Villegas Villagrán Arturo Segundo


villagrimaldi Memorial Partido Socialista

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Rut : 2.291.366-2

Fecha Detención : 18-09-1973
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 10-09-1928 Edad : 45

Lugar Nacimiento : Biobío

Actividad Política : Partido Socialista (PS)
Actividad : Taxista

Estado Civil e Hijos : casado, 4 hijos
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :Vicarìa de la Solidaridad

Categoría : Antecedentes del Caso

Rut       : 266 Penco

F.Nacim. : 10-09-28, 45 años a la fecha de la detención

Domicilio : Maipú 512, Penco

E.Civil  : Casado, 4 hijos

Actividad : Taxista

C.Repres. : Militante socialista, ex dirigente sindical de Fanaloza

F.Detenc. : 18 de septiembre de 1973

SITUACION REPRESIVA

  Arturo Segundo Villegas Villagrán, casado, 4 hijos, dirigente sindical, militante socialista, fue detenido en su domicilio el 18 de septiembre de 1973, alrededor de las 18:30 horas, por efectivos de Carabineros que procedieron a allanar la vivienda en búsqueda de armas, las que no encontraron. En esos momentos se encontraban en el lugar su cónyuge y algunos amigos, entre ellos el joven José Bustos Cortés, que también fue llevado prisionero y dejado en libertad días después.

La patrulla estaba formada por cinco uniformados, al mando del Teniente de Carabineros Juan Avello y la componían además el Sargento Luis Alberto Benítez Venegas y los Cabos Franklin Crisosto Maldonado y Carlos Burdiles Pedreros, todos pertenecientes a la Comisaría de Penco.

 Los detenidos fueron conducidos en un vehículo particular al Cuartel mencionado, donde el afectado fue visto por Mario Avila Maldonado, también arrestado el 18 de septiembre de 1973 y liberado tres días después. Avila le relató a su hermana Marina, que vio cuando dos uniformados flagelaban a Villegas en dependencias del recinto policial, en tanto él mismo fue torturado y colgado en dicho lugar. Quien dirigía las torturas era el carabinero Héctor Aburto, que acostumbraba decir "en el cielo manda Dios y aquí nosotros". El testigo fue detenido nuevamente el 9 de octubre de ese año, en su lugar de trabajo en Tomé, por civiles encabezados por el mismo carabinero Aburto. Un mes después, Mario Avila apareció muerto en la zona de Quebrada Honda, ubicada en el camino de Lirquén a Concepción y sus restos fueron reconocidos fumdamentalmente por la ropa.

  Al día siguiente de la detención de Arturo Villegas, familiares preguntaron por él en la Unidad Policial, siendo atendidos por el Teniente Avello y el Capitán Rudy Cortés. Mientras uno respondió que el afectado había sido puesto en libertad en los alrededores de Lirquén, el otro indicó que había sido trasladado a Tomé.

  Días antes de su arresto, el 15 de septiembre, el Oficial Avello había concurrido al domicilio de Villegas para notificarle que debía presentarse en la Comisaría. El afectado concurrió a dicho recinto, donde se entrevistó con un Capitán, luego de lo cual fue dejado en libertad.

Arturo Villegas Villagrán fue visto por última vez el día de su detención en la Comisaría de Penco, muy golpeado y desde entonces se encuentra desaparecido.

 GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

El 28 de junio de 1976 se inició la causa rol 38.669 en el 3er. Juzgado del Crimen de Concepción, a raíz de un parte de la Comisaría de Carabineros de Penco, que dio cuenta de la denuncia presentada en esa Unidad policial por la cónyuge de la víctima, Eliana Zárate.

El parte, redactado por el Sargento Benítez, uno de los aprehensores, indica que la señora manifestó que su marido había "salido" de su domicilio ese día, sin regresar. Sin embargo, al ratificar la denuncia ante el Juez, Eliana Zárate indica que su cónyuge fue detenido por Carabineros, sin lograr ubicarlo desde entonces.

Investigaciones informó diligencias que consistieron en entrevistar a la denunciante y al padre de la víctima, quienes entregaron detalles de los hechos. Con estas declaraciones y la del carabinero Benítez ratificando el parte, el 30 de septiembre de 1976 el Juez cerró el sumario y dictó sobreseimiento temporal, por no encontrarse acreditado delito. Esta resolución fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Concepción el 29 de octubre del mismo año.

El 3 de marzo de 1977 se solicitó la reapertura del sumario; la citación a declarar a los testigos de su detención que se individualizan, a los carabineros aprehensores; y un careo entre éstos con los familiares. Esto último no se acogió.

La diligencia de citar a los testigos fue ordenada a la misma Comisaría de Penco y fue diligenciada por uno de los efectivos que participó en la detención, el carabinero Burdiles, también citado a comparecer ante el tribunal.

De los policías sólo declararon los carabineros Burdiles, Crisosto y Benítez, quienes coincidieron en manifestar que en esa fecha, septiembre de 1973, se practicaron numerosos allanamientos y detenciones, por orden superior o de la Intendencia, no recordando ninguno de ellos a Arturo Villegas. Indican además que los detenidos eran llevados a la Comisaría o bien otras veces los trasladaban a Tomé. Señalan como jefe de estos operativos al Teniente Juan Avello.

No obstante haber sido citado por oficio y por exhorto a Puerto Montt, donde se encontraba cumpliendo funciones, el Oficial Avello no declaró ante el tribunal.

Por otro lado, el Subcomisario de Penco informó que los registros donde quedan estampadas las constancias de detención fueron destruidos, según Reglamento.

 Uno de los testigos declaró que un hermano, que también estuvo preso, vio cuando al interior del recinto policial Villegas era flagelado por dos uniformados.

 Aún cuando declararon testigos de su detención y otros sobre su permanencia en la Comisaría de Penco, el 13 de mayo de 1977 se cerró nuevamente el sumario y se dictó sobreseimiento temporal, por no encontrarse acreditado el delito. Esta resolución fue aprobada por la Corte de Concepción el 9 de junio del mismo año.

