Martínez Traslaviña Marco Antonio


cultura.gob.cl  -Homenaje

cultura.gob.cl -Homenaje

cementerio G. Santiago memoriales.cl

cementerio G. Santiago memoriales.cl

cementerio G. Santiago memoriales.cl

cementerio G. Santiago memoriales.cl

Rut : 14.722.441-6

Fecha Detención : 26-09-1973
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 11-02-1958 Edad : 15

Lugar Nacimiento : San Miguel – RM

Actividad Política :
Actividad : Trabajador de feria libre

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :informe corporación

Categoría : Antecedentes del Caso

Rut                   :            Sin información

F.Nacim.            :            11-02-58, 15 años de edad a la fecha de su detención

Domicilio             :            Pasaje Villa Lo Valledor 3577, Población Lo Valledor Sur, Santiago

E.Civil              :            Soltero

Actividad            :            Sin profesión

C.Repres            :            No tenía militancia política

F.Detenc.            :            26 de septiembre de 1973

 

 SITUACION REPRESIVA

            Marco Antonio Martínez Traslaviña, de 15 años de edad, fue detenido por Carabineros el 26 de septiembre de 1973 junto a Miguel Angel Tapia, en las cercanías de la calle Franklin, en Santiago, conducido a la Cuarta Comisaría, desde donde el 28 ó 29 de septiembre de 1973 fue sacado y conducido a un lugar desconocido. Desde esa fecha Marco Antonio Martínez se encuentra en calidad de detenido desaparecido.

            Marco Antonio Martínez era un muchacho cuyos padres habían fallecido y vivía con una hermana mayor en la población Lo Valledor Sur. No asistía a la Escuela y casi no sabía leer; junto a su hermano mellizo, Julio César, se arrancaban de la casa y se perdían por días completos. Muchas veces su familia los había retirado de hogares de menores o Comisarías por este motivo.

            El 26 de septiembre, Miguel Angel Tapia, un amigo del afectado, fue a buscarlo para ir a la calle Franklin a comprarse unos zapatos. El día anterior habían ido a ese lugar y había sido detenido por Carabineros, quienes le habían cortado el pelo en forma irregular (a machetazos o a mordiscos según el lenguaje popular), esto había obligado a cortarse el pelo al rape a Miguel Angel Tapia.

            En esa época las Fuerzas de Carabineros y otras fuerzas policiales acostumbraban cortar el pelo a los jóvenes que lo usaban largo y se rapaba a los delincuentes y sospechosos.

            En esas condiciones, Manuel Antonio salió provisto de un gorro chilote para ocultar su cabeza rapada.

            Desde esa oportunidad ninguno de estos menores fue vuelto a ver por sus familias o amigos.

            Después de muchos años se ha logrado reconstituir fragmentariamente como ocurrieron los hechos.

            El 28 ó 29 de septiembre, sacaron de la Cuarta Comisaría a 8 ó 9 personas, entre las cuales estaban Angel Tapia y Antonio Martínez, y los condujeron al paradero 1 de la Gran Avenida General Carrera, por donde pasada una línea de tren. Allí procedieron a ejecutarlos. De esta masacre se salvó un muchacho conocido como "El Tres Dedos", quien era un niño vago de la Población Caro. Esta persona quedó herida a bala y, posteriormente, algunos transeúntes lo trasladaron al hospital Barros Luco. Allí Carabineros intentó sacarlo, pero los médicos lo ocultaron y sobrevivió, siendo el único testigo de la ejecución.

            En atención a estos antecedentes, el afectado estaría muerto, pero este homicidio no ha sido reconocido por sus hechores, sus restos no han sido habidos y no hay certificado de defunción. Marco Antonio Martínez Traslaviña continúa como detenido desaparecido.

