Cárcel de Mujeres Buen Pastor, Talca


Ubicación:Carlos Schorr Nº 83, Talca Talca VII Región

Rama:Gendarmería

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

De acuerdo a los testimonios de ex presas políticas, el Buen Pastor de Talca fue utilizado como centro de detención preventiva para presas políticas, formado parte de la infraestructura de represión de la región.

La esposa de German Castro (ex intendente de Talca; asesinado el 27 de Septiembre de 1973), quien estuvo detenida en el Buen Pastor de Talca declaró: “..diariamente pasaban mujeres por la Cárcel, eran interrogadas y torturadas, permanecían por días y luego eran liberadas…”.

 

Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Libro: “Labradores de Esperanza”; Informe Valech; Memoriaviva;


Golpe de Estado y represión en Linares

Fuente :Libro: “Labradores de la esperanza”, CODEPU – DITT-T, 1992

Categoría : Otra Información

El Golpe Militar en esta ciudad fue tan sorpresivo como en el resto de la región. Un testigo nos contó:

"El día 11 andaban los militares en las calles, pero no hacían nada, después, tomaban gente presa. Junto con los milicos se veían alemanes, estamos seguros que eran los de la Colonia Dignidad."

"Los militares se habían apoderado desde el mismo día 11 de la ciudad, los civiles de derecha andaban con ellos y delataban a los partidarios de Allende. sin importarles quiénes eran."

Elsa Campos, abogada, nos relató:

"En esa época yo iba de la Cárcel a la Escuela de Artillería, una y otra vez, a preguntar por diferentes personas. Vi a cientos de detenidos. Hubo gente a la que sólo detuvieron por algunos días. Yo no sé qué les harían ni qué les dirían, pero luego, al ser liberados, no querían hablar de nada ni con nadie. Al tercer día del Golpe empezó a llegar mucha gente a la Intendencia a pedir ayuda, porque no sabían lo que pasaba e ignoraban el paradero de algún familiar."

El día 12 de septiembre el diario local. El Heraldo, publicó el Bando Nº1 de la Jefatura de Plaza de la Provincia, firmado por el Coronel Gabriel del Río como Intendente y Jefe de Plaza. Se daban las siguientes instrucciones a la ciudadanía:

"1.- Queda prohibida terminantemente toda reunión en la vía pública, de cualquier índole que ésta sea.
2.- Todas las reparticiones, empresas, fábricas, industrias, sector agrícola, etc., sean públicas o privadas, deberán continuar sus labores en forma normal.
3.- Se aplicará en forma estricta la Ley No. 17.798 sobré control de armas y explosivos, quedando suspendidos los permisos correspondientes."

El Bando Nº 9, publicado el día 15 de septiembre por el diario El Heraldo, se refería a los activistas y agitadores marxistas como personas que estarían convenciendo a los campesinos que la Junta Militar de Gobierno los despojaría de sus propiedades y derechos. Esto fue calificado como rumor subversivo anunciándoles rigurosas sanciones, las que en caso de resistencia y enfrentamiento alcanzarían la pena de muerte. Decía el texto:

"Los campesinos deben trabajar tranquilos"… deben denunciar de inmediato a quienes los estén incitando contra la autoridad (…) si no. se exponen a ser considerados subversivos, en igualdad de condiciones a los provocadores y por lo tanto sufrirán las mismas sanciones que éstos.

Belarmino Antonio Sepúlveda, campesino de sólo 20 años de edad en 1973, Presidente de un sindicato agrícola en la comuna de Yerbas Buenas y militante del MIR, nos relató:

"El día del Golpe fui a Linares a tratar de juntar a la gente. Les dije que se fueran a Yerbas Buenas. El día 16 de septiembre hicimos una asamblea, los militares aún no habían llegado al campo, pero al día siguiente aparecieron. Un grupo de 17 compañeros decidimos irnos a la cordillera, por la zona de Colbún, a esperar los acontecimientos. Sólo llevábamos cajas de conservas y algunos alimentos, no teníamos armas. Arriba estuvimos hasta el 8 ó 10 de octubre: cuando vimos que nada pasaba, que la Unidad Popular había sido derrotada, decidimos volver. Algunos fuimos detenidos pocos días después."

El 20 de septiembre de 1973 la prensa local informó por primera vez sobre detenciones de personas como resultado de diligencias y acciones militares. Según el Bando Nº 21 con fecha 18 de septiembre de 1973, las detenciones se habían realizado contra personas que:

"a) Han cometido acciones ilegales(…) especialmente en la tenencia de armas y atentado contra el orden público, o de quienes se tiene antecedentes fundados para estimar que pretenden hacerlo a futuro.
b) Han infringido los Bandos dictados por la Junta Militar de Gobierno y/o Jefatura de Plaza."

Bajo el título "EXTREMISTAS U.P. PENSABAN ATACAR LA ESCUELA DE ARTILLERÍA ", el día 23 de septiembre El Heraldo publicó las conclusiones a las cuales las autoridades militares habían llegado después de 10 días de intenso trabajo:

"Los extremistas de la U.P. tenían una organización paramilitar que abarcaba las provincias de Cuneó, Talca y Linares. El comando estaba dirigido desde la Intendencia de Talca.(…) Se descubrieron planes para atacar a la Escuela de Artillería de Linares.(…) Personas extremistas de la U.P. habían planeado el asesinato de Jefes, Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, como también de políticos de los Partidos Democráticos (…) Se tiene conocimiento que pequeños grupos de extremistas han recorrido algunos asentamientos buscando apoyo.(…) En los allanamientos que se han llevado a efecto en casas particulares, en poblaciones y viviendas campesinas, las patrullas militares han encontrado: a) una gran cantidad de armas, b) enormes cantidades de artículos de primera necesidad."

Varios testigos relataron que, a partir del día 17 de septiembre, los militares llegaron al campo. Entre ellos habían civiles de derecha:

"Llegaban en patrullas, en dos o tres jeep, como comandos de guerra, actuaban como perros. A los campesinos de los asentamientos más identificados con la UP los sacaban de sus casas, los golpeaban, los ponían contra la pared con toda la familia, allí los amenazaban a gritos y a veces, sin preguntar nada, les decían que los matarían. A algunos los desnudaban y vejaban y al cabo de algunas horas se iban. Estas acciones provocaron pánico entre la gente, algunos lloraban. El miedo los hizo encerrarse en sus casas, no salían ni se comunicaban entre sí."

El día 25 de septiembre de 1973, bajo el título "130 DETENIDOS EN LINARES". El Heraldo dio a conocer extractos de una conversación de este diario con el Intendente, Gabriel del Río:

"Hemos allanado todas las partes denunciadas. Lo seguiremos haciendo en todos los lugares que sea necesario, donde exista una incorrección.(…) Son más o menos 130 los detenidos en Linares y se continuará aprehendiendo a todas las personas que sea necesario(…) El Coronel del Río confirmó que en la provincia hay muertos, como consecuencia de la resistencia que han prestado a las Fuerzas Armadas, aunque no especificó su número. Al mismo tiempo informó que no han existido fusilamientos. Las personas aprehendidas están en un anexo de la Cárcel Pública. Para los interrogatorios correspondientes son trasladados a la Escuela de Artillería. No todos están incomunicados. Algunos se encuentran en libre plática. El Intendente y Jefe de Plaza destacó que resultaba sugerente que aquellos adictos al ex gobierno, que eran dirigentes, ahora aparezcan como los más abatidos. En cambio, aquel individuo concientizado, que trabaja en la sombra, es el más duro y resuelto. La autoridad militar dio a conocer su preocupación por la situación actual del lugar pre cordillerano de Sierra Maestra, donde se estima existen numerosos extremistas refugiados."

