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Jacqueline, para los amigos

  De Norma Yurich - su madre

 

El título de este poema es la respuesta que mi hija daba cuando la nombraban Jackie.
Su mamá, Santiago, diciembre de 1994
 

Arboles con las caras pintadas,
con un arma bajo el brazo:
te soñaba;
y un grito sordo y salvaje
envolvía mis calles Jacqueline.
Ayer revisé mi pensamiento
y me encontré con tus amigos
llenos de amor.
No sabían de ti:
Los únicos que saben de USTEDES
son los enemigos del pueblo.
 
A veces pienso a veces:
a veces creo a veces:
a veces no lo creo
y a veces
sé que es cierto.
 
Jacqueline
hija
niña mujer
yo me respiro la cordillera
de los Andes
de una punta a otra
y, en eso recorro todo con mis ojos
por si te encuentro
 
Finalizará mi oxígeno. Y
se abrirá
de un sólo golpe
la puerta
por donde pasará mi olvido.
 
Cuando el magnolio queda solo
por las noches canta.
 
Sobre la tierra inútil
de improviso
en el rinconcito de mis sueños helados,
tú te apareces,
y me trizas la voz:
entonces me detengo.
 
Enciendo el receptor y junto a la música
pongo mi soledad en la orilla de la ventana
a juguetear y refrescarse entre los árboles.
Y huyendo del SMOG,
te escribo esta larga carta
que no llegará a ti
pero sí a los demás,
mientras yo me concentro.
 
Hago remolinos
en el universo de mi angustia
pero ahora ya me he convencido
que no te veré.
Ni me verás jamás:
pues, cruzarás el siglo
a través de los que vienen:
con otra fuerza.
 
De sangre, es de dolores
y de muerte,
el vientre de mi país:
aunque nada de ustedes haya sido perdido.
Todo para un pueblo renovado.
 
 
Dormir bajo la música de la lluvia.
Diablos.
Cuál música.
La música en las poblaciones por ejemplo?
Sobre la tos y el hambre?
Jacqueline, sobre o bajo el frío?
Lluvia lluvia lluvia lluvia y lluvia...
Siento mi dolor encarnado en el corazón.
Y ese agujero cotidiano entre las sienes.
Porque los que te ocultaron están ocultos,
en las caretas de la alta sociedad.
Porque ellos dispararon hasta el odio eterno
odio, que nos cubrió, para ser
después sembrado por el mundo.
 
Cuando comprendí ya la VERDAD:
que no te encontraría
ni para dejarte un clavel.
Sentí entonces la transformación.
El Amor por ti, era el Amor por el Mundo.
Antes yo caía lentamente,
pero pude emerger Jacqueline.
Ya no podía evadirme.
 
Como en los terremotos:
hundiendo las casas.
Partiendo las calzadas
y rompiendo las tuberías;
apagando las luces;
demoliendo todo...
así contigo Jacqueline,
Se destruyó mi ciudad.
 
Como un volcán que no resiste más
cayeron ríos ardiendo
sobre mi blusa negra.
Cómo explicar lo que me sucede y les sucede.
Cómo explicar. Cómo explicarlo.
Y cómo callarlo.
 
La impotencia es la jaula en que me tienes Jacqueline.
El sol que tu apagaste y
la montaña que
aún no termino de cruzar.
 
Y las plazas. Y las tiendas.
El gentío y los guardias nos veían pasar.
Con nuestras pupilas llenas del agua de la pena
y la ira de su sal.
 
Para ese entonces Jacqueline
tú vivías ahí:
cuando el SUR se lanzaba con todas sus fuerzas sobre el pavimento
sin respetar a nadie,
ni al más desposeído.
 
Alguna noche olvidaré para siempre este libro con todas sus tristezas.
Y otros recordarán
lo que yo paría noche a noche.
 
Hoy día veintiséis de enero alguien me dijo:
"escribe Norma todo lo que sientas,
todo lo que te lave"...
Y aquí estoy Jacqueline.
Con los ojos húmedos sintiéndote.
 
Un ruido a medianoche me recuerda tu corazón quién sabe cómo.
Pero los ruidos del tránsito del día me distraen Jacqueline; ellos hacen que recuerde que no debo recordar.
Y menos olvidar.
 
El áspero olor de las higueras me enrolla en otra vida:
la que hice antes de ti, Jacqueline.
De cómo fue ni lo imagino.
Y, qué sigue después del mar ?...
 
La voz de Manzanero se asomaba por todos los parlantes
y se pegaba como el azúcar a tu piel.
Y dentro de tu vestido naranja escuchaba:
"...contigo aprendí que la semana tiene más de siete días..."
Y tú Jacqueline nada sabías.
Ni nosotros tampoco,
que a la sombra de esa música te ibas despidiendo de todos.
Mientras te estabas enamorando de tu amor
quien caeria contigo.
 
