei siguió con drenajes y conectado a ventilación mecánica.

Asesinos de bata blanca

El 17 de diciembre fue sometido a una cuarta operación para limpiar la cavidad peritoneal, invadida por sustancias purulentas producidas por una infección que se hacía incontrolable. En la clínica se reunió un selecto grupo de médicos los doctores Vicente Contreras, Juan Luis González, Gonzalo Sepúlveda, Ramón Valdivieso, Juan Pablo Beca, Mauricio Parada, Carlos Zabala y Juan Reyes, para decidir el curso de acción.
Alguien cercano a la familia recibió un llamado telefónico afirmando que un paramédico de apellido González estaba envenenando al ex mandatario. Pero no había nadie con ese apellido y hoy se presume que pudo ser la falsa identidad del químico Berríos.
Los esfuerzos médicos fueron inútiles. Frei Montalva sufrió progresivas fallas que culminaron con su muerte a las 17:00 del viernes 22 de enero de 1982, cinco días después de cumplir 71 años. Minutos después de su fallecimiento llegaron a la Clínica Santa María los médicos patólogos de la Universidad Católica, Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere, y el auxiliar Humberto Gallardo, para embalsamar el cadáver y efectuar una autopsia. El equipo había sido enviado por el doctor Hernán Barahona, aparentemente a petición de los médicos de la familia Frei, Patricio Rojas y Patricio Silva. Rosenberg aseguró al juez Madrid que ellos sacaron muestras del hígado, riñones y pulmones de Frei, tarea que concluyeron cerca de las 21 horas. Más tarde, en el Hospital Clínico de la UC, fotografiaron las vísceras y prepararon muestras para someterlas más tarde a microscopía electrónica. Agregó que, a mediados de marzo de 1982, tras concluir las pruebas de laboratorio, escribió un protocolo manuscrito que entregó al doctor Hernán Barahona. Después, se reunió con Rojas y Silva para darles a conocer los antecedentes recogidos, sin que ellos pidieran otros análisis. 

La autopsia de Frei permaneció extraviada durante casi 20 años, hasta que en enero del 2003 fue encontrada en un archivo de la UC, rotulada como NN.

El juez Madrid concluyó que los médicos Rosenberg y González fueron claves en el encubrimiento del homicidio, tras destruir los órganos que extrajeron al cuerpo durante la autopsia.

El juez Alejandro Madrid señala acusador: “la desprotección de la seguridad del ex mandatario por parte de la autoridad gubernamental y policial” que permitió al régimen militar controlar sus actividades y la “infiltración en su círculo más cercano de personas que obedecían a los citados organismos de seguridad del régimen militar y otros que formaban parte activa del ejército de Chile”. La referencia alude sobre todo al doctor Patricio Silva Garín que fue subsecretario de Salud en el gobierno de Frei Montalva y que era su amigo personal. Asimismo, el magistrado recuerda los asesinatos del ex comandante en jefe del ejército, general Carlos Prats González, y de su esposa, Sofía Cuthbert, del ex canciller Orlando Letelier del Solar y su ayudante, Ronny Mofit, y el atentado al ex vicepresidente Bernardo Leighton Guzmán y su esposa, Anita Fresno, perpetrados en Buenos Aires, Washington y Roma, respectivamente. Habían provocado tal conmoción internacional que a la dictadura se le hacía imposible usar explosivos o armas de fuego contra Frei. Por eso, señala el magistrado, la dictadura optó por un procedimiento “que significaba que el hecho punible resultara imperceptible para todos, con exclusión de los que participaron en él, aprovechando las circunstancias de indefensión en que se encontraba la víctima producto de su enfermedad y prolongada estadía en un establecimiento hospitalario”.


Caso Frei Montalva: Abogado aseguró que agente clave muestra una salud mental "deplorable"

Fuente :Cooperativa.cl  17 de enero de 2012

Categoría : Prensa

Se trata de Raúl Lillo Gutiérrez, quien se encargaba de las filtraciones en la DC.

Informe del SML confirma problemas de depresión y dependencia a medicamentos.

El abogado Jorge Balmaceda aseguró que su defendido, el agente de la DINA clave en el caso que indaga la muerte de Eduardo Frei Montalva, tiene una salud siquiátrica "deplorable".

e trata de Raúl Lillo Gutiérrez, jefe de la unidad operativa de la Agrupación Ciervo, en la Brigada Purén, que se encargaba de infiltrar a personas al interior de la Democracia Cristiana, según publicó La Segunda.

El abogado Balmaceda afirmó que últimamente no ha visto a Raúl Lillo. "Estuvo mucho tiempo en el Hospital Militar, pero en la sección siquiátrica, donde no puede tener contacto con otros pacientes del lugar, con una salud deplorable".

Un informe del SML, realizado el 19 de abril de 2010, confirmó que el ex agente civil de la DINA y posteriormente de la CNI "presenta depresión mayor, dependencia a benzodiazepinas, deterioro sicorgánico leve y un deterioro conyugal y familiar prolongado".

Pagado por la CNI

Lillo se contactaba con Genero Cerda Weber, militante de la DC y esposo de la secretaria del partido en la época del plebiscito de 1988, Hilda Navarro Varas.

Según el informe policial, Cerda Weber "era militante del PDC y pagado por la CNI a través de Raúl Diego Lillo Gutiérrez, jefe de la Unidad Operativa de la Agrupación Ciervo, encargado de contactar, penetrar e infiltrar agentes del PDC con el fin de conocer sus actividades en el gobierno militar".

En 2007, Hilda Navarro reconoció el contacto entre Lillo y su esposo, sin embargo, rechazó que Genaro Cerda hubiera espiado al partido.

Según la investigación de La Segunda, "su esposo habría entregado datos de los movimientos de Frei Montalva, al igual que supuestamente lo habría hecho su procesado ex chofer, Luis Alberto Becerra Arancibia".