Las personas detenidas en Linares fueron llevadas en su mayoría a las Comisarías o Retenes de Carabineros del sector. En muchas oportunidades fueron los mismos carabineros los que efectuaron la detención y el allanamiento de las casas.

En otras oportunidades el arresto fue practicado por militares, los que a veces entregaron a los detenidos a las comisarías del sector. Durante su permanencia en las comisarías los presos, especialmente los campesinos, fueron torturados, como lo informa Juan Ayala (1) de Villa Alegre:

"El mismo día 11 o al día siguiente, centenares fuimos detenidos. Junto a Rubén Peñaloza, Manuel Rodríguez, Juan Méndez, fuimos llevados primero a la Comisaría de Villa Alegre; allí nos amenazaron mucho y nos dijeron que nos iban a fusilar. Así lo hicieron, pero no fue de veras… estábamos desesperados. Al cabo de algunas horas nos trasladaron a la Comisaría de San Javier, donde nos interrogaron los detectives, nos preguntaban por las armas que no teníamos y nos amenazaban, nos pegaban y vuelta a amenazar. Me amarraron a una silla con los ojos vendados y durante 3 días me tuvieron así, sin darme nada de comer, ni agua ni nada. Posteriormente me trasladaron a la Escuela de Artillería de Linares, donde comenzó la verdadera tortura."

Escuela de artillería de Linares

La Escuela de Artillería de Linares, según relata la mayoría de los presos de esa época, fue el centro de interrogatorio y tortura profesionalizado por excelencia. Allí la gente era trasladada desde las Comisarías, Retenes o Cárceles locales y permanecía horas, días o meses.

"Pero no fue un centro de detención propiamente tal. Era un lugar donde nos interrogaban, nos torturaban y luego nos devolvían a la Cárcel.

"La Cárcel estaba llena de presos, teníamos que dormir apilados, habíamos más de 600 personas. Yo creo que recién en ese momento comenzamos a tomarle el peso al Golpe de Estado, allí no torturaban físicamente, pero nos amedrentaban a cada rato. Estuve 20 días, después me trasladaron a la Escuela de Artillería para ser 'incomunicado'."

En la Escuela de Artillería de Linares.

"Había una sala grande a la que llegaban todos los detenidos. En unas vitrinas, igual que un museo, tenían banderas, libros, papeles, algunas armas, como si fueran trofeos. Los milicos habían destinado una sala por partido; los carabineros interrogaban a los socialistas, los detectives a los miembros del MIR, los milicos a los comunistas. Allí dividían a los presos en dos grupos, los que se iban 'incomunicados' y los que se iban a la Cárcel en libre plática."

"Los detectives habían sido trasladados desde la unidad de San Javier a Linares, para encargarse especialmente del proceso contra el MIR. El encargado era Héctor Torres. Participaban también en los interrogatorios y Tortura los detectives Nelson Mery, Espinoza, Oliveros y Volta.

"En la Escuela uno entraba por un pasillo a una salita chica. Al entrar lo primero eran los golpes y puntapiés. En una pared tenían un organigrama del MIR, con varios espacios en blanco, se notaba que querían llenarlo completo para tener toda la información; parece que esa era la sala de idiomas, porque habían unas casetas chiquititas donde cabía una persona. Allí mismo nos metían a nosotros y nos daban golpes y más golpes. Diariamente llegaban entre 20 y 35 personas para ser interrogadas, las que se iban rotando. En otras ocasiones, nos llevaban a otras salas para que escucháramos cómo se torturaba a otras personas."

Otro testigo, Gilberto Alegría, nos dijo:

"Luego de mi detención me llevaron a la Escuela de Artillería de Linares, me introdujeron a una especie de salita de cine donde me torturaron en presencia de otros presos."

Por el relato de otro prisionero político, que fue trasladado numerosas veces a la Escuela de Artillería de Linares, pudimos reconstituir en parte su estructura y los lugares donde se interrogaba y torturaba, así como algunas salas donde se vio por última vez a gente que está desaparecida.

La Fiscalía Militar funcionaba al interior de la Escuela de Artillería de Linares. El Heraldo del día 28 de septiembre de 1973 publicó como noticia principal: "A 183 se elevó ahora el número de detenidos en Linares desde los sucesos del 11 de septiembre.(…) La información fue proporcionada por el Jefe de Plaza e Intendente, Coronel Gabriel del Río. Respecto al funcionamiento de los Tribunales Militares, señaló que ellos aún no entran en actividad..) En la actualidad se está en la etapa de investigación, interrogando a los detenidos, careándolos, conociendo sus conexiones, para luego, de acuerdo a su culpabilidad, realizar el sumario respectivo y el juicio."

Según El Heraldo del día 30 de septiembre de 1973, el Coronel del Río señaló:

"Continúan en forma permanente las diligencias tendientes a lograr la aprehensión de extremistas (…) Las fuerzas militares han tenido la cooperación de maquinarias especiales para hacer zanjas y socavar tierra en busca de armas."

Bajo el título "OPERATIVO MILITAR EN SIERRA MAESTRA", el día 3 de octubre El Heraldo dio a conocer lo siguiente:

"Desde las tres de la madrugada de ayer se está realizando un operativo militar en el sector de Sierra Maestra, lugar precordillerano, ubicado al interior de Longaví. La acción tiene por objeto la búsqueda de extremistas que estarían refugiados allí.(…) Para estos efectos, varias familias que viven en las inmediaciones del sector, debieron ser evacuadas.(..) La decisión de realizar un inmediato operativo con los fines señalados, la adoptaron las autoridades militares luego que a principios de esta semana arribaron a Longaví desde Sierra Maestra tres tractores con numerosas personas, a objeto de abastecerse de comestibles. Ello extrañó a Carabineros, por cuanto habitualmente bajaba un solo tractor. Todas las personas fueron detenidas, entre las cuales había 7 miristas…) En Sierra Maestra se estima que desde hace varios años funciona una escuela de Guerrilleros."

Frente a esta información, investigamos dirigidamente sobre el lugar denominado "Sierra Maestra'. Según Belarmino Sepúlveda, el lugar conocido como'Sierra Maestra' era un asentamiento tipo CERA en el fundo Vega de Salas que había sido expropiado por la CORA. Existía un sindicato, 'Arnoldo Ríos' y si bien la mayoría de los campesinos pertenecía al MIR, allí no existía ni hubo nunca armas, ni preparación guerrillera y la prueba es que los propios campesinos bajaron en tractores a Longaví a los pocos días del Golpe.

CONTINÚAN LOS OPERATIVOS MILITARES publicó El Heraldo (día 13 de octubre de 1973, agregando como detalle:

"Se estima que muchos personajes del anterior gobierno alcanzaron a huir con armas y pertrechos bélicos, los que aún no han sido habidos. Por otra parte, con respecto a la situación del Campamento 'Sierra Maestra', ubicado al interior de la cordillera, también se han continuado realizando operativos, con resultados no del todo positivos, ya que no se pudieron ubicar armas, deteniéndose sólo a algunos elementos extremistas" (Nota 1)

3. Tortura

Cientos de personas fueron torturadas. Algunos por carabineros, otros por detectives y la gran mayoría por militares de la Escuela de Artillería de Linares.

El encargado de los interrogatorios desde un principio fue el Director de la Escuela de Artillería, el Coronel Gabriel del Río Espinoza, después lo reemplazó un militar que se hacía llamar Comandante Cabezas".

