Campamento de Prisioneros Isla Quiriquina


Ubicación:situada 11 km al norte de Talcahuano Concepción VIII Región

Organismos:Servicio de Inteligencia Naval (SIN)

Rama:Armada

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

La Isla Quiriquina, ubicada en la entrada de la bahía de Concepción, 11 Km al norte de Talcahuano, fue utilizada como campo de concentración y tortura para prisioneros políticos de Concepción y de la región del Bio-Bio.

Este campo de detención estuvo activo del 11 de Septiembre 1973 hasta Abril del 1975. De acuerdo con testimonios de sobrevivientes y informes de la Cruz Roja, se calcula que mas de 1000 personas pasaron por este campo de concentración, incluyendo personas como  Pedro Hidalgo (Ministro de Agricultura de la Unidad Popular), Fernando Álvarez Castillo (Intendente de Concepción), Santiago Bell Jaras (Intendente de Ñuble),  Danilo González (Alcalde de Lota), y los dirigentes mineros Isidoro CastilloBernabé CabreraVladimir Araneda,  al igual que muchos dirigentes políticos, sociales y gremiales de la región. De acuerdo con el informe de la Cruz Roja Internacional a comienzo de Octubre de 1973 había 552 detenidos, incluyendo 33 mujeres y 19 extranjeros: (8 brasileños, 4 uruguayos, 3 bolivianos, 2 venezolanos, 1 panameño y 1 polaco.) 

Los hombres estaban recluidos en el Gimnasio de la Escuela de Grumetes, de 50×25 metros, rodeado por alambres de púas y custodiado por guardias armados ubicados en 3 torres de vigilancia.  Las mujeres, entre ellas Mireya García (actual Secretaria de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos), estaban en una habitación de 30×15 metros, ubicada en un pabellón de la Escuela de Grumete. Un tercer grupo de presos políticos, que incluía hombres y mujeres, eran mantenidos incomunicados en un lugar indeterminado de la Isla.  A fines de 1973 se comenzó la reconstrucción del antiguo Fuerte Rondizzoni con el objetivo de convertirlo en prisión para los presos políticos. Ubicado dentro de la misma Isla el Fuerte Rondizzoni había sido anteriormente utilizado con centro disciplinario para los mismos marinos que cometían delitos militares. 

En Diciembre de 1973 fue trasladado a otros centros de detención un numeroso grupo de presos. En de Marzo de 1974 los restantes presos políticos, alrededor de 200, fueron trasladados al  Fuerte Rondizzoni, Los presos políticos en la Isla Quiriquina sufrieron humillaciones diarias, hambre, frío, maltratos, vejaciones, tortura y muerte.  De aquí fueron sacados el Alcalde de Lota, Danilo González y los dirigentes mineros Isidoro CastilloBernabé CabreraVladimir Araneda para ser mas tardes asesinados por orden de la Junta Militar después de un supuesto Consejo de Guerra y por orden directa del Almirante Jorge Paredes Wetzer, quien ordeno llevar a los presos a los terrenos de Ferbio, haciéndoles fusilar el 22 de Octubre de 1973. En el caso de Fernando Álvarez Castillo (Intendente de Concepción), este fue torturado hasta la muerte por efectivos de las Fuerzas Armadas.

Los antecedentes presentados a la Comisión Valech señalan que a las mujeres prisioneras políticas se las interrogaba desnudas. Durante estos interrogatorios sufrían agresiones y abusos deshonestos. Hubo casos en que este tipo de humillaciones se cometieron en presencia de familiares. Todos los presos, hombres y mujeres, denunciaron que mientras permanecieron en ese lugar fueron sometidos a posiciones forzadas, aplicación de electricidad, al submarino, amarrados y eran sumergido en el mar, en el muelle norte de la isla; durante la noche, desnudos, debían realizar una serie de ejercicios físicos extenuantes, expuestos a la intemperie. Algunas de las torturas se realizaron en el polígono de tiro de la Escuela de Grumetes.

El Fuerte Rondizzoni estaba bajo el control del Cuerpo de Infantería de Marina y funcionó desde septiembre de 1973 hasta 1975. De acuerdo a los testimonios recibidos, la mayor cantidad de prisioneros se registró en 1974. En el primer trimestre de 1975 el campo de prisioneros dejó de funcionar y sus ocupantes fueron trasladados a la Cárcel de Concepción o a Tres Álamos. Durante los últimos meses de 1973 y los primeros del año 1974, según los testimonios, los detenidos fueron obligados a reconstruir el recinto, luego llamado Fuerte Rondizzoni. Se trató de un extenso pabellón que comprendía dormitorios, comedores, baños y una enfermería, así como habitaciones para el personal de guardia.

Los presos políticos relataron que en ocasiones fueron conducidos, con una frazada encima de la cabeza, a un calabozo subterráneo, bajo el nivel del mar, oscuro, húmedo y pequeño; desde ese lugar eran llevados a los interrogatorios y las torturas. Los testimonios de los ex prisioneros denunciaron haber sufrido: golpes, vejaciones, aplicación de electricidad, privación de alimento y agua y amenazas. Algunos eran mantenidos desnudos a la intemperie durante la noche.

 

Criminales y Cómplices

Contralmirante Jorge Paredes Wetzer  (Comandante de la 2a Zona Naval); Capitán de Fragata Eduardo Young (Subdirector de la Escuela de Grumetes)Capitán Kohler (Armada); Aníbal Aravena Miranda (Director Escuela de Grumetes Quiriquina); general Washington Carrasco.

 

Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Cruz Roja Internacional (CRI); Libro: “Te recordamos, Quiriquina”, “Prisión en Chile”; Informe Valech; Memoriaviva;


Testimonios

Categoría : Testimonio

Un Grumete de esa época que prefiere quedar en el anonimato y testigo presencial de los hechos ha declarado: “…la Escuela de Grumetes ubicada en la Isla Quiriquina se convirtió en un centro de detención y tortura.” “ …..el mismo día 11 de Septiembre de 1973 aproximadamente a las 14 horas llegó la primera barcaza como aproximadamente 200 detenidos. A fines de Noviembre del 73 había a lo menos 1.200 detenidos, entre ellas aprox. 40 mujeres. En ese lugar de tortura, se les fue por aplicación de electricidad el Intendente de Concepción [Fernando Álvarez Castillo], el cuerpo lo llevaron a Concepción y en la prensa se publicó que había muerto en unos de los recintos policiales de Concepción…..”  “Se aplicó en forma sistemáticamente tortura a profesores de la Universidad de Concepción, a ejecutivos de la Usina de Huachipato, trajeron detenidos de Tomé, ya que la Armada estaba a cargo de esta localidad y de Talcahuano. Me consta que a lo menos fueron fusilados 3 personas, hombres jóvenes cuyos cuerpos fueron arrojados al mar. En Noviembre del 73, con un grupo de aprox. 100 detenidos se comenzó la construcción de una cárcel entre las quebradas que se orientan a la Península de Tumbes”…   “A mi que correspondió tomar los datos personales de los detenidos…, posteriormente pasé a integrar las guardias armadas que custodiaban a los presos. Fue una experiencia que no he podido olvidar, tenía 20 años. Dentro de mi inexperiencia y tocado profundamente por el dolor que veía, hubo oportunidades que llevé correspondencia al domicilio de un médico que vivía en el centro de Concepción. Posteriormente supe que se iba a Italia, exiliado. Nunca supe si viajó…”

Uno de los sobrevivientes de este campo de concentración también relata: “Fui enviado a la Base Naval de Talcahuano e incomunicado en el Estadio Francisco Acosta durante algunos días, para ser trasladado posteriormente a la Isla Quiriquina, donde permanecí tres meses, la mayor parte de ellos incomunicado. Se me acusaba de tenencia de armas, de organizar grupos de combate, intentos de voladura de puentes, todo inventado. En la Isla fui sometido a tortura (electricidad, golpes, fusilamiento simulado con la vista vendada). Entre el grupo de torturados en la Isla Quiriquina se encontraba Antonio Leal.

 [Preso Político detenido en septiembre de 1973] “…nos desnudaron y nos pusieron en una jaula, al mismo estilo como transportan los leones de un circo, pero la diferencia era que la de nosotros estaba rodeada de alambres de púas, estábamos a exhibición […].

[Introducción del libro “Te recordamos, Quiriquina” de Octavio Ehijo M. y Gunter Seelmann.( E. CESOC Ediciones, 2003)]:”Desde el mismo día del golpe militar el 11 de septiembre de 1973, se habilitó en la Isla Quiriquina, ubicada en la Bahía de Concepción, una prisión para detenidos políticos, dirigentes de la Unidad Popular. Para ello se eligió el Gimnasio de la Escuela de Grumetes, quedando los prisioneros, en consecuencia, a cargo de la Armada de Chile. La isla es uno de los lugares de detención menos conocidos establecidos por la Junta Militar…Sin embargo pasaron por la Isla y la IIª Zona Naval más de 1500 personas”.


Leal pide incorporar a torturados en propuesta de DDHH

Fuente :El Mostrador, 30 de Julio 2003

Categoría : Prensa

El Diputado Antonio Leal, que estuvo a partir de Septiembre del 73 detenido por largo tiempo en la Isla Quiriquina, pidió hoy al Presidente Ricardo Lagos incorporar a las personas torturadas y a quienes quedaron con secuelas físicas y psicológicas fruto de los apremios ilegítimos y de largos período de detención.Leal planteó que esta conciente que el tema de las reparaciones no depende solo de la voluntad política y de la coherente adhesión a la causa de los derechos humanos sino también a problemas de capacidades financieras del Estado y que por ello la política de reparaciones se debe centrar, no excluyentemente, en los familiares de los desaparecidos y ejecutados . Sin embargo, dijo el diputado, hay mucha gente que sufrió torturas brutales y que quedó con profundas secuelas y a ellos el Estado nunca los ha reparado y muchos no han recibido ni atención médica ni psicológica.


Tortura de Estado

Fuente :La Nación, 10 de Octubre 2004

Categoría : Prensa

El informe que está pronto a entregar la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, pone al Ejército y especialmente a la Armada en el trance histórico más difícil desde que en marzo de 1991 se conoció el Informe Rettig. El texto es tan duro, no por su lenguaje sino por lo que revela su contenido, que las Fuerzas Armadas, y principalmente estas dos instituciones, no tienen aún muy claro cómo enfrentarán la presión que se les viene encima. El punto que más las inquieta es que el informe estableció que la tortura fue una forma institucional de operar durante la dictadura militar en todo el país, y no fueron actos de individuos que se arrancaron de los mandos. Luego de recibir los testimonios de 35 mil personas, la Comisión estableció que la tortura fue una política de Estado. Enfrentadas a estas dramáticas conclusiones, el conflicto para el Ejército y la Armada es cuál será su respuesta.

Para la Fuerza Aérea y Carabineroslo será en menor grado, por lo que ha sido su pasar en los últimos años respecto de estos asuntos. Las alternativas son escasas. O admiten que así ocurrió y aprovechan la gran oportunidad que tendrán para pedir perdón, o lo niegan, rechazan y
descalifican como lo hicieron con el Informe Rettig. El problema es que hoy el tiempo es distinto al de 1991, con la figura de Augusto Pinochet todavía como comandante en jefe del Ejército, y con el continuador de la implacable línea Merino al mando de la Armada, el almirante Jorge Martínez Busch, actual senador institucional. Pero la preocupación del Ejército y la Armada va más allá. Porque si admiten que efectivamente la tortura fue una política de Estado por lo tanto un método institucional aplicado por las Fuerzas Armadas, apenas medio metro más allá tendrán que reconocer que el exterminio de opositores con más de 3 mil víctimas, también fue una política de Estado. Lo que no aceptaron en la Mesa de Dialogo sobre Derechos Humanos de 2000, donde tuvieron otra valiosa oportunidad de hacerlo para pedir perdón por los crímenes.Marinos sin vacilar
 

El informe en cuestión, que consta de unos ocho capítulos, establece que los detenidos fueron torturados en cada lugar donde permanecieron detenidos, de Arica a Magallanes. La redacción es detallada. Explica y menciona cada lugar de tortura región por región y ciudad por ciudad. Relata los tipos de tormentos aplicados. Y se extiende acerca de los efectos que la tortura dejó en las víctimas, en sus familias y en la sociedad chilena. Como la Comisión no tiene ámbito jurisdiccional, el informe no entrega nombres de los torturadores ni de quienes dieron las órdenes. Que el texto revele una detallada cantidad de cuarteles y recintos en los que se torturó afectará principalmente a la Armada. Porque de todas las ramas uniformadas, ésta es la que, hasta ahora, ha sido menos imputada por delitos cometidos. Si bien la Armada cuenta con una cuota baja de detenidos desaparecidos y ejecutados (en el informe de las Fuerzas Armadas sobre el destino de 200 desaparecidos emitido en enero de 2001 después de la Mesa de Diálogo, a la Armada sólo se le asignaron cuatro casos), la tortura se aplicó en muchos de sus recintos. En verdad, la Armada fue,
después de la DINA y el Ejército, la institución que más torturó y se caracterizó por la crueldad de los tormentos, la mayoría de las veces muy refinados. Los testimonios recibidos por la Comisión así lo establecen, aunque ya se conocía desde antes por quienes fueron sus víctimas. Incluso la Armada torturó antes del golpe militar, como fue el caso de los cerca de cien marineros, cabos y un suboficial constitucionalistas acusados de planear apoderarse de los barcos de la Escuadra para tratar de parar el golpe militar, detenidos a partir del 5 de agosto de 1973. Una parte importante de ellos concurrió a la Comisión a prestar su testimonio, mientras otros todavía permanecen en el extranjero después de exiliarse.

Las torturas
Estos marinos sufrieron la tortura desde las primeras horas después de su detención, fundamentalmente en el Destacamento Miller y la Escuela de la Infantería de Marina en el Fuerte Vergara en Las Salinas, en Viña del Mar; en el Cuartel de Orden y Seguridad Silva Palma en el cerro Playa Ancha en Valparaíso; y en el Fuerte Borgoño de la Infantería de Marina en Concepción. Cuando todavía gobernaba el Presidente Allende, a los marinos se les colgó desnudos a la intemperie en cruces de madera por días, donde se les golpeó, aplicó electricidad y se les privó de alimentos y agua. Fueron encerrados desnudos en tambores bencineros y echados a rodar por pendientes. Desnudos, obligados a reptar “punta y codo” por espacios techados con alambres de púa a no más de cuarenta centímetros de altura, sobre piedras filudas y vidrio molido. Colgados de helicópteros por las noches, se les sacó mar adentro en Valparaíso para sumergirlos en el agua hasta que sintieran los primeros síntomas de la muerte por inmersión. Se les perforaron los tímpanos con golpes de manos aplicándoles “el teléfono”. Desnudos, se les obligó a permanecer sobre el canto de una banca por horas, mientras se les sentaban encima. Sus extremidades superiores e inferiores fueron torcidas en sentido distinto para causarles la asfixia (“tirabuzón”). Se les amarró el pene a las muñecas con alambre, mientras se les puso electricidad en los testículos y el ano para que se causaran heridas en el miembro al abrir los brazos por el dolor. Fueron obligados a comer sus propios excrementos y tomar su orina, cuando ya no pudieron controlar el esfínter por el dolor y el terror. Simulacros de fusilamiento, lamer las botas de los oficiales o golpizas de diez o más contra un solo individuo desnudo y amarrado, fue lo más suave. Los autores de estas torturas fueron, principalmente, oficiales jóvenes: tenientes, capitanes y en muy menor grado suboficiales o clases. Fueron casi los mismostipos de tortura que los oficiales de la Armada aplicaron después del golpe, en forma masiva, a los prisioneros en múltiples recintos de la institución. Por ello, el informe de la Comisión dejará al descubierto como evidencia oficial, que en la Armada se torturó a los detenidos en muchos máslugares de los ya conocidos, como son el buque escuela “Esmeralda”, el cuartel Silva Palma o la base aérea El Belloto en la Quinta Región, y la Isla Quiriquina en la Octava. Respecto del Ejército, el informe pondrá en evidencia que no sólo
torturó la DINA y la CNI en sus centros clandestinos más renombrados en Santiago y provincias, sino que también se aplicó tormentos en cada cuartel y regimiento de regiones de sur a norte donde se mantuvo personas detenidas. Por lo tanto, el resultado de la Comisión sacará a la tortura del exclusivo ámbito de la DINA y la CNI, para ubicarla ahora en todos los recintos donde hubo prisioneros y no operaban estos servicios de inteligencia, pero sí personal de Ejército.
 

Dimensión internacional
La expectación que existe a nivel internacional respecto de este informe es tan grande, que los miembros de la Comisión y autoridades de gobierno han recibido constantes visitas y llamados de organismos defensores de los derechos humanos. No se conoce una experiencia similar en América donde se haya sistematizado en detalle exclusivamente la aplicación de la tortura en la efervescencia político-social de este continente. Incluso para Europa, existiendo documentos que dan cuenta de estas situaciones en períodos de convulsión o guerras, se estima que el informe
chileno constituirá una revelación.

Prisioneros en el Estadio Nacional
Si para el Ejército y la Armada el asunto será inmensamente complicado de enfrentar, para el gobierno tampoco será fácil. Se sabe que el Presidente Ricardo Lagos ya tomó la decisión de no hacerlo público antes de las elecciones municipales del próximo 31 de octubre. Y permanece la duda si lo hará antes de la reunión cumbre de Presidentes de la APEC que se efectuará en Santiago el próximo 19 de noviembre. Aunque algunos creen que sí lo hará. No está aún resuelto cómo el Presidente lo dará a conocer al país. Lo que sí está claro, es que el informe será público, porque no puede ser de otra forma. A pesar de que desde el Ejército y la Armada se han enviado mensajes sobre la inconveniencia de hacerlo público, o al menos no tan pronto para postergarlo un tiempo más. Pero para el gobierno y especialmente para el Presidente, este punto no está en discusión. Lagos sabe que ésta será recordada como una de sus grandes obras en materia de reparación para las víctimas de las violaciones a los derechos humanos. Y sobre todo, respecto de un sector hasta ahora postergado como son las víctimas vivas, o sobrevivientes de la tortura y la prisión. Muchas de ellas, después de veinte o treinta años todavía no terminan de rearmar sus vidas ni saldan cuentas con el dolor físico, síquico y el horror vivido. En este sentido, no existe ninguna alternativa para postergar la entrega del informe ymenos esconderlo de los ojos de los chilenos y el mundo.

Frente al Rettig
El informe será tan minucioso y demoledor, que para las Fuerzas Armadas y primordialmente para el Ejército y la Armada, no existirá posibilidad de desvirtuarlo, negarlo o desacreditar a la comisión que lo preparó, como sí lo hicieron con el Informe Rettig. Aunque, sin aventurar reacciones, siempre cabe la posibilidad de “empatar” el informe que vendrá por la recurrida vía de “los marxistas que sembraron el odio durante la Unidad Popular” o “hubo víctimas por lado y lado”, lo que todavía argumenta el ex dictador Augusto Pinochet para justificar los crímenes que ordenó cometer. Pero porque hoy corren otros vientos, la expectación crece acerca de cuál será esta vez la reacción de las Fuerzas Armadas frente a esta nueva verdad. “El Ejército no acepta asumir la responsabilidad de hechos que no han sido probados, menos si las respectivas imputaciones atentan
contra su tradición de honor. La institución y su alto mando,jamás han dejado de hacerse responsables ante la patria de las acciones que han debido emprender a lo largo de su honrosa historia”, dijo la institución al descalificar el Informe Rettig. Y agregó “por lo tanto, el Ejército rechaza potenciales actos e iniciativas que pretendan reivindicar a personas o grupos que han sido y siguen siendo negativos para una sana convivencia entre los chilenos”. Esta última parte cobra hoy importante validez ante lo que será la respuesta que tendrá ahora el comandante en jefe, general Juan Emilio Cheyre. Y lo mismo para la Armada, la Fach y Carabineros, que también descalificaron en 1991 el Informe Rettig. “La falta de un procedimiento idóneo y debidamente bilateral, y las apreciaciones, juicios y conclusiones del Informe, desfiguran de tal modo este proceso que la ‘convicción’ o ‘verdad’ que proclama, no pasa de ser una simple opinión que puede ser compartida o rechazada”, dijo la Armada en su respuesta de 1991. “Es muy probable que una parte importante de los testimonios estén inspirados en propósitos de carácter político o de venganza personal”, añadió la Marina. Otro tanto hizo la Fach y Carabineros. Por otro lado, se estima que la posición del Ejército y la Armada estará también marcada porque difícilmente hoy aparecerán políticos o empresarios (salvo Hermógenes Pérez de Arce y el grupo de ex ministros de Pinochet que lo acompaña), que desvirtúen o rechacen el contenido del informe. Y menos con la próxima elección presidencial en la puerta. El “líder” Pinochet ya no es el mismo, y hoy incluso está cuestionada su calidad moral y de honor al adquirir una oscura fortuna vistiendo uniforme. Sin embargo, se conoce que en la Armada se trabaja en la línea de, al menos, rebatir el informe sobre algunos lugares donde se dirá que se torturó. En este sentido, es en la Armada donde se comienzan a visualizar líneas de respuesta crítica al documento. Pues, como lo reconoció una fuente de esa institución a La Nación Domingo, la Marina nunca “baldeará” la cubierta de el “Esmeralda” como símbolo para lavar la sangre de los detenidos ue, según se dice, corrió por allí. Pero no sólo el informe confirmará que la Armada sí torturó en la Esmeralda, sino que además entregará nombres de otros recintos
menos conocidos, o desconocidos hasta ahora, y ratificará que los tormentos se aplicaron en otros lugares ya conocidos, pero que la
institución continúa negando. El informe que se entregará al Presidente Lagos antes de que finalice este mes de octubre y que en un apartado especial incluirá los nombres de las cerca de 35 mil víctimas de la prisión y la tortura que calificaron en la Comisión, propondrá también algunas medidas de reparación. Entre ellas, las principales apuntan a establecer reparaciones morales de variadas formas; asistencia en salud; y una reparación económica.