A 31 años de su muerte: Antes de envenenarlo, a Frei Montalva intentaron matarlo con una bomba

Fuente :Cambio 21 27 de Enero de 2013

Categoría : Prensa

Álvaro Varela, abogado de la familia cuando se procesó a los seis acusados del crimen, sostiene que con el prestigio internacional que el ex mandatario tenía “para la dictadura representó una dificultad eliminarlo hasta que encontraron el mecanismo adecuado”. 

La muerte por envenenamiento de su cuerpo mientras convalecía de una hernia al hiato sigue dando que hablar. Eduardo Frei Montalva falleció hace 31 años en una clínica de la capital y al conmemorarse esa fecha se dieron cita en el Cementerio General numerosos adeptos, simpatizantes de la Democracia Cristiana, así como dirigentes del partido, encabezados por su presidente, el senador Ignacio Walker, quienes acudieron hasta el camposanto a recordar a quien fuese el primer mandatario de Chile electo como militante de la colectividad. Esta vez, sin embargo, había un dato nuevo rondando por las cabezas de los presentes: todo apunta a que el asesinato del ex Mandatario fue urdido desde el Ejército.

Además del presidente de la falange se encontraban en el acto numerosas personalidades, como el ex mandatario Patricio Aylwin, el presidente del PS, Osvaldo Andrade; las senadoras DC, Soledad Alvear y Ximena Rincón, y el flamante candidato presidencial recién electo, Claudio Orrego. 

"Con mucha humildad y convicción nos hemos puesto en disposición de construir un futuro. Ser la base de la justicia social, ese fue el legado de Frei Montalva, y aquí, sobre su tumba, estamos como DC para continuar ese compromiso. Somos democratacristianos, sin complejos de izquierdistas ni de derechistas", aseveró Walker.

Sin embargo, en la oportunidad no sólo se habló de las virtudes de Frei Montalva, sino también de las circunstancias en las que ocurrió su muerte. 

Recién ahora, a 31 años de su fallecimiento, es que se habla decididamente de un asesinato urdido por el régimen militar.

En el acto, el hijo de Frei Montalva, el también ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se refirió a la investigación sobre la muerte de su padre señalando que el ministro Madrid está cada vez más cerca de entregar sus conclusiones sobre el caso.

Frei Ruiz Tagle agregó que como familia, esperan el cierre del proceso y que así "los chilenos conozcan exactamente la verdad que nosotros ya sabemos". 

Al respecto, recordó que hace pocos días "hemos conocido el caso del asesinato de Víctor Jara hace ¡casi 40 años! Fue asesinado por más de 40 disparos. Se ha sabido también lo que todos sabíamos: que José Tohá no se había suicidado. Han tardado muchos años, nosotros hemos tardado 31, ojalá no tengamos que esperar otros diez años para que la justicia termine el caso". 

Con esas palabras el ex mandatario ponía algo de presión y al mismo tiempo esperanzas sobre la investigación que desde hace una década lleva adelante el magistrado Alejandro Madrid Croharé.

"Operación Especial"

Tal como lo dio a conocer Cambio21en su edición pasada, el juez ha ordenado más de 50 nuevas diligencias a cargo de la PDI y estamentos especiales para reforzar su conclusión de que la muerte de Frei Montalva fue planificada en el marco de una "Operación Especial de Inteligencia de Eliminación Física", que es como codifican los organismos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas el asesinato de agentes enemigos o de personas relevantes.

Esta hipótesis desploma el supuesto de una "conjura" en contra del presidente Frei Montalva, que se habría urdido en un plan de civiles mezclados con políticos, empresarios y sicarios. 

La nueva línea de investigación del juez Madrid, de acuerdo a informaciones exclusivas de Cambio21,reitera que el asesinato de Frei Montalva sería de similar ejecución a los del líder gremial Tucapel Jiménez Alfaro y el bioquímico de la DINA, Eugenio Berríos Sagredo, esto es, que el crimen del ex mandatario habría sido perpetrado por el Ejército y no por el complot de un gran grupo, como se habría especulado hasta hace poco.

El magistrado resolvió no dar conocimiento a las partes involucradas de las nuevas diligencias decretadas por él mismo y en el círculo íntimo de los Frei han optado por hablar lo menos posible de la materia, a la espera del resultados de las nuevas pericias. 

Tanto el juez como la familia del asesinado mandatario y los procesados en el caso son conscientes del momento crucial en el que se encuentra el proceso y de que del resultado de tales indagaciones dependerá el nuevo curso del proceso. 

A la fecha han sido procesados los médicos Patricio Silva Garín, Pedro Samuel Valdivia Soto, HelmarRosenberg Gómez y Sergio González Bombardieri, y los agentes de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) Raúl Diego Lillo Gutiérrez y Luis Alberto Becerra Arancibia.

El atentado que no fue

Uno de los que reaccionó ante los hechos dados a conocer por Cambio21 fue Álvaro Varela, quien fuese el abogado de la familia Frei cuando se procesó a los seis inculpados.
Para él la información no es novedad, puesto que sólo viene a reforzar lo que ellos habían dicho desde un comienzo: "Todas las líneas de investigación apuntaban a esto. Cabe recordar que hay un vínculo con la causa de Berríos en la que se inculpa al círculo de inteligencia militar cercano a Pinochet", dice el abogado, quien recuerda que en ese caso fue en el que el ex dictador recibió un menor número de votos en contra al momento de ser desaforado.

Varela plantea que "no tengo claro hasta dónde se pueda avanzar en responsabilidades específicas. Los antecedentes muestran que esta fue una de las operaciones más secretas de la dictadura y siempre se buscó no descubrirla ni descubrir a sus partícipes. Sólo fue posible avanzar cuando se involucró la defensa de la familia Frei en el juicio".