 

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            La familia del afectado no hizo gestiones judiciales por temor y falta de recursos. La familia del otro joven que desapareció junto a Marco Antonio Martínez, sólo el 25 de octubre de 1991 presentó una denuncia para esclarecer la situación de Miguel Angel Tapia Rojas. En el escrito correspondiente se hace mención que los dos jóvenes desaparecieron juntos y se solicita una serie de diligencias: orden amplia a Investigaciones para investigar; solicitar información al Instituto Médico Legal; solicitar que el Registro Civil e Identificación informe si hay registro de la defunción de Miguel Angel Rojas y citación de testigos a declarar y al denunciante a ratificarla. La hermana del afectado, Gladys Martínez, salió a buscar a su hermano, inmediatamente después de su desaparición. Sin embargo, todas sus gestiones no dieron resultados positivos.

            Su condición de huérfano no ha permitido reconstruir sus antecedentes antropomórficos para ser anexados a la causa 4449-AF del 22 Juzgado del Crimen de Santiago, en la que se exhumó restos de más de 100 personas enterradas como NN en el Patio 29 del Cementerio General de Santiago en los últimos meses del año 1973.

           

 


En CENTEX se presentó libro que releva las vidas de niñas, niños y adolescentes ejecutados políticos durante dictadura cívico-militar

Fuente :cultura.gob.cl 21/4/2022

Categoría : Prensa

La publicación a cargo de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), contó con el apoyo de la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio; y de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile.

María Aguilar Carvajal llegó a la ceremonia portando una fotografía en su pecho donde aparece de niña junto a su hermana Alicia quien, con apenas 6 años, fue asesinada por militares mientras jugaba en la Plaza Panamá de Santiago, un 18 de septiembre de 1973. Con emoción, al término del lanzamiento, agradeció la publicación del libro “porque mediante él se pudo hacer un poco de justicia, de honor y sobre todo visibilizar a todos esos niños, niñas y adolescentes que fueron asesinados en dictadura”.

Alicia Aguilar Carvajal es una de las 205 víctimas menores de edad cuyas historias son rescatadas y relevadas en el libro “Rompiendo el silencio de niñas, niños y adolescentes ejecutados políticos durante la dictadura cívico-militar 1973-1990”, que el pasado jueves 14 de abril fue presentado oficialmente, de manera presencial y por streaming, en el Centro de Extensión CENTEX de Valparaíso. A la ceremonia, también asistieron familiares de otras cuatro víctimas cuyas historias también aparecen mencionadas en el libro: Rosalba Díaz, madre de Miguel Ángel Leal Díaz; Yorka Salinas Martin Herrera, hermana de Isidro Hernán Salinas Martin; Hilda Silva Jara, hermana de Alberto Silva Jara; y Patricia Merino, cuñada de Juan Carlos Espínola Muñoz.

La publicación logró concretar un prolongado anhelo de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), organización que lideró el trabajo de recopilación de testimonios, fotografías, cartas y otros documentos que fueron aportados por familias, amistades y personas cercanas para esta publicación de reparación simbólica, proyecto que también contó con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través de la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos, y de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile.

“La recuperación de la memoria es un proceso abierto y permanente que vamos a continuar apoyando y promoviendo no solo por un principio ético, sino fundamentalmente porque es la misión que nos corresponde como Ministerio”, afirmó la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky Hernández.

Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) señaló que “es deber del Estado proteger, asegurar la felicidad de los niños, niñas y adolescentes. Por ello, realizamos este acto reparatorio en homenaje a las víctimas, la memoria de los niños y niñas adolescentes cuyas vidas fueron arrebatadas por miembros de las Fuerzas Armadas y Carabineros a lo largo de Chile. Añadió que “para la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos la lucha por avanzar a la verdad y la justicia es el mejor homenaje para cada uno de ellos y ellas, la que se une en la lucha para terminar con las actuales vulneraciones a los Derechos Humanos que se siguen cometiendo en instituciones dependientes del Estado”.

Claudio Nash, coordinador académico de la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, expresó que “la memoria, lo sabemos muy bien, no es solo recordar, no es solo evitar el olvido, no es solo evitar la impunidad que ya es una tarea de por sí que la justifica, sino que la memoria tiene que ver con cuestionarnos el presente para poder construir un futuro distinto”.