Efectos de la tortura
La Comisión también incluirá en su informe un capítulo sobre los efectos que en los individuos dejó la tortura, muchos de los cuales persisten en algunos hasta hoy. Aunque acerca de estas secuelas ya después del nazismo se destacaron sicoanalistas que, sobreviviendo a la experiencia de los campos de concentración, dedicaron su vida a sistematizar esta vivencia y enseñar sobre ello con el fin de proteger al ser humano ante futuras situaciones similares. Uno de ellos, el austríaco Bruno Bettelheim, recluido en los campos de Dachau yBuchenwald, fue quien acuñó para referirse a la tortura el término de la “traumatización extrema” ante una “situación límite”. Sus conclusiones están contenidas en su maravillosa obra “Sobrevivir”. En ella Bettelheim expone que, de quienes no murieron, aquellos que mejor lograron sobrellevar el trauma síquico de la tortura, tanto durante la prisión como después, fueron quienes tenían una formación valórica firme y definida. A ello, el sicoanalista austríaco Víctor Frankel, que también sobrevivió a Auschwitz y cuya experiencia está registrada en el libro “El hombre en busca de sentido”, agregó que quienes mejor sobrellevaron esta situación límite traumática, fueron aquellos que encontraron un sentido para seguir viviendo, cualquiera que éste fuera. Aún en dictadura, en Santiago en 1989 se realizó el seminario internacional “Tortura, aspectos médicos, sicológicos y sociales. Prevención yTratamiento”. En él se estableció que “para destruir el cuerpo social, fue necesario destruir el cuerpo individual”, parafraseando al filósofo argentino León Rozitchner. “De este modo, el objetivo esencial en la práctica de la tortura es trascender la perversión del acto individual, e instalarse como sistema de horror en lo inconsciente social, sabiduría siniestra del poder represivo para lograr imponerse como tal”, según escribieron en sus trabajos expuestos en este encuentro las profesionales chilenas del Instituto Latinoamericano de Salud Mental, ILAS, María Isabel Castillo, Elena Gómez y Juana Kovalskys. Otro de los resultados fundamentales de este encuentro fue que, de acuerdo al seguimiento terapéutico de las víctimas de la tortura en Chile, la mayoría de ellas enfermó, a veces seriamente, no ya de las secuelas físicas, sino por trastornos somáticos severos en el aparato digestivo, alteraciones dermatológicas complejas y crónicas, cuadros de hipertensión y otras enfermedades. Las causas fueron por cierto la tortura, pero estrechamente vinculado a los efectos de no poder contar en palabras el sufrimiento y la humillación, silencio tanto o más tortuoso que el dolor físico vivido que terminó por enfermar el cuerpo y agravar el estado del alma. Agregan las sicólogas del ILAS en su trabajo “la tortura como
experiencia traumática extrema en lo sicológico, somático y social” que “el cuerpo social como metáfora del cuerpo individual está dañado de una manera invisible. Así, la convivencia con lo siniestro durante años se constituye en un modo habitual de vida, conformando un seudo equilibrio adaptativo donde el horror y lo ominoso quedaron encapsulados e ignorados en el registro síquico social (…) Los argumentos que surgen tales como: trascender el dolor, olvidar o perdonar, están íntimamente ligados a los mecanismos de renegación, aún cuando su inspiración pueda ser muy noble”.


La crudeza de los testimonios

Fuente :La Nación, 11 de Noviembre 2004

Categoría : Prensa

“La última tortura”, recuerda Reginaldo Muñoz, “es el submarino, que era un pozo negro lleno de excrementos, donde sumergían a las personas. Yo recobré el conocimiento cuando me estaban bañando con una bomba de agua. Ahí uno puede hasta tragar excremento y por eso uno pierde el conocimiento y es sacado en calidad de bulto”. El suyo es uno de los 35 mil testimonios recogidos por la Comisión de la Tortura.

Isla Quiriquina
Reginaldo Muñoz Venegas tiene 55 años y es comerciante, fue detenido el 24 de abril de 1974, cuando trabajaba en Establecimientos Llanquihue, en Concepción; era simpatizante del PS. Se lo acusó de haber almacenado armamento. Recuerda que fueron carabineros de Hualpencillo, comandados por el capitán Héctor Luna, quienes lo detuvieron y le aplicaron las primeras torturas. Lo mantuvieron sin comida durante tres días y además de ser golpeado le aplicaron corriente en todo el cuerpo. Luego de llevarlo a la comisaría de Tomé, fue trasladado a la base naval de isla Quiriquina. En ese lugar recuerda que sufrió distintos tipos de torturas, pero se le quedaron grabados tres sistemas: la ‘campana’, que consiste en colgar a una persona de los pies desde un gancho de un árbol y balancearlo, cuando ha tomado la suficiente velocidad, es azotado contra el árbol. En el segundo, el prisionero es colgado por los genitales a una viga y se le aplica corriente en los pies y en la cabeza. “La última tortura”, recuerda Muñoz, “es el submarino, que era un pozo negro lleno de excrementos, donde sumergían a las personas. Yo recobré el conocimiento cuando me estaban bañando con una bomba de agua. Ahí uno puede hasta tragar excremento y por eso uno pierde el conocimiento y es sacado en calidad de bulto”. Fue dejado en libertad el 20 de enero de 1975, debido a que no se le comprobaron los cargos.

Armada y CNI
Luis Tricot Novo, 48 años, fue detenido en dos ocasiones. El primer arresto, cuando integraba las Juventudes Comunistas, fue en Valparaíso, en septiembre de 1973, donde personal de la Armada lo trasladó a la Academia de Guerra Naval y con la participación de civiles fue torturado. Luego, por un período de dos años pasó por diferentes recintos de detención de la Armada, como los buques Lebu y Maipo, isla Riesco y la Cárcel Pública de Vaparaíso. La segunda detención fue en septiembre de 1987. Tricot integraba el FPMR. Producto de una redada en el caso del coronel Carreño fue arrestado por la CNI, junto a su pareja, que tenía cinco meses de embarazo. El jefe del operativo fue el capitán de Ejército Arturo Sanhueza Ros. Quien firmó su orden de detención fue el ministro del Interior Sergio Fernández, hoy senador UDI. “Yo fui torturado con golpes, electricidad en
diversas partes del cuerpo. Además de la tortura sicológica que significaban las amenazas de muerte y estar permanentemente escuchando los gritos y llantos de otros detenidos”. Comenta que habían transcurrido 14 años de su primera detención en 1973, y sin embargo, se seguía haciendo exactamente lo mismo, lo que a su juicio comprueba que había una metodología implementada por agentes del Estado.

En Tejas Verdes
Luis Sepúlveda Carvajal tiene 68 años, fue detenido en 1973, cuando se desempeñaba como funcionario del Servicio Médico Legal de San Antonio. El ex militante comunista fue trasladado al Regimiento Tejas Verdes, donde permaneció cerca de 17 días. Allí fue torturado en cuatro ocasiones. Posteriormente, era transportado a la Cárcel de San Antonio y devuelto a Tejas Verdes. Así pasó cerca de 200 días detenido. Hasta hoy recuerda que fue interrogado en 33 ocasiones. “Con nosotros se practicaron muchas cosas, pero principalmente los golpes de corrientes cuando permanecíamos desnudos”. Señala que fueron muchos los sufrimientos físicos y sicológicos, pero existe uno que no ha logrado olvidar: “En una oportunidad
me tendieron en una mesa dura y me pasaron por todo el cuerpo algo así como cilindros metálicos, con los cuales nos masajearon todos lados. Al cabo de un par de horas dolía desde la uña de los pies hasta el pelo y sufríamos fuertes dolores en las articulaciones”. Recuerda que después de una hora, lo volvían a buscar y le decían: “Ahora tenís que hablar tal por cual o te hacimos una sesión un poquito más intensa”. Sepúlveda comenta que los prisioneros permanecían con sus rostros tapados con capuchas, de manera que perdían la noción del tiempo. En esa condición los dejaban colgando desde los pies o las manos por cerca de media hora mientras los torturadores hacían su colación.


Rostros del informe

Fuente :El Mercurio, 14 de Noviembre 2004

Categoría : Prensa

Tres hombres. Dos mujeres. Bajo la dependencia de distintas ramas de las Fuerzas Armadas y de organismos de seguridad, ellos vivieron el tormento de ser torturados y hoy relatan su escalofriante experiencia. Aquí, las vivencias de dos diputados en ejercicio, un actor, una periodista y una dirigenta de derechos humanos.
 

Carlos Montes, Diputado PS:
"No tenía mucha resistencia a la corriente" "Era el 30 de diciembre de 1980. Tenía 33 años. Cuando salía de una reunión de la convergencia socialista, en Tobalaba con Quilín, me detuvo Carabineros. Me metieron a un furgón donde había un curadito. Yo tenía una libreta con teléfonos y dije ¡qué hago! Empecé a romperla y comerme las hojas. El curadito me mira y me dice "yo le ayudo"… y le pasé papeles. Empezó a mascar y no podía tragárselos! Hasta que llegué a Borgoño. Inmediatamente empezó una sesión de golpes y me dejaron en una celda esposado a la cama. A las 12 de la noche del 31, me fueron a despertar y me soltaron ¡para darme un abrazo de año nuevo!Los torturadores, y yo vendado… fue una cosa bien patética. Me trataban como animal (claro que lo mío fue mucho menos comparado con lo que vivieron otros). Para comer, por ejemplo, me daban en un bowl sin cubiertos, y yo vendado comía con la boca. La celda tenía una reja con hoyitos donde yo marcaba los días para tener noción del tiempo. Los ruidos de la noche ayudaban mucho porque escuchaba cerca los trenes de la Estación, las caminatas de las personas. Me servían como puntos de referencia porque en esos momentos da miedo volverse loco. Algunas noches me sacaban para torturarme. En general fueron golpes y corriente. En las golpizas eran muy 'científicos', recuerdo que me metían un dedo como a un costado de la espalda que dolía mucho y no te dejaba huella. Lo peor fue lo otro. Me pusieron corriente en la boca, en los testículos y en las piernas, pero yo no tuve mucha resistencia. Una vez se me dio vuelta la lengua hacia atrás. Y en otra ocasión me dio un paro cardíaco, perdí la conciencia. Desperté llorando y vi a un médico de blanco… recuerdo que era colorín. Me acusaban por asociación ilícita o algo así, por eso me envían a la Penitenciaría. En la galería de los presos políticos, vi cabros del MIR hechos pedazos. A fines del 81 me dejaron salir de Chile a México. Se suponía que me trasladarían al aeropuerto gente del comité de inmigraciones europeas, pero me sacó la CNI y me golpearon desde la cárcel hasta que llegamos. Partí con mis
tres hijos (3, 6 y 9 años) y mi esposa.
 

Marcia Scantlebury, Periodista:
"Cuando volvían de la tortura les cantábamos" "Ya trabajaba como periodista, tenía dos hijos y aunque no militaba, ayudaba a la gente. No era militante, pero sí resistente ante la tiranía. A mi casa llegaban personas que no tenían dónde dormir, que eran perseguidas. Y me arriesgué. "Me descubrieron porque mi nombre apareció en la libreta de direcciones de un detenido en la Operación Cóndor, en el extranjero. No me acuerdo qué día fue… A inicios de junio del 75, creo. Llegaron de la DINA porque mi auto supuestamente había estado en un choque en la rotonda Pérez Zujovic. Me di cuenta que me iban a detener. Les dije que no me pensaba entregar. Alcancé a agarrar un chaquetón, a decirle a la nana que no dejara a los niños salir y a patadas me subieron a la camioneta. Me pusieron tela plástica en los ojos y lentes oscuros. Dimos vueltas. Sentí que abrían un portón y entramos a un lugar con un frío penetrante. Era Villa Grimaldi. Te recibían mujeres que te hacían desnudarte, que hacían un inventario de tus bienes. Parecía hasta refinado. Hasta que venía la tortura. Ahí también estaban las mujeres, pero no torturaban: animaban a los que lo hacían. Los gritos eran como de animales. Decían 'dale no más, pégale más fuerte o métele más electricidad en la vagina'… Había una que era la peor. Me pasaba el llavero por la cara hasta romperla. Yo le conocía la voz. Un día me pidió ayuda porque yo era mamá. Me sacó al patio, me sacó la venda y la vi embarazada, tejiendo un chaleco de bebé. Era una esquizofrénica total. Me torturaron mucho en la parrilla. A esa sala le decíamos la discoteca, porque mientras te torturaban ponían música de Julio Iglesias o Nino Bravo. Estuve en todos los campos. Tres Álamos, Cuatro Álamos, Pirque. Villa Grimaldi era lo peor, de todas maneras. La mayor parte de mis compañeras odiaron Pirque y a mí me pasó que tengo recuerdos encontrados. Aunque fue un período terrible, donde nos tiraban los perros o paleaban en la noche como excavando, y uno se desvelaba imaginando tumbas, había un paisaje tan extraordinario de la cordillera en la mañana… Era conmovedor, era descubrir en medio del horror el sentido de la creación, el porqué vale la pena vivir. Esos seis meses son lo peor y lo más hermoso de mi existencia. Frente a todo este odio viví mi sueño de una sociedad más solidaria. Éramos como 120 presas políticas de solidaridad y afecto extraordinarios. Cuando alguien volvía de la tortura le cantábamos. Después nos prohibieron cantar. Un día llegué destruida y cada una me tenía un regalo. Todo lo compartíamos".

Antonio Leal, Diputado PPD:
"Tengo marcas de las mordeduras de los perros" "Tenía 21 años para el golpe, cuando me detuvo Carabineros. Yo estudiaba Sociología y era presidente de la Federación de Estudiantes de la U. de Concepción. Me llevaron a la Base Naval de Talcahuano y luego a la isla Quiriquina. Estábamos en un gimnasio donde dormíamos apilados, a veces nos sacaban a caminar dentro de la piscina vacía, a veces tenía un poco de aguapero se caminaba igual. Hacíamos turnos para poder fumarnos un cigarro, conversar. Nos daban 2 ó 3 minutos para ir al baño, pero como éramos tanta gente hubo que construir "cagaderos" colectivos.
Los interrogatorios eran brutales.
Los hacían en un lugar llamado el Polígono (en la isla Quiriquina estaba la Escuela de Grumetes de la Armada) adonde éramos conducidos los presos. Muchas fueron las noches en que se nos sacaba y se nos torturaba. Lo más frecuente era que nos colgaran de los pies y nos metían la cabeza en un tonel de agua con sal -o lleno de excrementos, pero no fue mi caso-. En otras ocasiones hacían que uno se desnudara y nos aplicaban corriente en los genitales. Nos amenazaban con perros y nos mordían, aún tengo varías marcas en el cuerpo. Además, tengo una cicatriz en el pecho, porque en medio de los golpes uno de los tipos me amenazó con un cuchillo; se le pasó la mano y me cortó. Otra "costumbre" que tenían era lanzar a la gente desde una cierta altura al mar. A mí me tiraron desde una especie de faro que hay en la isla. Puede ser normal para un marino, pero no lo
es para uno. Jamás olvidaré cuando sufrí un simulacro de fusilamiento. Me llevaron con los ojos vendados, sentí los disparos y un golpe en la cabeza. Me desperté sangrando, no porque haya recibido balas, sino por el golpe en el cráneo. Creí que había muerto. Después me trasladaron al Estadio Regional. Allí comenzaron de nuevo las torturas. Posteriormente nos llevaron a la Cárcel de Concepción. '¡Antonio Leal a la reja con todas sus cosas!', dijeron. Ya era el año 75. Quedé libre. Tenía 23 años cuando partí a exilio".
 

Mireya García, Vicepresidenta de AFDD:
"No tengo hijos. Es parte de mis traumas" "Tenía 17 años y cursaba el cuarto medio en el Liceo Fiscal de Talcahuano cuando me detuvieron. Era una joven feliz, con familia, con proyectos. Vivía la política como todos mis amigos, intensamente. Militaba en la Juventud Socialista y estaba en la
casa de una amiga cuando alguien denunció que había una reunión de gente extraña. Llegaron los boinas negras de la Base Naval de Talcahuano y en un operativo siniestro, violento, nos llevaron a todos a la base. También llevaron a la dueña de casa, que tuvo que dejar su guagua, de meses. No tengo una noción muy clara de cuántos días estuvimos ahí, porque estuve incomunicada, con la vista vendada. Fue donde mi cuerpo y mi alma más maltrato sufrieron. Los golpes finalmente eran lo de menos. Hay otras heridas mucho más profundas y difíciles de sanar… Es decir, no es que fueran lo de menos, pero el dolor del golpe, el moretón, se pasan. Otros dolores quedan para siempre. Por ejemplo, la violación, que no es sólo una. Puede tener tantas formas… Y un interrogatorio podía durar 5 minutos o varios días. Te dejaban un rato descansando y volvían… Y no necesitabas que un torturador, un sicópata, un desquiciado consumara el acto sexual para sentirte violada. Tú eras violada desde el momento en que te dicen
'sáquese la ropa', cuando te tocan, cuando pretenden abusar de ti y cuando abusan de ti. Son distintos tipos de violación. También cuando a una mujer le introducían otros elementos de tortura en la vagina… palos… otras cosas… Y todo acompañado de un maltrato verbal impresionante. No sólo eras la marxista enemiga de la Patria. Eras la puta, la perra, la maldita, la cochina. Además de mentirosa, porque nunca decías la verdad; rebelde, porque nunca decías lo que ellos querían. Y también estaba la tortura no verbal. Recuerdo un día en que estuve sólo sentada con la vista vendada. No te tocan ni un pelo pero un tipo se pone detrás de ti y te dice: 'empieza a hablar porque si no tú sabes lo que te va pasar'… Ese día nadie me tocó, pero el temor, el miedo de estar con la vista vendada, es tan torturante como el golpe o la violación. Después de unos días, no sé cuántos, me llevaron a la Isla Quiriquina, un campo de concentración. Éramos más de mil. Ahí me reencontré con mi padre, también detenido, y me quebré. Como una niña. Juré nunca más demostrar lo que sentía, para no dañarlo a él. Para no dañar a una familia que se desintegró. Fui a declarar a la Comisión pero no pude contar todo. No me sale, no me nace, no quiero. Nunca he contado todo y no lo voy a hacer. No tengo hijos. Es parte de mis traumas. No es que haya quedado dañada, es simplemente que me sentí incapaz de dar vida a una persona en un mundo en que no tenía la seguridad de que pudiese ser respetada como tal"

Marcelo Romo, Actor:
"La parrilla fue lo peor de mi vida" "Debo haber tenido 30 ó 31 años. Era actor, tenía dos hijos y militaba en el MIR. Después del 11 de septiembre me escondí en una caleta con tres o cuatro compañeros más. Pero un militar que nos había infiltrado nos delató… Salió mejor actor que yo. Creo que fue el 21 de septiembre del 73. Estaba en esa caleta, con muchas armas, y antes del levantamiento del toque de queda, como a las 5 de la madrugada, llegaron los militares. Nos sorprendieron. Entraron, nos pusieron contra el suelo, nos encapucharon y nos amarraron con alambre. A empujones y golpes me tiraron dentro de un camión. Caí sobre cuerpos. Muchos cuerpos. No sabía si estaban vivos o muertos, nadie hablaba. Tampoco yo. Llegué al Regimiento Buin. En mi grupo habíamos cerca de 10, en celdas individuales. Pero había muchos más. Los gritos no paraban. Tal vez ser conocido, haber estado en películas, teatro y televisión, hizo que conmigo se pasaran más allá de lo que habían aprendido en las pocas semanas en que les enseñaron a torturar… Porque de repente cometían muchas imbecilidades. Por ejemplo, la corriente la sacaban del enchufe, de
220W. Así se podían morir los presos. No sé si pasó. Pero disparos había todos los días… No sé qué otras imbecilidades hubo… A veces tengo blancos en la mente… Me quedó jodido el cerebro, por la corriente. Esa era la tortura con que, digamos, 'entrabas al salón'. Los golpes no eran tan duros como la parrilla… En la vida, lo peor que me ha sucedido fue la parilla. Te amarran a una cama de fierro, ponen los cátodos a la cama, dan
la corriente con una maquinita que al girar una manivela, va subiendo, subiendo, y te tiran baldes de agua. No puedes respirar, tu cuerpo salta… No tengo mucho recuerdo, pero ellos juegan con el bien y el mal. De repente te hacen cariñito, te dicen 'ya poh, cabro, cuenta la cuestión, no seai tonto'. Y si no hablas, te dan la corriente… Y después te vuelven a tratar bien. Después de unos cuatro meses, cuando los organismos de
derechos humanos de Europa ya estaban en Chile, un oficial me llama a su oficina. Y me empieza a decir que ellos no querían que yo pensara que había algo personal, que tenía que entender la situación… A esas alturas, uno ya empieza a recuperar su humanidad. Ya estaba sin venda. Los golpes ya no estaban marcados… Bueno, los que quedaban marcados, porque el maltrato en testículos, orejas o ano no se veía… Y este oficial
quería que yo entendiera. Pero yo, por el perfume, lo reconocí. Era mi torturador.
Ahora en la Comisión no pude declarar. Llegué cinco minutos después de que había cerrado el plazo y una señorita me dijo que no me iban a atender. No tengo derecho a nada, ni a contar. Pero no me importa, no espero nada del Estado.