El abogado también profundiza en la línea argumental que, dice, "sostuvimos desde el comienzo".
"Quiero destacar que en su oportunidad se había pedido tener a la vista los antecedentes del juicio de Tucapel Jiménez. Indudablemente la eliminación de ambos (Frei y Jiménez) era parte de una necesidad de la dictadura por el peligro que significaban para ella y ese es el centro de la acción del régimen", enfatiza.
Varela agrega que la operación en el caso del ex presidente se vio facilitada por la enfermedad, y por la ayuda de su chofer.

"En el caso de Frei era más difícil eliminarlo con un atentado, pese a que se intentó años antes. Sin embargo, a esas alturas del proceso, no cabe duda que con el prestigio internacional que él tenía para la dictadura representó una dificultad eliminarlo hasta que encontraron el mecanismo adecuado", añade.
Los dichos de Varela aluden a una oportunidad en la que se intentó atentar en contra de la vida del ex Presidente por medio de una bomba.
"Fue antes del atentado de Townley a Letelier. En una oportunidad Frei fue a comer a casa de Oscar Pinochet De la Barra (ex subsecretario de RR.EE.)y estacionó un poco distante del lugar al que iba y al que también asistían diplomáticos de la época", cuenta Varela.

El abogado prosigue su inédito relato: "Estaban comiendo y un vecino llamó por teléfono para contar que habían movimientos sospechosos en los alrededores del auto del ex Presidente. Los comensales salieron a ver y llamaron a carabineros, que encontró una taza abajo del automóvil, la que contenía una bomba". 

Varela concluye comentando que, pese a que no recuerda el nombre del oficial que iba a cargo, sí era un alto miembro de la inteligencia militar, quien le bajó el perfil al hecho.
La postura de Varela es reforzada por el Presidente de la Democracia Cristiana, Ignacio Walker, quien, al ser consultado por Cambio21,también hizo hincapié en la unión entre los crímenes del líder de la DC y el sindical.
"Nunca tenemos que olvidar que la muerte de Eduardo Frei Montalva coincidió con la de Tucapel Jiménez, los principales líderes político y social contra la dictadura", dice Walker.
El mandamás democratacristiano pide conocer la verdad: "La causa está caratulada como homicidio por envenenamiento y la Sala penal inculpó a seis personas. El PDC y la familia Frei no tenemos odio ni rencor, sólo deseo de justicia".


Pinochet habría guardado las mortales toxinas botulínicas en La Moneda

Fuente :Soychile.cl 24 de Agosto 2013

Categoría : Prensa

Según la agencia DPA, las ampollas que se destruyeron en el Instituto de Salud Pública en 2008, llegaron en valijas diplomáticas provenientes de Brasil con el pretexto de ser usadas para "antídotos"

Las armas químicas que Augusto Pinochet (1973-1990) adquirió para sus planes de guerra interna y externa fueron entregadas en el propio palacio presidencial de La Moneda (Santiago de Chile), según confirman documentos policiales y judiciales reservados a los que accedió hoy la agencia dpa.

Las toxinas botulínicas, que fueron destruidas recién en 2008 como dpa reveló esta semana, llegaron en valijas diplomáticas provenientes de Brasil, admitieron a la policía agentes en retiro del Ejército y del estatal Instituto de Salud Pública (ISP).

En las declaraciones, que están en poder de la Justicia, el funcionario Marcos Poduje Frugone reconoció que fue como un estafeta del ISP a La Moneda a buscar un paquete que luego supo que eran toxinas botulínicas.

Poduje Frugone aseguró a la policía que entregó las toxinas al entonces jefe del Departamento de Laboratorios del ISP, Hernán Lobos, tras retirarlas de una oficina que la Cancillería tenía en La Moneda.

La operación, según declaraciones a la policía de los demás involucrados, fue a inicios de la década de 1980 y previo al envenenamiento de presos políticos con botulina y a la muerte del presidente Eduardo Frei en 1982, en cuyos restos fueron encontrados gas mostaza y talio.

El propio director del ISP en esos años, el coronel Joaquín Larraín, reconoció a la policía civil en un texto con su firma que la adquisición de armas químicas comenzó luego de una reunión con el médico Eduardo Arriagada Rehren, de inteligencia militar.

En el encuentro, Arriagada preguntó a Larraín, un ex profesor de la Escuela de las Américas, si el ISP tenía toxinas botulínicas, aduciendo que el Ejército las necesitaba, debido a las tensiones con países límitrofes, en especial Argentina.

Arriagada, quien estuvo acompañado en el encuentro además por el veterinario Eduardo Rosende, admitió los hechos también a los investigadores, quienes realizaron las pesquisas por petición del juez Alejandro Madrid.

El magistrado, quien lleva años investigando la muerte de Frei y el envenenamiento de presos en la Cárcel Pública de Santiago, debería dictar sentencia en ambos casos en los próximos meses.

Sobre la importación de las sustancias químicos a Chile desde Brasil, la versión de los agentes y funcionarios es que las toxinas botulínicas iban a ser empleadas para generar antídotos.

Estas antídotos serían elaborados -según esa versión de los agentes represivos- por el secreto Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército, ante el temor a conflictos fronterizos.

Esta semana la directora del Instituto de Salud Pública (ISP) entre los años 2007 y 2010, Ingrid Heitmann, reveló a dpa que profesionales del centro encontraron en 2008 dos cajas llenas de ampollas con botulina, en los refrigeradores del subterráneo del ISP.

El hecho jamás fue informado al entonces gobierno de la líder socialista Michelle Bachelet o la Justicia, la que investigaba en esos años el destino de la botulina.

La versión de Heitmann hace presumir que fueron varias las cajas que ingresaron a Chile con armas químicas en esos años, a diferencia de la información recabada por la policía, que hablan de una caja y que fue enviada a dependencias del Ejército.

El relato de la directora Heitmann admite el hallazgo de dos cajas en el propio ISP, ubicada a un costado del concurrido Estadio Nacional.