"El Teniente Díaz, era el más joven de los torturadores, el más bruto, gozaba pegándonos, a veces pegaba por puro gusto," nos relataron.

Otros funcionarios nombrados fueron: Temístocles Montecinos, quien fue visto una vez por una de sus víctimas como agregado militar en Ecuador, y un Sargento Primero de apellido Aguilar, quien coordinaba todos los interrogatorios. Era integrante del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

Viviana Montecinos (2) , en esa época de 17 años, relató su primera detención por detectives el día 19 de septiembre, con el objeto de interrogarla sobre Alejandro Mella, actualmente desaparecido:

"Yo había salido a comprar, estaba en el negocio de la esquina, cuando la dueña me dijo que algo raro pasaba en mi casa. Me asomé y vi la camioneta grande y de doble cabina de los detectives, parada en la puerta. Habían aproximadamente ocho detectives, reconocí a dos de los 'tiras'. Oliveros y Espinoza. La dueña del negocio no quería que yo fuera para la casa, pero los 'tiras' ya me habían visto y uno me fue a buscar y me tomó presa. Cuando llegamos hasta donde estaba la camioneta vi que dentro de ella, ya estaban mis dos hermanos y un amigo."

"Cuando llegamos al Cuartel me dejaron en una sala, sentada en una silla, con las manos esposadas en la espalda. Luego comenzaron a interrogarme."

"Después de un rato, uno de los detectives dijo que había que cambiar de 'tratamiento'. Abrió una puerta y vi una sala con piso de cemento; estaba mojado, habían aparatos para poner corriente eléctrica, churros de goma y otras cosas. Dos tiras me dijeron que iban a traer a otro testigo y salieron. Se quedó Oliveros conmigo, quien me dijo: 'esto no es chacota, hay que cooperar.' También recuerdo que había unas bolsas con arena mojada, entonces me comenzó a hablar con tono amenazante. En un momento me dijo '¡¿que te créis cabra de mierda, que nosotros somos huevones?!', yo le contesté: 'no, ¿por qué voy a creer que ustedes son unos concha de su madre?' y comenzó a darme golpes en la cara y después a golpearme en la cabeza con la bolsa de arena. Comencé a llorar por el susto, él salió y después de un rato llegó con Francisco Sancho, el 'Panchulo', que ya llevaba algunos días preso y se veía muy mal. Oliveros me clavaba algo en las cejas, creo que, alfileres."

Fue tanto el dolor y angustia de Viviana ante la tortura que, en un momento, pensó suicidarse.

Guillermo Belmar (3) nos relató con dificultad la tortura que sufrió en la Escuela de Artillería de Linares:

"Yo fui detenido el 13 de septiembre en Parral, me llevaron a la Cárcel de la ciudad. Ahí en verdad no me torturaron, sólo me humillaron y me amenazaron, el verdadero sufrimiento empezó cuando fui trasladado a la Escuela de Artillería de Linares. Al llegar, me tuvieron hincado con las manos en la nuca por horas… fue algo terrible. Luego empezó el interrogatorio, se notaba que estaban preparados para hacerlo y tenían mucha información. Vendado. desnudo, recibía golpes y electricidad. Cuando no daba más me dejaban incomunicado por horas, a veces por días. Tres meses duraron las sesiones de tortura, yo estaba al borde de la muerte, todo fue horrible… pero lo más macabro y que nunca he podido olvidar, tal vez porque no logro comprender el grado de perversión que habían alcanzado estos militares, fue una escena macabra que nos obligaron a presenciar, la tortura de dos dirigentes de la CUT (4), un hombre y una mujer.

Los tenían parados frente a frente, desnudos, y todos nosotros obligados a mirar, se les aplicó corriente en todo el cuerpo y luego en sus bocas, de tal modo que en esos espantosos momentos los hacían aparecer como si se besaran. Esa escena no la he podido olvidar jamás."

Refiriéndose a la tortura que recibió en la Escuela de Artillería de Linares por parte de Investigaciones, Belarmino Sepúlveda nos contó:

"Cuando me torturaron, me sacaron las uñas de las manos, me pusieron electricidad en todo el cuerpo, me amarraron a una escalera, desnudo, y me golpearon, me colgaron con cadenas. Otras veces nos llevaban a los puentes, con la vista vendada y nos dejaban colgando amarrados con cadenas."

"Al principio, los días lunes los torturadores llegaban borrachos y se lo pasaban encerrados en los baños, vomitando. Después, se empezaron a drogar. ahí ya se pusieron más salvajes. Además eran 'importados' desde San Javier, los trajeron especialmente para realizar la investigación contra el MIR. El tira más grande, el que nos pegaba más fuerte, siempre nos decía: 'ya pues cabritos, ustedes quédense con el Pueblo y la Conciencia, pero los fusiles me los pasan a mi."

Otro preso político de los primeros días, Ricardo Rebolledo Miranda, nos relató la experiencia vivida y la participación de investigaciones, que interrogaba y torturaba en la misma Escuela.

"El 16 de Septiembre fui a mi casa a buscar ropa, recuerdo que era cerca 'de mediodía, como a los 30 minutos llegaron los detectives y me detuvieron. En el Cuartel de Investigaciones estuve dos días declarando, no me torturaron, me preguntaban por Jaime Torres y Jorge Yáñez."

"El 18 me trasladaron a la Escuela de Artillería, conmigo estaban Carlos Villalobos que era ex diputado y don Jorge Molina, a ellos se los llevaron a una sala exclusiva para interrogar a dirigentes. Estuve parado todo el día, en la tarde me llevaron de nuevo a la Cárcel, en donde estuve hasta mediados de octubre. Un día me llevaron a la Escuela de Artillería, me hicieron pasar a una sala donde habían dos encapuchados con buzos, me obligaron a desnudarme y a acostarme en el suelo sobre unos sacos paperos mojados. Me iban a poner electricidad, cuando llegó un detective, de apellido Never, y algo le dijo a los encapuchados, entonces uno de ellos me dijo: 'ya huevón, vístete, tu estás reservado para después.' De ahí me llevaron de nuevo a la Cárcel de Linares."

"Un mes después, fui citado a declarar a la Fiscalía Militar, que funcionaba en la misma Escuela, me llevaron en un camión de milicos. Cuando llegamos me hicieron sentar en una banca, al rato salió Never, me llamó y me hizo entrar en una sala, de inmediato me comenzaron a golpear él y otro tira de apellido Volta, me estuvieron dando como media hora. Cuando pararon me dijeron que 'cantara' lo que sabía. Tenían todos mis antecedentes, me preguntaban por Jaime Torres, Jorge Yañez y Miguel Enríquez, mientras me daban golpes en las manos con una regla. Así estuvimos desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche. Al otro día los mismos tipos me sacaron de donde estaba durmiendo, con un churro de goma comenzaron a pegarme en el cuerpo, me obligaban a contar los golpes, recuerdo haber llegado hasta 167, después no me pegaron más."