Posteriormente, el 25 de abril de 1979 se interpuso un recurso de amparo en su favor ante la Corte de Concepción y el 6 de junio del mismo año una querella ante el 3er. Juzgado del Crimen de esa ciudad, causas de las cuales no se tienen antecedentes.


La maldad misma: en un ataúd descubren por casualidad dos detenidos desaparecidos: uno de ellos será sepultado 45 años después de su crimen ejecutado

Fuente : Cambio 21. 09 agosto 2019

Categoría : Prensa

Este sábado se realizará en Penco el funeral de Arturo Villegas Villagrán, quien por los últimos 45 años permaneciera en calidad de detenido desaparecido.

El hallazgo de los restos del militante del Partido Socialista se realizó por casualidad, cuando el 2015 el ministro para causas por violación de derechos humanos, Carlos Aldana, exhumó la tumba de Mario Ávila Maldonado, en donde fueron encontradas además osamentas que se determinó eran de Villegas Villagrán.

Villegas fue ejecutado a mansalva por Carabineros tras su detención el 18 de septiembre de 1973. Están cumpliendo penas de cárcel cuatro carabineros en retiro y dos civiles, respecto de quienes sus abogados defensores han señalado que al acreditarse que el desaparecido fue asesinado la justicia debería revisar sus condenas.

A un mes y medio de que se dispusiera la entrega de los restos, se informó que a las 10.30 horas del sábado el féretro de Arturo Villegas será trasladado hasta la Iglesia de Penco, frente a la plaza, donde al mediodía se oficiará una misa, para que una hora después sus hijos lo sepulten en el Cementerio Parroquial de la comuna.

Asesinado por carabineros

Arturo Villegas era casado, padre de 6 hijos y militante socialista. Fue obrero de la Fábrica Nacional de Loza de Penco y también dirigente sindical. El 18 de septiembre de 1973 fue detenido en su hogar, por carabineros de la Comisaría de Penco. Desde entonces no se tenían noticias de su paradero.

Su familia lo buscó incansablemente, sin obtener respuesta. Hasta que en marzo de 2015, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción para causas de derechos humanos, Carlos Aldana, dispuso la exhumación de la tumba de Mario Ávila Maldonado, también militante socialista, y que estuvo detenido con Villegas en el cuartel policial. El 27 de noviembre el cuerpo de Ávila fue encontrado en el sector de Quebrada Honda, en el camino entre Lirquén y Tomé.

Fue sepultado en el cementerio de Penco, de donde fue exhumado por instrucción del ministro Aldana. En el ataúd, además de los restos de Avila, se encontraron osamentas de otra persona. Finalmente, y tras las pericias realizadas en el Servicio Médico Legal se pudo confirmar que pertenecen a Arturo Villegas.

Es así como este fin de semana y después de una espera de 45 años, su familia podrá darle sepultura. Este viernes le serán entregados los restos, que serán velados en Penco, en la casa donde vivió.

A las 10:30 horas de este sábado, será trasladado hasta la Iglesia de Penco.


Un funeral 45 años después

Fuente :La Segunda 17 de Agosto 2019

Categoría : Prensa

El 18 de septiembre de 1973, Arturo Villegas Villagrán, militante socialista de Penco, desapareció. En 2015, la justicia dictaminó que un teniente de carabineros estaba involucrado en su caso y lo sentenció a cinco años de cárcel. Del cuerpo nada se supo, hasta que en diciembre de 2017 el juez Mario Carroza le informó a sus hijos que algunos restos de él habían sido encontrados, cuando ya nadie lo buscaba. Esta es la historia contada por su familia que, sin saberlo, cuatro décadas antes había ido a su funeral.

Por Jorge Rojas, desde Penco

‘¡Guillermo, me van a matar!', recuerda Vera que le dijo su amigo. Luego yo lo abracé y le dije: ‘Fuerza, Arturo, fuerza'

Cuando Estrella Villegas vio el nombre de su padre grabado en una placa adosada a una pequeña urna vacía, rompió en llanto. Habían pasado 45 años desde que Arturo Villegas Villagrán, militante del Partido Socialista y exdirigente del sindicato de Fanaloza, había desaparecido desde la comisaría de Penco y allí, parada frente al cajón en el que reposarían sus restos, ella tomó conciencia de cómo se cerraba el círculo de una larga historia.

—Nosotros hemos visto de todo acá, pero su caso es único —le dijo el dueño de la funeraria, mientras inspeccionaban el féretro de madera.

Hasta diciembre de 2017, el nombre de Arturo Villegas figuraba entre los 1.102 detenidos desaparecidos que dejó la dictadura, y que fueron consignados por el Informe Rettig y la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación. Villegas había sido detenido el 18 de septiembre de 1973 por carabineros y desde entonces se desconocía lo que había pasado con él. Eso, hasta que apareció, sin que nadie lo estuviera buscando, de “casualidad” —como dice Estrella—, cuando ya la familia había abandonado todas las esperanzas.

Y entonces, mientras su mirada estaba fija en la urna, Estrella repasó todo lo que había sucedido en esos años, como si rebobinara una cinta de video con sus recuerdos: la desaparición, la búsqueda, el abandono, el odio, la resignación, la justicia y la muerte de su mamá, que en enero de 2015 falleció creyendo que su marido —tal como pensaba toda la familia— había sido lanzado al mar. Luego Estrella se preguntó algo que había evitado desde que el ministro Mario Carroza le informó de su aparición:

—¿Seré capaz de ver los restos de mi padre?

Faltan dos días para el funeral y en la casa que construyó Arturo Villegas en Penco, y que hoy ocupa su hijo Mario, de 63 años, la familia prepara su velorio. Despejan el living, montan un altar y lo único que dejan es un plasma, donde pondrán música y videos de Víctor Jara e Inti Illimani. En las paredes hay decenas de fotos de Villegas en blanco y negro, siempre rodeado de amigos. En todas lleva puesto terno y corbata.