Acogen a trámite querella que investiga muerte de Frei Montalva

Fuente :La Nación 11 de Febrero 2011

Categoría : Prensa

La querella interpuesta por el Ministerio del Interior, encabezado por Rodrigo Hinzpeter, sobre el homicidio del ex mandatario Eduardo Frei Montalva, fue acogida a trámite por el ministro en Visita (s), Alejandro Solís.

Asimismo, se aceptó la solicitud de la cartera del Interior para conocer en detalle el avance de la indagatoria del caso, que busca probar el envenenamiento al que supuestamente fue sometido el ex líder de la Democracia Cristiana, muerto en 1982.

El anuncio se suma a las nuevas pericias ordenadas por el abogado que lleva la causa, Alejandro Madrid, que buscan ratificar la teoría del homicidio de Frei Montalva, mientras estuvo hospitalizado en la Clínica Santa María.


Andrés Valenzuela "Papudo" el agente arrepentido, ¿Héroe o villano?. "Nuestra misión era matar comunistas", señaló en declaración judicial

Fuente :El Ciudadano 22 de Abril de 2014

Categoría : Prensa

Cambio21 da a conocer en exclusiva nuevas declaraciones entregadas judicialmente por "El Papudo", acerca del modo en que operaba el siniestro Comando Conjunto. La misión era "exterminar al Partido Comunista", lo que implicaba dar muerte a los dirigentes nacionales y regionales, tanto adultos como de la JJCC.

Sin dudas las declaraciones judiciales entregadas por el ex agente del Comando Conjunto Andrés Valenzuela, alias El Papudo, respecto a la muerte del Presidente Eduardo Frei Montalva, que no son las únicas a que tuvo acceso en exclusiva Cambio21, generaron fuertes repercusiones en el país y más allá de nuestras fronteras. Políticos, abogados y público en general y la repercusión en las redes sociales, se hicieron eco de las palabras publicadas por nuestro medio.

Valenzuela abandonó solo hace unos días Chile, en el mismo sigilo con que volvió a declarar a nuestro país, en causas de Derechos humanos. Hoy entregamos nuevos antecedentes exclusivos acerca de lo declarado judicialmente por "El papudo". Tanto sus confesiones ante los magistrados, como en sus diálogos con nuestro medio, Valenzuela se mostró seguro de cooperar con la justicia.

Canal 7, CNN y muchos otros medios y agencias nacionales y extranjeras, reprodujeron en extensas crónicas los dichos de Valenzuela que diera a conocer Cambio21. Los ex senadores e hijos del Presidente asesinado por la dictadura, Eduardo y Carmen Frei, salieron a ratificar las sospechas que por años mantuvieron acerca de la muerte de su padre. No fueron los únicos que reconocieron como válidas las denuncias entregadas por el ex agente de seguridad.

Un abogado de la ex Vicaría de la Solidaridad que prefirió mantener reserva de su nombre, la abogado Carmen Hertz y otros personeros ligados a los Derechos Humanos,, también tuvieron palabras para referirse a los testimonios judiciales de "El Papudo", así como al rol que éste agente ha cumplido en el esclarecimiento de muchos hechos que hasta ahora, han permanecido ocultos por el silencio cómplice de aquellos que conocen lo sucedido con casos de detenidos-desaparecidos.

El crimen de Frei

Andrés Valenzuela, ex miembro del organismo represor volvió voluntariamente a Chile desde su autoexilio en Francia para dar testimonio sobre distintos casos de violaciones a los Derechos Humanos en los cuales poseía información relevante, aunque no en todos reconoció conocer antecedentes, según consta de sus declaraciones judiciales tenidas a la vista por Cambio21. Entre los casos en que su aporte ha resultado relevante, se encuentra el primer magnicidio cometido en nuestro país: Eduardo Frei Montalva.

Según la información a la que tuvo acceso exclusivo Cambio21, el ex agente confirmó que la muerte del presidente Frei Montalva se realizó por envenenamiento, el que se llevó a cabo por medio del vendaje que se utilizó en la herida producto de una operación, vendas que fueron untadas con talio y gas mostaza aplicado en pequeñas cantidades y que finalmente le causaron la muerte.

El complot se realizó en la UTI (Unidad de Tratamiento Intensivo) de la Clínica Santa María, tras haber sido sometido a un procedimiento para tratar una hernia al hiato en 1982, momento en que se procedió a la intoxicación del Presidente.

El juez Alejandro Madrid pudo desentrañar parte importante de la trama que precedió al asesinato de Eduardo Frei Montalva. Logró conformar el delito de homicidio por envenenamiento y procesar a las seis personas, incluidos los médicos de la Universidad Católica, Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere, autores de la misteriosa autopsia que mantuvieron oculta por 20 años sin informar a la familia. Estos dos médicos se encuentran procesados en calidad de encubridores. Otros de los inculpados son los médicos Pedro Valdivia y Patricio Silva Garín.

Como autores se sindica judicialmente a Luis Becerra Arancibia, ex chofer del ex mandatario, y de Raúl Lillo, en esa época agente de la Central Nacional de Informaciones.

Ex Senadora Carmen Frei "Es doloroso"

Fue ella la primera en poner en el tapete las sospechas acerca de que el ex presidente había sido asesinado. La hija del asesinado presidente Eduardo Frei Montalva señaló a Cambio21, que le impactó conocer los nuevos antecedentes sobre la forma en que se cometió el crimen de su padre, envenenado con vendas o apósitos infectados con una toxina en una herida post operatoria, según relató judicialmente el ex agente Valenzuela.

"Hoy con lo que ustedes contaron en Cambio21, (la información) ya está dentro del proceso. Esta persona (Andrés Valenzuela) ha declarado ante el juez y sin duda que es un paso más en el esclarecimiento de la verdad. Aunque haya pasado tanto tiempo, siempre vuelve el dolor y el recuerdo cuando salen nuevos antecedentes, por eso es que es doloroso, pero al mismo tiempo positivo, en el sentido de que vamos caminando certeramente a esclarecer lo que fue el asesinato de mi padre", aseguró a nuestro medio.