El testimonio de Silvia Sepúlveda, muestra el tipo de reclusión y tortura que sufrieron las mujeres detenidas en Linares, entre las cuales hay una desaparecida: María Isabel Beltrán. Silvia dijo:

"Salí llamada en el Bando Nº 5, junto a los diputados y dirigentes de las Federaciones Campesinas, gerentes de industrias, empleados particulares y dos mujeres: yo y Milenka Cañete. A mi padre lo habían tomado de rehén para que yo me presentara. En esa época yo estaba embarazada de mi primer hijo. El día 22 de septiembre a las cinco de la tarde me presenté en el Buen Pastor. por recomendación de Monseñor Salinas. A la Madre Superiora le expliqué mi situación, le conté que yo había sido dirigente de la Acción Católica Rural y después dirigente campesina y que estaba siendo llamada por los militares. Entonces ella llamó a la Escuela de Artillería de Linares diciendo que yo estaba allí: en cosa de minutos llegaron 3 jeeps de militares, me dijeron: "tú sabes muchas cosas que tendrás que contamos. Si te portas bien no te pasará nada.' Me preguntaron por Anselmo Cancino,' no les respondí, me mandaron de nuevo al Buen Pastor incomunicada. Cuando sentía frío, saltaba, cantaba y trataba de no pensar en lo que estaba pasando. Al cabo de 42 días me llevaron nuevamente a la Escuela de Artillería de Linares, allí me dejaron sentada en una sala, donde se sentían gritos y lamentaciones."

Cuando llamaban a Silvia, la interrogaban sobre su embarazo y le hacían amenazas referidas al tipo de hijo que ella tendría. La ofendían duramente:

"Me fueron sacando la ropa a golpes hasta dejarme desnuda. Eran 7 hombres y me preguntaban si me daba vergüenza, yo los miraba… me daba pena, rezaba en silencio y pensaba en cuando crucificaron a Jesús. Se enfurecían y me decían, "tú estabas, preparada para ésto. Al final yo escupía pura sangre y todo mi cuerpo estaba machacado: cuando llevaba 58 días incomunicada me pasaron a libre plática. Había muchas mujeres detenidas y seguían llegando más."

Durante el año que Silvia estuvo presa en el Buen Pastor, más de 100 mujeres pasaron por ahí, "entre ellas habían muchachas muy jóvenes, menores de 17 años, a quienes los militares luego de destruirlas psicológicamente usaron de delatoras.

Claudio Lecaros Carrasco, Mayor de Ejército, Gobernador del Departamento de San Javier de Loncomilla, desde septiembre hasta noviembre de 1973. y que permaneció luego en la Escuela de Artillería de Linares con el cargo de Capitán, declaró el 9 de septiembre de 1976, en el Juzgado de Letras de Mayor Cuantía de Linares, en el curso del proceso llevado por el desaparecimiento de Alejandro Mella:

"Debido a la gran cantidad de personas, que diariamente eran presentadas para determinar su responsabilidad política y de participación en tomas de fundos y diversos actos públicos en los cuales se produjeron desmanes, es imposible recordar personas y nombres específicos; ya que al reanudar el puesto de oficial de seguridad en el mes de diciembre, diariamente me correspondía chequear los antecedentes de más o menos 150 personas diarias y clasificar si podían volver a sus hogares o que fueran interrogados por personal especializado; si había motivos, se remitían los antecedentes al señor fiscal y pasaba a Consejo de Guerra a la persona en este caso acusada."

Como vemos, el arma represiva principal fue la tortura, realizada en diversas formas, con mayor o menor duración de tiempo, dirigida a una persona determinada o en forma masiva sobre toda la población, especialmente a sectores campesinos. Podemos afirmar que en esta provincia nadie que fuera partidario del gobierno de la Unidad Popular o que hubiera participado en el proceso de reforma agraria, dejó de recibir algún tipo de amenaza o tortura. La gran mayoría pasó por detenciones de horas, días, meses o incluso años. o sufrieron en sus propios campos, donde vivían junto a sus familias, la amenaza, los allanamientos y la tortura.

A través de los testimonios se confirma la preparación previa, especialmente de los militares, para hacer uso de diferentes formas de tortura física o psicológica, aprendida, perfeccionada, refinada.

A causa de la represión por las fuerzas armadas, por los patrones o por la dictación de las leyes que pusieron fin al proceso de reforma agraria, una gran parte de la población de esta provincia fue expulsada de su trabajo y de los fundos donde vivían, solos o con su familia completa. El caso de Juan Ayala se repite innumerables veces: una vez detenido, el patrón desalojó del fundo a su esposa con sus ocho hijos, el mayor de 17 y el menor de 3 años.

Muchos campesinos fueron expulsados de sus parcelas en los asentamientos o en los centros de reforma agraria; otros fueron trasladados a otras zonas con el fin de dispersarlos. Así, una gran parte de la población quedó marginada, cesante, sin saber para dónde ir ni cómo subsistir.

Luego del Golpe, y en los años que siguieron. Linares quedó vigilada.

Elsa Campos así lo revive:

"Perdí muchos amigos, fue como si toda la ciudad hubiera quedado en silencio, todos desconfiaban de los demás. Nadie hizo nada, quedaron como adormecidos, encerrados en sus casas, asustados."
Todo fue destruido, las organizaciones sociales, las estudiantiles. La mayor cantidad de detenidos tenía que ver con el agro."

Otros testigos relatan:

Sólo la Iglesia y, en tomo a ella, grupos de derechos humanos empezaron a alzar su voz. Sin embargo, la voz de la gente común comenzó a oírse recién uno o dos años del fin de la dictadura militar. En la época de las protestas ni siquiera hubo marchas como en tantas otras ciudades de Chile. Todavía en Linares persiste algo de miedo y de desconfianza."

Un ingeniero agrónomo que trabajó muchos años en la zona de Longaví en la época de la dictadura, relató:

"Los campesinos no hablaban nada del pasado. Como si los años en que vivieron el proceso del reforma agraria, no hubieran existido. No sé si será por temor o porque ya no creen mucho en nada."

Sin embargo, en una conferencia de prensa del día 1° de diciembre de 1973 el Intendente Gabriel del Río señaló que: "La provincia se encuentra en estos momentos bajo una normalidad absoluta. Es necesario mantener el toque de queda por los antecedentes que existen, (…) 'el paciente está salvado pero aún no se ha dado de alta' (…) en relación a los detenidos políticos, (…) todos ellos están sometidos a proceso (…). Los tribunales militares están trabajando a jomada continua (…). En cuanto a la situación en el agro, (…) la política oficial del gobierno al respecto aún no ha sido definida (…). Es posible que se asigne la tierra en forma individual." (El Heraldo, 2.12.73)

Los nueve detenidos desaparecidos: su detención, su desaparecimiento y sus vidas.

Entre los meses de septiembre de 1973 y junio de 1974, fueron detenidas y hechas desaparecer 9 personas, 8 hombres y 1 mujer.

José Gabriel Campos Morales

Era obrero agrícola y presidente del Sindicato Agrícola "Moisés Huentelaf, que agrupaba a los trabajadores del fundo San Gabriel de Linares. Pertenecía al Movimiento Campesino Revolucionario. Trabajaba muy cercano a Anselmo Cancino, del cual era además su amigo y compañero.

Tenía 26 años al momento de su detención, el 18 de septiembre de 1973, a las 8.30 de la mañana, en su casa ubicada en el propio fundo San Gabriel. Era casado, tenía tres hijos y su mujer, María Elizabeth, estaba embarazada de seis meses cuando se lo llevaron.

Le decían el 'Chupalla Campos', por su característica de no sacarse nunca su sombrero de campesino.

María Elizabeth nos relató las que fueron sus experiencias luego del Golpe, hasta la detención y desaparecimiento de José:

"El día 11 de septiembre, muy temprano habíamos llevado al Hospital a nuestro hijo menor que estaba con bronconeumonía. Veníamos en taxi de vuelta a nuestra casa, que estaba en el asentamiento, cuando en la carretera nos atajaron los militares. José se bajó del auto, se identificó como dirigente y nos dejaron pasar. Cuando llegamos vimos como a veinte militares que entraron a la casa como 'peucos envenenados', hicieron tira los muebles y hasta levantaron las tablas del piso. Afuera se ensañaron con todos los animalitos que teníamos. Según ellos, buscaban armas. Como no encontraron nada, se tuvieron que ir."