Murió ex intendente de Ñuble, Santiago Bell

Fuente :La Discusión, 19 de Mayo 2005

Categoría : Prensa

Víctima de un cáncer, en la ciudad inglesa de Londres, murió Santiago Bell, intendente de Ñuble durante la presidencia de Salvador Allende. El deceso de la ex autoridad se produjo ayer a las cuatro de la madrugada en la capital londinense, país en el que reside su familia y donde se estableció, tras el golpe militar de 1973. Fue en este país, donde se internó para tratarse un cáncer, pero del cual no pudo recuperarse debido a los problemas derivados de la enfermedad, según informaron ayer a este medio amigos desde Inglaterra. Santiago Bell había regresado recientemente al país y se encontraba en Inglaterra visitando a sus familiares. Los funerales de la ex primera autoridad de la provincia, se realizarán en la misma capital inglesa, probablemente el viernes.

La desconocida historia del ex intendente Santiago Bell
Apenas suena reconocible su nombre para la frágil memoria colectiva en Ñuble. Más aún, cuando su imagen es perceptible sólo por su relación con el gobierno de Salvador Allende, donde llegó a ocupar el máximo puesto de la entonces intendencia de Ñuble. Santiago Bell Jaras murió en Londres la madrugada del martes, víctima de un cáncer al páncreas y dejó en vida no sólo un legado político sino también, más desconocido, de servicio social. Nació el 3 de Octubre de 1932 en Santiago, donde estudió pedagogía. Conoció y contrajo matrimonio con Myriam Marcó Picart, quienes estuvieron juntos por 57 años y tuvieron 6 hijos, tres hombres y tres mujeres. Identificado con la causa del Hogar de Cristo, el ex intendente y su mujer adoptaron, en los años 60’, más de 20 niños recogidos de las calles de Chillán, los cuales criaron como propios. “Muchos de ellos continúan hasta hoy considerándolos como sus Padres y durante su convalecencia viajaron desde diferentes rincones de Chile y Europa para visitarlo en el hospital” recuerda su hijo Jimmy, desde Inglaterra. En el plano político, Santiago Bell fue miembro fundador de la Democracia Cristiana. Desilusionado con las políticas sociales de este partido, sería uno de los miembros fundadores del MAPU, militancia con la cual fue designado por Salvador Allende, intendente de Chillán. El 12 de Septiembre de 1973 fue detenido por una patrulla de Carabineros y trasladado al Regimiento de Chillán y al Cuartel de Investigaciones, donde fue torturado, para ser más tarde trasladado a la Isla Quiriquina. Posteriormente es trasladado y detenido en la Cárcel de Chillán, para luego ser mantenido con arresto domiciliario en esa ciudad. Durante este período, uno de sus hijos adoptivos, Ernesto Torres Guzman, es detenido por carabineros y militares, manteniéndose desde entonces como desaparecido. Varios de sus otros hijos son obligados a abandonar el país, exiliándose en diferentes países. A comienzos de los años 90 regresa a Chile, donde instala un taller de educación y arte en Melipilla, continuando también su trabajo de educación con los jóvenes marginados. Durante una de sus últimas visitas a Inglaterra, se le diagnostica cáncer al páncreas y fallece el martes último a los 72 años. Según instrucciones realizadas explícitamente a sus cercanos, los restos del ex intendente reposan en un ataúd rústico, fabricado por sus propios hijos, traslo cual será cremado. Los funerales del ex intendente de Ñuble están programados para mañana viernes a las 3:45 de la tarde, en el City of London Cemetery & Crematorium, en la zona de Manor Park, de la capital inglesa.


AFDD: ''Londres 38 debería transformarse en un centro de la memoria''

Fuente :Elmostrador.cl, 20 de Febrero 2006

Categoría : Prensa

La ex presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz y Roberto D'Orival, miembro del colectivo 119, que recuerda a los desaparecidos de la ''Operación Colombo'' entregan su visión de lo que tendría que pasar con Londres 38. En ese ex centro de torturas funciona ahora el Instituto 0'Higginiano y estuvo a punto de ser rematado. El domingo 5 de febrero apareció un aviso en ''El Mercurio'' anunciando que Londres 38 (hoy 40), recinto donde fueron torturadas y desaparecidas varias personas en manos de la DINA, iba a ser rematado por sus dueños, el Instituto O'Higginiano. Durante la pasada semana esta noticia causó preocupación y molestia a los familiares de las distintas personas que pasaron alguna vez por dicho recinto. La ex presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz y Roberto D'Orival, miembro del colectivo 119, que recuerda a los desaparecidos de la ''Operación Colombo'' entregan su visión de lo que tendría que pasar con Londres 38. En ese ex centro de torturas funciona ahora el Instituto 0'Higginiano y estuvo a punto de ser rematado. El domingo 5 de febrero apareció un aviso en ''El Mercurio'' anunciando que Londres 38 (hoy 40), recinto donde fueron torturadas y desaparecidas varias personas en manos de la DINA, iba a ser rematado por sus dueños, el Instituto O'Higginiano.

Durante la pasada semana esta noticia causó preocupación y molestia a los familiares de las distintas personas que pasaron alguna vez por dicho recinto. Sin embargo, el temor de la venta del inmueble desapareció gracias a que la secretaria ejecutiva (s) del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), Susana Simonetti, confirmara la imposibilidad de que la subasta se efectuara, debido a que no se han cumplido los requisitos de la ley, como el plazo de 30 días previos que tienen los martilleros para avisar al CMN. La ex presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Viviana Díaz, al conocer la noticia del remate dijo que “lo califiqué de algo inconcebible”, debido a que esperan que este recinto -que ya había sido declarado monumento histórico- pronto pudiera ser traspasado al colectivo 119, con el objeto de construir en ese lugar un museo de la memoria, no sólo para los familiares de las víctimas, sino también para los abogados y organismos de derechos de humanos. “Era vital que esto se paralizara, felizmente se detuvo esta orden de que se rematara este edificio el 8 de marzo, porque no se le había comunicado al Consejo de Monumentos que esto iba a ser rematado”, señaló Viviana Díaz.

En tanto, Roberto D’Orival, hermano del detenido desaparecido Jorge D’Orival, indicó que cuando conoció esta información por una parte le molestó porque “el tema de la memoria en este país se ha tomado como una cosa de segundo orden, es decir, cuando hay mucha presión se preocupan. Ocurre lo que pasó con José Domingo Cañas o Villa Grimaldi, en donde dos sitios emblemáticos fueron destruidos y se constituyen en cualquier otra cosa y se pierde la historia”. Por otra parte, a Roberto le surgieron nuevas esperanzas, porque “con las velatones estábamos tratando de provocar que el Instituto se fuera de ahí o que hubiera una reacción del Gobierno. Si bien ellos quieren abandonar el lugar, no lo hacen de mejor forma, porque quieren lucrar con esa casa que tanto significa para nosotros”.

Velatones

Roberto D’Orival, es miembro del colectivo 119, el cual recuerda a los 119 personas que desaparecieron en el marco de la denominada Operación Colombo, pese a que su hermano no estuvo en rigor detenido en Londres 38, él, junto con los otros miembros de ese colectivo, desde hace seis meses realizan una velatón, todos los jueves, en ese lugar, con la intención de que ese inmueble se transforme en una casa de la memoria. De igual modo, agregó que han realizado diferentes actividades, como la de el 18 de diciembre pasado, día en que se montó un taller de pintura infantil. “Estas actividades tienen por objetivo convencer a la comunidad de la justicia de nuestra lucha. Sin embargo, no queremos entorpecer el funcionamiento de este barrio, sino que queremos contribuir a que este espacio se transforme en un museo o en una casa de la memoria, donde se promuevan los derechos humanos. Deseamos ganar la adhesión de los vecinos del centro de Santiago y la conciencia de los que ocupan ese recinto. Además buscamos convencer al Gobierno de que tengan un rol más decidido en el tema de la memoria histórica”. “Si se quiere que no vuelvan a ocurrir hechos como los que se registraron durante los 17 años de dictadura, es importante que se generen los espacios donde las futuras generaciones tengan conocimiento de lo que ocurrió y esto se pueda prevenir”, puntualizó.

Actitud del Instituto

Según Viviana Díaz, el Instituto O'Higginiano debe considerar que “no les costó nada”, debido a que su propiedad se le traspasó durante la dictadura en forma ilegal. “Aquí debiera haber una investigación que pudiera determinar el traspaso que se hizo a este organismo, en circunstancia de que esto pertenecía al PS. En la actualidad ellos pretenden sacar dividendos de la venta de una casa que saben que se les transfirió gratuitamente, y esto no se puede aceptar”, indicó. Roberto D’Orival, en tanto, señaló que “dado que el Instituto persiste en rematar el inmueble y lucrar con eso, ellos no tienen que olvidar que el recinto no les costó ni un peso. Lo más digno es que no se tenía que haber aceptado un inmueble que tenía esa carga histórica y dolor para venerar la memoria de O’Higgins”. “Ahora están demostrando lo que son, es decir, un grupo de generales en retiro, que muchos de ellos tienen cuentas pendientes con violaciones a los derechos humanos, a los cuales el rol que han jugado en los últimos 30 años de este país no les ha hecho cambiar en nada su posición”, dijo. Al mismo tiempo, D’Orival aseguró que el general (r) Washington Carrasco tiene un montón de situaciones pendientes en materia de DDHH en la VIII Región, debido que en la isla Quiriquina, sitio que fue un centro de tortura y de muerte, “él tuvo mucha responsabilidad, y ahora intenta lucrar con un pedazo de nuestra historia y que para nosotros familiares detenidos desaparecidos tiene tanto significado”, aseveró.

El papel de las autoridades

Para la dirigenta de la AFDD Viviana Díaz, las autoridades deben tomar cartas en el asunto, ya que “no puede ser que este lugar que significó el desaparecimiento de muchos compatriotas, se remate cuando no podemos borrar lo que pasó. La idea es que esto se convierta en un centro de memoria, que puede mostrar a las nuevas generaciones que en pleno centro de Santiago los militares habilitaron un lugar donde reinó el terror y la muerte”. “Aquí el Estado debe tener una política de recuperación de la memoria, no puede ser que esto sólo sea una preocupación de quienes hemos luchado en la búsqueda de la verdad y la justicia y la recuperación de la memoria, sino que tiene que haber una política clara que permita que lugares como Londres 38 y otros a lo largo del país, queden para la historia. Y no se borre de un plumazo como pretenden algunos que creen que vendiendo van a suprimir lo que sucedió en Chile durante 17 años de dictadura”, enfatizó Díaz. Opinión similar tuvo D’Orival, quien dijo que “el rol más importante que debe cumplir el Estado, es que el inmueble se les quite y se restituya la memoria de nuestro país. Acá se puede hacer una expropiación y esa es una de las vías posibles y es la más digna. Un Gobierno democrático no puede doblegarse ante los intereses económicos de un general que tiene las manos manchadas de sangre y de sus camarillas que no han hecho nada por la memoria de O´Higgins”.

Los otros centros

La ex presidenta de la AFDD destacó que la casa Londres 38 en su interior no haya sufrido ninguna transformación y que aún se conserve tal cual como se entregó en 1978. “Es importante rescatar el inmueble como está, porque en otros lugares la reacción fue tardía, ya que cuando se recuperó lo que fue Villa Grimaldi, que ahora es el Parque por La Paz, se había destruido prácticamente todo. Lo mismo ocurrió con José Domingo Cañas, en donde el dueño demolió todo el lugar y en la actualidad esa casa se transformó en los estacionamientos de la juguetería Rochet". Viviana Díaz también manifestó su molestia por lo que pasó en el aeropuerto Cerrillos, producto del Portal Bicentenario, ya que desde que se cerró desaparece el hangar Cerrillos, lugar que también sirvió de sitio de detención y tortura.


Quiriquina: un nuevo gesto de reconciliación

Fuente :La Nación, 12 de Noviembre 2007

Categoría : Prensa

La Marina, los ex detenidos que estuvieron en la isla, sus familiares y otras autoridades participaron en una actividad que se calificó como de “reencuentro”. Poco más de 150 personas, entre ellas familiares y ex presos políticos participaron ayer en un acto de reencuentro en la isla Quiriquina. En representación de la Armada estuvo presente el almirante Rodolfo Codina, mientras que por el Gobierno asistió el ministro de Defensa, José Goñi. Como se sabe, la isla -que se ubica frente a Talcahuano- fue usada como centro de detención tras el golpe de Estado de 1973. Ayer, varios de los ex detenidos, acompañados de sus familiares, recorrieron el lugar y narraron algunos hechos ocurridos durante su prisión, en especial al visitar el gimnasio, lugar donde debían dormir hacinados. "Es difícil conceptualizar las sensaciones que empiezan a ocurrir", comentó uno de los ex detenidos al sentarse en el suelo de éste. Después, el grupo recorrió la cancha de fútbol, un bosque cercano y una piscina, donde se detuvieron para hacer algunas reflexiones.

La actividad fue planificada por la diputada socialista Clemira Pacheco, la Armada de Chile y los representantes de la Agrupación Cultural Pro Derechos Humanos de Tomé. "No es un secreto para nadie, ni mucho menos para ustedes, lo que se ha vivido acá. No es un secreto para nadie ni mucho menos para ustedes, lo terrible que fue el período que vivimos entonces", dijo el ministro Goñi, luego de una ceremonia ecuménica que encabezó el sacerdote Enrique Moreno. Junto con señalar que estos gestos se hacían con la finalidad de lograr un reencuentro entre los chilenos, Goñi afirmó que "no queremos que aquello se vuelva a repetir. Cuando decimos nunca más, queremos decir exactamente eso: nunca más. Queremos un Chile profundamente solidario. Cuando la Presidenta ha hablado de un Chile más cohesionado, también se refiere a este mayor encuentro y cohesión entre Fuerzas Armadas y los civiles", subrayó.

El secretario de Estado, además, tuvo palabras de agradecimiento para el almirante Codina y su institución "por su deseo de mirar hacia delante" y para la diputada Pacheco. Al finalizar sus palabras, el ministro declaró que "ese período es parte de nuestra historia. Todos queremos superarlo, pero sin duda tenemos que guardarlo muy profundamente en nuestros recuerdos, en nuestros corazones". Por su parte, el almirante Codina sostuvo que "el valor más importante es contribuir a la reconciliación de los chilenos, porque estamos seguros que un país unido y reconciliado trabaja mucho mejor".

Reencuentro

Mireya García (PS), vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), también recalcó la importancia de propiciar gestos y actos de reencuentro. "Cuando uno busca volver a los lugares donde su vida cambió para siempre es porque hay una ansiedad de reencontrarse", dijo la dirigenta socialista. Recurriendo a su propia experiencia, García explicó que su detención significó "una ruptura total de mis proyectos, a los 17 años" y añadió que la visita "para unos es el cierre de una etapa y a lo mejor, para otros es actualizar de nuevo lo que ha mantenido dentro de su historia personal". La dirigenta concluyó que "no me siento en condiciones de compartir un sentimiento reconciliador. Para mí es un sueño volver a este lugar, pero es un sueño que quiero cumplir con los míos y no con quienes fueron los que me detuvieron, maltrataron y destruyeron mi vida".


La historia del torturador que fue incluido como víctima en el Informe Valech

Fuente :El Mostrador, 3 de Diciembre 2008

Categoría : Prensa

El ex detective Arturo Eugenio Garay González fue sindicado por testigos como uno de los torturadores de un grupo similar al Comando Conjunto, queoperó enla Base Navalde Talcahuanoen 1974. Hoyaparece registrado como víctima de torturas en el Informe sobre Prisión Política y Tortura, y recibe los beneficios correspondientes, entre ellos una pensión mensual.Arturo Eugenio Garay González, subcomisario retirado de Investigaciones, figura inscrito en el Informe Valech con el número 9.481. Se trata de uno de los 27.255 casos acogidos por la Comisión creada por Ricardo Lagos para determinar quiénes sufrieron privación de libertad y torturas por razones políticas durante la dictadura. Su caso, sin embargo, tiene una peculiaridad: entre 1974 y1975 integró un grupo similar al Comando Conjunto, que operó en la Base Naval de Talcahuano y-según consta en diversos testimonios judiciales- participó en la desaparición del ex GAP Rudy Cárcamo, presenció el asesinato del alcalde de Cañete, Elías Jana, yfue reconocido por ex prisioneros de la base naval como uno de sus torturadores. La historia parte en los primeros meses de 1974, el día en que Garay flanqueó la entrada de la Base Naval de Talcahuano e ingresó a un sector convertido en campo de prisioneros y centro de tortura. Ese día, el joven detective se convirtió en agente del Centro de Inteligencia Regional (CIRE), una especie de Comando Conjunto creado en enero de ese año por el jefe de la Tercera División del Ejército, Nilo Floody Buxton, y el comandante de la Base Naval, Antonio Costa Bobadilla, para actividades represivas en la Octava Región. Garay se dedicó un año a detener gente y aplicarle tormentos, según ex presos que lo recuerdan. El siquiatra Luis Peebles es uno de ellos. Peebles era secretario general del MIR en Concepción y fue detenido y llevado a la Base Naval en diciembre de 1974. "Él fue uno de mis torturadores directos", dice Peebles, sobre Garay y recuerda que al principio de su detención "no sabía quién era". "Pero después de una hora escuchas las voces, te das cuenta de a quién pertenece la voz de mando. Y este tipo era el jefe de grupo de los cinco o seis que torturaban y salían a detener gente. No sólo lo oí, también lo ví", agrega el psiquiatra, aludiendo a que Garay era uno más de los integrantes del grupo de interrogadores del CIRE (compuesto por el jefe de Inteligencia Naval de la zona, Hugo González D'Arcangelis; los oficiales navales José Cáceres González y Víctor Donoso Barrera; el funcionariode Investigaciones Osvaldo Harnisch Salazar y el oficial de Carabineros Conrado Sesnic). Luego de su período de detención en la Base Naval, Peebles fue enviado a Colonia Dignidad, Villa Grimaldi y Tres y Cuatro Álamos. Fue expulsado del país en julio de 1975 yse exilió en Bélgica. Tres décadas después, el 21 de febrero de 2006, Peebles volvió a ver a Garay. Dice que no lo reconoció hasta que empezó a hablar. El encuentro ocurrió en las propias dependencias de la Base Naval de Talcahuano, en la reconstitución de escena del asesinato y desaparición del mirista y ex GAP Rudy Cárcamo Ruiz, ordenada por el juez Carlos Aldana. Junto a Peebles, otro exprisionero, Jaime Oehninger, también reconoció a Garay como uno de sus celadores, e identificó también a los procesados por la desaparición de Cárcamo: Hugo González, José Cáceres, Víctor Donoso, Osvaldo Harnisch y Conrado Sesnic. En la reconstitución salieron a la luz otros homicidios cometidos por efectivos de la Armada en ese recinto. Entre ellos, el asesinato, en febrero de 1975, de Elías Jana Santibáñez, alcalde socialista de Cañete en la época del Golpe de Estado, relatado al juez por Peebles y confirmado por Garay, quien participó en la reconstitución de escena en calidad de testigo.

La versión que dio a la Comisión Valech

En 1975, Garayvolvió a Investigaciones. Pero su pasado le habíadejado secuelas. Fue sancionado varias veces por faltasconsideradas graves en la institución ypasó a retiro en septiembrede 1986. Quizá por esto, la historia que contó a los profesionales de laComisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura no es la delagente represivo que evocan los ex presos de la Base Naval. En laficha que llenó para el Informe Valech dice que fue prisioneropolítico. Que en la mañana del 11 de septiembre de 1973 fueapresado por su presunta militancia comunista y que estuvodetenidodurante 20 días en la Isla Quiriquina. Así lo aseguró enunadeclaración judicial, al menos.Su relato fue convincente y pudo acogerse a los beneficios que se otorgan a los "Valech": una pensión mensual de 112.817 pesos,bonificación de 100 puntos en la postulación al subsidiohabitacional, acceso a salud gratuita en el Programa deReparación y Atención Integral en Salud (Prais) yuna beca deestudios de educación superior, que él probablemente no usarádebido a su edad.Como víctima acreditadapor el Informe Valech,Garaypostuló y accedió a un bono de 184 dólares otorgado por laFundación Presidente Allende, de España, proveniente del fondode 9 millones de dólares que ésta obtuvo del Banco Riggs deWashington, como indemnización por haber escondido los dineros negros de Pinochet.

