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Sobre la madre de Miguel y Edgardo Enriquez

Articulo de Lucia Sepulveda - Abril 2003

La noticia de la muerte de la madre de Miguel Enríquez removió los
sentimientos de chilenos a lo largo del país y del mundo, porque la señora
Raquel tuvo mucho que ver con las luchas y las esperanzas de más de una
generación de compatriotas que -como ocurrió con su propia familia- hoy
viven dentro y fuera de Chile.

Doña Raquel Espinosa Townsend, casi nonagenaria, falleció en Santiago el
viernes 3 de abril, en la casa de reposo "El Amor de Dios", a treinta años
del golpe militar que marcó la vida de la familia Enríquez Espinosa con la
impronta del dolor. Sus hijos Miguel y Edgardo, fundadores y dirigentes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, cayeron tempranamente en la
lucha contra la dictadura. Raquel fue la esposa del destacado académico don
Edgardo Enríquez, Ministro de Educación del gobierno de Salvador Allende,
ex Rector de la Universidad de Concepción, radical y masón. Coronas
rojinegras de Familiares, Amigos y Compañeros de Miristas Caídos, y un
lienzo de la organización HIJOS, flanquearon la tumba de la madre de los
Enríquez en el Cementerio General.

Uno de los últimos gestos públicos de esa mujer digna que nunca dejó de
luchar, fue concurrir a los Tribunales el 29 de marzo de 2001, a ratificar
su firma en la querella por genocidio contra el MIR interpuesta por
Familiares, Amigos y Compañeros de Miristas Caídos. El movimiento de
Derechos Humanos siempre contó con su valerosa participación en los actos
en demanda de verdad y justicia, en especial aquellos realizados en el
Parque por la Paz, ex Villa Grimaldi. Rendía también tributo a la amistad,
y el día de su partida sus amigas iban a ir a buscarla para llevársela a
tomar té.

Los desgarros
La vida de Raquel Espinosa Townsed estuvo marcada por grandes dolores, que
comenzaron luego del golpe, con el encarcelamiento de su marido en Isla
Dawson. Ella logró a través de múltiples gestiones realizadas a nivel
internacional, la liberación de su marido. Sufrirá luego la desaparición
de su ex yerno Bautista von Schowen, a quien consideraba como un hijo más.
En su propio departamento, junto a don Edgardo que permanecía en arresto
domiciliario, y acompañada solo de Laurita Allende, debió velar a su hijo
Miguel el 5 de octubre de 1975. Al sepultarlo, ella tuvo el coraje de
hablar y denunciar a los asesinos: "Hijo, tú no has muerto, vives en el
corazón del pueblo, en nosotros".

Poco después vino la desaparición en Argentina de su hijo Edgardo, miembro
de la Comisión Política de esa organización. A esos desgarros hay que sumar
el fallecimiento por meningitis de Edgardito, su segundo nieto, hijo de
Edgardo, y del hijo de Miguel y Carmen Castillo, a poco de nacer, en
París, producto de secuelas del combate en que cayó Miguel Enríquez.

En 1976, la señora Raquel y don Edgardo debieron exiliarse, permaneciendo
primero en Inglaterra y luego en México por casi catorce años. En México,
don Edgardo fue profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad
Autónoma de México y su sabiduría y bondad lo convirtieron en uno de los
profesores de tesis con más alumnos en la historia de esa Facultad.


Homenaje en Cuba
El y "Raquelita" -como la llamaba don Edgardo - fueron invitados por el
gobierno cubano a la inauguración del Hospital Miguel Enríquez Espinoza,
de La Habana, y allí doña Raquel escuchó a su marido explicar como nació
el compromiso de Miguel con los pobres y cómo se transmitían los valores de
la familia. Don Edgardo contó que en Concepción ellos vivían al lado de una
toma de terrenos, y Miguel (niño) muchas veces no lograba conciliar el
sueño pensando en el frío que estarían pasando en ese crudo invierno los
niños del campamento. Las respuestas de doña Raquel ante ese pequeño
desvelado, tuvieron sin duda mucho que ver con la opción revolucionaria de
sus hijos.