Para Carmen Frei es importante lo que informó Cambio21 y que se encuentra en el proceso, "esta persona (Andrés Valenzuela) en su declaración, mencionó otros nombres y sin duda que el juez tendrá que investigar y pedir más antecedentes de estas personas o recabar más información sobre ellas", declaró.

"Las heridas cuestan mucho sanarlas. Creo que el recuerdo es para siempre y el dolor también. Lo que se hace es vivir con el dolor y lograr que sepamos la verdad completa -manifestó-, yo tengo la fuerza suficiente para no descansar hasta que conozcamos la verdad. Sin duda que todo esto nos ayuda a confirmar lo que ya sabemos y sobre todo a tanta gente que me trató tan mal cuando hablé por primera vez, que ellos también ahora se den cuenta de que yo no mentía y que la verdad está saliendo poco a poco", concluyó.

Ex Presidente y ex Senador Eduardo Frei "Impactante"

Así respondió el hijo del Presidente Frei al conocer las declaraciones de El Papudo ante el Juez, que reprodujo Cambio21 como primicia. El ex senador DC, destacó el valor de los datos publicados por nuestro medio y exigió que el Ejército coopere en la investigación. ¿Por qué no entregan esta información? Ojalá que podamos avanzar en eso", señaló.

Para el ex senador Frei "esta declaración es clave para el cierre de la investigación, aunque reconoce que resulta "evidente" que la orden de cometer el asesinato de su padre vino de los altos mandos. "Ojalá que con esto se cierre la causa y se proceda a condenar a los culpables o al menos a los que están vivos", indicó.

"Uno se pregunta: ¿Era posible que esta organización que asesinaba personas, que tenía laboratorios clandestinos, que tenía clínicas clandestinas, que traía productos en valijas diplomáticas que llegaban a La Moneda no tuviera una decisión superior? Es evidente que sí", dijo Frei.

"Si uno analiza todos los casos que ha ido cerrando el ministro Madrid, como el caso de (Eugenio) Berríos, (ve que) altos oficiales de las Fuerzas Armadas participaron en la decisión de sacarlo de Chile y después asesinarlo en el extranjero; así lo confesó un ex general, entonces ¿por qué no entregan esta información? Ojalá que podamos avanzar en eso", dijo el líder DC, a El Diario de Cooperativa, comentando la publicación de Cambio21.

"Que esto sirva para para cerrar de una vez por todas para cerrar la causa y condenar a los culpables", señaló a CNN el ex presidente Frei, comentando la noticia dada a conocer por Cambio21. "Varios generales deben conocer claramente como se tomó la decisión de asesinar a mi padre y deben entregarla, como lo hizo un ex general en el caso Berríos, que sirvió para aclarar esa muerte", indicó Frei Ruiz Tagle. "Lo mismo la Universidad Católica, que hicieron una autopsia falsa, que manipularon los restos del presidente Frei, que fueron a sacar toda evidencia, sin autorización de la familia", denunció.

Las otras declaraciones de Andrés "El Papudo" Valenzuela

Las declaraciones dadas a conocer por Cambio21 acerca del asesinato del Presidente Frei Montalva, no fueron las únicas entregadas por El Papudo ante Tribunales en su estadía en Chile. El 12 de marzo de 2014 declaró ante ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago, en distintos procesos, como se acredita de fojas 1703-1704, 4263-4264 y 6259-6261, entre otras. Allí Andrés Valenzuela Morales entregó datos sobre el ente represor y sus funciones.

Sobre el Comando Conjunto del cual fue parte y desertó asqueado de los crímenes cometidos por ese ente opresor, "El Papudo", relató pormenorizadamente cuáles eran los objetivos de ese ente transformado en asociación criminal. Afirmó que "la finalidad de este organismo era reprimir al Partido Comunista, ya que era considerado como enemigo del gobierno militar".

Al conocer las declaraciones de "El Papudo", Karol Cariola, diputada y secretaria general de las Juventudes Comunistas de Chile, en conversación con Cambio21, señaló que "esto a nosotros nos hace reflexionar sobre lo que significaría para nuestro país si la dictadura aún estuviera vigente, ya que muchos de nosotros no estaríamos vivos. Las declaraciones de este exmilitar son tremendamente fuertes, golpean porque reafirman lo terrible que fue la dictadura militar, la dimensión en cuanto a la violación de los Derechos Humanos, que se llevaron adelante que es una parte de nuestra historia que conocemos y además tenemos testimonios y que esto reafirma con aún más fuerza".

Valenzuela también explicó que "la labor en contra del Partido Comunista, esto es, detener a sus miembros y, en muchos casos ‘darles muerte', principió por los organismos llamados regionales de este partido. La represión abarcaba tanto al Partido como las Juventudes Comunistas", afirmó.

Con relación a lo anterior, Karol Cariola comentó que "yo no lo viví personalmente, pero nuestra organización, las Juventudes Comunistas, tiene en sus filas a miles de compañeros que fueron perseguidos, torturados y desaparecidos que fueron militantes de la ‘Jota', asesinados y otros que tuvieron que salir al exilio. También así lo vivió el Partido Comunista".

Andrés Valenzuela "El Papudo". Perdón por Verdad

Muchas personas se han preguntado si corresponde juzgar a Andrés Valenzuela por los hechos que revisten carácter de crímenes en que habría participado. Ello, porque les cuesta entender que se encuentre libre y a pesar de lo que sabe, nunca ha sido procesado. Otros, justifican el hecho, pues los antecedentes que voluntariamente ha entregado "El Papudo", han permitido conocer la verdad en muchos temas, es más aseguran, debiera servir de ejemplo a otros ex represores para que dieran a conocer aquello que conocen.