Mario cuenta que su padre tenía 16 años cuando entró a la seccional Penco del Partido Socialista, donde también militaba su abuelo y otros amigos de la familia. Más tarde, a los 19, Villegas comenzó a trabajar en Fanaloza, donde asumió la presidencia del sindicato de trabajadores.

—Fue un gran luchador por los derechos de los obreros. A fines de los 50, él conversó con un profesor socialista porque veía que entre los empleados había muchos que no sabían leer ni escribir. Así se crearon las clases de alfabetización —dice Estrella, sentada en el living de la casa.

Arturo Villegas organizaba las Navidades en la empresa, ayudaba a que los trabajadores compraran electrodomésticos en cuotas sin intereses, a través de convenios, y todos los años viajaba a Santiago para negociar con los dueños de la fábrica nuevas condiciones laborales. Hizo tanto —cuenta Mario— que cuando en 1965 fue despedido, todo Penco marchó hacia la planta para pedir su reincorporación.

—Fue tal el revuelo, que no tuvieron más que reincorporarlo —agrega.

Para entonces, Arturo Villegas era el patriarca de una familia de seis hijos. Se había casado con María Eliana Zárate y gracias a la industria llevaban una vida sin problemas económicos. Villegas —recuerda su hija— también tenía otros negocios: un casino-restorán en la playa, un taxi que manejaba un hermano y todos los 18 de septiembre montaba una ramada. Así, cuando en 1970 lo echaron definitivamente de Fanaloza, la familia siguió viviendo de esas rentas. Ese mismo año, prosigue Estrella, su padre participó activamente en la campaña presidencial de Salvador Allende.

—En el casino se hicieron varias cenas. A Allende le gustaban mucho los curantos. Él llegaba con la señora Hortensia Bussi, don José Tohá, la señora Moira, Mario Palestro, Carlos Altamirano, la Carmen Lazo, y todo el comité central del partido.

Pero luego de la elección de Allende, Arturo Villegas se alejó del partido y se concentró en pasar tiempo con su familia. Para esa fecha, él y su mujer habían sufrido varias tragedias, entre ellas la muerte de tres hijos en diversas circunstancias, dos de ellas siendo aún niñas.

—Yo creo que tomó conciencia que había dejado de lado a su familia —dice Estrella.

—Antes, él llegaba del trabajo, almorzaba y se iba al partido —agrega Mario.

Pero Arturo Villegas nunca dejó de lado la actividad política. Sus hijos recuerdan largas jornadas de discusiones en la misma casa. En particular con un joven de 27 años llamado Mario Ávila, que era presidente de la juventud socialista de la zona, quien también desaparecería en 1973.

—Eran íntimos con mi papá. Él llegaba acá a la casa y era uno más de la familia. Los dos se instalaban en el living y pasaban largas horas conversando y fumando —describe Estrella.

Pero cuando vino el golpe militar, todos dejaron de verse. Arturo Villegas, de hecho, se escondió durante tres días en la casa de unos familiares hasta que Estrella, que entonces tenía 17 años, lo acompañó a la comisaría de Penco a entregarse. Allí, recuerda ella, un capitán de nombre Rudy Cortés le dijo que no tenían ningún encargo sobre él. Villegas, entonces, volvió a su casa, pero el 18 de septiembre de 1973, alrededor de las cinco de la tarde, una cuadrilla de policías encabezada por el teniente Juan Abello Vildósola, según quedaría acreditado años después en el juicio que se siguió por su desaparición, llegaron a buscarlo. Estrella y Mario andaban de paseo en la playa cuando eso sucedió y al regresar les contaron la noticia. Estrella recuerda con detalle lo que pasó ese día y los que vinieron después.

—Me dijeron que el teniente Abello vino en un auto particular, un Dodge, que era manejado por su cuñado. Al día siguiente, acompañé a mi madre y a mi abuelo al retén de Penco. Hablamos en una primera instancia con Rudy Cortés y él dijo que lo habían dejado en libertad la misma tarde. Después conversamos con Abello y dijo que lo habían dejado libre en la mañana. Cuando hubo esta contradicción, dijimos que había algo raro. Y ahí empezó la búsqueda.

Guillermo Vera, profesor, 75 años, lee un papel escrito a mano: “Arturo, por fin descansarás en paz y los tuyos también. Ha sido una larga lucha, pero con un final donde la verdad se impuso. Juan Abello y sus secuaces no descansarán jamás, sus crímenes los perseguirán por siempre”, dice. El texto forma parte de un mensaje que ha estado ensayando para cuando le toque hablar en el funeral de su amigo.

—A Arturo lo conocí cuando llegué a Penco en 1971 —recuerda, sentado en el living de su casa en La Florida—. Yo hacía clases en el entonces campamento Ho Chi Minh, donde el gobierno de Allende formó una escuela y me nombraron a mí como director.

Guillermo Vera es una persona importante en la historia judicial de Arturo Villegas. Esa que relata todo lo que sucedió después de su desaparición y que comenzó a investigarse recién en 1998, cuando la familia del exdirigente sindical presentó una denuncia en contra de Juan Abello y “todos los que resulten responsables” por el delito de secuestro calificado.

—Yo fui la última persona que lo vio con vida —dice Vera.

Su testimonio quedó registrado en el expediente al que “Sábado” tuvo acceso. Allí contó que el 18 de septiembre de 1973 fue detenido por el teniente Abello y que estando en la celda de la comisaría llegó Arturo Villegas. Esa noche —dijo— su amigo fue torturado a golpes por los policías.

—Preguntaban lo mismo de siempre: “¿Dónde están las armas?” —recuerda Vera.

A la noche siguiente, “entre las nueve y las diez, Villegas fue sacado de la celda”. Minutos antes de que eso sucediera, ambos se despidieron.

—¡Guillermo, me van a matar! —recuerda Vera que le dijo su amigo—. Luego yo lo abracé y le dije: “Fuerza, Arturo, fuerza”.