"Volvieron el 18 de septiembre muy temprano. Ese día José me había dicho: "vieja, hagamos unas empanadas' y yo le respondí contenía, "ya'."

"Le había hecho para el desayuno un bistec con dos huevos, y él me pidió un mate con 'guarisnaque' (aguardiente), yo me enojé porque no me gustaba que tomara, pero igual se lo preparé. Mi suegro estaba en la cocina."

"Vi llegar un jeep con 2 militares, yo le dije asustada, 'viejo, los militares', él me respondió 'no me niegues, di que estoy acá'. Salí a la puerta y les pregunté que qué querían. Me preguntaron si allí vivía don José Campos Morales, les respondí que sí, entonces salió él masticando todavía, me pidió el carné de identidad, se lo pasé, se subió al jeep y partieron. Mi suegro ni se enteró cuando se llevaron a su hijo. El mate, quedó, no alcanzó a probarlo."

Eran militares pertenecientes a la Escuela de Artillería de Linares. Ellos lo condujeron a la Cárcel, donde permaneció incomunicado durante 8 días, al cabo de los cuales fue trasladado a su casa a buscar ropa. Estaba amarrado y era escoltado por unos veinte soldados, fuertemente armados. Luego lo llevaron nuevamente a la Cárcel, pero al día siguiente, cuando su esposa fue a preguntar por él, se lo negaron y ella no volvió a verlo nunca más.

La Comisión de Verdad y Reconciliación, en el transcurso de su trabajo en esta Región, recibió el testimonio de un funcionario de Investigaciones ya retirado, que asegura haber visto a José Campos Morales en la Comisaría de Investigaciones de Constitución en noviembre de 1973. Este detective también estaba detenido y estuvo con José, quien le dio su anillo cuando se lo llevaron.

Alejandro Robinson Mella Flores

Tenía sólo 19 años cuando desapareció. Muy delgado y alto, con largos bigotes. Sus amigos lo describen tranquilo, sereno, calmado, muy seguro de sí mismo. Estudiaba sociología en la Universidad de Concepción y llegó con un grupo de estudiantes para realizar trabajos voluntarios de verano en Linares. Alejandro fue uno de los que decidió quedarse para trabajar con los pobladores del Campamento Luciano Cruz. Era militante del Movimiento de Pobladores Revolucionarios.

En cartas escritas a su madre y hermana para explicarles el porqué se quedaba en Linares, repite varias veces que se siente feliz y que encuentra más importante trabajar con los pobladores que seguir estudiando. En ellas les expresa además su gran cariño. "Piense -le dice a su madre-, tan sólo que soy feliz y que la recuerdo a cada instante, a cada minuto." A su hermana le escribe: "…trata de comprenderme y ponte en mi lugar. Tengo un deber y una lucha y con esto no hay sentimentalismo ni nada, tan sólo lo que uno siente y hace."

Fue detenido por funcionarios de Investigaciones el día 19 de septiembre a las cuatro de la tarde. Fue trasladado al Cuartel de Investigaciones y al día siguiente fue llevado a la Escuela de Artillería de Linares. Ahí permaneció hasta el 25 de diciembre, fecha en que fue llevado a la Cárcel Pública para firmar su libertad condicional.

Desde el día 27 en la mañana, los otros prisioneros no volvieron a verlo.

Durante su detención fue visto en numerosas oportunidades por Viviana Montecinos y su hermana, ambas detenidas junto a él, "lo vi por primera vez en el Cuartel de Investigaciones, lo tenían esposado, estaba muy golpeado y tenía un corte en la nariz.

Delante de mí le siguieron pegando."

En diciembre de 1973, Viviana volvió a ver a Alejandro en la Escuela de Artillería de Linares: "cuando lo vi, al parecer él ya sabía que lo iban a matar. Los detectives que lo habían llevado a firmar su libertad le habían dicho que era el final. Cuando me divisó pasó la mano por el cuello, haciendo este gesto para decírmelo… Andaba con una chomba azul marino, jeans azules, zapatos café tipo mocasín, sin cordones. No lo voy a olvidar."

Rubén Bravo Bravo

Tenía 55 años al momento del Golpe. Era agricultor y militante del Partido Socialista. Fue detenido del 20 de octubre de 1973 en la localidad de Pillay, por una patrulla militar perteneciente a la Escuela de Artillería de Linares.

En dicho recinto fue visto por última vez en muy malas condiciones físicas.

Sobre Rubén, no hay mayores antecedentes pues su familia no ha presentado denuncia alguna. Cuando la Comisión de Verdad y Reconciliación se constituyó en Linares, un amigo de Rubén entregó datos y dejó inscrito el nombre de un testigo, el cual no se presentó. Sin embargo, la Comisión consideró este caso con convicción, por las características de su detención y ulterior desaparición.

Anselmo Antonio Cancino Aravena

Nació el 8 de noviembre de 1947 en la localidad de Yerbas Buenas, tenía 27 años. Era casado y obrero agrícola. Presidente del Consejo Comunal Campesino, Secretario de la Federación "Nuevo Horizonte" de Linares, la que estaba afiliada a la Confederación "Unidad Obrero-Campesina" de Santiago. Era vocero del M.I.R. y dirigente regional del Movimiento Campesino Revolucionario.

Su padre, José del Carmen Cancino Yáñez, nos contó lo siguiente:

"Vivíamos en el asentamiento Santa Amalia de Yerbas Buenas, Anselmo tenía una chacra de una hectárea, donde cultivaba porotos y ají, además tenía una yegua para el arado. Cuando salió elegido dirigente vendió todo y se fue a estudiar a Santiago sobre el campesino y su situación."

"Cuando volvió, fui a buscarlo a la estación. Encontré un joven de ciudad, con una revista en las manos, no lo conocí. Había aprendido cosas nuevas, especialmente sobre el derecho de los apatronados. De todas partes venían a buscarlo para que ayudara a arreglar problemas con los patrones: recuerdo una vez que obligó a un patrón de un fundo de Panimávida a pagarle los sueldos atrasados a sus inquilinos."

"Después fue al sur, a trabajar con los mapuches. Estuvo poco tiempo. Cuando volvió, los patrones comenzaron a desconocer su calidad de trabajador y dirigente campesino, así es que fue a la Inspección del Trabajo de Linares y sacó un certificado. Andaba siempre con él."

"Me respetaba mucho, una sola vez peleamos, fue por la venta de una carreta. Mi esposa se enfermó y él vendió la carreta, tuve un disgusto por eso. discutimos mucho, pero esa fue la única pelea que yo recuerdo"

"Era mi regalón, siempre yo le pasaba papeles y libros para que estudiara, todo lo leía, era muy preparado. Yo era socialista, pero no cerrado, y sabía que mi hijo era mirista, nunca discutimos por eso, lo principal era que ambos luchábamos por los nuestros"

Silvia Sepúlveda, quien era su compañera y tuvo, mientras estaba prisionera, un hijo de él, recuerda que lo conoció en 1968.

"El ya era Secretario General de la Federación Nuevo Horizonte. En esa época era del Partido Socialista. Me impresionó por su sentido de la realidad, hablaba como un campesino que conoce las cosas. Era sencillo para expresarse, pero tenía un vocabulario muy rico, me llamaba la atención por su afán de superación. Era bajito, delgado, ojos café, de mirada muy viva y expresiva. Observaba y luego hablaba y siempre decía lo justo y necesario. No era muy agitador. Era más político, estudiaba los problemas, pensaba en las causas y en lo que se podía hacer. Iba como planificando todo, además era muy fino para tratar a las mujeres, decía que no era de revolucionario hablar con garabatos. Según él, todo se lo debía a su padre, que siempre lo había hecho ver la realidad."