Mi odio a las sabandijas aprieta mis venas
y también mis palabras,
solamente se escurre un río negro, interminable, ancho como el Espacio.
Muy temprano despierto con las aves que son pequeñas ruedecillas que rechinan,
para recordarme que mi pensamiento puede muchas cosas y, además estoy viva.
 
El mar quiebra sus aguas
los palacios de las arenas hasta destruirlos.
Y no termina.
No termina su fuerza ni su constancia, hasta destruirlos.
Y no terminará jamás.
Así tú y yo, ya no estemos.
Vendrán otras arenas para levantarse, para seguir creciendo.
Y así sucesivamente...
 
Te has fijado desde allá?
Desde cualquier lado u hondura?
Cómo caminan muchos por los rincones a lo largo de este país sin encontrar a nadie?
No quiero oír la conversación acerca de tu corazón triste,
mientras te caminaban sobre las piedras con los ojos tapados.
 
Caminando me tropecé con la memoria.
Y sabes qué hice Jacqueline?:
Pensé en otra cosa.
No sé en qué.
Ayer te conversé acerca de mi madre y hasta el cuerpo se me rompió.
El tiempo fue una sola avalancha sobre las palabras.
 
Cansada de las aguas frías.
Del viento helado.
De la noche que se llovía bajo el cielo,
corrí a buscar tu corazón sin nombre por entre las sombras...
 
Me muele los huesos tu partida
como si el tren en que te fuiste
hubiera pasado por sobre mi.
 
Nunca entendí qué podía ser la NADA, hasta que tú dejaste de estar dentro del aire.
 
Tantos años durmiendo sobre la escarcha.
Con las pupilas interminables.
Teniendo que renacer para morir.
Tener que dormir para amanecer.
Se detuvo el momento de conocer otros amigos.
Se detuvo tu cuerpo.
Se detuvo mi tiempo.
Todo se detuvo.
Hasta la TIERRA.
Solamente fue algo como la muerte misma aire, puntual y para siempre.
 
Tres de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueve.
Eras una niñita de miel que derramaba su corazón tan puro bajo mis pechos.
Cuando te convertiste en mujer aprendiste a volar sobre otro cuerpo.
Enganchaste tu corazón a otro, y fueron un solo pensamiento,
para al final crear una estrella negra entre mis ojos.
Pero tu corazón y el de él son ahora mi fortaleza.
 
No hay nada que logre quebrar el torbellino que se enredó en mis sienes cuando pasaban los días y y no te encontraba.
Y así quedamos: sin encuentro.
 
Crece la vegetación y yo me encanto cuando se raja la tierra.
Y no me gusta decir "rasga".
Porque hoy Jacqueline; el idioma no tiene Sentido.
 
Esta mañana tú eres un árbol.
Un árbol que desparrama su aroma alrededor del patio donde vivimos.
Eres un canastillo de Magnolias de color blanco-lila, y verdes hojas tiernas.
Serás la sonrisa de la tristeza y la lágrima sobre la alegría.
Pero te tendré a mi alcance, renaciendo conmigo .....
 
No me interesa nada más de los enemigos.
Sé que jamás serán juzgados: solamente el rostro de todo Chile y a toda luz,
para que las mismas veredas los escupan.
 
Con los años desordenados como mi corazón,
así golpeado de diferentes maneras,
ajado y semimuerto,
así me quedé.
Yo les escribo.
Y te escribo a ti:
porque es imposible sellar los hechos que nos han marcado,
y seguir caminando perdidos ya es girar en el
mismo vértice y me quedan ya pocas horas
para hacer tantas cosas que faltan todavía.
 
Y en esa pared tu foto con Marcelo.
o de André Jarland,
con los brazos cruzados y sentado aún en una silla
 
Jacqueline: estás a su lado.
Pienso en ti.
Pienso en él.
En Marcelo, tu compañero.
En TODOS.
Pienso en los sufridos pobladores.
Y compro el diario, para encontrarme en sus páginas con Rodrigo y Carmen Gloria,
quemados vivos sin piedad por "los valientes soldados" simplemente a la luz del día en el corte de una calle.
Y pienso en tu fuerte corazón resistiendo,
sin ayuda y sin nosotros.
 
Tantas cosas que contar y no olvidar, como por ejemplo:
Javiera Parada diluyéndome el alma al relatar el secuestro de su padre y los acontecimientos posteriores.
Pensar en Lonquén,
o en Cuesta de Barriga.
Suma y sigue.
Suma y sigue.
Arcadia Flores y su familia.
Paulina Aguirre de veinte años, baleada en la puerta de su casa.
Madres.
Hermanos.
Cónyuges.
Padres e Hijos.
Jóvenes y viejos
pensando lo mismo: en su pueblo.
Muchachas embarazadas y cuántos
qué pretensión pensar en mí nada más.
Hay miles en quien pensar.
 
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