Por su parte, Francis Valverde, directora ejecutiva de la Asociación Chilena Pro Naciones Unidas (ACHNU), hizo hincapié en que “este acto de memoria, de reivindicación y reparación, tiene que ser también un acto de restitución de derechos. De reconocerlos como seres completos que tienen que ser visibles, que tienen que poder plantearse, que tienen que poder ser parte de un mundo en el cual ojalá todos y todas seamos más plenos, más felices y protegidos en el desarrollo”.

El Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1991) y el Informe de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (1996), son las fuentes principales del libro lo que permite abordar de manera integral, respetuosa y con rigurosidad metodológica las historias de vida de las víctimas y de las circunstancias en que fueron asesinadas y/o hechas desaparecer. También se investigó en el archivo de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, donde se custodian documentos que las familias han preservado a través de los años.

En la ceremonia de lanzamiento contó con la participación de Claudio Nash, coordinador académico de la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, Danilo Ahumada, Presidente del Colegio de Periodistas de Chile,  Francia Jamett, encargada de la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos del Ministerio y con  la presentación de un musical del artista y cantautor nacional, Ismael Oddó, y de la delegación de la Orquesta Consort de Guitarras perteneciente a la Corporación Cultural Crearte Escuela Popular de Artes de Viña del Mar.

 


Marco Antonio Martínez Traslaviña: Los gemelos

Fuente :vestigios.udp.cl, 2023

Categoría : Otra Información

Marco Antonio Martínez Traslaviña era huérfano y casi analfabeto. No militaba en nada y tenía el gusto por la vida callejera, aventurándose con su hermano gemelo por la ciudad sin cuidarse de regresar a su casa durante días e incluso semanas. Tenía 15 años cuando lo detuvieron, el 26 de septiembre de 1973, en el barrio Franklin, adonde había ido a comprarse unos zapatos con un amigo. Todo lo motivó un control de identidad de carabineros; ninguno de los adolescentes portaba cédula. Los fusilaron junto a otros detenidos, al lado de unas vías férreas.

No militaba en nada. Marco Antonio Martínez Traslaviña ni siquiera estaba matriculado en un liceo o en un colegio. Sabía leer, pero con mucha dificultad. Tanto su mamá como su papá habían fallecido, dejando 10 hijos e hijas huérfanos. El padre murió en 1968, a raíz de un accidente; la madre, en 1972, de leucemia. Los hermanos Martínez Traslaviña se las arreglaban como podían. En su casa la pobreza era cosa de todos los días. No había nada con qué celebrar las ocasiones especiales. Ni siquiera los cumpleaños, que pasaban de largo sin reparar en ellos.

Marco vivía con una hermana mayor, Rosa Ester, en la población Lo Valledor Sur. La hacía rabiar porque le gustaba arrancarse de la casa con su hermano Julio César. Así eran los dos: inseparables, poco convencionales, y los menores de la familia. Todos sus hermanos y hermanas ya estaban casados y preocupados de sus propios asuntos, de modo que se desenvolvían en un ambiente sin grandes prohibiciones, gozando de una libertad temprana. De hecho, Marco y Julio César vivían más en la calle que en la casa, como si en esta sufrieran de ahogo. Esas escapadas, que ya empezaron a los 11 años, muchas veces terminaban con ambos retenidos en comisarías o en hogares de menores; en este último caso, durante meses. Después los largaban y volvían a su casa, como si nada, listos para la próxima evasión. En la familia les decían los “Mellizos”, aunque eran gemelos. Hoy en día los describen como “pelusones” y “traviesos”. Recuerdan un rasgo físico que distinguía fuertemente a Marco de Julio: una cicatriz en el estómago a causa de un accidente con un brasero, al cual se había caído siendo niño.

Marco tenía 15 años cuando lo detuvieron. Eso pasó el 26 de septiembre de 1973. Carabineros lo agarró junto a un amigo.