"Se había casado a los 17 años y ya tenía 3 hijos. Había terminado la básica y continuó estudiando por su cuenta, escribía y se empeñaba en tener buena letra. Siempre decía que el campesino no se daba cuenta de su miseria y que además defendía a sus patrones. Se rebelaba ante tanto sometimiento, para ellos lo que decía el patrón era sagrado."

"En junio de 1972 nos hicimos pareja. Me costó, porque yo era amiga de su esposa y además muy católica. Nos fuimos a vivir al Campamento Luciano Cruz, donde teníamos una mediagua."

Algunos compañeros lo recuerdan como lo describe Silvia.

"Le decíamos el 'chico Cancino' no era deportista, era muy serio. Nunca lo vimos jugar en las pichangas que se organizaban entre los sindicatos agrícolas. Lo que siempre nos causó gracia de él, es que siendo dirigente de los campesinos no aprendió a andar a caballo."

Fue detenido el 8 de diciembre en un aserradero de la ciudad de Cauquenes, en donde estaba trabajando. Por un documento emanado de la Cruz Roja Internacional, la familia se enteró de su detención, que estaba incomunicado en la Escuela de Artillería de Linares y que, además, pronto sería dejado en libre plática.

Silvia describe que el día 11 de septiembre, Anselmo había llegado a la mediagua donde vivían, muy emocionado, "estamos perdidos" -le dijo-.

"Me contó que en la noche asistió a una reunión del regional y habían decidido irse a una casa de seguridad. Me preguntó si estaba embarazada, le contesté que posiblemente, él exclamó:' ¡justo ahora!' y se puso a llorar. Luego me dijo 'entregúese, usted es mujer y puede que tengan un poco de compasión, si además está embarazada'. Yo lo consolaba, tengamos fe, le decía, siempre te querré mucho, puede ser que esto no sea para tanto. Me decía "pero usted no ha leído lo que han hecho en otros países para detener el avance de los trabajadores… estamos perdidos'"

Alcanzaron a salir del campamento a las 9 de la mañana. Se encontraron nuevamente el día 14, allí decidieron que ella se entregaría y él trataría de salir de la ciudad.

"Lo detuvo el detective Héctor Torres en un aserradero de Cauquenes. Previamente habían detenido a una niña de 16 años, mediante su tortura lograron hacerla confesar los nombres de las otras personas que habían ayudado a Anselmo, así lo encontraron."

El padre de Anselmo relató:

"El 13 de septiembre, llegaron a la casa, en Yerbas Buenas, dos jeeps militares, con seis u ocho soldados que nos tomaron presos como rehenes, a mí por 20 días, a mi señora Clotilde del Carmen, por 15 días y a mi hija Eunice. por 1 mes y 7 días. Yo tenía 60 años, mi mujer 50 y mi hija 15, a ellas las dejaron en el 'Buen Pastor' y a mí en la Escuela de Artillería. A los pocos días me trasladaron a la Cárcel de Linares. Cuando estaba en la Escuela de Artillería, me preguntaban por mi hijo Anselmo y por un escondite de armas que supuestamente teníamos en Yerbas Buenas. Como no les respondía, porque no sabía de lo que me hablaban, me pegaban con un 'tonto de goma'. Yo hacía varios días que no veía a mi hijo, cuando me pegaban, les decía: ustedes quieren que yo les diga a todo que sí, pero después, cuando vayan y no encuentren nada, va a ser culpa de ustedes. Después me carearon con un campesino del mismo sector donde yo vivía, don Juan Vera, él había dicho que en mi casa habían miristas. El me dijo que había dicho eso para que no lo torturaran más."

"Cuando se supo que estaba detenido el papá de Anselmo, los demás presos me comenzaron a llevar cositas a la celda, no me faltó el pancito amasado y el cafecito."

En busca de Anselmo, militares, carabineros, detectives y civiles, allanaron en varias oportunidades el colegio del fundo Tres Esquinas, la casa de los suegros, la casa de su primera esposa, el campamento Luciano Cruz de Linares, la casa de sus padres y la sede del sindicato Nuevo Horizonte.

Viviana Montecinos se encontraba detenida en la Escuela de Artillería de Linares cuando vio llegar a Anselmo a ese lugar

"Le habían quebrado el brazo derecho, se quejaba del dolor, no podíamos hacer nada por él, los guardias no nos dejaban acercamos, pero después dejaron a mi hermana Norma, que ahora está exiliada en Suecia, darle la comida en la boca."

"La última vez que lo vimos estaba muy mal, lo tenían tirado en el suelo, en un rincón de un pasillo. Lo único que decía era que estaba preocupado por su compañera que se encontraba embarazada, no decía nada más. Tengo la impresión que los tiras ya le habían avisado que lo iban a matar. Aquella tarde. andaba con ojotas, poncho de Castilla negro, muy grueso, y un pantalón azul. de esos que llamábamos "Pecos Bill"

Con posterioridad a la detención de Anselmo Cancino, un efectivo de la Escuela de Artillería conñdenció a su padre que había sido sacado de noche del cuartel junto a otros cuatro detenidos: Guillermo del Canto, María Isabel Beltrán. Alejandro Mella Flores y Hernán Contreras, quienes también se encuentran desaparecidos.

Hernán Héctor Contreras Cabrera

Tenía 21 años al momento de su detención, era soltero, estudiante, funcionario de la CORA, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

Héctor vivía en Parral con su familia, era el cuarto de seis hermanos. El testimonio sobre su vida, detención y desaparecimiento lo dio su madre, Delia Cabrera:

"Desde los 12 años comenzó a preocuparse de la gente pobre, en esa época empezaron sus inquietudes sociales. Había conocido en el colegio a Guillermo Belmar, quien era el Rector del Liceo y dirigente socialista. El influyó en sus ideas.

"Ya desde el año 1970 empezó a tener problemas con la gente de derecha?. Incluso un compadre mío, Guillermo Marín, dueño del fundo San Ramón de Copihue, había venido a decirme que Héctor tenía como a 200 hombres armados, que andaban tomándose los fundos. Como yo no le creí, fui personalmente a ver las tomas; en todas ellas nunca vi un campesino con armas; es más, todas las armas las tenían los dueños de fundo"

"A los pocos días del Golpe. Marín llegó nuevamente a mi casa acompañado de un teniente de la Escuela de Artillería de Linares, venían en jeep. Afuera quedaron varios militares. Marín me dijo que no tuviera miedo. Miedo de qué, le respondí. Me contestó: 'por las cosas que hacía tu hijo, yo lo baria vigilar por uno de mis empleados'. Entonces me di cuenta que los militares no sabían nada y que sólo se dejaron guiar por la gente de derecha. Ese día, como no lo encontraron, tomaron presas a dos hijas mías, incluso una de ellas era casada con un Capitán de Ejército en retiro, quien vio como le pegaban a las mujeres, cuando fue a ver a mis hijas a la Escuela de Artillería."

"Días después, otra hija divisó a Héctor en Linares, se le acercó con cuidado y él le dijo que tenía que irse pues tenía más miedo de los civiles que de los militares. Entonces mi yerno trató de ayudarlo, tenía que llevarlo a Santiago a casa de otra de mis hijas, pero finalmente no se atrevió y lo dejó solo en la estación de San Javier."

Durante un tiempo Héctor se ocultó en la casa de su hermana en Santiago, a ella la detuvieron los detectives de Linares cuando fue con sus hijas a Parral a ver a su madre.