Un ex abogado de la Vicaría de la Solidaridad, órgano defensor de los Derechos Humanos que tuvo un rol fundamental durante la dictadura y que fue aquel que cooperó con la salida de Andrés Valenzuela del país, y quien solicitó mantener reserva de su nombre, señaló a Cambio21 que "a mí me parece que Valenzuela ha hecho algo que a me hubiera gustado que hicieran todos los que participaron en hechos de violaciones a Derechos Humanos."

Y continúa fundamentando que "Es más, lo hizo antes que se terminara la dictadura, lo que se valora aún más. Hay otros que sabiendo lo mismo o más que Valenzuela callaron entonces y callan incluso después de terminada la dictadura. Eso quiere decir que compartieron lo que se hizo. Me refiero a oficiales, pero los soldados que fueron obligados a participar, bien podrían entregar sus testimonios y con ello conocerse la verdad, afirma."

Reclama que "el comportamiento de los medios, como La Tercera -dice-, que alegan porque no lo procesaron, no alienta a nadie a seguir su camino y eso no ayuda, menos a conocer la verdad por los familiares de víctimas de DDHH, es más -asegura-, los que lo sacamos en aquella época pagamos un gran costo, pero preferimos optar porque la verdad y la justicia primaran y no perder otra vida (la de Valenzuela)", señaló

"Hay que recordar que sus declaraciones tumbaron más de 10 generales y no sé cuántos oficiales, aclarándose no sé cuántos casos, por la valentía de reconocer el error de un muchacho que a los 18 años lo "pescaron" y lo llevaron a esto y lo convirtieron en lo que lo convirtieron, incluso en parte en víctima", aseguró el abogado.

Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), dijo que "es relevante que esta persona, a pesar que fue un victimario, colabore en estas causas porque es necesario saber quiénes asesinaron a nuestros ejecutados políticos o quiénes fueron responsables de las desapariciones y escondieron sus cuerpos y saber dónde pueden estar sus restos. Para nosotros es violento y contradictorio el escuchar o leer las declaraciones de esta persona, porque él está comprometido con violaciones a Derechos Humanos".

La diputada Cariola (PC), sobre lo señalado por "El Papudo" ante la Corte de Apelaciones, dijo que "creo que estas declaraciones aportan en cierta medida algunos elementos, ojalá él pudiera dar datos más concretos como nombres, responsables y cosas por el estilo, porque eso es lo que contribuiría realmente a terminar con la impunidad y la injusticia, lo que no se ha hecho, ya que este tipo de acusaciones ya las conocíamos", a lo que agregó "creo que estos aportes debieran ir en la dirección de poder hacer justicia y terminar con la impunidad de los asesinos responsables".

Carmen Hertz, reconocida abogado en Derechos Humanos y ella misma víctima del atropello que significó el asesinato cruel de su marido, Carlos Berger, acerca del caso Valenzuela, parte aclarando que ella era abogado de la Vicaría de la Solidaridad cuando El Papudo entregó su testimonio original. "En primer lugar -asevera la abogado Hertz-, él no era un militar de alto rango, que era parte del Comando Conjunto, pero además colabora (con la Vicaría) en un momento tremendamente riesgoso para él y, en plena dictadura, entrega una información valiosísima", indica.

Aclara asimismo que "está contemplado incluso en nuestra legislación la colaboración con la justicia, el entregar información y no sólo en éste tipo de crímenes, sino que en los delitos comunes igualmente, transformándose en una circunstancia atenuante de responsabilidad", afirma.

Carmen Hertz señala que más que a aquellos que fueron obligados a cumplir órdenes, se debe apuntar a los autores ideológicos de estos crímenes y a los perpetradores con mando, "o sea los oficiales, alguien como Marcelo Moren Brito que nada tiene por entregar porque nada ha querido entregar. Aquí deben haber condenas ejemplares contra esos criminales con mando que además de ordenar perpetraban", concluye.

Por último, Carmen Frei (DC), aseguró: Él desde el principio ayudó con informaciones de muchos casos, no sólo al de mi papá. Por cierto que demuestra ser una persona que se arrepintió de las barbaridades que hizo y así, como recuerda esto de mi papá, espero que pueda recordar muchas más cosas, para que terminemos de una vez con los procesos que están en marcha", aseguró. Pero si a Valenzuela le corresponde perdón o castigo, Carmen Frei afirmó que "Esa parte la tienen que decidir los jueces. No me corresponde pronunciarme sobre esto".

¿Héroe o Villano? Sin dudas el lector se podrá plantear la misma pregunta y es muy posible que no todos lleguen a una misma conclusión. Pero cual sea la visión que usted tenga, es claro que los aportes a la justicia entregados por Valenzuela, han llevado verdad en muchos casos. Ojalá otros muchachos de entonces y que fueron obligados a participar en crímenes de lesa humanidad que posean información sobre ello, se atrevan a acercarse a los órganos pertinentes de Justicia o a los abogados de estos casos a contar su verdad, la que de seguro traerá paz a muchos otros que la necesitan en nuestro país.

Repercusiones en el extranjero

El impacto de las declaraciones judiciales obtenidas en exclusiva por Cambio21 no sólo se replicaron en nuestro país. Importantes cadenas de noticias en diversos lugares reprodujeron la información al instante de darse a conocer por nuestro medio. CNN, ANSA, Terra, UPI y muchas otras agencias internacionales dieron a conocer la información.

"Ex-presidente Frei murió envenenado, confiesa ante juez represor arrepentido", "Chile: un ex represor confirmó que Frei fue envenenado", "Un represor de la dictadura de Pinochet confirmó que el ex presidente Frei fue envenenado", "Expresidente chileno Frei Montalva fue envenenado", "Testimonio clave confirmaría asesinato de Frei", "Ex presidente Frei impactado con revelación de Cambio21 que revela que a su padre lo mataron con vendas envenenadas" y muchos otros titulares fueron portada, citando a Cambio21 e informando de la noticia en todo el mundo.