El matrimonio Enríquez Espinosa retornó a Chile el 7 de enero de 1989, pero
 sus hijos, nueras y nietos permanecieron repartidos por el mundo. El 5 de
octubre de 1991, Doña Raquel y Don Edgardo estuvieron por primera vez
frente a la casa de calle Santa Fe, en la comuna de San Miguel, cuando
Javiera y Marcos impulsaron un homenaje recordatorio en el lugar donde cayó
combatiendo su padre, Miguel Enríquez.


En Concepción
Raquel conoció a don Edgardo en 1932, mientras ella estudiaba Derecho en la
Universidad de Concepción. En sus memorias, él la describe como era el día
en que se conocieron: "de grandes y expresivos ojos de color café claro,
hermoso cabello castaño y ondulado, cutis fresco de lindos colores, bella,
agradable y de natural sonrisa, buenamoza y con linda figura..."Se casaron
en 1939 y tuvieron 4 hijos: Marcos, Miguel, Edgardo, e Inés que crecieron
en Concepción, en un hogar abierto a la discusión y a la amistad. En el
Cementerio General, Andrés Pascal Allende, ex Secretario General del MIR,
recordó la acogida que brindaba Raquel a los amigos de sus hijos, y trazó
un retrato en que la describe como una gran señora, una mujer elegante, con
mucho sentido del humor, un estilo incisivo y una personalidad en que las
palabras no sobraban, eran pocas y precisas. Sostuvo Pascal que si bien los
grandes hombres surgen al calor de una época y condiciones políticas
determinadas, también es central la formación recibida del hogar. Destacó
que siempre se habla del padre, pero aquí sin duda, la madre fue decisiva
en cuanto a la formación de un carácter con la consecuencia, generosidad y
entrega que mostraron Miguel y Edgardo Enríquez como dirigentes políticos.


Los nietos y la gran familia
Fue su nieto Marcos, el hijo de Miguel y Manuela, quien llamó a despedir a
la abuela sin tristeza, porque ella misma le comentó muchas veces que ya
quería irse ....Recordó que ella se deleitaba nombrando a cada uno de sus
nietos, y así se fue deteniendo en Javiera, la hija de Miguel y Alejandra;
en José Miguel y Ernesto (ambos médicos, en Chile y Cuba) hijos de Edgardo
y Grete; en Pablo y Valentina, hijas de Inés (en México), y en Germaine,
que vivió junto a su abuela dos años, mientras estudiaba canto lírico, y
Paulina (hijas de Marcos, en Francia). Pero además de su propia familia,
don Edgardo y doña Raquel tuvieron otra familia verdaderamente extendida,
que estuvo en Recoleta ese día, y cuya generación más joven estuvo
representada por Anselmo Cancino, de la Organización "HIJOS", que nuclea a
los hijos de los caídos. El afirmó que ese colectivo tiene mucho cariño y
respeto por la historia de los padres, y por eso estaban allí.


Gracias, Raquel
El libro de condolencias refleja el impacto de la vida altamente
significativa de esta madre. Por correo electrónico, a través de la red
"Charquicán" que vincula a miristas de todo el mundo, llegaron mensajes a
la familia desde regiones y también desde Costa Rica, Nicaragua, Canadá,
Perú (en la cárcel), Estados Unidos, Suecia, Portugal, Alemania, Gran
Bretaña, Australia y Gran Bretaña.

Al final de una de esas páginas puede leerse lo que todos ellos quisieron
expresar ese día rompiendo la barrera de la distancia:

"Gracias Raquel por los hijos que nos diste, por tu fuerza y tu alegría,
por mantenerte siempre al lado de nuestro pueblo venciendo el dolor y el
miedo que a otros paraliza. Eras quizás la parte más invisible de una
familia que dio frutos generosos que seguirán germinando en nuestro
recuerdo, el de nuestros hijos y las nuevas generaciones."


 

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