El 9 ó 10 de diciembre se supo que habían ido a buscar a Héctor a Santiago, que el día 8 en la noche lo habían tomado los militares de la Escuela de Artillería y que lo habían trasladado directamente a Linares.

"En esos momentos el miedo era cosa viva, nadie estaba tranquilo y menos seguro, cualquiera acusaba sin ningún fundamento."

"Fui como tres veces a la Escuela de Artillería de Linares, hablé con el Capitán Lecaros, él siempre me lo negó. Sin embargo, Héctor fue visto por varios testigos cuando lo sometían a tortura."

María Isabel Beltrán Sánchez

Nació el 12 de mayo de 1952 en Santiago, tenía 21 años. Era viuda, tenía una hija. Era estudiante de Pedagogía en Música de la Universidad de Chile. Militante del Frente Estudiantil Revolucionario.

Creció en un hogar modesto donde sus dos padres eran trabajadores. Desde niña María Isabel debió cuidar a sus hermanos, ya que su madre trabajaba día y noche como Auxiliar en el Instituto de Neurocirugía. Inquieta y soñadora, pero muy responsable, en el colegio mostró su disconformidad con el sistema educacional y con lo rígido de sus reglas.

A los 18 años ingresó a la Universidad de Chile a estudiar Pedagogía en Música. Por sus inquietudes sociales se acercó a los pobladores y comenzó a participar en los procesos de cambio que se vivían en la década de los sesenta.

Los antecedentes sobre la vida y detención de María Isabel, los hemos obtenido del testimonio de su madre publicado en "Presos Políticos Desaparecidos en Chile", Casa de Chile, 1977-México. del libro "¿Dónde Están?' y del libro "¿Dónde Están?. Mujeres chilenas detenidas desaparecidas".

Cuando ingresó al Frente de Estudiantes Revolucionarios, FER, conoció a Javier Pacheco Monsalve, quien fue su compañero. De esta relación nació su hija Támara Isabel.

Fue una de las estudiantes que se ligó al campesinado en Linares, luego de haber participado en los trabajos voluntarios de verano. En esa actividad la sorprendió el Golpe Militar, se trasladó de inmediato a Santiago, preocupada por su compañero que era miembro del aparato de seguridad presidencial, GAP. Javier fue detenido el 6 de octubre de 1973 y fusilado esa misma noche en los cerros de Chena. Solamente 22 días después a María Isabel le entregaron el cadáver para proceder a su entierro.

El 18 de diciembre de 1973, a la una de la madrugada, unos veinte militares y civiles que no se identificaron, utilizando varios vehículos, llegaron a su domicilio. Fue detenida y trasladada a la Escuela de Artillería de Linares junto con Patricia Contreras Parías, una amiga de Linares que se alojaba en su casa en Santiago. .

Oriana Sánchez Romero, su madre, testimonió lo siguiente:

"El oficial que llegó a mi casa, preguntó por Patricia Contreras Parías, nos allanaron, registrando todas las dependencias. Uno de los militares se comportó grosero y violento con mi hijo de 11 años, porque lo miró cuando se echaba al bolsillo un objeto importado que tenía en la casa."

"Luego de dos horas de interrogatorio, el oficial me dijo que se llevaría a las dos niñas a la Escuela Militar: Que no me preocupara, que sería para un breve interrogatorio y que estarían de regreso al amanecer. Salieron sin permitir que se llevaran ropa adecuada."

"Al amanecer no regresaron, por lo que decidí ir a la Escuela Militar. Allí me dijeron que no habían sido ingresadas, que a lo mejor estarían en Investigaciones. Preocupada me fui a la Dirección de Investigaciones y tuve el mismo resultado. De ahí fui a la Cárcel de Mujeres, donde me respondieron con igual negativa. Ninguna de las dos niñas aparecía. Durante los días 19 y 20 de diciembre volví a estas instituciones sin obtener la más mínima información."

"El 20 de diciembre, a las seis de la tarde, cuando regresaba de la Cárcel de Mujeres, mi hijo me indicó que un jeep militar estaba detenido en la calle y que desde adentro María Isabel hacía señas. El vehículo estaba estacionado cerca de mi casa. Me acerqué, con emoción, pero un militar armado con metralleta se interpuso y me dijo que sólo podía hablar con mi hija si guardaba una distancia prudente. Le pregunté qué pasaba, que dónde la tenían, me dijo llorando: 'mamita, no me busques en Santiago, me tienen en la Escuela de Artillería de Linares'."

"Junto a mi hija viajaban en el jeep dos militares armados y tres hombres en calidad de detenidos. Mi niña mostraba evidentes signos de tortura. Su rostro tenía dos heridas grandes que le surcaban la mandíbula y el cuello. Eran heridas largas, como ocasionadas por un cuchillo y sangraban. Sus mejillas estaban moradas. En sus piernas también observé heridas. Llorando me dijo que 'la iban a matar'. Traté desesperadamente de tranquilizarla. En esa ocasión le entregué un bolso con efectos personales y alimentos, además de un chalón de lana. Por señas me despedí de mi hija."

La presencia de María Isabel en la Escuela de Artillería de Linares, fue confirmada a su madre el día 24 de diciembre, por un practicante de la propia Escuela, de apellido Ahumada, quien le traía un recado. En él, ella solicitaba a su madre el envío de ropa de cama y vestimenta.

El 26 de diciembre la señora Oriana viajó a Linares, a la Escuela de Artillería. Un oficial confirmó que María Isabel había estado en la enfermería:

"Me dijo que mi hija estaba incomunicada, pero que me permitiría enviarle sus efectos personales y un papel escrito. Al rato ella me contestó en otro papel. Me preguntaba por su hijita Támara, me pedía fotos de la niña y decía que la bautizara a la brevedad… volví a Santiago."

El 12 de enero de 1974 Oriana viajó de nuevo a Linares, no le permitieron entregar nada de lo que llevaba a su hija, pero en un momento en que solicitó permiso para ir al baño pudo verla:

"Estaba de pie, custodiada por dos militares armados con metralletas. Mi impulso fue acercarme a abrazarla, pero me lo impidieron. Sólo pude hablarle desde lejos. Mi hija estaba ansiosa, visiblemente emocionada, me preguntó por Támara, si la había bautizado. Se veía muy delgada y amarillenta, su cabello estaba cortado al rape en la parte superior de la cabeza. Luego me repitió lo que me había dicho en Santiago: 'mamita, van a matarme, pero nunca cuentes a Támara que he estado presa, dile cualquier cosa, pero que no sepa esto'. Los militares nos separaron. En silencio, caminando como desvanecida, abandoné el lugar."

"El 14 de enero, regresé a Linares. Me entrevisté con el Teniente de Carabineros Sergio Gallardo, miembro del SICAR (Servicio de Inteligencia de Carabineros), encargado de los detenidos de la Escuela de Artillería de Linares."

"Al preguntarle qué pasaba con mi hija, dónde estaba, me dijo que no estaba en la Escuela de Artillería y que no sabía nada de ella. Le insistí en que mi hija había estado allí, que la había visto con mis propios ojos e incluso que había hablado con ella. El me contestó que la Escuela era un recinto donde los prisioneros estaban un tiempo, mientras se les saca la verdad, y que luego eran trasladados a un lugar que él desconocía."