Otros casos en que declaró Valenzuela

Reinalda del Carmen Pereira Plaza, militante del Partido Comunista y ex dirigenta de la salud, fue detenida por agentes de seguridad el 15 de diciembre de 1976 cuando esperaba locomoción en la comuna de Ñuñoa para volver a su casa luego de realizarse exámenes relacionados con su embarazo. Dos hombres la redujeron y la introdujeron al vehículo en que se movilizaban mientras la mujer gritaba "sálvenme".

Marta Lidia Ugarte Román fue profesora y miembro del comité central del Partido Comunista de Chile, detenida el 9 de agosto de 1976 por agentes de la DINA y, según testigos, permaneció recluida en el sector denominado "La Torre" de Villa Grimaldi. Su deceso se debió a las torturas a las que fue sometida y su cadáver fue encontrado semidesnudo y dentro de un saco amarrado a su cuello con un alambre un mes después en la playa "La Ballena", de Los Molles.

"Calle Conferencia" se refiere a la querella criminal por genocidio, homicidios múltiples asociación ilícita, inhumación ilegal cometidos en perjurio del Comité Central del Partido Comunista de Chile que se reunió en calle Conferencia, el 4 de mayo de 1976, lugar que fue convertido en una "ratonera" por la DINA. La orden de detención la dio Manuel Contreras, pero la responsabilidad final se le atribuye a Augusto Pinochet.


Asesinato de Frei Montalva: La verdad histórica

Fuente :politika.cl, 26 de Septiembre 2023

Categoría : Prensa

Luego de 1980, en que Frei se convirtió en virtual líder de toda la oposición (encabezó una famosa concentración en el Teatro Caupolicán contra la Constitución impuesta ese año), los ataques públicos de Pinochet y de los miembros de la Junta arreciaron en su contra.

Es muy común confundir la verdad histórica con la “verdad judicial”. Esta última constituye, en el mejor de los casos, un aspecto muy acotado de la primera. Además, dado que los fallos judiciales constituyen, en definitiva, el resultado del ejercicio de un poder político efectuado por una o muy pocas personas, muchas veces –por errores, cálculos interesados, amedrentamientos o corrupciones- la contradicen abiertamente.

Y cuando se trata de regímenes autoritarios que concentran todo el poder, es muy difícil esperar que ambas verdades coincidan cuando se trata de crímenes de naturaleza política. En menor grado esto mismo se ve en democracias de “baja intensidad”, más o menos nominales.

En relación a la muerte de Eduardo Frei, a tenor de los múltiples datos concordantes obtenidos por la investigación de muchos años del juez Alejandro Madrid, consignados por Carmen Frei (Magnicidio. La historia del crimen de mi padreAguilar, 2017) y Genaro Arriagada (“La sentencia del caso Frei”; El Mercurio; 3-3-2019), es posible sostener como clara verdad histórica el que Frei fue asesinado por la dictadura.

A ello se suma la total convicción en ese sentido del destacado médico que le hizo su primera operación: Augusto Larraín (ver Lilian Olivares – ¿Quién mató al presidente Frei? La verdad sin horaCatalonia; 2020; pp. 173-79).

Además, estamos hablando de un régimen que usó sistemáticamente el asesinato, la tortura y todo tipo de violaciones de derechos humanos en contra de sus adversarios políticos. Y que específicamente había atentado dos veces contra la propia vida de Frei en 1976. Una, colocándole una bomba en su auto que afortunadamente fue percibida y logró ser desactivada (ver Frei; pp. 61-2). Y otra en que, manejando de Papudo a Zapallar por un peligroso camino al borde de un acantilado, le fallaron tres neumáticos. Un mecánico le señaló que ello se debió a que alguien le había soltado los pernos de las ruedas (ver ibid.; pp. 62-3). Esto, en el período más cruel de la DINA, dirigida por Manuel Contreras; que incluyó los atentados en Buenos Aires contra Carlos Prats en 1974; en Roma contra Bernardo Leighton en 1975; y en Washington contra Orlando Letelier, en el mismo año 1976.

Luego de 1980, en que Frei se convirtió en virtual líder de toda la oposición (encabezó una famosa concentración en el Teatro Caupolicán contra la Constitución impuesta ese año), los ataques públicos de Pinochet y de los miembros de la Junta arreciaron en su contra. Además, el respaldo que le daba el gobierno de Estados Unidos con Carter (1977-1981) se acabó cuando asumió Reagan en enero de ese año.

Por otro lado, sintomáticamente, en ese año Frei y Tucapel Jiménez (que se había convertido a su vez en el virtual líder de la oposición sindical) encabezaron un acto de solidaridad con sindicalistas presos en el local de la Vicaría de la Pastoral Obrera. Y reveladoramente, en sus declaraciones al juez Madrid, el agente de la CNI (Carlos Herrera Jiménez) le señaló “que le dieron la orden de matar a Tucapel (Jiménez) en noviembre de 1981, pero que lo llamaron y le dijeron que lo detuviera todo, pues había otra persona antes en la lista” (Ibid.; p. 86). Finalmente, Jiménez fue brutalmente asesinado en febrero de 1982.

Dado que la CNI controlaba los movimientos y planes de Frei (a través de micrófonos direccionales y de seguimientos) supo con antelación que él -desoyendo consejos familiares y de líderes de la DC– había decidido operarse de una hernia al hiato en noviembre de ese año en Chile y en la Clínica Santa María, donde la CNI tenía ya reclutados varios médicos, enfermeras y personal auxiliar. El desarrollo de un magnicidio solapado se le hacía entonces muy fácil al régimen, más aún cuando sus servicios de inteligencia habían usado ya con éxito venenos químicos para asesinar a varias personas.