Y nunca más nadie lo vio. El expediente que cuenta la historia de Arturo Villegas está agrupado a otros dos casos de detenidos desaparecidos: el de Omar Manríquez, secretario del PS de Coelemu, y el de Luis Acevedo Andrade, alcalde del pueblo. En la causa de Villegas, declararon su hija Estrella, su esposa María Eliana Zárate, un hermano y dos vecinas que presenciaron la detención. Todos los relatos son concordantes en que quien lideraba la cuadrilla era el teniente Juan Abello y que quien manejaba el auto era su cuñado. Ambos fueron sometidos a proceso en julio y septiembre de 2006, como autor y cómplice respectivamente. En su defensa, los dos señalaban no conocer a Villegas. “Sábado” se contactó con Juan Abello, pero este no quiso dar entrevista.

En el documento también quedó registro de la búsqueda que hizo su familia y que hoy Estrella recuerda:

—Buscamos por Tomé, la isla Quiriquina, la cárcel pública y la morgue. En noviembre de 1973 hubo un rumor en Penco de que había unos cadáveres en un mausoleo y en esa oportunidad acompañé a mi mamá y a unos tíos. Encontramos dos nichos que estaban con ladrillos y adentro había dos cadáveres en sacos. Pero con el miedo, nos fuimos.

La familia —agrega ella— quedó sola. Estrella dice que las personas que antes solían compartir con ellos ya no se les acercaban, incluidos los amigos. Y al abandono, luego sobrevino la crisis económica. María Eliana Zárate tuvo que entrar a trabajar como manipuladora de alimentos y en la Vicaría de la Solidaridad les ayudaban con comida. Una vecina —cuenta— les hacía ropa con prendas que la gente dejaba de usar. Por entonces, Estrella terminaba la carrera de Asistente Social y Mario, que había dado la prueba para entrar a la universidad, no pudo continuar y debió trabajar en los programas de empleo mínimo de la época.

La búsqueda de Arturo Villegas se extendió hasta comienzos de la década del 80. Luego de eso, agrega Estrella, se resignaron a su muerte.

—Perdimos la esperanza. Yo pensaba que a mi padre lo habían dejado en una cantera o en el mar, porque decían que en la isla Quiriquina habían tirado mucha gente amarrada con rieles.

Lo único que trajo consuelo, dice, fue la condena que en abril de 2011 dictó el ministro Alejandro Solís y que sentenció a diez años de cárcel a Juan Abello, como autor del secuestro, y a tres años a su cuñado, quien fue considerado “cómplice” del delito por manejar el Dodge en el que se habían llevado a Arturo a la comisaría.

Años más tarde, en agosto de 2015, la Corte Suprema rebajó la condena de Abello a cinco años y quedó preso en Punta Peuco, donde luego de cumplir la mitad de la pena salió en libertad en 2017 por buena conducta. Para entonces, María Eliana Zárate, la esposa de Villegas, había fallecido.

—Ella pidió que la cremaran y que sus cenizas fueran esparcidas en el mar, porque creía que mi padre estaba allí —dice Estrella.

Mario Ávila recuerda a su padre del mismo nombre, quien era presidente de las juventudes socialistas de Penco y que pasaba largas horas conversando con Arturo Villegas en su casa. Hoy tiene 44 años, es ingeniero y nació siete meses después de que desapareciera su papá.

—Yo soy hijo póstumo —dice, sentado en un café de Concepción.

Para entender cómo es que Arturo Villegas apareció luego de 45 años es necesario antes contar cómo Mario Ávila murió, y cómo sus historias comenzaron a vincularse ese 18 de septiembre de 1973, cuando ambos fueron detenidos en la misma comisaría, pero en celdas distintas.

—Ese día mi papá se presentó de forma voluntaria porque sabía que lo andaban buscando y lo dejaron detenido. Según carabineros, él tenía armas, pero nunca le encontraron nada —relata Ávila hijo.

Todo lo que sabe —cuenta— es gracias al expediente judicial que a comienzos de 2014 el juez Carlos Aldana, ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Concepción, abrió para esclarecer su muerte: 800 páginas que se ha leído como si fuera un libro. Allí —dice— está la declaración de su madre Doris Reyes, quien describió cómo llegó su marido a la casa el 20 de septiembre, luego de pasar tres días en el cuartel: “Su cara estaba hinchada, con moretones y quemaduras de cigarrillos, además su espalda presentaba marcas de latigazos, su estómago igualmente presentaba quemaduras de cigarro”, dice el testimonio al que “Sábado” tuvo acceso.

En el documento, además, Doris identificó a los dos carabineros que habían agredido a su marido, uno de ellos amigo de su familia, y agregó un antecedente que hasta entonces el juez desconocía: “En esa ocasión Mario me dijo que habían matado a Villegas, refiriéndose a un amigo de él”. Era la primera vez que el apellido de Arturo aparecía mencionado en la causa.

Luego de eso, Mario Ávila estuvo con licencia una semana y posteriormente regresó a trabajar al Departamento de desarrollo social de Tomé, desde donde el 9 de octubre se le perdió la pista. Días después, su suegro le reveló a su hija un dato clave: “Me comentó que un carabinero (amigo de la familia) había pasado por su trabajo, consultándole por el paradero de Mario, específicamente por su lugar de trabajo. Ahí mi padre le señaló que estaba en Tomé”, dijo Doris en su declaración.

Durante las siguientes semanas su familia lo buscó por varios lugares de la región hasta que una noticia en el diario La crónica, del 27 de noviembre de 1973, llamó su atención: “Puzle en caso de Quebrada Honda”. El titular hacía referencia a unas osamentas y unas ropas que habían aparecido en un despeñadero entre Penco y Lirquén. La nota estaba acompañada de una foto que a Doris le pareció familiar: “Aparecía una chaqueta con la etiqueta de la sastrería Selmu, inmediatamente relacionamos esa chaqueta con la que Mario se había casado. Efectivamente se trataba de las vestimentas de Mario. A mí no me dejaron entrar, ya que me encontraba embarazada de un mes y medio de mi marido, quien nunca supo que iba a ser padre”, agregó ella en su testimonio judicial.