Ese día había partido con Miguel Ángel Tapia Rojas, amigo y vecino suyo, al barrio Franklin de Santiago. Marco necesitaba comprarse unos zapatos. El día anterior carabineros de la 4º Comisaría le había hecho un control de identidad a Miguel Ángel, y como no llevaba cédula, le habían macheteado el pelo, por lo que se había rapado al cero y llevaba un gorro chilote para disimular, porque en ese entonces el rapado quedaba marcado como sospechoso y nunca dejaba de meterse en problemas. No alcanzaron a comprar nada. Antes, los detuvieron carabineros fogueados en la fiscalización de los locales clandestinos, los patrullajes durante los toques de queda, los controles de identidad y las investigaciones de denuncias políticas y delitos comunes. En un documento judicial consta que se les hizo control de identidad y ninguno de los dos portaba cédula. En esa época, ese documento solía tramitarse más tarde en la vida.

Miguel se repitió el plato: los llevaron a la 4º Comisaría, y de ahí al paradero Nº 1 de Gran Avenida, en San Miguel, donde había una línea de tren. Ahí los fusilaron: disparos a mansalva por la espalda, con la excusa de la ley de fuga. Eran ocho o nueve, todos muertos, salvo un prisionero, un cabro de la calle al que le decían el “Juan Tres Dedos” o el “Rana”. Él quedó baleado en el suelo, cubierto por los cadáveres de los asesinados. Eso le salvó la vida: pasó desapercibido y no recibió un tiro de gracia.

Entonces logró huir a una pensión, donde lo auxiliaron. Lo llevaron al Hospital Barros Luco. Los carabineros, alertados, intentaron detenerlo nuevamente, pero los médicos, teniendo a la vista la gravedad de sus heridas, se resistieron. Después, Juan Tres Dedos contó lo sucedido. Sin embargo, la familia de Marco se enteró de los hechos décadas más tarde, gracias al Informe de la Comisión Rettig, que en 1991 calificó los casos de los detenidos desaparecidos durante la dictadura, víctimas entre las cuales también se contaba Miguel Ángel Tapia Rojas.

La familia de Marco tardó en reaccionar a su desaparición; no por desidia. Al principio, pensaban que se trataba de una nueva escapada, de un nuevo viaje de exploración urbana, solo que esta vez sin la compañía de Julio César. Recién en octubre la preocupación se extremó e iniciaron gestiones para averiguar su paradero, sin resultados positivos.

De la familia, Julio César fue el que resultó más dañado por la desaparición de Marco. Como eran inseparables, resintió su ausencia como si le hubieran amputado una parte de su ser. “Le faltaba un pedazo de él”: así lo recuerda Viviana González Martínez, sobrina de los gemelos. Con el paso de los días, la inquietud se hizo incontenible. Empezó a preguntar por su hermano en todas partes. Las pistas falsas apuntaban en múltiples direcciones. Acostumbrado a ir de un lado para el otro, aunque nunca tuviera un peso en el bolsillo, Julio César buscó a su hermano en la Región Metropolitana, y además en ciudades del sur y del norte del país: en Chillán y Temuco, en Calama, Antofagasta y Arica. Se movía al compás de los rumores. Nora, la menor de las hermanas, cuenta que en ese entonces empezó a tomar alcohol desesperadamente, y que cuando se emborrachaba, lloraba gritando “¡Marco! ¡Marco!”.

Poco después, Julio César se instaló con un puesto en una feria libre. Más tarde se casó y tuvo dos hijas. Daba la impresión de que había dejado atrás lo peor del dolor por la pérdida de su hermano. Pero en algún momento de los años 80, abandonó a la familia y se fue a vivir a la calle. Murió el año 1997 botado en el río Mapocho, rodeado de perros y ahogado en su propio vómito. Para su familia la desgracia de Julio y la de Marco están conectadas de modo profundo. Aseguran que el hecho de haber sido gemelos hizo de Julio un alma en pena, un “cabeza loca”.