Renato Czischke y Roberto Arriagada, dos detectives de la Prefectura de Investigaciones de Concepción, cuentan una historia distinta a la de Garay. Dicen que él no fue apresado el 11 de septiembre y que nunca estuvo detenido en isla Quiriquina. Lo dicen porque ellos estaban en la prefectura el día del Golpe de Estado, siendo apresados y llevados a la Isla. Segúnel relato de Czischke, en la mañanadel Golpe, funcionarios de Carabineros llegaron muytemprano yse tomaron la prefectura, con un saldo de dos muertos. A medida que los detectives iban llegando a su trabajo, los carabineros salían de su escondite y los reducían. Detuvieron a 100 policías y los trasladaron a la base naval; luego, algunos fueron enviados a la isla. "En la época, Garayno estaba en la prefectura. Tampoco lo vi en los 18 días que estuve preso en la Quiriquina. Yo fui de los últimos en abandonar la isla. Si hubiese estado me acordaría," asegura Czischke. El relato de Arriagada, quien alcanzó a estar tres días en la Isla antes de ser liberado y devuelto a sus funciones en Investigaciones, es similar: nunca vio a Garay en el lugar. "¿Podría haber otros más?" La alarma sobre este caso la dio Erick Zott, otro ex prisionero del campamento de Talcahuano. Radicado en Austria, Zott vino a Chile el año 2006 para prestar declaración en el caso de Rudy Cárcamo. Cuando se enteró que Garay aparecía como víctima en el Informe Valech se escandalizó. "Por el rolque él cumplía enlos interrogatorios no era un cualquiera. Era de los que llevaba la investigación sobre el MIR en la zona de Concepción", dice Zott, quien conoció a Garay en el campo de prisioneros donde estuvo detenido a fines de 1975. "Si se coló en el Informe Valech un agente de los organismos represivos, ¿por qué no podría haber otros más?", se pregunta Zott. Imposible saberlo, explicó la ex vicepresidenta de la comisión, María Luisa Sepúlveda, en una entrevista realizada en 2007 sobre este tema.Cuando se presentó el informe, el Gobiernodecretóque los antecedentes de las víctimas acreditadas en él son secretos y sólo podrán conocerse en 50 años más. Es más, la propia Sepúlveda dijo que desconocía qué documentos presentó Garay al Informe Valech y descartó que su caso ponga en tela de juicio los mecanismos de calificación usados por la comisión presidida por monseñor Sergio Valech y establecida por mandato presidencial en agosto de 2003. "No necesariamente abre una duda porque estás suponiendo que la persona no certificó su detención", explicó y aseguró que "los casos de los miembros de las Fuerzas Armadas fueron especialmente evaluados. Él pudo ser víctima y después victimario, y calificaba en el Informe". Sepúlveda detalló que se usaron muchas fuentes de información para validar los casos que se presentaron ante la comisión: testimonios, entrevistas, certificados de detención ycomunicados oficiales, salvoconductos, tarjetas de control, listados de detenidos, archivos yprocesos judiciales, publicaciones de prensa y registros de organismos de derechos humanos, de víctimas yorganismos internacionales. De todas formas, se manifestó abierta a la posibilidad de que el trabajo haya tenido un margen de error. "El Informe Valech da cuenta de algo que le ocurrió a un sinnúmero de personas de la manera más rigurosa posible, pero no es infalible. Tomamos precauciones e hicimos todos los esfuerzos por no calificar casos de personas en los que hubiese sospechas".


Edgardo Enríquez fue asesinado en Buenos Aires

Fuente :La Nación, 20 de Diciembre 2009

Categoría : Prensa

El hermano mayor de Miguel Enríquez figura hasta ahora como un detenido desaparecido de la dictadura de Pinochet. El hallazgo de documentos policiales ha confirmado que “El Pollo”, como era conocido al interior del MIR, fue asesinado en Argentina. Hoy se realizan los últimos trámites para cambiar su condición a fallecido. A continuación, pasajes inéditos de sus últimos momentos con vida El Informe Rettig consigna brevemente la desaparición de Edgardo Enríquez Espinoza, detenido en abril de 1976 en Buenos Aires, donde vivía en forma clandestina. El documento señala que, tras ser capturado en la capital trasandina por funcionarios del Departamento Exterior de la DINA y el Ejército local, el hermano mayor de Miguel Enríquez habría pasado por varios centros de tortura antes de ser traído a Chile por el organismo liderado por Manuel Contreras. Habría permanecido cautivo en Villa Grimaldi Colonia Dignidad. En el enclave alemán se habría perdido su pista. Nada más aparece en las escuetas líneas del escrito de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Tres décadas más tarde, sus hijos, José Miguel y Ernesto, se han acercado a la verdad. Su padre, tercer hombre del MIR, nunca retornó a nuestro país. El atardecer del 10 de abril de 1976, su cuerpo ingresó al Hospital Pirovano de Buenos Aires y sus huellas quedaron estampadas en un legajo judicial como prueba de su muerte. El Grupo de Antropología Forense de Argentina despejó casualmente las dudas. Hurgueteando en los archivos policiales catalogados como NN, sus encargados encontraron carpetas que esclarecen el destino de varios chilenos muertos en la última dictadura militar trasandina. Según José Miguel, la ficha tanatológica “contiene varios elementos verídicos y comprobables. Otros no. Las huellas dactilares del expediente corresponden a las de mi padre, al igual que las pertenencias y la foto. Científicamente, los únicos elementos que permiten una identificación son las huellas dactilares o de ADN. En este caso, lo único que se puede afirmar es que las huellas pertenecen a las de mi papá. Mi madre reconoce la foto como la de mi papá y no hay duda de que es él. En cuanto a las circunstancias que rodearon su muerte, no puedo dar fe al expediente”. El documento judicial dice que la noche del sábado 10 de abril, a las 21:15 horas, desde un vehículo que corría a toda velocidad, se habría disparado a un hombre que se encontraba parado frente al Nº 683 de la calle Conesa al llegar a la avenida Federico Lacroze. El ciudadano paraguayo Ganciano Zaracho Benítez también resultó herido producto del enfrentamiento. Los vecinos del sector alertaron sobre el incidente y una ambulancia trasladó a las dos personas hasta el Hospital Pirovano, donde el NN falleció a las 22:10 horas por heridas causadas por dos disparos. Se adjuntan huellas y fotografías. Para constatar esta abreviada historia policial, LND recorrió la calle Conesa y preguntó a los vecinos por un tiroteo ocurrido en el lugar semanas después del golpe de Estado. No hubo respuestas que confirmaran el enfrentamiento. Los vecinos que vivían en esa calle en 1976 nos aseguraron que jamás había existido un enfrentamiento en su barrio y que de haber sido así, lo recordarían. Si bien la carpeta acredita la muerte de Enríquez, su familia duda de la veracidad de las circunstancias narradas en el documento.

Edgardo Enríquez tenía 32 años cuando ocurrió el golpe militar. Su nombre y el de su hermano Miguel aparecieron en las listas nacionales de los personajes más buscados por la nuevas autoridades militares y se ofrecía recompensa a quienes dieran información sobre su paradero. El mismo 11 de septiembre, su padre, Edgardo Enríquez Frödden, ministro de Educación del gobierno de Salvador Allende, fue detenido en su oficina y trasladado a isla Dawson junto a los principales personeros de la Unidad Popular. Su hermano mayor, Marco Antonio, profesor de historia en la Escuela de Sociología de la Universidad de Concepción, pasó por el Estadio Regional, la Cárcel Pública, la isla Quiriquina y Chacabuco. En este último lugar se le informó que la causa de su detención era “por razones obvias”. Los meses que vinieron no fueron mejores. Con el fin de evitar riesgos, la esposa de Edgardo, Grete Weinmann, se presentó como madre soltera en el hospital que dio luz a Ernesto Simón y lo inscribió como hijo natural de un amigo de la familia. En febrero de 1974, una nueva desgracia golpeó al matrimonio. Edgardo Manuel, el otro hijo que antecedía a Ernesto, falleció producto de una repentina meningitis. Afectado por la muerte de su hijo, Edgardo Enríquez es obligado por la dirección del MIR a salir de Chile en marzo de 1974. Cruzó clandestinamente el paso Los Libertadores con dirección a Buenos Aires. Su tarea era organizar el comité exterior del MIR para buscar recursos económicos que permitieran financiar la clandestinidad y la resistencia a la dictadura. En Europa se enteró de la muerte de su hermano Miguel, ocurrida el 5 de octubre de 1974. Ese golpe fue clave en su decisión de volver definitivamente a Argentina y hacerse cargo de la Dirección de la Junta Coordinadora Revolucionaria, siempre con la idea de ingresar clandestino a Chile y así integrarse a la resistencia. “La función de Edgardo era organizar las relaciones políticas internacionales con movimientos y países, y los grupos de apoyo de chilenos y extranjeros creados en el exterior. Y, desde luego, tratar de conseguir recursos no sólo de los camaradas del Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT) en Argentina, sino de países y organizaciones”, señala René Valenzuela, entonces encargado de la infraestructura del MIR en el exterior, labor que realizaba desde París. Edgardo Enríquez hizo una escala en Cuba antes de retornar a Argentina. Con Jorge Fuentes, conocido como “El Trozko”, organizó una escuela de entrenamiento en la isla. “Además, su función en Cuba, como en otros países, era coordinar las relaciones internacionales del MIR. Cada país tenía su especificidad. Su paso por la isla no sólo fue para arreglar los últimos preparativos de su vuelta a Argentina. Allá estaban sus hijos y su esposa, Grete, a quienes no había visto con frecuencia y quería dedicarles unos días para conversar y despedirse, por si algo irremediable sucedía”, recuerda Valenzuela.

La primera quincena de mayo de 1975, Enríquez dejó Cuba con destino a Buenos Aires para hacerse cargo de la Junta Coordinadora Revolucionaria. La situación política había cambiado en Argentina desde su salida a Europa. La Triple A asesinaba a diario a tantos argentinos como lo harían los militares más tarde. La mayoría de los chilenos asilados en Argentina comenzaba a buscar un nuevo destino. Sin embargo, Edgardo se sentía seguro. Su primera complicación fue el exceso de rigor revolucionario del PRT, que lo destinó a vivir en una casa prefabricada sin agua caliente en pleno invierno, lo que aceptó sin mayores problemas hasta que convenció a sus huéspedes que era inconveniente y riesgoso estar en una zona donde no pasaba inadvertido. La DINA lo buscaba afanosamente desde la detención de Jorge Fuentes en Paraguay. Varios memorándum enviados por el agente Enrique Arancibia Clavel demuestran el seguimiento y la coordinación con los servicios de inteligencia argentinos para dar con el paradero de Enríquez. En uno de ellos se señala que “en último procedimiento cayó un correo de la JCR (Junta Coordinadora Revolucionaria), francés, aparentemente de apellido Claudet. Dentro de sus pertenencias se encontraron 97 microfilms, con las últimas instrucciones desde París. Después del interrogatorio del mencionado Claudet, se logró determinar sólo que era correo de la JCR. Se le tomaron solamente fotografías. Claudet ya no existe”. La desaparición en noviembre de Jean Ives Claudet Fernández, enlace de “El Pollo” -apodo por el que era conocido Enríquez en el MIR-, fue un llamado de atención. Un cable de Arancibia a la DINA del 17 de noviembre de 1975 indica que habían obtenido información sobre su llegada a Buenos Aires: “Pollo Enríquez ubicado en Baires. Se esperan novedades luego”. Los agentes chilenos se movían en la capital argentina como en su casa. En una declaración por exhorto al juez Giovanni Salvi, el agente Michael Townley graficó estas andanzas de los sabuesos de Manuel Contreras recordando las acciones del brigadier Pedro Espinoza, su lugarteniente en la DINA. “Uno ve gente robando. Espinoza, lo sé, creo que fueron $35.000 a $40.000 que robó a un delincuente común que pensábamos estaba dando dinero a la extrema izquierda y al cual persuadí, a través de su novia, que regresara a Chile para enfrentar un juicio. Y le robaron dinero a él en Argentina, y Espinoza le robó a él cuando regresó a Chile. Yo lo acepté porque pensé que el hombre era muy afortunado de que no lo hubieran matado”, dijo Townley. Pese a este siniestro escenario, Enríquez no tuvo problema durante casi un año en su vida clandestina. El 28 de marzo de 1976, a pocos días del golpe de Estado de Jorge Rafael Videla en Argentina, mientras participaba en una reunión de la comisión política del Partido Revolucionario de Trabajadores en la localidad de Moreno de la provincia de Buenos Aires, una patrulla policial llegó hasta la quinta donde se encontraban reunidos los hombres más buscados de Argentina. “Eso fue paradójicamente un 26 de marzo, digo paradójicamente porque fue días después del golpe y era una provocación a los represores. Fue en la localidad de Moreno, en el poniente de Buenos Aires. La reunión fue sorprendida por fuerzas policiales y salimos a los tiros. Yo salía en el primer grupo donde iba Edgardo y Santucho, en la calle nos subdividimos y yo salgo con Santucho y Edgardo toma hacia el campo con otros miembros de la Dirección. Ellos estuvieron dos días bastante complicados. Se metieron en un maizal con el Ejército peinando la zona. En cambio, nosotros en dos horas estuvimos en el sitio de reencuentro”, rememora Luis Mattini, sucesor de Mario Santucho en la conducción del PRT. Al cabo de dos días, Enríquez rompió el cerco y llegó al punto de encuentro. “Llegó a mi casa agitado, lastimado pero contento, muy contento porque decía que era su ‘Ñancahuazú’ (guerrilla de Ernesto Guevara en Bolivia), era como si hubiese sido su bautizo de fuego. Estaba contento porque había salvado con vida y lo había pasado muy feo. Nosotros tuvimos unas bajas ahí, pero el grueso salvó”, dice Mattini con nostalgia. Por esos días, el padre de Enríquez estaba en Oxford. Allá se enteró que su hijo estaba desaparecido en Buenos Aires.

El dolor otra vez se apoderaba de la familia. Sólo se alivió cuando le avisaron que había sido una falsa alarma. La tranquilidad duraría apenas unas semanas. Como la supuesta detención fue noticia en la prensa francesa y venezolana, inmediatamente se activó la cacería de los servicios de inteligencia. La verdadera detención ocurrió la segunda semana de abril. Sus cercanos asumieron que su ausencia en una reunión política, junto a la de la brasileña Regina Marcondes, no era una buena señal. Edgardo era riguroso y cumplidor de sus citas. No hay testimonios respecto de lo que sucedió ese 10 de abril. Nadie ha aclarado si la muerte lo sorprendió de inmediato o pasó por varios centros de detenidos y luego fue asesinado. Sólo se sabe que su cuerpo fue llevado al Hospital Pirovano. Sus restos se perdieron en el tiempo. “Se supone que fue enterrado en un nicho, que luego fue sacado de él y llevado a una fosa común donde hay miles de restos de muchas épocas. Ahora el Programa de Derechos Humanos está trabajando para que el Registro Civil emita el certificado de defunción de mi padre, lo último que nos falta, porque encontrar el cuerpo es muy difícil y tampoco nos quita el sueño”, dice José Miguel.


El último intendente de Salvador Allende en Concepción

Fuente :revistanos.cl, 31 de Octubre 2012

Categoría : Prensa

En vísperas de cumplirse 39 años de la muerte de Fernando Álvarez, su viuda Adriana Ramírez sólo quiere saber quién, cómo y por qué ejecutaron a su esposo el 8 de noviembre de 1973. Por sus tres “angelitos”, cuenta hoy la químico farmacéutico y ex docente de la U. de Concepción debió sobreponerse y revela que en la caja fuerte de la Intendencia, Álvarez guardaba el nombre del real autor de la muerte del cabo Aroca. El documento lo rescató la patrulla de Carabineros que se adelantó a detenerlo en su casa el 11 de septiembre del ’73. El general (r) Washington Carrasco y seis oficiales de Carabineros (r) han testificado por esta causa de derechos humanos.

En un departamento sencillo con vista al cerro Caracol, con su mecedora, su colección de botellas azules y café y piezas de artesanía de la tierra de Hugo Chávez vive su soledad Adriana Ramírez Núñez, la viuda del último intendente de Salvador Allende en Concepción, Fernando Álvarez Castillo. Desde lo alto se escucha el bullicio de niños en recreo; hay ruido en la calle, pero al interior de ese hogar -donde guarda las ánforas de cobre con las cenizas de sus padres y del marido- el sosiego es total.
Hecha las presentaciones de rigor, ella -con mirada penetrante e inquisitiva- parece preguntarse: ¿Hablo o no hablo? No le gustan las entrevistas, pero la llegada de Marcela, la hija menor, la anima. Y dice que ella fue la única de los tres hijos que protestó cuando les comunicó el asesinato del padre: “¿Por qué? ¿por qué?” –corcoveó-. Alertada por el timbre que sonó a las 7.25 horas del 11 de septiembre de 1973 en Freire 1899, en Concepción, y las voces que llegaban desde el primer piso, bajó algunos peldaños y alcanzó a ver al padre poniéndose el pantalón sobre el pijama . ¡Váyase para arriba!, le ordenó un carabinero de civil y la niña regresó a su pieza y se quedó allí hecha un ovillo, quieta, muda, esperando. Tenía 9 años.
Treinta y nueve años viuda cumplirá el próximo 8 de noviembre esta químico farmacéutico y ex docente de la U. de Concepción jubilada y quien sigue traqueteando tan alta como un peral a sus 78 años. Su porte -más bien bajo- nada dice de la fuerza que tienen sus palabras cuando en medio de la entrevista aclara: “Soy una mujer aterrizada, muy práctica y eso le cae mal a la gente. Yo pensé más en mis hijos que en el que se fue y no podía arriesgarme a perder mi fuente de ingresos en la U. de Concepción, tenía que alimentar a mis tres angelitos”. Y se dedicó a su trabajo y a la crianza de los hijos, el mayor de 15 años.
Adriana nunca participó activamente en agrupaciones de derechos humanos y si bien es militante PC y tras el golpe sentía que “yo tenía la peste” -como grafica el estigma que cayó sobre todos los sobrevivientes de la ex Unidad Popular durante el gobierno militar-, en el Instituto de Química donde trabajó siempre hubo solidaridad, empezando por el ex decano Germán Acuña- padre del doctor DC Germán Acuña Gamé- el subdirector Sergio Quadri, docentes y administrativos. Sus colegas -dice- fueron “excepcionales”.
Y excepcional considera también que ha sido la investigación que lleva adelante el ministro Carlos Aldana, en la causa rol 31-2010, por el delito de asociación ilícita y homicidio de Fernando Álvarez en la que es querellante. También es querellante por el Estado, en contra de todos quienes resulten responsables en calidad de autores, cómplices o encubridores de los delitos reiterados de “secuestro y homicidio calificado, consumados” cometidos en perjuicio de Fernando Álvarez Castillo, sancionados en los artículos 141 y 391 del Código Penal, respectivamente, en relación con el artículo 3° común de las Convenciones de Ginebra de 1949, y quien fuera calificada como víctima de violación de derechos humanos en calidad de DD por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla Mackenney.
 

¿Qué espera usted de las indagaciones que está haciendo el ministro Aldana?
“Que los asesinos me digan por qué y cómo lo mataron y quién dio la orden. Es todo lo que quiero saber; no estoy pidiendo indemnizaciones ni nada de eso. A él lo trataron como un delincuente desde que lo detuvieron. De todos ellos conozco los apellidos, pero no las caras. Quiero saber cómo es un criminal que golpea a otra persona hasta morir, llámese como se llame y de la rama que sea”, precisa la viuda.
En la causa están siendo investigados por su presunta responsabilidad el general (r) Washington Carrasco y los oficiales de Carabineros en retiro Benjamín Bustos, ex Prefecto de Concepción; Fernando Pinares, ex comisario de la Cuarta Comisaría de Carabineros (hoy Primera Comisaría), los capitanes Sergio Arévalo Cid y Alex Graft y el teniente Roberto Ricotti, todos integrantes de la comisión civil de la época que posteriormente pasó a ser el Sicar, organismo de inteligencia de Carabineros que dependía del sub prefecto de los servicios Fernando Poo, hoy fallecido; Luis Ortiz Lorenzo, jefe del E-2 (Inteligencia militar), también fallecido, y dos o tres involucrados más que intervinieron en los interrogatorios a Álvarez y a otros presos políticos por el hallazgo de armas, crimen del cabo Exequiel Aroca y el famoso Plan Zeta -que no logró articularse en la época- y que presuntamente estaba orientado y dirigido a terminar con algunos militares, jueces y gente vinculada a la Derecha.