Así fue como Mario Ávila fue hallado muerto, con 27 años. En pocos meses, su cuerpo se había esqueletizado e incluso faltaban partes debido a los animales carroñeros. Fueron los huesos que no alcanzaron a comerse y la ropa, lo que su familia enterró en el Cementerio Parroquial de Penco días después, luego de un funeral al que también asistieron los hijos de Arturo Villegas.

Y desde ese momento, hasta cuando el juez Aldana inició la investigación a comienzos de 2014, nada se sabía de los responsables de su muerte. Mario Ávila hijo dice que se enteró a los 12 años de cómo había fallecido su padre y que la causa le ayudó a profundizar esa historia.

—Quería descubrir por mí mismo lo que había pasado con él. Yo no tenía internalizado ser hijo de un ejecutado político (…). Trato de ser fuerte, pero me cuesta. Me da pena saber todo lo que le hicieron, todo lo que sufrió y el tener un padre ausente —dice.

El 14 de noviembre de 2014, Carlos Aldana decretó la detención de los dos carabineros acusados por la familia, que negaban todos los hechos, y los procesó por homicidio calificado. Cuatro años más tarde serían condenados en primera instancia a cinco años de cárcel.

Antes que eso sucediera, en marzo de 2015, el juez Aldana ordenó la exhumación de los restos de Ávila para determinar si efectivamente correspondían a él. Su hijo se pasó dos días en el cementerio hasta que apareció.

—Para mí fue la oportunidad de acercarme a mi papá, de verlo por primera vez. Imagínate, 40 años después, fue súper emocionante. Todavía estaba su chaqueta y entre medio encontraron una bala —recuerda.

Pero eso no fue lo más relevante del hallazgo. Mientras sacaban los restos, los peritos del Servicio Médico Legal (SML) rápidamente descubrieron que algunas piezas, específicamente seis huesos de las extremidades, entre los cuales se encontraban los fémures, se repetían. Es decir, que adentro del cajón, ya desecho por el tiempo, había dos cuerpos.

Un año después del desentierro, un laboratorio de Suiza confirmó que efectivamente las osamentas halladas eran de Mario Ávila.

Sobre las otras seis piezas, se certificó lo que ya se sabía: que correspondían a otra persona sin vinculación familiar con él. Pero entonces, ¿de quién eran los restos? El ADN permitió cotejarlas con la base de datos de perfiles genéticos de familiares de detenidos desaparecidos de la Región del Biobío, pero el computador no arrojó ningún match.

—Siempre estamos barajando que los perfiles extras que nos aparecen puedan ser de otros detenidos desaparecidos. Esa es la primera hipótesis que manejamos. Pero acá teníamos escasa representación de los familiares de esa zona. Entonces se le solicitó al ministro (Carlos Aldana) que nos autorizara a tomar muestras a los familiares que no estaban en la base de datos —explica Ximena Leiva, quien estuvo a cargo del caso en el SML y que lleva nueve años en la Unidad de Detenidos Desaparecidos.

Una de las familias a las que se les hizo llegar este requerimiento fueron los Villegas Zárate, que en enero de 2017, bajo la excusa de aumentar la base de datos, entregaron muestras de ADN, las que fueron enviadas a Suiza en septiembre de ese mismo año. Luego de un par de meses llegó un inesperado resultado: había un 99,9993% de probabilidades de que los restos que no pertenecían a Mario Ávila fueran de Arturo Villegas.

—Hicimos un análisis antropológico y llegamos a la conclusión que desde ese primer hallazgo, en 1973, ellos estaban juntos. Nosotros estamos medianamente familiarizados con estas situaciones, pero a mí me sorprendió averiguar las circunstancias de la desaparición de estas personas. Su historia, en lo personal, me conmovió —agrega Ximena Leiva.

Pero, ¿por qué estaban juntos? No hay una respuesta certera para esa pregunta. La familia de Villegas cree que a él lo tiraron en Quebrada Honda inmediatamente después que lo mataron en septiembre y que a Mario Ávila lo llevaron allí en octubre, “quizá para mostrarle lo que habían hecho con su amigo”. Y cuando apareció Ávila también apareció Villegas, pero en ese tiempo nadie supo que era él.

El 17 de diciembre de 2017, el juez Mario Carroza citó a su oficina a los tres hijos de Arturo Villegas y les dio la noticia.

—El ministro nos dijo que eran los huesitos de mi papá, que habían sido encontrados con Mario Ávila y que se iban a mandar afuera para separarlos. En ese momento nosotros nos quebramos. Nunca pensamos que íbamos a encontrar algo de mi papá, teníamos las esperanzas perdidas —recuerda Estrella, mientras espera en el SML de Concepción para entrar a recibir los restos.

Hace 20 días el ministro Mario Carroza les dijo que estaban en condiciones de sepultarlo. En la morgue hay hermanos, sobrinos, hijos y nietos de Arturo Villegas. También hay madres, esposas e hijas de otros detenidos desaparecidos de la región. En total son casi 30 personas y muchas de ellas no se veían hacía décadas. Su hallazgo —dicen allí— ha unido más a la familia.

Estrella es quien comanda el grupo. Aunque tiene que firmar el acta —dice—, no entrará.

—Prefiero recordarlo como lo vi en vida —le explica al resto de los parientes.

Las peritos del SML que han viajado desde Santiago les advierten que solo la familia directa y los más cercanos podrán entrar a reconocer los restos. El concepto “reconocer” es simbólico, porque en realidad lo que allí sucederá más bien es un reencuentro. El grupo es pequeño: una hermana, un cuñado, tres sobrinos y dos hijos de Villegas —Mario y Sandra— ingresan a la sala. Han pasado 45 años y los seis huesos de las extremidades están allí, dispuestos en una camilla, sobre una sábana blanca que tiene una bandera chilena, justo debajo de un retrato de él, donde aparece con terno y corbata.