De este modo, una operación en que el doctor Larraín era un eximio especialista -y en que todo había marchado bien- generó varios días después en el organismo de Frei fuertes dolores, vómitos y diarreas. Larraín presumió posteriormente que algún miembro de su equipo le aplicó veneno, recordando que “en el momento de la operación mía alguna de las compresas venía con unas gotitas. Y se la pusieron” (Olivares; p. 177).

Ante el juez Madrid, la enfermera del equipo, Regina Muena, declaró que “durante esa operación me llamó la atención que la arsenalera, de quien desconozco la identidad, no sabía vestirse ni conocía el instrumental quirúrgico. Debido a esto el propio doctor Larraín era quien tomaba de la mesa de procedimientos el instrumental” (Frei; p. 132).

Una segunda operación fue encabezada por el médico Patricio Silva Garín, luego que desprestigiara frente a la familia al doctor Larraín como habiendo hecho una operación “sucia” (Ibid.; p. 134). Increíblemente, Silva era un médico militar que había sido subsecretario de Salud de Frei y que ¡luego del golpe de 1973 asumió como subdirector del Hospital Militar, donde todo indicaba que -bajo su dependencia- habían sido asesinados José Tohá y el general Augusto Lutz! Y luego de esta segunda operación del 6 de diciembre la evolución de Frei fue desastrosa, hasta que falleció el 22 de enero de 1982.

Ha habido opiniones médicas contradictorias respecto del encuentro de evidencias de que Frei fue envenenado, aunque obviamente las posibilidades de demostrarlo fehacientemente fueron eliminadas luego de una “autopsia” clandestina que le efectuaron -sin el conocimiento de su familia ni del médico tratante- dos médicos que misteriosamente llegaron del Hospital Clínico de la Universidad Católica, ocultación que “solo vino a quebrar una llamada anónima hecha en 2013” (Arriagada). Y en dicho procedimiento ambos doctores además de inyectarle “seis litros de formalina” en sus arterias, “le hicieron un corte en forma de ‘T’ en la región del torax y del abdomen, y todos los órganos fueron vaciados en una bolsa plástica y después en un balde metálico para su traslado. Luego se suturó y se maquilló” (Frei; p. 160).

Por otro lado, en la larga estadía final de Frei en la clínica, hubo múltiples irregularidades y condiciones favorables para continuar con el proceso de envenenamiento. De partida los doctores Bernal, Olguín y Ortiz señalaron que “solo vistiendo un delantal se puede acceder a los pacientes con una facilidad enorme”; y “la única funcionaria que tenía acceso a ver quien entraba o salía de la habitación de Frei era una (fj. 200) secretaria que trabajaba en horario diurno; fuera de esa jornada no quedaba nadie”; y “nunca la Unidad de Cuidados Intensivos UCI (fj. 210) había estado tan invadida” (Arriagada).

Además, hubo médicos de la clínica que se habían destacado en acciones represivas como Pedro Valdivia “que había servido en dos centros de tortura (cuartel Borgoño y Clínica London) y que no siendo médico tratante, entra a la UCI a ver a Frei (fj. 218)”; y “el doctor Rodrigo Vélez, igualmente vinculado a la Clínica London y a quien Silva Garín menciona como su segundo ayudante en la segunda operación” (Ibid.). Asimismo Silva Garín, en su calidad de subdirector del Hospital Militar, le había ordenado al doctor Tapia luego del 11 de septiembre “designar los médicos civiles (fj. 410) que debían concurrir a los distintos campos de prisioneros”, y “crear un hospital de campaña en el Estadio Nacional, en esos días principal centro de torturas” (Ibid.). Por otro lado, las operaciones de Frei eran seguidas por Pinochet “al punto que el director de la Clínica ordena a dos enfermeras (fjs. 219 y 220) de que en el momento del fallecimiento, antes de comunicarle a la familia debían hacerlo a Pinochet, a un número anotado en la UCI” (Ibid.).

Asimismo, la estadía de Frei en la clínica fue acompañada de numerosos hechos sospechosos, sorprendentes o francamente irregulares; y de abiertas contradicciones médicas. Así, Frei fue asistido por varias enfermeras externas de la clínica de las que no se guardan registros y que nunca más se volvió a ver; varios de los protocolos operatorios (finalmente, en total, se le hicieron cuatro operaciones) y de partes de las fichas médicas de Frei simplemente desaparecieron; a la enfermera (fj. 201) le llama la atención que luego de las dos primeras operaciones a Frei “lo regresan a su habitación y no a la UCI”; “la enfermera Valenzuela declara que el presidente, dentro de su gravedad, le informa que una enfermera que ingresaba todas las noches (fj. 379) le inyectaba un medicamento que le producía mucho dolor.

La paramédico indica que Silva Garín (fj. 224) dejaba sus indicaciones de tratamiento y después llegaba otro médico y las cambiaba” (Arriagada). Pero lo más decidor sucede el día de su muerte: “El Dr. Ortiz (fj. 132) constató su fallecimiento y la enfermera avisó al médico de piso, que era Valdivia, quien queda a cargo del cuerpo de Frei. Ortiz presume que los médicos externos que ingresaron al lugar donde estaba el cuerpo, fueron autorizados por Valdivia. De las fichas clínicas desaparecen, en ambas, la última hoja, que es la que corresponde al día de su muerte. Valdivia sostiene que en esos días estaba de vacaciones en Ñuble, coartada que se destruye al comprobar con certificados y recibos que en esos días estaba en la clínica (fj. 350)” (Ibid.).

Es claro que, más allá de la gran dificultad de especificar las responsabilidades propias de cada uno de los actores en tamaña “empresa criminal”, no cabe duda de que para la historia quedará como el responsable que ordenó el asesinato de Frei quien concentraba todo el poder en nuestro país a la fecha: Pinochet.