Las AKA rusas

Desde su detención y una permanencia de poco más de un mes en la Isla Quiriquina, en calidad de custodio por la Armada, la ex autoridad fue trasladada el 5 de noviembre de 1973 -junto al doctor Jorge Peña Delgado y al profesor Eliecer Carrasco- a las dependencias de Salas 329, para ser interrogados por la Comisión Civil de Carabineros y el E-2. Un cuarto integrante del grupo, el ex presidente del Banco Concepción, Ozren Agnic, fue llevado al Estadio Regional.
El interrogatorio fue ordenado por el ex comandante en jefe de la III División de Ejército, general (r) Washington Carrasco -según él mismo reconoce también en autos- tras el hallazgo de 10 ametralladoras rusas, marca AKA con munición que fueron encontradas en Lota. En las indagaciones habrían participado de manera directa los capitanes Arévalo y Graft, aunque éstos declararon ante los tribunales que sólo presenciaron en calidad de observadores el interrogatorio de los dos militares -un suboficial y un cabo- que se constituyeron en la Cuarta Comisaría en la tarde del 7 de noviembre.
Y aunque en la época, la muerte de Álvarez se atribuyó según la versión oficial a un paro cardiorrespiratorio -como dan cuenta también los diarios El SUR y Diario Color- el ex intendente murió a consecuencia de un hemotórax, un golpe seco en el lado izquierdo de su cuerpo que le produjo la ruptura de vasos sanguíneos en el pulmón y lo llenó de líquido. Tres informes de autopsia coinciden en su apreciación.
Temprano, el 8 de noviembre, Álvarez fue hallado sin vida en su calabozo del segundo piso de Salas 329; no hay certeza de la hora del deceso, pero sí del momento en que terminó el interrogatorio: a las 19 horas, aunque su esposa sospecha que murió poco antes de la medianoche: “Yo estaba aquí, en este misma mesa jugando un solitario, y sentí un corte en mi cabeza, como que algo se detuvo. Mataron a Fernando, pensé. Era un día miércoles en la noche y lo andábamos buscando desde el lunes 5. Le dije a Julio, un primo que me acompañaba, que nos fuéramos a dormir; que al día siguiente nos esperaba mucho trabajo”.
Cuenta que -alertada del traslado de su esposo desde la Quiriquina a Concepción el día 5- había pedido audiencia y al día siguiente de vivir esa “sensación”, hacía antesala en la III División de Ejército para hablar con el jefe de servicio de inteligencia militar, cuando dos detectives llegaron a buscarla y la trasladaron hasta el Instituto Médico Legal para reconocer el cuerpo y certificar su identidad.
Esa misma noche, el general Carrasco la llamó por teléfono y le daba el pésame en nombre de las Fuerzas Armadas -“lo sentí como una burla, dice”-, y en una entrevista posterior, reconocía que lo había hecho interrogar por una presunta internación de armas en forma ilegal y el Plan Zeta.
En esa oportunidad, “él dijo que nunca pensó que el interrogatorio iba a ser tan duro y que Fernando no lo resistiría y tal como eran nuestros deseos, puso a nuestra disposición un avión para trasladar e incinerar el cuerpo en Santiago”.
A ella, agrega, sólo la autorizaron a mirar el cadáver, pero observó las yemas de sus dedos ennegrecidas y dos huellas visibles en el rostro producto de golpes, lo que le indica que le habrían aplicado electricidad. Sabe -añade- que se habría roto un acuerdo entre el Ejército y Carabineros, ya que fueron estos últimos quienes se adelantaron a detenerlo en su casa; y aquello ocurrió por “el conocimiento que Fernando tenía acerca del responsable de la muerte del cabo Aroca, quien había sido baleado por un desconocido frente a la sede del PS. Fernando fue asesinado por agentes del Estado sin que tuviera la responsabilidad en delitos de tráfico de armas o en el llamado Plan Zeta”.
Usted declaró también que antes de ser llevado a la Quiriquina, Carabineros condujo a su esposo a la Intendencia y les entregó un documento que tenía en la caja fuerte ¿sabe usted de qué se trataba?
Soy la única que sabe de ese documento, porque Fernando me lo mostró. Era un papel, una hoja, y ahí estaba el nombre del real asesino del cabo Aroca.
¿Y por qué no lo llevó a Tribunales?
No tuvo tiempo; eso fue poco antes del 11 de septiembre. En esos días, no sé si recuerda, todos andábamos corriendo por diferentes actividades. Sabíamos que venía el Golpe además.
¿Y a quién se mencionaba en el papel?
No lo leí. Incluso me ofrecí a guardarlo, pero Fernando optó por dejarlo en la caja fuerte de la Intendencia. No puedo probar que exista el documento, pero Fernando me lo mostró y me dijo a mí que había sido un oficial de Carabineros”.
 

¿Por eso, cree, fue el apuro de Carabineros en detenerlo y hacerse del papel?
“Ellos se adelantaron. Washington Carrasco, en la entrevista que tuvimos, dijo que el acuerdo entre las tres ramas que había en Concepción era que el Ejército se haría cargo del intendente. Esas fueron sus palabras; y que Carabineros se adelantó y él no sabía por qué”.

Crimen en Castellón 46

El cabo Exequiel Aroca Cuevas (39, casado, padre de cuatro hijos) fue asesinado el 30 de agosto de 1972 frente a la sede del PS, en Castellón 46, en Concepción, al término de una marcha de partidarios y de opositores al gobierno de Allende, cuando la policía llegó en dos buses para atender reclamos de vecinos que se quejaban por los piedrazos a sus casas, mientras había “caceroleo” en el sector.
Esa noche, alrededor de las 22.30 horas, un testigo, identificado como Julio Schindler, que se dirigía a su casa, en el barrio universitario, se topó a boca de jarro con la escena y trasladó al carabinero herido de muerte al Hospital Regional. En plena ex Unidad Popular se vivía -según Schindler- el resultado de una suerte de conjura: producir un muerto para cambiar la correlación de fuerzas políticas del momento y en el que se habrían involucrado algunos oficiales de Carabineros.
Once meses después se producía el golpe militar y por ese crimen sólo respondía el “guerrillero” Héctor Figueroa Yáñez. “¡Yo no disparé desde el techo del PS!”, dijo en su momento a esta periodista desde Noruega, donde hoy vive, el condenado a 9 años de prisión por sentencia militar del delito de maltrato de obra a Carabineros con resultado de muerte.
Y agregaba en una publicación de El Sur, de agosto de 2007: “Yo sé que había gente nuestra arriba (en el techo de la sede del PS); se disparó con botellas vacías. De otros techos de más atrás, le dispararon a la gente nuestra y suponemos que es gente de Patria y Libertad. Si el fiscal que me condenó hubiese querido saber la verdad, lo habría conseguido, pero no actuó de la forma más correcta; me obligaron a firmar una declaración a lo que es golpes”. En la misma publicación, Figueroa admitía que había armas en la sede del PS: “Sí, si había algo para proteger al gobierno de Allende, pero pertenecían a un círculo muy restringido”.
La muerte del cabo Aroca causó tal revuelo en una zona y un país tan polarizado como estaba Chile en 1973, que una comisión especial de la Cámara de Diputados encargada de conocer una acusación constitucional presentada por el PDC en la época, destituyó al intendente Wladimir Chávez. Con ese asesinato -como corolario- lo acusaron de haber violado claras disposiciones constitucionales en lo relativo al otorgamiento de permisos para concentraciones públicas.
En ese contexto, en octubre del ‘72 asumía el cargo Fernando Álvarez Castillo y se convertía en el tercer intendente de Allende en Concepción después de Egidio Contreras y Waldimir Chávez con períodos de suplencia de Gilberto Grandón.

Testimonios de los involucrados

En autos, el ex jefe de la Sicar, Sergio Arévalo, declara que a raíz de denuncias en la época encontraron 10 ametralladoras AKA en Lota y el general Washington Carrasco dispuso que el jefe de inteligencia de la III División enviara funcionarios del Ejército a interrogar a Álvarez con todos los elementos. En ese contexto, a principios de noviembre, lo trajeron desde la Quiriquina hasta la Cuarta Comisaría de Carabineros . Una vez allí, se habilitó un lugar para interrogarlo a él y al doctor Peña Delgado. Ninguno -dice- tenía información de las armas y ninguno de ellos fue sometido a apremios ilegítimos. Concluido el interrogatorio, militares y carabineros se retiraron y a la mañana siguiente se enteró del deceso.
El coronel (r) Roberto Ricotti García y posterior enlace entre Carabineros y el Ejército declara que el interrogatorio duró entre 5 y 6 minutos y versó sobre armamentos -“se decía que habían llegado armas desde Cuba escondidas en bolsas de azúcar”- reuniones políticas y presencia de extranjeros en la época.
Ninguno de los dos ex oficiales reconoce haber cometido apremio ilegítimo no obstante que en su testimonio, el doctor Peña expresa que funcionarios de Carabineros, que usaban uniformes -entre ellos estaba el mayor (r) Fernando Pinares- lo interrogaban. A él -dice- no lo apremiaron, pero en uno de los interrogatorios por la existencia de hospitales clandestinos, alguien le retiró la venda y “yo lo vi (a Fernando Álvarez) tendido en una banca, amarrado su cuerpo a ella y al intentar acercarme, me dieron un culatazo a la altura de la pantorrilla que me botó al suelo”.
Los interrogatorios tenían un sistema de ablandamiento primero -describe el profesor Eliecer Carrasco, ex secretario del PS de Concepción-; los amarraban y sentaban en una silla con una capucha para no ver y dificultar la respiración, además de apoyarles armas en la sien; luego los dejaban solos y antes de interrogarnos “nos golpeaban brutalmente; en una oportunidad me caí de la silla estando amarrado. Recuerdo que los primeros golpes fueron a la boca del estómago y luego recién empezaban a interrogarnos.”
Condenado a 5 años de prisión por un Consejo de guerra en Concepción, el abogado y ex diputado por Concepción, Iván Quintana, reconoce en autos al capitán (r) Arévalo Cid como su torturador en la ex Cuarta Comisaría de Carabineros de Concepción, donde estuvo detenido una semana antes que Álvarez, Peña y Carrasco. “Fui torturado al menos tres veces, en dos de ellas con los ojos vendados y en la última me retiraron la venda para carearme con otros detenidos políticos. Tuve la oportunidad de ver a mis torturadores (….) y entre ellos estaban los tenientes Ricotti, Jorge Offerman y Graft, y entre los carabineros, a Héctor Cares y Raúl Hemosilla; otro usaba lentes ópticos y un cuarto estaba de guardia frente a la casa del general Silvio Salgado, en Chorrillos y Chépical, en las cercanías de mi residencia”.
Curioso. Por su “participación directa e inmediata”, los mismos oficiales y personal de tropa mencionados por Quintana -además del mayor (r) Pinares- son mencionados al juez por el ex prefecto de Concepción, también indagado en los hechos, Benjamín Bustos, y quien recibió la orden de detener a Álvarez directamente del general Carrasco en la noche del 10 al 11 de septiembre, cuando se constituyó una suerte de comando local.
Del carabinero Hermosilla se sabe también que sería el autor de la muerte del alcalde de Coelemu, Luis Acevedo Andrade. El cuerpo fue sepultado ilegalmente en el camino a Santa Juana, frente a la Iglesia de Piedra.

Locutor y libretista

Egresado de Derecho, pero trabajador radial – locutor y libretista- en la Radio de la U. de Concepción era Fernando Álvarez. Tenía buena voz, dicción y una amplia cultura, dice su mujer. La pareja se conoció en la primera campaña presidencial de Allende (1952) y se casó en 1958. Y práctica como es, aclara: “En ningún caso fue amor a primera vista, pero era un hombre inteligente, culto, muy accesible, de buen trato y muy querendón de sus hijos Marcos, Aurora y Marcela, jugaba a las bolitas con ellos, elevaban volantines y los ayudaba con sus tareas”.
Adriana recuerda que fue “primera dama” entre octubre de 1972 y septiembre de 1973, estuvo a cargo de la Coordinadora de centros de madres –Cocema, la antecesora de Cema Chile- y aunque a ella le interesaba que las mujeres se capacitaran en electricidad básica y gasfitería, la iniciativa alcanzó a quedar escrita en los papeles. En la época, la actividad social era intensa -por eso se ríe cuando recuerda que, en un careo, el mayor comisario Fernando Pinares negara conocerla en dos oportunidades-; ella supervisaba la sala de ventas donde se vendían los productos de las empresas en poder del Estado -vidrio, loza y telas de Tomé, principalmente- para que las mujeres confeccionaran prendas.
Pero ella no dejó el Instituto Central de Química, donde estaba dedicada al microanálisis elemental orgánico, porque tenía muy claro que el cargo político sería transitorio y la Universidad se la jugó por un horario más flexible -y con mayor razón después del 73- porque no había otras personas que manejaran los equipos.
“Yo nunca fui arroz graneado ni la señora de….; formaba parte del gobierno de Allende por convicción y toda la vida tuve un nivel de conciencia de lo que estaba pasando y de lo que iba a pasar, pero a mis hijos nunca los adoctriné como tampoco hicieron mi padre y mi madre conmigo”, dice.
Pero Marcela, la hija, hoy médico pediatra, cuenta que su madre reaccionó alarmada cuando ella -dirigente estudiantil de Medicina en la FEC- se la jugó a su modo para combatir el régimen y a la casa llegó a buscarla la CNI. La U, dice, fue su momento de rebelión.
“Yo me sentía en deuda con mi padre y grité y protesté todo lo que tenía que gritar y protestar, pero cuando por primera vez me eché un ramo y mi madre me retó y me pegó, entendí que no había elegido el camino correcto, era un lujo que no me podía dar; teníamos que salir adelante, ser buenas personas y profesionales para -desde ahí- servir a la causa justa de cambiar el mundo, como se proponían hacer nuestros padres. Fuimos afortunados, diría también: tuvimos un cuerpo, pudimos llorarlo, vivir nuestro duelo y desde ese duelo seguir adelante”.
Desde aquella mañana en que fue detenido, la familia nunca más volvió a ver al esposo ni al padre. Ni tampoco Concepción al último intendente UP. Y mientras Marcela ha seguido preguntándose “¿por qué? ¿por qué?” -sin hallar la respuesta- cada 29 de mayo- en el día de su cumpleaños- y cada 8 de noviembre -en el día de su muerte-, ella trae cuatro rosas rojas, uno por cada uno de los componentes de la familia y las deposita junto a la ánfora de cobre que su madre atesora en el dormitorio.
Y es que a doña Adriana no le gustan los cementerios. Otra peculiaridad más de esta mujer capricorniana. “¡Yo soy una cabra porfiá!”, asegura.


Desde mi escuela de campo al campo de prisioneros de la escuela de grumetes

Fuente :Trilce, N° 36, Septiembre de 2013

Categoría : Testimonio

El Día del Maestro me echaron de la escuela
En la mañana de ese 11 de Septiembre de 1973 -Día del Maestro- un alumno de mi escuela rural corrió a campo traviesa porque en la radio estaban llamando a su profesor. Esa era la noticia para él, aunque la radio dijera también otras cosas: bombardeaban la Moneda, hablaba Allende, bramaba Pinochet, pero mi alumno no lo supo por correr a avisarme, ni yo lo supe porque se habían agotado las pilas de la pequeña radio Sanyo a transistores, que en ese momento era mi única comunicación con el mundo.

En la provincia de Bío Bío habría medio centenar de izquierdistas importantes: el intendente y alcalde de Los Angeles, gobernadores de Mulchén y Nacimiento, tres diputados de la Unidad Popular, dirigentes políticos y sindicales, funcionarios de INDAP y la Corporación de la Reforma Agraria, etc. ¿Debería considerar un honor que en uno de los primeros bandos del Jefe de Plaza me llamara entre 14 de ellos a entregarse a las Fuerzas Armadas, so pena de aplicárseles "la Ley de fuga?

Septiembre 12

Antes de "entregarme" paso al Correo y abro por última vez mi casilla 439: hay un sobre de carta con un pequeño libro. Don Carlos Rojas, un periodista de experiencia llegado al diario La Tribuna, donde yo mantenía por años una página literaria semanal, creyó conveniente llegar a la Prefectura con alguien -un testigo, dice- y se ofrece, más bien me impone su compañía.

Saluda amablemente, pero en la guardia está un cabo con el que en cada huelga del magisterio nos venimos topando en nuestras respectivas líneas de choque. Por todo saludo le dice: "¿Y usté qué tiene que andar con güeoneh…?" A mí no me dice nada, le basta el gesto de felicidad con que me empuja a una celda oscura y maloliente, donde toda la tarde siguen metiendo detenidos. Ya entrada la noche se abre la puerta y nos ordenan tirarnos en el pasillo: "-¡Boca abajo mierda y manos en la nuca!"

¿Un carabinero, un cabo, un sargento? muchos se pasean entre las filas y a veces sobre ellas. Un oficial avisa: -¡si alguien tiene algo que retirar desde la guardia, pase al frente! Y empiezan a salir …por una manta café, por un sombrero alón, por un poncho listado… Yo había dejado en la percha mi chaquetón de tweed nuevito, pero estaba calculando el costo de recuperar cada prenda: una bota en las costillas al pararte, un culatazo de ida y tal vez uno de vuelta, otra bota en el trasero al tenderte de nuevo. Mis huesos estimaron mucho precio, aún con el valor agregado de haberlo comprado en la Casa García para nuestro primer viaje juntos con Natacha. Lo miré de reojo y salí como avergonzado por esa deslealtad de abandonarlo. Pero él no me abandonó y hasta hoy sigue abrazando al abrigo negro de ella, en la fotografía de contratapa de Cartas de prisionero en su edición mexicana de 1984 y la de LAR de 1990, desde donde saltó a la portada en LOM desde el año 2002.

Septiembre 14

Esa noche del 12 en la Prefectura nos metieron como sardinas en una camioneta enlatada de la Fábrica de Conservas Perelló y nos vaciaron en el Gimnasio IANSA. En sus gradas dormimos, o al menos alojamos y permanecimos todo el día siguiente.

El viernes 14 temprano anunciaron que podríamos ver a sólo una persona, sólo por un par de minutos para recibir ropa personal, frazadas, algún remedios, "cosas prácticas". Por los parlantes no se nombraba al prisionero, sino al visitante: -¡Natacha Aguilera…! Apenas me ve suelta mi bolso ecuatoriano comprado en la gira de Arúspice en 1969, y corre a mis brazos.

-¡Feliz cumpleaños, amor…! le digo al abrazarnos. El carabinero que vigila los encuentros se acerca, como sospechando alguna burla, pero al verla llorando me pregunta, cauteloso: ¿Es verdad…?

Sí. Era verdad. Ese día cumplía 25 años, acontecimiento largamente esperado, para el que solo había pedido "algún regalo sorpresa" mientras imaginábamos los más variados festejos. Ahora estábamos celebrándolo bajo las gradas de una cancha de basquetbol frente a un sargento del Retén de El Álamo, el único policía con anteojos que vi en Los Ángeles. Y no sé por qué siempre he pensado que ese rasgo influyó en que nos "invitara" a permanecer unos minutos extras en su improvisada sala de guardia, entregándole mi único regalo posible, sorpresa que encontré ese sobre corriente, la última vez que abrí mi casilla de correo angelino: Poesía Joven de Chile Selección y prólogo de Jaime Quezada, Siglo XXI Editores, México 1972. Antología que perdura en una tabla de mi biblioteca y en una línea de mi poesía:

La victoria

Me pusieron contra la pared, manos arriba
Me registraron meticulosamente.

Solo hallaron retratos con tus ojo
s una antología con mis versos.

Noches sobre la piedra.
Días tras la alambrada.

No saben -nos decían- qué les espera.
Pero yo lo sabía:

tras días piedra meses muro
tú me esperabas a la puerta del cuartel
y esa fue mi victoria.

Del Liceo de Los Ángeles a un regimiento de los demonios

Pasadas las Fiestas Patrias y al filo de la medianoche, tal como nos habían traído, los militares nos sacaron del Liceo. El tronar de las botas fue suficiente alerta para que al llegar la orden estuviéramos listos para descender las altísimas escalas del internado, en las cuales los soldados se habían dispuesto estratégicamente para tenernos siempre al alcance de sus botas o la culata del fusil. Ya en la salida, apostados entre la puerta y la vereda como cargadores de sandías, iban arrumando prisioneros en los camiones que habían suspendido su huelga gremial para abastecer los campos de prisioneros:

-"¡Al piso, mierda! ¡Tenderse! ¡Obedece, maricón!" Era la primera orden y la peor opción, porque los diestros culatazos de los conscriptos trepados a las altas barandas desalentaban la idea de guarecerse apegándose a ellas y correr hacia adelante. Sin embargo, fue mi elección; de un brinco estuve arriba y repté hasta una esquina de la carrocería: -¡más agachado, más-!" como en gimnasia recreativa mis pequeños simulaban huir del Lobo Feroz. Así crucé la ciudad, oyendo los ahogados lamentos de quienes respiraban penosamente bajo un montón de cuerpos.

Cuando por fin llegué al Regimiento -pobre puercoespín sin caparazón ni espinas ovillado en un rincón- vi a muchos hombres tratando de pararse, tambaleantes y desorientados, mientras otros eran levantados y reanimados por sus vecinos. Recuerdo que al bajar vi a tres o cuatro todavía tendidos, pero cuántos fueron o qué fue de ellos es algo que se discutió por años.

Sólo puedo dar fe de uno que, llevado en vilo por dos hombres, parecía caminar, pero al soltarlo en la celda se desplomó como un muñeco de trapo. Tras largos y vanos intentos por reanimarlo, alguien grito, o más bien gimió:

-"¡Aquí hay un compañero muerto, mi Mayor…!"

-¡Un conche'su madre muerto habrá, puh güeón! vociferó el aludido, en cuyo pecho terciaba la metralleta con la misma naturalidad con que antes del 11 lucía el estetoscopio. A una orden suya, un soldado tomó el cuerpo por los hombros y otro por los pies.

-Tírenlo ahí -fue lo último que oí- junto con el estruendo de la puerta metálica de la celda Na 3, que me tocó. Como proveníamos de diversos lugares, nadie lo identificó en ese momento. Sólo mucho después, cuando se publicaron los documentos de la Comisión Rettig, confirmé que era un campesino de Mulchén, quien tras ser denunciado y llamado a entregarse cumplió con presentarse en la comisaría más cercana. Tenía mi mismo apellido, las mismas iniciales y un nombre parecido y tan pasado de moda como el mío: se llamaba Felicindo Pérez, por casualidad el mismo nombre al que por años el Servicio de Impuestos Internos se le ocurrió extenderme el cheque de mi devolución por boletas. Siento que todo eso me autoriza a considerarlo casi un amigo postumo, pero con afecto vivo.

In memoriam
. . . . . . . . . . . . . . . . A un campesino de Mulchén

Todavía me pregunto por qué tú
-por qué tú y no yo-
por qué tú que alzabas gordos sacos
y cargabas camiones
eras fuerte, degollabas carneros
¿por qué no te aguantaste ese viaje
en un camión cargados como sacos
y te tiraron muerto junto a mí
con tu pocho de pobre,
como un carnero blanco degollado
-por qué tú, por la cresta, y no yo­
que ni me puedo el Diccionario
de la Real Academia en una mano?