—Pensar que nosotros estuvimos en el funeral de mi padre sin saberlo, cuando fuimos al de Mario Ávila —dice uno de los hijos, mientras Sandra, la menor del clan, toma algunas osamentas y las besa.

Luego de 30 minutos, donde les explicaron todos los procesos que les habían realizado a las piezas para determinar que eran de Arturo Villegas, la familia se convence que están frente a él: “Ya, es el tío”, dice un sobrino y luego rezan un Padre Nuestro y un Ave María. Entre todos toman los huesos y los ponen en la urna, la misma que días antes Estrella vio en la funeraria. Al salir, aplauden. Hay pena, pero es más la alegría.

Al día siguiente, alrededor de 300 personas asistieron a su funeral, entre ellos miembros de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, del Partido Socialista, familiares, amigos, extrabajadores de Fanaloza, y también Mario Ávila hijo y su madre Doris Reyes, que el 31 de agosto tendrán su propio reencuentro, cuando les entreguen los restos de su familiar: Arturo Villegas y Mario Ávila han regresado.


DDHH: hijos de Arturo Villegas recibieron sus restos a 45 años de su desaparición

Fuente : biobio.cl 09 agosto de 2019

Categoría : Prensa

Los hijos de Arturo Villegas Villagrán, visto por última vez con vida el 18 de septiembre de 1973, recibieron esta jornada los restos de su padre de parte del Servicio Médico Legal.

El militante socialista estuvo en calidad de detenido desaparecido durante casi 46 años, luego que por casualidad fuera encontrado en una tumba del Cementerio de Penco en 2015

DDHH: a 45 años de su desaparición y cuatro desde su hallazgo, familia sepultará a Arturo Villegas

Una emotiva jornada se vivió en el Servicio Médico Legal de Concepción, hasta donde llegaron familiares de Arturo Villegas Villagrán, miembro del PS detenido por Carabineros una semana después del golpe militar en Penco.

Los restos, encontrados hace cuatro años en el marco de una diligencia por el crimen de Mario Avila también en septiembre de 1973, fueron recibidos por sus hijos, entre ellos Estrella Villegas, quien recordó cómo es que el ministro para causas por violación de derechos, Carlos Aldana, logró la ubicación del hoy exdetenido desaparecido.

En la entrega de los restos estuvieron presentes miembros de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, como Ester Araneda, quien subrayó en la importancia del hallazgo.

La emblemática dirigenta destacó el hecho, al ser Villegas una de las tres víctimas de la dictadura encontradas en casi cinco décadas, de los 118 detenidos desaparecidos que hay en la región del Bío Bío.

Por el secuestro de Arturo Villegas fueron condenados exmiembros de Carabineros, algunos de los cuales ya cumplieron las condenas, prefiriendo su hija recordar la figura de su padre y el rol social que lo caracterizó en sus 45 años de vida hasta su detención y desaparición.

Los funerales de Arturo Villegas Villagrán se realizarán mañana tras una misa en Penco al mediodía, luego de la cual el féretro con sus restos será llevado al Cementerio Parroquial


Coelemu: Hijo de alcalde desaparecido critica libertad condicional del ex uniformado condenado por el crimen

Fuente :elciudadano.com sin fecha

Categoría : Prensa

El único ex militar que pudo salir en libertad condicional de Punta Peuco está condenado por las desapariciones de Omar Lautaro Henríquez López, ARTURO SEGUNDO VILLEGAS VILLAGRAN y el alcalde de Coelemu, Luis Bernardo Acevedo Andrade, ocurridas entre septiembre de 1973 y 1974.alcalde de Coelemu, Luis Acevedo, manifestó su malestar por la resolución judicial que otorgó libertad condicional al coronel en retiro de Carabineros, Juan Abello, responsable de la detención y desaparición de su padre ocurrida en el año 1974, expresando que «no se debería permitir este tipo de beneficios para violadores de derechos humanos».«No hay indicios de justicia, de nuevo como familiares nos sentimos bastante molestos por las decisiones de los tribunales, porque con la facilidad que se la ha dado la libertad a estos señores que cometieron crímenes de lesa humanidad. Nosotros todavía no podemos encontrar a nuestros familiares, y ellos jamás han dicho dónde los enterraron, o que es lo que hicieron con ellos, por eso digo que hoy día la justicia en Chile no está cumpliendo con el debido proceso internacional», dijo Acevedo a radio Bío Bío.Según el reporte de la emisora, los jueces de la comisión que rechazaron el beneficio argumentaron el negativo informe psicosocial del condenado, que reveló una falta de conciencia sobre el delito perpetrado y el daño ocasionado. Pero, finalmente, en voto dividido, la Comisión de Libertad Condicional de la Corte de Apelaciones de Santiago otorgó el beneficio a Abello Vildósola, quien cumplía 5 años de cárcel en el penal Punta Peuco, alcanzando a estar sólo dos años en la cárcel, condenado por la desaparición de Omar Lautaro Henríquez López, Arturo Segundo Villegas Villagrán y el alcalde de Coelemu, Luis Bernardo Acevedo Andrade, hechos ocurridos entre septiembre de 1973 y 1974, en la denominada “Operación Coelemu”.

De acuerdo al sitio Memoria Viva Luis Bernardo Acevedo Andrade, casado, cinco hijos, alcalde de Coelemu hasta el 11 de septiembre de 1973, militante del Partido Comunista, fue detenido en su domicilio el día 30 de abril de 1974, alrededor de las 13:00 horas, por efectivos de Carabineros, en circunstancias que se encontraba almorzando junto a su cónyuge -Eglantina Alegría- y a sus hijos. La patrulla la formaban cinco policías, entre los que se pudo identificar al Sargento Jara y los carabineros Moscoso y Ormeño. La víctima fue subida a un furgón institucional, y no le permitieron ponerse la chaqueta, donde estaba su cédula de identidad. Enseguida, fue conducido a la Comisaría de esa localidad.