De un Regimiento Andino a una Escuela de grumetes

Entre las tres y cuatro de la mañana el camión remolachero asignado había completado su carga de prisioneros sentados en el piso, amarrados de dos en dos con alambre por las muñecas y aún quedaban otros en tierra. Los oficiales se rascaban la cabeza, pero el chofer les dio la solución.

-¡Esto se arregla muy fácil!- retrocedió unos diez metros, aceleró a fondo y frenó en seco: los ubicados en la última fila machucaron la cabina con sus cráneos, pero los oficiales celebraron la maniobra que despejó espacio para una hilera más de apretujados prisioneros. Siempre me sentiré culpable por no recordar el nombre, oficio ni procedencia de ese compañero con quién, en tales condiciones, recorrimos los más de cien kilómetros que separan el regimiento de Los Ángeles del Estadio Regional de Concepción.
Allí nos vaciaron de madrugada, con la eterna consigna:

-¡Tenderse, mierda…! ¡Manos a la nuca…!

Y en esa posición debimos permanecer hasta que a las cuatro de la tarde nos condujeron a los camarines para los consabidos interrogatorios y el milésimo registro de nuestras escasas pertenencias. Anocheciendo nos subieron a un bus del ejército; en algún punto del camino a Talcahuano nos hicieron bajar y -tras una aparatosa sonajera de fusiles que supuestamente pasaban bala- nos despidieron con una entusiasta pateadura tras la cual, con la satisfacción del deber cumplido, nos entregaron a la guardia del Apostadero Naval. Otra noche en las gradas de una cancha de basquetbol y al amanecer navegábamos rumbo a la isla Quinquina.

La Escuela de Grumetes fue, fundamentalmente, campo para los prisioneros de la Armada, que pertenecieron a ella y fueron "capturados" por ella, y a esos consagraban principalmente su labor: tiempo de "interrogatorios" y lugares de reclusión, como el llamado "Rondizoni", vieja cárcel del siglo XIX "remodelada" con aporte de "Trabajo voluntario de los prisioneros del 73". Pero a ellos se agregaron muchos otros presos de los pacos de Yungay, de los milicos de Los Ángeles, etc. una especie de "allegados", que por la rivalidad entre los uniformados nos hacían -afortunadamente- "poco caso". Así se explica que dispusieran algún dormitorio de alumnos para las mujeres y a los hombres nos entregaron el Gimnasio en dos semanas. Pero al menos no era cemento bruto como las pesebreras del regimiento angelino, aquí nos pasaron una de esas colchonetas de lona que usan los gimnasios.

A la entrada había un espacio reservado a cocina y comedor -unas tarimas de madera con sus correspondientes bancas- donde comíamos juntos mujeres y hombres, y los que no tenían turnos de "trabajo voluntario" podían hacer sobremesa leyendo, juegos de mesa o simplemente escuchando la radio que los infantes de marina encargados de la cocina mantenían habitualmente encendida. Muy recién llegados fue que escuché una noticia inolvidable:

Isla Quinquina, septiembre 23 / 73

Un receptor dispara a quemarropa:
"…ha muerto ISLA QUIRIQUINA Neruda…"

El locutor menciona el Poema 15
y lee el Bando 20.

El cabo de guardia busca algo bailable
Y sigue el ritmo con la metralleta.

Aquí en la isla el mar,
y cuánto mar…

Pienso pedir un minuto de silencio,
pero tardo horas y horas en sacar la voz.

El señorío de un alcalde del pueblo

No recuerdo haber averiguado allá y entonces la profesión, oficio o actividad de Danilo González; ser Alcalde de Lota me parecía título suficiente, y después evité cualquier investigación documental que pudiera alterar la imagen para mí más venerable: la de un maestro, un profesor normalista de férrea vocación, que a las seis de la mañana, mucho antes de la diana, paseaba erguido y silencioso entre las hileras de colchonetas -brillantes los zapatos bien lustrados, la corbata al centro de la chaqueta bien abotonada, peinado impecablemente- irradiando una serenidad que debía venir de muy adentro a ese rostro perfectamente afeitado.

Lo traté poquísimo, intuyendo que me costaría encontrar algo de su interés entre las mil cosas sin asunto que suelo hablar al día. Nuestra relación se dio más bien por recaderos: después de jugar una partida de ajedrez con alguien, el perdedor -en una actitud tan primitiva como habitual en este llamado juego ciencia- solía decirle:

-Sí, me ganó, pero ya va a jugar con el poeta… o con el profesor de Los Ángeles… o con el flaco aquel… ¿lo ve? Y algo parecido me decían a mí. Ninguno de los dos buscó la ocasión, pero el azar lo hizo por nosotros, un día en la piscina. ¡Qué escandalosamente turístico sonó esto! Pero en realidad me refiero a la piscina vacía que nos daban por patio de recreo. Estábamos de pie, casualmente tan cerca, que un profesor boliviano de la Universidad de Concepción puso entre ambos un tablero de Ajedrez magnético, con las piezas dispuestas. A él le tocaron las blancas y abrió el juego al estilo clásico de mi padre, lo que me produjo la sensación de estar retornando a mi infancia, es decir, a la libertad.

La partida inconclusa

Isla Quiriquina, octubre 1973.
Blancas: Danilo González, Alcalde de Lota.
Negras: Floridor Pérez, Profesor de la Escuela rural de Mortandad

1. P4R ……. P3AD
2. P4D ……. P4D
3. CD3A… . PXP
4. CXP …… A4A
5. C3C . …. A3C
6. C3A … .. C2C
7. ….

Mientras reflexionaba su séptima jugada
Un cabo gritó su nombre desde la guardia.
-¡Voy! -dijo
pasándome el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresara en un plazo prudente
anoté, en broma: Abandona.
Sólo cuando el Diario El Sur
la semana siguiente publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en el Estadio Regional de Concepción
comprendí toda la magnitud de su abandono.
Se había formado en las minas del carbón
pero no fue el peón oscuro que parecía
condenado a ser y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque.

Años después le cuento esto a un poeta.

Sólo dice:
¿y si te hubieran tocado las blancas?

Una velada de despedida

Una tarde nos avisaron que al día siguiente los angelinos navegaríamos a Talcahuano, donde nos vendrían a buscar del regimiento Andino. Sabíamos que eso no era más que salir de las llamas para caer a las brasas, pero se acercaba el fin de año con su esperanza de feliz pascua, próspero año nuevo, y siempre sería mejor estar cerca de casa. No podíamos darnos el lujo de ser pesimistas.

El hecho de partir -aunque sólo Dios supiera adonde- nos daba cierto protagonismo que, sumado a eso de "último día nadie se enoja", ayudó a permitir esa noche un acto de despedida. Las tarimas del comedor hicieron un aceptable escenario, donde el instrumento más tocado fue la emoción. Voces que no oí hablar en todo ese tiempo, ahora cantaban con afectividad maternal o viril ternura. Una guitarra subió en brazos de alguien con aire más serio que el promedio de hombre nacional en cualquier circunstancia. Miró la guitarra, la acarició y dijo que esa hora debía estar, hubiera querido estar con su hijita menor, pero ya que no podía, al menos deseaba regalarle una canción. Era un canto de tristeza contenida, hasta que al final explotó cuando, en trío perfecto, guitarra, canto y cantor gimieron el último verso: "…cumpleaños… feliz…" La voz del cantor se quebró, pero centenares de gargantas corearon: "¡…te deseamos… a ti…"

Yo llevaba marcado en mi cuaderno el poema que había elegido leer, aun temiendo que bordeara la censura, pero ya arriba de las tarimas lo cambié por mi propia ausente:

Sueño

Sueño que estoy en mi biblioteca
frente al retrato de Natacha.
Al tomarlo, la puerta se abre y despierto.

Todo es tan rápido
que no alcanzo a devolver el retrato
a su sueño, cuando ella aparece.

¡El abrazo!
El retrato cae de mis manos y despierto:
está amaneciendo en el presidio.

Soñar soñando y soñar
que en sueños se despierta
¡pura literatura, cuento viejo!

Pero ¿cuándo mierda
acabará este mal sueño
y despertaré en tus brazos!

Cuando eso ocurrió por fin, el 12 de febrero de 1974, yo que jamás tomaré una guitarra, solo oí en mi interior esta

Copla del regreso

Te miro y miro
y ya no te veré
como te vi
aquellos largos meses
en que no pude verte.

por Floridor Pérez


Así viví el 11 de septiembre hace 40 años

Fuente :elmostrador.cl, 5 de Septiembre 2013

Categoría : Prensa

En la Isla, después de rememorar a nuestros muertos, la vida seguía y también los apremios e interrogatorios. En las noches comenzaron a sacar detenidos para interrogarlos violentamente. Dormíamos con temor y rogábamos que amaneciera pronto. Una noche me tocó el turno, me llamaron y al llegar al portón del gimnasio me colocaron una capucha de goma en la cabeza y me condujeron a lo que supongo era el polígono de la isla. Me desnudaron, aplicaron electricidad en los genitales, me colocaron en el submarino hasta casi reventar los pulmones, me mordió un perro que tenían para amenazar en los interrogatorios y me produjeron, con un cuchillo que usan los infantes de marina, una herida en la zona izquierda del pecho donde posteriormente me colocaron diez puntos en la enfermería de la Isla. Conservo aún, casi 40 años después, la cicatriz y otros efectos físicos de las torturas que en todos se mantiene ya como parte de ti mismo.

Era estudiante de sociología de la Universidad de Concepción, Secretario General de la FEC, y el 11 de Septiembre mi día comenzó con una llamada del presidente regional de las JJCC, de las cuales yo era miembro de su Comité Central, a mi pensión en calle Bulnes para avisarme que se había levantado la Armada en Valparaíso. Habíamos recibido la noche anterior, desde Santiago, la información de que había extraños movimientos de tropa y muchos soldados acuartelados cosa que también ocurría en la Tercera División de Ejército de Concepción. Incluso el Diario El Siglo titulaba con la inminencia del Golpe de Estado y llamaba a cada cual a estar en su puesto de trabajo para defender al gobierno popular.

Partí al campus universitario y al llegar me percato que ya se encontraba ocupado por los militares y que ya habían sacado con violencia a los estudiantes que pernoctaban en los hogares universitarios dentro del campus, que estaban tendidos boca abajo con las manos en la nuca, mientras se comenzaban a allanar las escuelas del barrio universitario. Sin embargo, en algunas Escuelas e Institutos las primeras horas de clase habían comenzado normalmente. Los militares habían tomado Periodismo, Sociología y el edificio Virginio Gomez, destrozaban muebles y paredes en busca de armas.

Con los dirigentes de la FEC de las JS, de las JJCC y del MIR que habíamos podido llegar al Barrio universitario —otros ya estaban detenidos— realizamos micromitines en las afueras de las Escuelas e Institutos, hablamos utilizando el sistema de parlantes que tenía la Federación de Estudiantes en el barrio llamando a resistir lo que ya evidentemente era un Golpe de Estado, intentamos convocar a una Asamblea en el Foro a mediodía que tuvimos que terminar abruptamente ya que una patrulla militar comenzó a golpear indiscriminadamente a los estudiantes. Mientras comenzaba a hablar, me sacan en andas tres dirigentes del MIR que me dicen “vamos guevón, te van a matar, este es un Golpe de Estado”.

 

En la Isla, después de rememorar a nuestros muertos, la vida seguía y también los apremios e interrogatorios. En las noches comenzaron a sacar detenidos para interrogarlos violentamente. Dormíamos con temor y rogábamos que amaneciera pronto. Una noche me tocó el turno, me llamaron y al llegar al portón del gimnasio me colocaron una capucha de goma en la cabeza y me condujeron a lo que supongo era el polígono de la isla. Me desnudaron, aplicaron electricidad en los genitales, me colocaron en el submarino hasta casi reventar los pulmones, me mordió un perro que tenían para amenazar en los interrogatorios y me produjeron, con un cuchillo que usan los infantes de marina, una herida en la zona izquierda del pecho donde posteriormente me colocaron diez puntos en la enfermería de la Isla. Conservo aún, casi 40 años después, la cicatriz y otros efectos físicos de las torturas que en todos se mantiene ya como parte de ti mismo.

Decidimos llamar a los estudiantes, mayoritariamente de izquierda, a abandonar el barrio ya cercado militarmente e irse a las poblaciones populares para organizar una eventual resistencia. Esto ocurrió muy parcialmente porque los militares decretaron el estado de sitio y, muy temprano, el toque de queda, coparon las ciudades y controlaron los medios de comunicación.

Estudiantes que venían de diversos lugares de la ciudad nos informan que centros industriales y las principales poblaciones populares estaban ocupadas igual que la Universidad y que camiones militares transportaban, como carga humana, a decenas de detenidos tempranamente y llevados al Estadio regional de Concepción que se había abierto como campo de prisioneros esa misma mañana. Quien comandaba directamente los allanamientos y los arrestos masivos en la ciudad era el Coronel, ligado a Patria y Libertad, Luciano Díaz Neira.

Me informa un dirigente del PC, con el cual me reúno en la U., que el Intendente Fernando Álvarez había sido detenido muy temprano en su casa y trasladado a la Isla Quiriquina. La misma suerte habían ya sufrido sus asesores y, por tanto, la Intendencia de Concepción estaba totalmente en manos de la Tercera División del Ejército.

Recibimos la información de que los mineros del carbón venían caminando desde Lota y Coronel con dinamita y que habían sido amenazados de bombardeo por los Hawker Hunter apostados en Carriel Sur. No habían logrado llegar a Concepción y había comenzado una represión brutal en la zona del carbón y el arresto de los principales líderes de la zona minera.

A esa altura nos dábamos cuenta que el Golpe, al menos en Concepción, era total y que el Ejército y la Marina controlaban las principales comunas. No sabíamos la dimensión del Golpe de Estado en Santiago y esperábamos, que tal como había ocurrido con el 'tanquetazo', una parte de las FF.AA se mantuviera leal al Presidente Allende. En ello creímos, incluso después de conocer que La Moneda había sido bombardeada. Todo cambió cuando nos enteramos de la muerte del Presidente Allende y, después, con el primer bando militar que eliminaba todo tipo de libertades y derechos constitucionales.

La indicación ya en las primeras horas de la tarde era replegarse, no entregarse, dado que un bando militar llamaba a hacerlo a algunos dirigentes políticos y sociales. Yo me refugié, junto al “rucio”, un compañero estudiante de ingeniería que estaba a cargo de mi seguridad y que con un heroísmo a toda prueba me había seguido durante todo el día, en la casa de un profesor inglés del Instituto de Economía que me cobijó convencido que, por su calidad de extranjero, su casona en la calle Víctor Lamas era segura.

Estábamos equivocados. Todo el barrio, considerado rico en aquel tiempo, fue cercado, rastrillado, y yo y mi acompañante fuimos detenidos ya anocheciendo por carabineros, subidos violentamente a un microbus policial donde habían decenas de estudiantes caídos en la redada y violentamente golpeados en el vehículo. Yo recibí un culatazo en la cara, que prácticamente me cerró un ojo, otros en la espalda que me dejaron sangrando y nos llevaron a la base naval de Talcahuano. Seguramente alguien me vio en ese estado porque semanas después el Diario Crónica de Concepción publicó que yo estaba detenido en la Isla Quiriquina y que había perdido un ojo. Durante mi detención estuvo presente el mayor de Carabineros Fernando Pinares, quien personalmente me golpeó.

Al llegar y ver el estado en que nos entregaban, por iniciativa de un oficial de sanidad, varios fuimos conducidos a la enfermería. A mí me colocaron yodo en las heridas y una inyección para disminuir la inflamación de la cara y los dolores. Sin embargo, insólitamente, porque me habían curado las heridas, pocos minutos después, un oficial de inteligencia me reconoce en la galería, me saca del gimnasio de la base y me practica el primer interrogatorio con aplicación de golpes y electricidad. Me preguntan por armas y armas no teníamos, y después de un rato, que me pareció eterno, me dejan en el mismo catre donde me habían aplicado electricidad durmiendo hasta el día siguiente en que me trasladan, junto a un gran número de detenidos del mismo 11, a la Isla Quiriquina.

El gimnasio de la Escuela de Grumetes de la Armada estaba convertido ya en un verdadero campo de concentración. Rodeado de alambres de púas, metralletas apostadas en torres de vigilancia y centenares de presos traídos de toda la región que apenas cabíamos en el recinto y que dormíamos uno al lado del otro tirados en el suelo. En la noche alumbraba un foco que pasaba sobre nuestras cabezas y nadie podía levantarse. En el día era más relajado y nos sacaban, por turno, a caminar dentro de la piscina vacía y allí permanecíamos una parte del día. Habían interrogatorios en celdas especiales, entraba y salía gente de la Isla, ya que las detenciones habían sido indiscriminadas, poco a poco, fueron filtrando a la gente más conocida y que ellos suponían tenían mayor poder político. Nos encontramos con dirigentes estudiantiles de la FEC, entre ellos Darío Villarroel y Francisco Feres. Habían hombres y mujeres, dirigentes sindicales, alcaldes, regidores, dirigentes estudiantiles, profesionales, médicos, abogados,  académicos de la Universidad y varias decenas de policías de investigaciones que los militares suponían eran fieles al gobierno constitucional. Recuerdo a Alejandro Witker, a Antonio Ehijo, que había sido Capitán de Navío de la Armada, al Dr. Gunter Selman. Ellos tres escribieron valiosos libros sobre la experiencia en la Isla. Al Gimnasio llegó también el Intendente de Concepción, Fernando Álvarez.

Con nosotros estaban en el gimnasio el obrero Isidoro Carrillo, gerente general de Enacar, Danilo González, Alcalde Lota, y los dirigentes sindicales del carbón Bernabé Cabrera y Wladimir Araneda. Había un gran respeto y cariños por ellos. Un día fueron sacados de la Isla y llevados a un Consejo de Guerra acusados de constituir grupos armados, usar y esconder dinamita. El Consejo de Guerra no tenía competencia por hechos anteriores al 11 de Septiembre, pero la ley no valía nada. El Auditor, Coronel Fernando Urrejola, pidió inicialmente para ellos una pena de 15 años de cárcel. Pero la decisión era otra. Se trababa de amedrentar a la zona del carbón y de crear un clima de miedo en la región. Por orden directa de Pinochet, el General Washington Carrasco decidió la pena de muerte y frente al estupor de toda la región, incluso de gente y medios partidarios del régimen, fueron fusilados después de ser torturados salvajemente para que firmaran una absurda confesión.

Al día siguiente, el Diario El Sur que llegó a la Isla traía una página con la noticia. Parado en una silla en el gimnasio, Fernando Álvarez, con su voz de locutor, leyó toda la crónica. Todos llorábamos, incluso algunos conscriptos y oficiales estaban emocionados. Nadie esperaba un crimen de esta naturaleza. Comprendimos que todos, cualquiera, podía morir.

Poco tiempo después llegó la orden de trasladar a Concepción al Intendente Álvarez, al Dr. Jorge Peña y al dirigente socialista Eliecer Carrasco. Álvarez se veía jovial y tranquilo, pero al abrazarnos me dijo al oído: “Tengo un mal presentimiento”.

Los llevaron al cuartel de Carabineros de Salas 329 de Concepción. Los interrogaron con brutales torturas. Fernando no resistió, le provocaron un hemotorax, una ruptura de vasos sanguíneos que inundó su pulmón. Peña y Carrasco quedaron casi inválidos por largo tiempo. Fue Alonso Moena, su jefe de gabinete, detenido también en la Isla, el que recibió la noticia y me llevó para un lado, en la piscina donde caminábamos, y me dijo llorando: “Mataron a Fernando”.

Fernando era una persona muy querida y esto provocó tal indignación en la región que el Alto Mando de la Segunda Zona de la Armada se vio obligado a emitir un comunicado desligando toda responsabilidad en el crimen, diciendo que el Intendente había salido de la Isla en perfectas condiciones y desmintiendo que en ella hubiera sufrido apremios. Después de estos y otros asesinatos, Pinochet debió sacar de la Intendencia a Washington Carrasco, marcado por la dureza extrema de la represión de los primeros meses, y traer al general Toro Dávila. La dictadura tuvo que, de esta forma, hacerse cargo del malestar en la región, donde ya comenzaban a aparecer rayados y panfletos pidiendo la libertad de los presos políticos.

En la Isla, después de rememorar a nuestros muertos, la vida seguía y también los apremios e interrogatorios. En las noches comenzaron a sacar detenidos para interrogarlos violentamente. Dormíamos con temor y rogábamos que amaneciera pronto. Una noche me tocó el turno, me llamaron y al llegar al portón del gimnasio me colocaron una capucha de goma en la cabeza y me condujeron a lo que supongo era el polígono de la isla. Me desnudaron, aplicaron electricidad en los genitales, me colocaron en el submarino hasta casi reventar los pulmones, me mordió un perro que tenían para amenazar en los interrogatorios y me produjeron, con un cuchillo que usan los infantes de marina, una herida en la zona izquierda del pecho donde posteriormente me colocaron diez puntos en la enfermería de la Isla. Conservo aún, casi 40 años después, la cicatriz y otros efectos físicos de las torturas que en todos se mantiene ya como parte de ti mismo.

Me condujeron a una celda especial cercana al gimnasio en la cual nos recluyeron a mi amigo Darío Villarroel, y a los ex intendentes de Chillán Juan de Dios Fuentes, Santiago Bell y Jaime Quezada. Ellos habían sido torturados en largos interrogatorios y todos estábamos afectados por el temor y la angustia, pero también por las vejaciones. Fuimos interrogados varias veces y permanecimos incomunicados por un período.

Muchos prisioneros del gimnasio fueron torturados, algunos llevados al Fuerte Rondizzoni donde se aplicaban las torturas más demenciales. Otros eran trasladados y se les aplicaba la ley de fuga o se montaban supuestos enfrentamientos y desaparecían.

Las mujeres detenidas fueron seguramente las más afectadas. Las desnudaban, les aplicaban electricidad, eran permanentemente vejadas en los interrogatorios y me consta, por sus propios relatos, que varias fueron violadas por los infantes de Marina. Eran el alma del campo de concentración, un ejemplo. Resistieron con heroísmo, dignidad y apoyaban a los presos hombres dándonos ánimo y fuerza. Allí estaba Mireya García, socialista, Vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Desaparecidos, que fue detenida a los 17 años, siendo aún estudiante del Liceo de Talcahuano y que vivió los apremios y el terror que ella relata en su emotivo testimonio ante la Comisión Valech.

Responsable de lo que ocurría en la Isla y del infierno del Fuerte Rondizzoni estaba el Almirante Jorge Paredes, secundado por el Capitán de Fragata Eduardo Young y los famosos Capitan Kohler y Silva, que gozaban golpeando a los presos que simplemente pasaban cerca de ellos.

Algunos meses más tarde y después de habernos obligado a trabajar duras jornadas en la construcción de una cárcel dentro de la Isla, comenzamos a ser trasladados de la Isla. Unos enviados al norte, otros fuimos como prisioneros al Estadio Regional de Concepción, cuya custodia estaba en manos del Ejército y donde para muchos comenzaron de cero los interrogatorios.

Allí conocí a dos seres humanos muy distintos: el Mayor Sánchez, que con arrogancia, brutalidad y humillando a los detenidos manejaba este campo y al sacerdote Camilo Vial Risopatrón, quien después sería Obispo y presidente de la Conferencia Episcopal, que nos alentaba humana y espiritualmente, y convivía con los presos sus dolores. Desde el Estadio regional se sacaba a los detenidos para torturarlos a las comisarías de Carabineros y a Investigaciones, muchas veces no los volvíamos a ver. Algunos de los presos fueron trasladados desde el estadio a Chacabuco en el norte del país, entre ellos otro de los ex Intendentes de Concepción Luis Contreras, padre del Químico Farmacéutico y regidor de Concepción, Carlos Contreras Maluje, a quien la dictadura detiene y hace desaparecer en Santiago el año 75.

Después, con Dario Villarroel, los abogados Julio Sau, Samuel Fuentes, Marco Antonio Enríquez, hijo del Rector Edgardo Enríquez y hermano de Miguel y Edgardo, asesinados por la dictadura, y muchos otros compañeros fuimos trasladados a la cárcel de Concepción donde los torturadores llegaban a interrogar de día, en la guardia de la cárcel habilitada para tal efecto, y en la noche se retiraban y podíamos respirar con más tranquilidad ahora controlados por el personal de gendarmería con experiencia en trato y con mucha más humanidad que nuestros anteriores captores, aunque en condiciones de infraestructura muy precarias ya que la vieja cárcel de Concepción, ya con hacinamiento en aquel tiempo, había sido dividida para acoger a los presos políticos. Allí estuvimos un largo tiempo.

Después para muchos, para mí también, vino un largo exilio impedidos de retornar a Chile. Algunos no volvieron nunca choqueados por lo vivido, muchos nos reintegramos a Chile después de 15 años de exilio y otros, como mis amigos Santiago Bell, el Senador Valentín Rossi y tantos otros murieron en los países que los albergaron. Como ha dicho el ex Presidente  Ricardo Lagos nos quitaron 17 años de nuestras vidas y a miles la vida misma.

Así vivimos muchos de nosotros, que como Evelyn Matthei teníamos 20 años, los días del Golpe de Estado militar y el inicio de la dictadura.


El salón está ubicado en el cuarto piso de la Intendencia.

Fuente :soychile.cl, 30 de Septiembre 2014

Categoría : Prensa

Intendencia bautizó un salón de reuniones con el nombre de ex autoridad regional asesinada en 1973

30.09.2014 Fernando Álvarez fue detenido en noviembre del mencionado año y trasladado hacia la Isla Quiriquina. A su regreso a Concepción, falleció tras ser torturado.

Con la presencia de cercanos a la familia y seremis de la Región, la Intendencia del Bío Bío bautizó este martes, un salón de reuniones con el nombre de Fernando Álvarez, ex intendente designado por Salvador Allende, y asesinado en 1973.

El Intendente Rodrigo Díaz recordó que “Fernando Álvarez fue detenido en su hogar el 11 de septiembre de 1973 y llevado a la Isla Quiriquina; luego devuelto a Concepción donde murió víctima de las torturas en el mes de noviembre del mismo año”.

Por su parte, Aurora Álvarez Ramírez, hija de la ex autoridad y Adriana Ramírez, en representación de la familia, comentó que el acto en honor a su padre “es muy significativo, porque nosotros lo que hemos querido es que él como persona sea dignificada frente a la comunidad de Concepción y de Chile.

Asimismo, Aurora agregó respecto a su padre que “nos parece que la sociedad debe reconocer a aquel hombre que fue capaz de transmitir su alegría, buen humor, una persona que enseñaba valores éticos y responsabilidad. Él siempre quiso una sociedad mejor”.

Durante la ceremonia, los familiares le entregaron un cuadro de la ex autoridad provincial al intendente, por lo que Díaz afirmó: “La única foto que estará presente en esta Intendencia es la del ex Intendente Fernando Álvarez, recordándonos el compromiso y el valor con la democracia”.


Floridor Pérez, un campeón de la poesía y el ajedrez

Fuente :emol.com, Mayo, 2015

Categoría : Prensa

Estaba detenido en la isla Quiriquina. Corría octubre de 1973. A sus 36 años era profesor de la Escuela Rural de Mortandad, en Los Ángeles. Jugaba al ajedrez con el alcalde de Lota, Danilo González. Lo que pasó en esa oportunidad queda resumido en el título de su poema "La partida inconclusa", perteneciente a "Cartas de prisionero" (1984). Tanto este libro como otros cuatro, más una sección de poemas inéditos y un conjunto de breves retratos poéticos de Floridor Pérez (escritos por Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Federico Schopf y Juan Cameron) forman parte de "Obra completa-mente incompleta", recientemente publicado por las Ediciones de la Universidad de Valparaíso, con el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura y prólogo de Eduardo Llanos Melussa. El nuevo libro corrige y aumenta la obra del mismo nombre que publicó en 1997.

"Mis editores decidieron mantener ese título y me gustó la idea, porque no se me ocurrió uno tan exacto como ese, que será el de todo lo que publique como antología por el resto de mi vida, y espero que póstumamente", dice Pérez.

La goma de borrar dibujada en la portada resume la poética del autor. "La escritura es el arte de borrar", viene diciendo hace años. Sobre todo en el taller que, desde 1988, dirige en la Fundación Neruda junto a Jaime Quezada. "La goma es la metáfora del acto de cambiar", asegura. "En un poema que escribí el año 1968, con motivo de la muerte de Pablo de Rokha, yo decía: 'Aquí donde usted me ve/ -en medio del potrero/ y en mitad del camino de la vida- veinte años antes de pegarme/ como usted, un tiro'. Pero en 1986, el Chico Paredes, mi editor del libro 'Chilenas i chilenos', me mostró el original que al día siguiente se iba a la imprenta. Entonces le dije a ver, a ver, y entonces borré y le puse: 'veinte o más años antes'. Después, en el poema 'Solicitud de prórroga, escrito el año 2000 en una tanguería de Buenos Aires', cambié 'Esperá/ Dios/ diez años más' por: 'Esperá/ Dios/ un tiempo más'. De manera que estoy parado aquí gracias a un par de correcciones".

Siente que, en el panorama de la literatura chilena, su lugar lo define una foto que le tomó a Nicanor Parra el verano de 1962 en un bote sobre el río Valdivia, reproducida en el libro "Parra a la vista" (2014). En la imagen en blanco y negro se ve al antipoeta remando. "Esa foto es la que mejor representa mi situación, porque mirándola bien se ve la sombra del que sacó la foto. Eso creo que soy: una sombra que de repente aparece en la larga navegación de la poesía chilena".


Estrenan documental testimonial sobre la prisión política en la Isla Quiriquina

Fuente :elciudadano.com, 10 de Enero 2018

Categoría : Prensa

“Los caminos de la ausencia” es un documental testimonial que rescata la memoria familiar sobre la dictadura de la penquista Mireya García, ex vicepresidenta y dirigenta histórica de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).

“Muy pocas veces nuestras actividades tienen tanta concurrencia”, aseguró el director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, Francisco Estévez, en el concurrido estreno en Santiago del documental testimonial “Los caminos de la ausencia” del 26 de septiembre pasado y que se exhibirá en la sede del Sindicato Petrox de Concepción este jueves 4 de octubre.

Dirigido y realizado por Claudio Mandler y Boris Morales P. durante 4 años sin financiamiento público, el documental da cuenta de parte de lo que significó la represión política en dictadura ocurrida en la Región del Bio Bío a partir de un testimonio audiovisual que exhibe la historia de la familia obrera penquista García Ramírez, hilvanando los fragmentos más importantes de la memoria personal de Mireya García.

En un diálogo personal e histórico femenino con lo que significó el golpe de Estado, la prisión política, la desaparición forzada a los 19 años del menor de sus hermanos, el exilio en México y el retorno, los trozos de memoria de Mireya García transitan desde una estudiante de liceo comprometida con el gobierno de la Unidad Popular hasta la actualidad.

Parte relevante de sus memorias recuerdan su detención en el campo de concentración que entre octubre de 1973 y marzo de 1974 fue el recinto de la Armada de Isla Quiriquina ubicado a 11 kilómetros de Talcahuano, lugar en el que estuvo detenida a los 16 años en la sección de las mujeres, cerca de su padre Vicente García, ex dirigente de la Central Única de Trabajadores de Concepción.

El documental recupera parte de la memoria histórica regional y nacional, mezclando escenas de esa época con imágenes del recorrido y los testimonios de ex presos políticos que son inéditos, los cuales se lograron grabar a fines de 2014 en un viaje de memoria autorizado a 49 ex detenidos y familiares a petición de García, mientras era Vice presidenta de la AFDD.

Usando el escaso género del documental testimonial en primera persona, “Los caminos de la ausencia” es un aporte a la memoria que expone parte de lo ocurrido en la Región del Bio Bío, y se suma a la reflexión que está surgiendo en diversas regiones del país a través de nueva dramaturgia de jóvenes creadores teatrales para rescatar la memoria de una dictadura que no sólo ocurrió en la capital y que como sucedió con los García Ramírez, cambió para siempre la vida de miles de familias, especialmente de las obreras.


El golpe de Estado en la Región del Biobío

Fuente :resumen.cl, 11 de Septiembre 2018

Categoría : Prensa

El rol significativo que tuvo la región en los procesos sociopolíticos nacionales durante el transcurso de la historia chilena, ponen de manifiesto algunos aspectos fundamentales para lograr entender el apresurado actuar de las fuerzas militares la mañana del 11 de septiembre de 1973, convirtiendo a la región del Biobío, así como el Gran Concepción, y la ciudad propiamente tal, en la segunda localidad en ser intervenida, con un alto nivel de represión y violencia. De esta manera, el rápido control y habilitación de recintos de detención dieron cuenta de la planificación anticipada del golpe cívico-militar, en los cuales fueron constantes las humillaciones, vejámenes y torturas.

La mañana del 11 de septiembre

El periodista James Whelan señaló en la misma mañana del martes 11 de septiembre de 1973, el rápido control que se llevó a efecto en la ciudad de Concepción, neutralizando a los altos dirigentes de la Unidad Popular, los cordones industriales y la Universidad de Concepción, sin disparar un solo tiro. Ante esto, cabe interrogarse ¿Por qué era tan necesario para la Junta Militar este raudo y efectivo control de la ciudad? La respuesta radica en que el Gran Concepción y la Provincia de Arauco, se habían transformado durante el transcurso del siglo XX en una importante zona de orientación política de izquierda representada por obreros y estudiantes. La izquierdización se profundizó con la llegada de la Unidad Popular al gobierno, de manera que fue primordial para la dictadura socavar toda señal de levantamiento en su contra.

Aquella mañana del 11 de septiembre se comenzaron a divisar las tanquetas, patrullas militares y muchos efectivos de Carabineros. El temor se apoderó de quienes habían participado de algún modo u otro en el gobierno de Salvador Allende. Algunos testigos relatan haber visto pasar a los camiones militares con muchos civiles en dirección al Estadio Regional.

Sin embargo, tras ocurrido el golpe existió una minoría que pensó en resistir a la acción militar. Testigos indican que hubo un tiroteo en el centro de la ciudad detrás de la tienda Falabella, generándose enfrentamientos entre los pocos que quedaron de la UP y militares, contradiciendo de esta manera lo expuesto por el periodista Whelan quien, como ya habíamos mencionado, argumentaba que el control rápido de Concepción se había efectuado sin disparar un tiro. No obstante, otros testigos plantearon que todo eran rumores debido a que los medios estaban intervenidos, haciendo creer que la izquierda poseía armas para efectuar enfrentamientos y resistir a la insurrección militar.

A continuación, la Universidad de Concepción, pasada las 8 de la mañana fue rodeada por efectivos del Ejército, quienes automáticamente instalaron ametralladoras en algunos de los cerros aledaños. Se ocuparon las escuelas de Periodismo, Sociología, los hogares universitarios y Radio Universidad de Concepción, posteriormente utilizada como radio de las Fuerzas Armadas hasta diciembre de 1974. Por otra parte, no se encontraron armas. Tampoco hubo resistencia armada de parte de estudiantes y funcionarios. Las delaciones fueron recurrentes. En el recinto universitario, personal de la institución participó en la construcción y confección de las listas de empleados que debían ser arrestados. Existieron denuncias de funcionarios en contra de otros. Todo académico y funcionario que tuvo militancia en la Unidad Popular o en el MIR fue separado/desvinculado de la institución.

Control represivo

En consecuencia, con el objetivo de eliminar toda expresión marxista y sus diversas manifestaciones y expresiones, cientos de detenidos de la ciudad y alrededores, fueron trasladados a distintos centros de detención. Algunos de estos lugares y cifras de detenidos fueron anunciados por la cruz roja, quienes indicaron que en: El Estadio Regional, en el mes de octubre de 1973 poseía una cantidad de 589 detenidos; isla Quiriquina, en la misma fecha reunía a 552 personas entre las cuales se cuentan mujeres y extranjeros; Cárcel Publica de Concepción, con 73 detenidos, divididos en 43 a disposición del Ejercito, 17 de la Armada y 13 condenados por Consejos de Guerra; y Base Naval de Talcahuano en noviembre del mismo año, mantenía recluido a 158 detenidos. Otros recintos fueron: Cárcel de Bulnes; Cárcel de Chillán; Comisaría de Carabineros de Arauco; Liceo Alemán del Verbo Divino, de Los Ángeles; Liceo de Hombres de Los Ángeles; entre otros.

En estos recintos mencionados eran constantes las humillaciones y vejámenes hacia los detenidos. Muchos de los cuales fueron obligados a ingerir desechos orgánicos -excrementos, orina y vómitos, de humanos o animales-, además de líquidos pestilentes; a arrastrarse por el suelo en medio de burlas y golpes; obligados a entonar himnos o consignas políticas en medio de burlas; a correr con la vista vendada en rutas con obstáculos, tropezando y cayendo al suelo; entre otras cosas.

Un detenido en Estadio Regional dio cuentas de la violencia ejercida. Les tapaban la vista, golpeaban con manos y pies, a él lo sentaron en una silla como de circo con los ojos vendados, para posteriormente quitarle el objeto de un puntapié dejándolo caer, le pedían que se volviese a sentar, pero con la vista vendada no lograba encontrar la silla, por tal motivo era golpeado. Manifiesta que prácticamente habían jugado un partido con él en el suelo. En Quiriquina el trato fue similar, los detenidos tuvieron que construir el Fuerte Rondizzoni, utilizado como centro de detención. Los reclusos al momento de llegar no tenían donde dormir, por lo que tuvieron que hacerlo en el suelo y amontonados. Después de dos semanas recibieron una colchoneta. Después de un mes les pasaron un poco de tapas. Los interrogatorios efectuados en el Fuerte Borgoño ubicado en Talcahuano, se llevaban a efecto con mecanismos de tortura. En este último punto, se puede dar cuenta de algunos mecanismos como: El Submarino en agua y excremento; La Campana, donde un tarro cubre la cabeza del detenido, el que luego es golpeado produciendo un intenso ruido; colgarlos desnudo desde un árbol con las manos amarradas durante varias horas, mientras se les golpeaba con una varilla; aplicación de corriente; abusos sexuales a mujeres; entre otras.

Los organismos encargados de efectuar las detenciones y posterior traslado fueron: la Coordinadora de Inteligencia Regional (CIRE), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia de Concepción (SIRE) aludido como el principal organismo de represión, Carabineros, Policía de Investigaciones, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y posteriormente la Central Nacional de Inteligencia (CNI) que mantuvo cuarteles donde torturó y flageló a muchas personas, uno de ellos fue el Cuartel Bahamondes, también conocido como el cuarto de la música o el cuarto de la risa, ubicado en Pedro de Valdivia N° 710 camino a Chiguayante.

Algunos casos de la región

El día 11 de septiembre de 1973 en la ciudad de Lota se habían acelerado una serie de investigaciones que estaban basadas en antecedentes que tenía alusión a la existencia de cuadros de entrenamiento en fábrica de explosivos, efectuados con el fin de ejecutar el denominado "Plan Zeta". A través de estas investigaciones las autoridades de la época anunciaban que habían dado con el paradero de algunos cajones de madera que contenían gran cantidad de granadas, todas ellas retiradas del patio de la Municipalidad de Lota donde habrían sido enterradas. Así, y mediante un consejo de guerra, fueron asesinados la mañana del 22 de octubre de 1973 en la autopista que une Concepción con Talcahuano, el Alcalde de Lota, Danilo González (39 años); el Gerente General de ENACAR, Isidoro Carrillo (46 años); el Presidente del Sindicato celulosa de Concepción, Bernabé Cabrera (39 años); y el dirigente gremial del Magisterio, Vladimir Araneda (33 años), todos militantes del Partido Comunista. Exhumadas las tumbas 17 años después del fusilamiento, sus familiares dieron con sus cuerpos y pudieron sepultarlos dignamente.

Por otra parte, el mismo mes de septiembre de 1973 ocurrió un hecho similar en las localidades de Laja y San Rosendo. Entre el 13 y el 16 de septiembre, 19 personas habían sido detenidas por personal de carabineros de dichos lugares y trasladadas a la Tenencia de Laja donde estuvieron retenidos hasta el día 17. A partir del día 18 sus rastros habían desaparecido. La gran mayoría era obrero de la papelera, otros comerciantes, estudiantes, profesores, militantes socialistas, entre otros.

A mediados de 1977, la asistente social Nelly Henríquez y la abogada Martita Worner iniciaron una investigación debido a que algunos testimonios indicaban que esas personas habían sido ejecutadas. Con el avanzar de la investigación se hacía más evidente que los detenidos habían sido ejecutados y hechos enterrar clandestinamente en algún lugar cercano a la ciudad de Laja. Las voces de muchas personas indicaban que las sepulturas clandestinas estaban en el cementerio de Yumbel. Efectivamente era cierto, y los cuerpos fueron exhumados en octubre de 1979, seis años después de sus detenciones y asesinatos.

Por último, relato brevemente el Caso Quebrada Honda, donde 4 personas tras ocurrido el golpe cívico-militar decidieron refugiarse en los cerros de Tomé. No teniendo con que sobrevivir deciden bajar a la casa de uno de ellos, siendo detenidos por la policía. En la Comisaría de Tomé fueron torturados, quedando uno de ellos gravemente herido y falleciendo días después. A los tres restantes se les acusó de delitos de porte de armas de fuego en tiempos de guerra, porte y ocultamiento de explosivos, y concentración para milicias paramilitares. Se les condenó a más de 20 años de cárcel, teniendo que cumplirlas en la ciudad de Tomé. No obstante, el 9 de octubre fueron retirados por oficiales y entregados moribundos al alcaide, este último se negó a recibirlos por el estado en el cual se encontraban. El oficial ordenó llevarlos hacia Talcahuano, pero en el camino fueron asesinados en Quebrada Honda. La versión de la Armada indicaba que habían sido emboscados y que los presos habían aprovechado para intentar escapar lo que obligó a tener que dispararles y asesinarlos. Años más tarde, la comisión Rettig concluyó que esta declaración no podía ser posible.

Consideraciones finales

De esta manera, una de las principales marcas de la dictadura chilena fue el empleo constante y sistemático de la violencia. Ya desde el mismo martes 11 de septiembre de 1973, las medidas de fuerzas se hicieron sentir en todo el país. Desde el ataque al palacio de la Moneda, las persecuciones, detenciones, asesinatos, allanamientos, exilios y relegaciones. El intento de eliminar todo rastro marxista y opositor, persiguió con sigilo al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, al Partido Comunista y al Partido Socialista. Se habilitaron recintos para tales objetivos. En ese contexto, varios fueron los dispositivos institucionales de represión y violencia que se hicieron presentes.


Mocha, Santa María y Quiriquina: las islas utilizadas como prisión política en Bío Bío

Fuente :interferencia.cl, 19 de Febrero 2021

Categoría : Otra Información

En este cuarto extracto del libro “Islas-cárcel, castigo a la transgresión política”, Ediciones Mapocho Press, 2020, el autor se refiere al envío de comunistas, anarquistas y otros opositores a las islas ubicadas en la VIII Región.