Ese día fueron detenidas también otras 19 personas, entre ellas, un sacerdote de Coelemu, el profesor Marcelo Díaz y el médico Eduardo Contreras. Todos los prisioneros fueron trasladados esa tarde a Tomé y luego a Concepción, a dependencias de la 4a. Comisaría de Carabineros. En este recinto policial funcionaba un grupo de Inteligencia de Carabineros y Militar, los que interrogaban a los presos políticos y resolvían su destino: estadio, Talcahuano, o bien su libertad.

De este grupo de 20 detenidos en Coelemu, ocho o diez días después, 17 de ellos fueron dejados en libertad, dos fueron trasladados a la Base Naval de Talcahuano, y sólo se desconoce el destino de Luis Acevedo. Uno de los liberados, Guillermo Sanhueza, fue quien informó a su cónyuge estos antecedentes. Sin embargo, cuando ella concurrió a la unidad policial le indicaron que había quedado en libertad el día 1° de mayo y, para comprobárselo, le exhibieron el Libro de Novedades, donde se indica que aparecía sólo una impresión digital pues era analfabeto. Esto es absolutamente falso, ya que obviamente para ser alcalde se requiere al menos saber leer y escribir y en su cédula de identidad aparece su firma correctamente.

Luego de producirse el Golpe Militar, Luis Acevedo había sido detenido, interrogado, y dejado en libertad por falta de méritos. Como comprobante se le entregó una Tarjeta de Control del Servicio de Inteligencia, la que mantenía junto a sus documentos, los que quedaron en poder de su cónyuge al momento de su segunda detención.

Según el Informe de la Comisión Verdad y Reconciliación, Acevedo Andrade fue objeto de torturas durante su permanencia en la 4a. Comisaría de Concepción, recinto en el que fue visto con vida por última vez.


UN NUEVO LOGRO EN LA LUCHA POR LA JUSTICIA Y CONTRA EL OLVIDO

Fuente :laventanaciudadana.cl 19/08/2017

Categoría : Prensa

ARTURO SEGUNDO VILLEGAS VILLAGRAN  fue un dirigente sindical de la Fábrica Nacional de Loza, histórico militante socialista, casado y con 6 hijos. Era un activo participante de organizaciones sociales, religiosas y políticas de la ciudad, un luchador social que desapareció desde una comisaria en Penco el 18 de Septiembre de 1973.

Durante 45 años, sus familiares buscaron incansablemente los restos en comisarías, hospitales, centros de detención, cementerios y en diversas ciudades. En el año 1978, en la Parroquia Universitaria, luego de una huelga de hambre,  se formó la Agrupación de Detenidos Desaparecidos de la zona. Esposas, hermanos, madres, hijos e hijas dieron origen a esa organización que estuvo marcada por la búsqueda de sus familiares.

En 2015, Carlos Aldana, Ministro en Visita en causas de Derechos Humanos, ordenó la exhumación de Mario Ávila, muerto en un supuesto enfrentamiento en octubre de 1973, obrero y dirigente de textil Tomé, en un caso que se conoció como “Quebrada Honda”. Junto a los restos de Ávila, se identificaron los restos de  Villagrán Villegas  por parte del Servicio Médico Legal recién el 2019.

Encabezados por sus hijos Estrella, Mario y Sandra, familiares, vecinos, amigos y agrupaciones de Derechos Humanos se efectuó el acto en la parroquia de Penco, que siguió con una masiva romería por el centro de la ciudad hasta el cementerio local. Durante la misa, encabezada por el párroco Carlos Peña, ser enfatizó que era necesario tener justicia, “Tenemos que saber donde están los nuestros, los que no han vuelto a casa”, dijo el sacerdote.

La pequeña urna con la bandera del Partido Socialista, la bandera nacional y una fotografía de Arturo Villagrán, fue custodiada por una guardia de honor de militantes socialistas y de las Agrupaciones de Derechos Humanos.

A nombre de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos,  habló Hilda Espinoza, quien se refirió a los inicios de la organización y a la búsqueda de sus familiares. “Nuestro trabajo ha sido ayudar a buscar a los familiares desaparecidos. Nos dio una gran alegría al momento de confirmarse la identidad de ARTURO SEGUNDO VILLEGAS VILLAGRAN .  Eso nos da esperanzas de que algún día encontraremos a los nuestros. Todavía hay investigaciones inconclusas y muchos de los responsables no están encarcelados. Ha habido una justicia mediana, no hemos llegado a la verdad y por eso decimos un no al negacionismo frente a los detenidos desaparecidos. Un no a la impunidad. Que nos digan dónde están los detenidos desaparecidos” señaló al finalizar su discurso.

Ubicar a los detenidos desaparecidos es la tarea que se mantiene presente en muchas familias de este país y en la que diversas agrupaciones de derechos humanos continúan trabajando incansablemente. En la zona, los procesos continúan en marcha: “Caso Laja San Rosendo”: 19 trabajadores y obreros de Ferrocarriles y de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones fueron ejecutados; casos de Santa Bárbara y Mulchén, donde 21 campesinos de la zona también fueron ejecutados y sus autores siguen procesados, entre otros.


Corte de Santiago dictó condena por secuestros en Coelemu ocurridos en 1973

Fuente : Soychile.cl  19/11/2014

Categoría : Prensa

Luis Acevedo Andrade, Arturo Villegas Villagrán y Omar Manríquez López fueron detenidos y secuestrados por funcionarios de carabineros de la comuna ñublensina durante la dictadura militar, en septiembre de 1973 y septiembre de 1974.

En fallo unánime la Cuarta Sala del tribunal de alzada, confirmó en casi su totalidad la sentencia dictada por el ministro en visita extraordinaria Alejandro Solís, el 29 de abril de 2011.La sentencia de alzada condenó a penas de 5 años y un día de presidio a Juan Abello Mendoza, Sergio Arévalo Cid y Guillermo Rodríguez Sullivan; 3 años de presidio, con el beneficio de la remisión condicional, a Beniamino Bozzo Basso y Carlos Aguillón Henríquez, y de 300 días de presidio a Heriberto Rojas Jiménez. 