También sirvió de prisión la legendaria Isla Mocha, despoblada por los españoles para impedir el reabastecimiento de piratas ingleses y holandeses. Se cree que fue el refugio de un cachalote albino que habría inspirado a Hernán Melville para escribir Moby Dick, en 1851. Situada a 34,3 km de Tirúa, en la provincia de Arauco, esta isla de 48 km² y 800 habitantes es un sitio sagrado para la religión mapuche. 

Además, fósiles humanos y de gallinas descubiertos recientemente mostrarían que hubo alguna relación entre esta isla de la región Bío Bío con la Polinesia en tiempos previos a la llegada de los españoles. Hoy –sin pandemia del Covid- es una exitosa atracción turística. Nadie recuerda que con Carlos Ibáñez comenzó también a usarse para confinar disidentes políticos. Un relato del comunista Elías Laferte, relegado a esta isla, describió lo que hoy se vende a los turistas como paraíso terrenal: “En la tarde del 16 de junio [de 1932], mientras nos hallábamos en una reunión, nos llegó la noticia de que [el periodista] Carlos Dávila, apoyado por algunos regimientos de la guarnición, se estaba apoderando del gobierno [nada menos que la República Socialista de Marmaduke Grove y Eugenio Matte Hurtado]. Otro cuartelazo. Por radio escuchamos los desesperados llamados del gobierno, pidiendo al pueblo que fuera a defenderlo. Acordamos salir, pero informarnos previamente de lo que estaba ocurriendo, quedando de reunimos de nuevo a las once de la noche”.

“A esa hora, ya todo estaba consumado. Cuando llegamos al local de Nataniel, lo encontramos rodeado de policías. Nos fuimos entonces a Arturo Prat, a la Casa del Proletariado, donde nos llegaron las noticias de los primeros actos del gobierno davilista: ya había centenares de presos, Grove y Matte iban camino de Valparaíso, para ser conducidos a la Isla de Pascua, se estaban haciendo redadas de comunistas y socialistas, se proclamaba el estado de sitio con toque de queda a las diez de la noche…”.

“Con órdenes de “fondearme”, me fui a una casa de la calle Santiago Concha, donde se guardaba una pequeña imprenta de rodón muy ruidosa. Cinco días permanecí allí imprimiendo proclamas contra el gobierno. Luego me trasladé a Independencia pasado de Panteón, donde estuve escondido el fin de junio, julio y agosto, trabajando en distintas formas contra la dictadura de Dávila”.

“Cerca de allí vivía Bernardo Ibáñez y contra él y otros profesores, dirigió su acción la policía. Gracias a un soplo dado por un ex marino sublevado de apellido Jara, el prefecto de Investigaciones de Valparaíso, Rencoret, llegó a Santiago y me detuvo, hallándome en compañía de Marcos Chamudes. Por cuestión de segundos, se libró de caer Carlos Contreras. Yo me había dejado crecer la barba y pensé que no me reconocerían… Pero, por lo visto, Rencoret ya conocía este detalle.

“En Investigaciones nos amenazaron con golpearnos si no revelábamos el paradero de los otros dirigentes del Partido. Para asegurarme de que, si me torturaban, por lo menos esto se sabría afuera, en presencia del jefe de Investigaciones Pelochounneau le conté a mi hermana Inés que estaba amenazado de flagelaciones”.

“Esto y la molestia de los policías santiaguinos porque habían sido los porteños quienes nos detuvieron, me salvó de los habituales tratamientos de General Mackenna [cuartel principal de la Policía de Investigaciones]”.

“En Valparaíso, el profesor Anabalón, un activo miembro del Partido, había sido flagelado y asesinado. Su cuerpo se encontró después fondeado en la bahía. Responsable de ello era el prefecto Rencoret, el mismo que me había detenido. Años más tarde, este policía se ordenó de cura, según cuentan arrepentido por la muerte de Anabalón… Es curioso, unos se hacen sacerdotes por cosas así. Otros van a parar a la cárcel”.

“El abogado Jorge Jiles había presentado recurso de amparo en favor nuestro y un día, en el patio cinco de la cárcel, nos anunció que éstos habían sido acogidos por la justicia y que íbamos a ser puestos en libertad. Pero el alcaide, un señor Ponce, dijo que él no nos dejaba libres, aunque recibiera veinte oficios de la Corte”.

“Nosotros estábamos con nuestras cosas embaladas, listos para salir… pero no a la calle, sino a la relegación. En la tarde sacaron a catorce de nosotros de la cárcel, nos metieron en un furgón y nos llevaron a Talcahuano, donde nos embarcaron para la Isla Mocha. Había ya allí un número considerable de relegados, más de cien, y entre ellos me encontré con Galo González, Juan Chacón Corona, la tipógrafa de Antofagasta Inés Infante, Astolfo Tapia, Oscar Waiss. Estaba también el periodista Abraham Reyneld, de quien decían que era mi secretario; hoy es subsecretario de Economía, y uno de los hombres prominentes del grupo de Volpone [Darío Saint Marie, propietario de Clarín, diario que después le vendió a Víctor Pey Casado]. Había socialistas, comunistas, anarquistas, y gente sin Partido. Cuando nosotros llegamos en el “Sibbar”, los relegados nos brindaron un caluroso recibimiento”.

“Primero me quisieron meter en un calabozo, donde se hallaba a tratamiento especial, Juan Chacón Corona. Pero parece que después pensaron que no era yo tan peligroso. Había en la isla tres mandos: carabineros, marinos y gendarmes. Nosotros vivíamos hacinados en galpones de la remonta del ejército, bajo un pésimo tratamiento de parte de los uniformados y comiendo una comida infecta. Los domingos podíamos mejorarla, pues nos permitían ir a la playa a sacar erizos”.

Esta relegación duró sólo once días. Luego supimos que a su vez había caído Blanche, derribado por un movimiento civil-militar iniciado en Antofagasta por el general [Pedro] Vignola y había asumido el poder, con el título de Vicepresidente provisorio, el Presidente de la Corte Suprema, don Abraham Oyanadel. El nuevo Ministro del Interior, don Javier Ángel Figueroa, decretó de inmediato la libertad de todos los presos políticos y nosotros pudimos, por fin, regresar. Nos condujeron a Santiago en dos coches de tercera clase, que se repletaron de presos de Santiago, Valparaíso, Antofagasta e Iquique. Nos dejaron a todos en Santiago y unos días más tarde, como secretario general de la FOCH, solicité una entrevista con Figueroa para pedirle que el gobierno pagara los pasajes a todos los nortinos que habían sido arrancados de sus hogares. El ministro me recibió muy amablemente, accedió a dar los pasajes que se le solicitaban y pidió tranquilidad, paciencia, que no se hicieran mítines en las calles, etc”, relató Lafferte

La cárcel de Isla Quiriquina

La pequeña isla Quiriquina, de apenas 4,86 km², situada 11 km al norte de Talcahuano, también sirvió como prisión política. Convertida en base militar desde que fue descubierta en 1557 hoy es administrada por la marina y sirve como sede a una escuela de grumetes, aunque en repetidas oportunidades se utilizó como prisión política, la última vez por la dictadura cívico militar encabezada por Pinochet (1973-2000) y respaldada por civiles de derecha.

Uno de los primeros desterrados en 1815, por sus ideas revolucionarias contra la metrópolis española, fue un joven de 16 años: el futuro presidente conservador Manuel Bulnes Prieto (1841-1851), comandante en jefe del ejército (1841-1866) e hijo de un oficial hispano. Cuando los realistas escucharon los primeros rumores sobre la inminente llegada del ejército Libertador, que cruzaría Los Andes en 1817, enviaron a la isla a 200 jóvenes de Concepción, entre ellos Bulnes y su hermano Francisco, para impedir que se unieran a las fuerzas patrióticas chileno-argentinas. Varios meses después, cuando las tropas libertadoras se dirigieron al sur, los realistas huyeron de la isla, pero dejaron a los presos abandonados a su suerte. Los jóvenes volvieron al continente en balsas improvisadas y precarias. Unos treinta se ahogaron en la breve travesía, pero entre los sobrevivientes alcanzaron la costa los hermanos Bulnes.

En 1915 Quiriquina sirvió de prisión de guerra para los marinos del buque alemán SMS Dresden, hundido por los ingleses en Bahía Cumberland, isla Robinson Crusoe, durante la primera gran guerra. Tres prisioneros se fugaron, entre ellos el teniente de navío Wilhelm Canaris, futuro almirante y jefe del servicio secreto Abwehr, del período nazi. En 1921 los alemanes abandonaron la isla. 

Entre el 11 de septiembre de 1973 y finales de 1974 fue utilizada como prisión política para cerca de un millar de personas, bajo el control de la marina. Según el Informe Rettig, la Cruz Roja Internacional determinó, en octubre de 1973, que unos 552 presos permanecían en Quiriquina , entre ellos 33 mujeres y 19 extranjeros: 8 brasileños, 4 uruguayos, 3 bolivianos,2 venezolanos, 1 panameño y 1 polaco. Entre los prisioneros más conocidos se encontraban Pedro Hidalgo, Mireya García (ex-vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, AFDD), Santiago Bell (ex intendente de Chillán) y Fernando Álvarez Castillo (ex intendente de Concepción).

Custodiados por la marina, los prisioneros fueron sometidos a severas torturas con aplicación de electricidad, golpes, vejaciones, privación de alimento y agua. Según el informe de la Comisión Valech a las mujeres se las interrogaba desnudas, sometidas a vejaciones y frecuentes abusos sexuales. Los criminales responsables y sus cómplices principales fueron el contralmirante Jorge Paredes Wetzer, Comandante de la 2ª  Zona Naval; el capitán de Fragata Eduardo Young, Subdirector de la Escuela de Grumetes; y el director de la Escuela de Grumetes de Quiriquina, Aníbal Aravena Miranda. 

Santa María, isla-cárcel frente a Lota

A lo largo de sus dos siglos de historia, los gobiernos chilenos de cualquier signo sintieron debilidad por habilitar islas-cárceles para confinar presos políticos y ciertos reos comunes. Un sector de la isla Santa María, a dos horas de navegación en lancha desde Lota o Coronel (Región de Bío Bío), fue habilitado como penal para 300 reos comunes entre 1944 y 1989. El presidio abierto fue clausurado porque abastecerlo y mantenerlo resultaba demasiado caro para el erario. Algunos convictos pudieron quedarse casándose con lugareñas y fundando familias. En mayo de 2000, el dirigente radical José Antonio Gómez, ministro de Justicia de los gobiernos de Eduardo Frei R.T. y Ricardo Lagos, propuso reabrir el penal exclusivamente para reos condenados a cadena perpetua, pero la idea no prosperó.

El territorio carcelario quedó en poder de la marina. En sus 3.200 hectáreas, la isla tiene dos poblados, Puerto Sur y Puerto Norte, dotados de registro civil, escuelas, retén de carabineros y comercios. El lado sur posee agua potable.

 

por Ernesto Carmona Ulloa, Periodista, escritor, dirigente gremial, colaborador de INTERFERENCIA, fallecido en noviembre de 2020.


Corte de Santiago confirma indemnización a víctima de torturas en base naval e isla Quiriquina

Fuente :poderjudicial.cl, 5 de Abril 2021

Categoría : Prensa

Quinta Sala del tribunal de alzada confirmó la sentencia que condenó al fisco a pagar una indemnización de $20.000.000 a Juan Atilio Gajardo Hidalgo, detenido ilegalmente y sometido a torturas en la Base Naval de Talcahuano y en el centro de detención de la Armada en la isla Quiriquina, Región del Biobío, desde noviembre de 1973 y hasta octubre de 1974.

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó la sentencia que condenó al fisco a pagar una indemnización de $20.000.000 (veinte millones de pesos) a Juan Atilio Gajardo Hidalgo, detenido ilegalmente y sometido a torturas en la Base Naval de Talcahuano y en el centro de detención de la Armada en la isla Quiriquina, Región del Biobío, desde noviembre de 1973 y hasta octubre de 1974.

En fallo unánime (causa rol 12.946-2020), la Quinta Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Hernán Crisosto Greisse, Pamela Quiroga Lorca y la abogada (i) Paola Herrera Fuenzalida– confirmó la sentencia atacada, dictada por el Quinto Juzgado Civil de Santiago, que acogió la demanda.

Se confirma la sentencia apelada de veintisiete de julio de dos mil veinte, dictada por el Quinto Juzgado Civil de Santiago”, consigna el fallo del tribunal de alzada.

Decisión adoptada con la prevención del ministro Crisosto Greisse, quien concurre a la confirmatoria “pero declarando que, atendido lo expuesto por la recurrente, estuvo por elevar el monto de la indemnización de perjuicios por daño moral en favor del demandante, a $50.000.000 (cincuenta millones de pesos)”.


Procesan a un exoficial de Carabineros y 3 exoficiales de la Armada por secuestro y torturas a obreros detenidos en la Isla Quiriquina en Talcahuano

Fuente :resumen.cl, 5 de Noviembre 2022

Categoría : Prensa

La ministra en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Yolanda Méndez Mardones, dictó auto de procesamiento en contra de ex coronel de Carabineros, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos perpetrados a partir del 13 de julio de 1974 en la persona de Armando Eugenio Aburto Hermosilla, trabajador de la Compañía de Acero del Pacifico SA, planta Huachipato.

También dictó auto de procesamiento en contra de tres ex oficiales de la Armada, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos al soldador de  ASMAR (Astilleros y Maestranzas de la Armada) Rubén Darío Oñate Alarcón, perpetrados en octubre de 1973, en Talcahuano e Isla Quiriquina.

Por Darío Núñez

En la resolución (causa rol 12-2018), la ministra Méndez Mardones procesó al ex oficial y agente operativo del Centro de Inteligencia Regional (CIRE), Sergio Arévalo Cid, en calidad de autor de los delitos de carácter de lesa humanidad en contra del trabajador siderúrgico, quien estuvo detenido en el Cuartel General de la III División de Ejército, la Cárcel Pública de Concepción y la Isla Quiriquina.

Trabajador de CAP

En la madrugada del 13 de julio de 1974, Armando Eugenio Aburto Hermosilla, entonces de 39 años de edad, fue detenido en su domicilio en calle Bulnes de la ciudad de Concepción. En su casa habitación irrumpió un grupo de agentes del CIRE comandados por José Francisco Puga Pascua (hoy fallecido), que pertenecía al Ejército, ordenándole que entregara todos los documentos del Partido Comunista, y al indicarles la víctima que no poseía tales documentos, le señalaron que estaba detenido.

La estructura del CIRE estaba dirigida por el Jefe de la Tercera División de Ejército y el Jefe de la Segunda Zona Naval, y estaba integrada, además, por diferentes funcionarios de las instituciones castrenses y de orden y seguridad, entre los que se cuenta a integrantes del SICAR (Servicio de Inteligencia de Carabineros), cuyo Jefe de Operaciones era el entonces capitán Sergio Arévalo Cid. Este mismo agente era quien encomendaba las labores de investigación sobre personas contrarias al régimen dictatorial y llevaba a cabo las detenciones con personal a su cargo.

En el presente caso, luego de detener a Armando Aburto Hermosilla, le ponen capucha, lo suben a un vehículo y lo conducen hasta dependencias de la Tercera División de Ejército, ubicada en pleno centro de la ciudad de Concepción, en calle Castellón con O'Higgins. Ya en ese lugar, lo dejaron en un gimnasio ubicado en el interior de ese recinto del Ejército, en donde había alrededor de 70 personas en condición de detenidas.

Para interrogarlo lo llevaron a una oficina, lugar donde le desnudaron y con un instrumento le aplicaron electricidad en las partes más sensibles del cuerpo, en las orejas, en los pezones y también en la zona genital, a través de un conductor eléctrico. Las sesiones de tortura se sucedían cada dos horas, y se prolongaron por cinco días; en el lugar había una radio prendida a todo volumen para que sus gritos no fueran escuchados y hacerle perder la noción del tiempo; asimismo, le hacían colocar las manos sobre la mesa, y cuando comenzaba a dormitar, venía uno de los agentes y por detrás le golpeaba fuertemente con las dos manos en los oídos, método de tortura que se conoce con el nombre de 'teléfono'.

Según antecedentes que obran en la causa iniciada en la época en el Tercer Juzgado Militar de Concepción, tenida a la vista, Armando Aburto Hermosilla fue detenido el 13 de julio de 1974 junto a otras nueve personas, y tras habérsele tomado declaración indagatoria fue ingresado a la cárcel pública de esta ciudad en libre plática, con fecha 19 de julio de 1974. Luego se suspendió la tramitación de dicha causa y los inculpados fueron "dejados en libertad" pero a disposición de la DINA, esto es, detenidos en otros recintos.

El afectado Armando Aburto Hermosilla permaneció prisionero hasta el 8 de abril de 1975, siendo sometido a torturas y apremios ilegítimos en los diversos lugares donde fue recluido: Cuartel General de la III División del Ejército, Cárcel Pública de Concepción, Campo de Prisioneros de Isla Quiriquina en Talcahuano y, finalmente, devuelto a la Cárcel Pública de Concepción.

La ministra Méndez Mardones señala en su resolución: "Que los ilícitos antes reseñados son, además, delitos de lesa humanidad, desde que los hechos punibles fueron perpetrados en un contexto de violaciones graves, masivas y sistemáticas a los Derechos Humanos de las personas detenidas, verificadas por agentes del Estado, que tenían a su disposición todos los medios materiales y económicos para llevar a cabo una política estatal de exclusión, hostigamiento, persecución y/o exterminio de ciudadanos que en fecha inmediata y posterior al 11 de septiembre de 1973 fueron sindicados de pertenecer o simpatizar con el régimen político depuesto por el gobierno militar que asumió el control del país desde la fecha indicada".

En tanto, el procesado Sergio Arévalo Cid se encuentra actualmente recluido en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Punta Peuco cumpliendo condena por otros delitos de derechos humanos, por lo que deberá ser notificado en dicho lugar de este nuevo procesamiento en su contra.

Trabajador de ASMAR secuestrado y torturado en Base Naval, Fuerte Borgoño e Isla Quiriquina

En otra causa llevada por la ministra, dictó auto de procesamiento en contra de tres ex oficiales de la Armada, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos al soldador de  ASMAR (Astilleros y Maestranzas de la Armada) Rubén Darío Oñate Alarcón, perpetrados en octubre de 1973, en Talcahuano e Isla Quiriquina.

En la resolución (causa rol 13-2018, cuaderno O), la ministra procesó a los ex oficiales navales Luis Eduardo Kohler Herrera, José Raúl Cáceres González y Julio Humberto Salvador Alarcón Saavedra, en calidad de coautores de los delitos de carácter de lesa humanidad en contra del trabajador, quien estuvo detenido en el Fuerte Borgoño, la Base Naval de Talcahuano y la Isla Quiriquina.

En la investigación judicial, la ministra Méndez Mardones logró acreditar que Rubén Darío Oñate Alarcón, entonces de 30 años, que se desempeñaba como soldador en ASMAR, fue detenido el día 20 de octubre de 1973, cerca de las 12:00 horas, cuando se encontraba trabajando horas extras en el interior de un buque. En el hecho, fue llamado a cubierta por un Capitán, quien lo escoltó hasta la entrada de ASMAR donde lo esperaba el entonces Capitán de Corbeta de la Marina, Luis Eduardo Kohler Herrera, quien sin razón alguna le propina un culatazo en el pecho y otro que le da de lleno en la ceja derecha, y seguidamente da la orden de subirlo a una camioneta tipo jeep, boca abajo, en tanto que los soldados colocan las botas contra su cuello, y en esas condiciones lo trasladan hasta las instalaciones del Fuerte Borgoño, ubicado en la península de Tumbes.

Ya en el Fuerte Borgoño, el prisionero Rubén Oñate es conducido a una pieza, donde fue interrogado sobre una supuesta visita a Cuba, y como estimaran que el detenido estaba mintiendo, lo golpean ferozmente; acto seguido lo sacan al exterior y lo hacen correr por un camino inclinado, mientras algunos agentes le dan de patadas y una camioneta le pasa por encima de las piernas a la altura de las rodillas. También fue sometido a lo que se denomina 'submarino', consistente en sumergir su cabeza en agua con barro en una especie de laguna que había en el sector, y en otras oportunidades en un tambor con aguas servidas, orina y materia fecal, además de continuar golpeándolo, tras ser reanimado. Adicionalmente fue sometido a un simulacro de fusilamiento, en virtud del cual le vendaron los ojos y le pusieron un arma en la cabeza; asimismo, durante los días que permaneció en el Fuerte Borgoño, no recibió alimentos ni agua.

Tras siete días sometido a vejámenes, fue conducido al gimnasio de la Base Naval de Talcahuano, y después de un par de meses en ese lugar fue llevado a la Isla Quiriquina, donde permaneció hasta el 9 de mayo de 1974.

De igual modo, la ministra consigna en su resolución el carácter de delitos de lesa humanidad cometidos en este hecho. En la causa, la ministra en visita ordenó a la Brigada Investigadora de Delitos contra los DDHH de la PDI, notificar personalmente a los procesados Kohler Herrera y Cáceres González la resolución dictada, mientras que a Salvador Alarcón Saavedra, dicha diligencia será cumplida por funcionarios de Gendarmería, por encontrarse éste recluido en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Punta Peuco cumpliendo condena por otros delitos de derechos humanos.