De acuerdo a la investigación, el ministro Solís dio por establecido que ARTURO SEGUNDO VILLEGAS VILLAGRAN (PS), fue detenido en su domicilio, ilegítimamente, el 18 de septiembre de 1973, por carabineros de Coelemu. 

El hecho de la detención fue reconocido y hubo testigos que lo vieron en Isla Quiriquina; Villegas Villagrán permanece desaparecido desde el día de su detención, perdiéndose todo rastro suyo hasta la fecha.

El ex alcalde de Coelemu, Luis Bernardo Acevedo Andrade (PC), fue llevado a Tomé y a la Isla Quiriquina y fue aprehendido, ilegítimamente, por última vez, el 30 de abril de 1974 por Carabineros de Coelemu y trasladado a la 4ª Comisaría de Concepción. 

En el aspecto civil, se ordenó al fisco pagar una indemnización total de $200 millones a la cónyuge e hijos del ex edil, quienes presentaron la acción judicial.

Omar Lautaro Manríquez López (PS), detenido por Carabineros y Agentes de Seguridad de la Armada en su domicilio, en Coelemu, el 9 de septiembre de 1974 y trasladado hasta la Comisaría de la localidad. No hay rastros de él hasta el día de hoy.

 


Solo 117 violadores de derechos humanos están cumpliendo condena efectiva

Fuente : izquierdadiario.es 11/12/2013

Categoría : Prensa

El Programa de Derechos Humanos informó, en su Balance del año 2015, que existen 1373 agentes procesados, acusados y condenados.

Sin embargo, de todos los procesados solo 344 han sido algunas vez condenados pero solo 163 recibieron alguna vez una condena de presidio efectivo y, en la actualidad, son 117 quiénes están detenidos, la mayoría en el Penal de Punta Peuco, lugar especialmente destinado para los violadores de derechos humanos. El resto de los condenados tiene beneficios como salida dominical, fin de semana o libertad condicional. Por otro lado, existen más de mil causas abiertas en la justicia.

Las cifras que entrega el Programa de Derechos Humanos demuestra lo irrisorio de los procesos, penas y condenas. No solo porque fueron miles de militares de las distintas ramas de las fuerzas armadas y carabineros los que violaron sistemáticamente los derechos humanos, torturando, ejecutando o haciendo desaparecer a miles de personas, sino porque las penas son bajísimas en relación a los brutales crímenes cometidos.

Los condenados en libertad

El Balance entrega el listado completo de los procesados, condenados efectivos, condenados pero sin pena efectiva, etc., así podemos observar claramente la impunidad que existe en nuestro país, ya que la cantidad de procesados y condenados es extremadamente baja para la extendida y fuerte represión que se vivió a lo largo de 17 años. Consideremos además que existen más de dos mil ejecutados políticos y detenidos desaparecidos y más 40 mil personas que fueron reconocidas en el Informe Valech por haber sufrido tortura. Y esto no alcanza a las personas que por distintos motivos no entran en estos informes oficiales.

Por otro lado, las penas son en muchos casos muy bajas, solo 3 o 5 años de pena remitida, por lo que la condena es apenas algo simbólico.

Esto quiere decir que la gran mayoría de los que torturó, participó en asesinatos o desapariciones, no paga con cárcel sus crímenes. Ni que hablar de los que torturaron, ya que ni siquiera está tipificada la tortura o la violencia política sexual como crímenes de lesa humanidad.

Entre los condenados -por nombrar solamente algunos casos que indica el Balance- se encuentra Ramón Acuña Acuña, por el caso del secuetro calificado de Nelsa Zulema Gadea Galán y Julio Cesar Fernández Fernández, ambos eran uruguayos.

César Luis Acuña Luengo, quién está acusado de haber participado en el caso Operación Albania, donde fueron asesinados doce militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Antonio Aguilar Barrientos, suboficial de ejercito, según el sitio Memoria Viva “fue procesado como autor de secuestro calificado de María Isabel Beltrán Sánchez, Anselmo Antonio Cancino Aravena y Alejandro Róbinson Mella Flores”.

Carlos Alberto Aguillón Henríquez, que según Memoria Viva participó del caso conocido como COELEMU “donde fueron hechos desaparecer los presos políticos Luis Bernardo Acevedo Andrade, Omar Lautaro Henríquez López y de arturo segundo villegas villagran.


Restos hallados por casualidad en Penco correspondían a un detenido desaparecido

Fuente :akustikaradio.cl 26/06/2019

Categoría : Prensa

Este martes se confirmó que los restos hallados por casualidad en Penco durante el 2015 correspondían a un detenido desaparecido.

La víctima fue identificada como ARTURO SEGUNDO VILLEGAS VILLAGRAN , quien era militante del Partido Socialista y fue ejecutado junto a otros compañeros de partido en Tomé y Penco, región del Biobío.

Las osamentas de Villegas fueron halladas sorpresivamente mientras se exhumaba el cuerpo de otra víctima del régimen militar. Los profesionales se percataron que no solo estaban los restos de la persona investigada, si no que también de otro desconocido.

En el 2015 el ministro Carlos Aldana ordenó la revisión de los restos de Mario Ávila, un ejecutado político, con el fin de acreditar su identidad antes de que los ex carabineros acusados fueran condenados.

Ávila fue asesinado por los funcionarios policiales en octubre de 1973 y sus restos descansaban en el cementerio de Penco.

Fue en ese lugar y durante la exhumación, cuando aparecieron las osamentas de Villegas. Su desaparición ya había sido investigada anteriormente por el juez Mario Carroza en Santiago.

Ahora, los restos serán entregados a su familia en Santiago, procedimiento que estará a cargo de Carroza.

Por otra parte, Aldana informó a los familiares de Ávila que ya pueden retirarlo desde el SML para realizar el funeral.