En Declaración Jurada ante Notario, Norma del Tránsito Monteemos Parra, chilena, soltera, detenida el día 11 de diciembre de 1973 y puesta en libertad algún tiempo después, da fe también de haberla visto en el Regimiento de Linares:

"Estando yo en la Casa Correccional de Linares, fui conducida a la Escuela de Artillería a principios de enero de 1974, para ser interrogada. Haciendo antesala en el recinto que ocupaba el personal de inteligencia, se encontraba María Isabel Beltrán Sánchez. Conversé brevemente con ella, mientras esperábamos. Yo declaré primero. Al salir, María Isabel aún estaba ahí."

Waldo Villalobos Moraga

Tenía 48 años al momento de su detención, sin militancia política. Fue detenido el 28 de diciembre de 1973 en la vía pública de Linares por una patrulla de carabineros. De él sólo tenemos los antecedentes entregados por la Comisión de Verdad y Reconciliación, la que señala:

"Fue conducido a la Cárcel Pública de la ciudad, registrándose su ingreso en los libros de ese recinto penal con fecha 24 de diciembre, y su supuesta salida el día 28 del mismo mes, a las 22:55 hrs., vale decir, en vigencia de toque de queda existente a la época. El afectado habría sido condenado a cuatro días de prisión por ebriedad. A pesar de la constancia de su supuesta libertad, consignada en el libro de detenidos del recinto carcelario, éste no regresó a su hogar, ignorándose a la fecha su suerte o paradero."

"Dado que su detención está acreditada y que desde la fecha en que estuvo en manos de sus aprehensores se pierde todo rastro de él; que existen elementos suficientes para tener por falsa la versión de que se encontraba ebrio al momento de su arresto: que resulta inverosímil que se libere a un detenido en horas de toque de queda y que la desaparición de detenidos fue una modalidad utilizada con frecuencia en esa zona durante 1973, esta Comisión ha llegado a la convicción que Waldo Villalobos fue víctima de una desaparición forzada por parte de agentes del Estado que violaron sus derechos humanos."

Guillermo del Canto Ramírez

Tenía 28 años, era ingeniero agrícola y trabajaba en Linares como funcionario de la CORA. Fue detenido los primeros días de enero de 1974 en San Bernardo.

Según antecedentes dados por antiguos militantes, Guillermo pertenecía al MIR y había venido desde Temuco a organizar el Partido en la zona. En esta provincia era conocido como Hugo García: incluso en los Bandos salió mencionado por este nombre.

Alfredo Nelson Paredes Celis, ex preso político, obrero, que fue sometido a proceso y luego expulsado a Bélgica, donde vive actualmente, relató que a Guillermo lo habían llevado a Tejas Verdes.

"El día 15 de enero, mientras me encontraba prisionero en ese recinto y me torturaban, escuché quejidos y gritos, al corrérseme la venda vi a Hugo García amarrado, desnudo, salvajemente torturado. Mientras lo amenazaban, le decían que se lo llevarían a Linares y así efectivamente lo hicieron."

No hemos logrado obtener mayores antecedentes sobre Guillermo.

Luis Rolando Tapia Concha

Nació el 1 de agosto de 1936 en Santiago. Era gasfiter y dirigente de la C.U.T. provincial. Su padre era constructor: por su trabajo llegó a vivir a Linares con su familia en 1962. Ese mismo año, Luis conoció a Solidia Leiva, ambos militaban en las Juventudes Comunistas de Linares. Tuvieron cinco hijos, la menor falleció en un accidente, 7 meses después de la desaparición de su padre.

Solidia testimonió:

"En 1972 Luis comenzó a trabajaren la CORA de Linares, en donde estuvo hasta marzo de 1974. Después se desempeñó como maestro chasquilla, principalmente como gasfiter."

"Medía un metro setenta, tenía pelo crespo, era delgado, de ojos verdes, con cara de gitano, así le decían sus amigos, no era buen deportista pero le gustaba formar equipos de fútbol, como una manera de organizar a la gente. Era divertido verlo correr, con sus pies planos, siempre nos causaba risa. Tenía una mirada muy penetrante, profunda, era cauteloso y observador, siempre escuchaba a la gente antes de decir algo. Hablaba poco, pero cuando lo hacía hablaba bien. Tenía muchos amigos, en la ciudad era muy conocido."

Solidia nos relató los acontecimientos de aquellos días:

"… el 20 de abril de 1974, aproximadamente a las siete de la tarde, llegaron a la casa dos vehículos, una camioneta roja. techo blanco, de doble cabina, y una citroneta. De ellos descendieron diez militares vestidos de civil. Entraron en la casa, obligaron a Luis a ponerse contra una pared: después de un momento lo tomaron de los brazos, lo sacaron y lo metieron dentro de la citroneta. Algunos se quedaron registrando la casa, como no encontraron nada, se fueron. Esa misma noche, a las diez, volvieron a allanarnos, entraron pateando la puerta, la hicieron pedazos. Se fueron pero pasaron a la casa del lado y se llevaron detenido al vecino, don Pedro Figueroa."

"A las dos de la mañana, volvieron los mismos tipos, pero vestidos con uniformes militares. Traían a Luis y al vecino, frente a la casa los hicieron cavar un sinnúmero de
pozos en donde, supuestamente, había armas. En un momento, don Pedro le preguntó a Luis: '¿por qué me metió en esto?', Luis le dijo a los militares que él no tenía nada que ver, refiriéndose al vecino. En ese momento, le dispararon a mi marido muy cerca de la cabeza, con lo que le reventaron los tímpanos, comenzando a desangrarse. La excavación continuó hasta que decidieron que allí no había nada, y se fueron."

Gilberto Alegría también nos entregó antecedentes:

"Yo era simpatizante del Partido Socialista, fui detenido el 20 de abril de 1974 y liberado el 17 de septiembre del mismo año. Al llegar a la Escuela de Artillería de Linares, me introdujeron en un cine que había adentro de la Escuela, allí fui torturado. Me golpeaban y me hacían falsos fusilamientos: en un momento perdí el conocimiento, comenzaron a hacerme masajes cardíacos. Después me entraron debajo del escenario del cine; allí, en una camilla de fierro tenían a Luis Tapia. Lo estaban torturando, le abrían la camisa y le bajaban los pantalones, le ponían corriente en los testículos. Yo, sentado en la galería, miraba como lo torturaban. Angustiado, inmóvil, no me atrevía ni a moverme. A Tapia le gritaban que era Tupamaro, que pertenecía al Ejército Revolucionario Argentino. Tapia sólo gritaba.

"Esa fue la única vez que lo vi, me sacaron del cine, y de allí ya no lo vi más."

En una Declaración Jurada, Gilberto Alegría señala, además, que uno de los militares que torturó a Luis se llamaba Antonio Aguilar.

Una semana después volvieron a allanar la casa.

"Esta vez acordonaron todo el sector, andaban militares y alemanes, entraron con motosierras, destrozaron el suelo, las paredes, el cielo y el techo. Quedó inhabitable. Con maquinaria pesada excavaron el patio y varios sectores vecinos. Nuevamente no encontraron nada", nos relató Solidia.

La última semana de abril de 1974, Solidia recibió una citación para que se presentara a declarar a la Escuela de Artillería. Esta citación venía firmada por un Capitán de apellido Romero, a quien reconoció como la persona que dirigió el allanamiento que destrozó su casa. En el interrogatorio a que se le sometió, se insistía en preguntarle por un supuesto embarque de armas de procedencia soviética, las que habrían sido compradas y ocultadas por su esposo. Ella desconoció esta acusación y le respondió al Capitán: "con qué plata va a andar comprando armas, no sabe que está cesante, y además, aunque tuviera plata, yo lo veo todo el día y nunca ha andado en esas cosas." E insistía en saber del paradero de su compañero. En ese momento el Capitán Romero le convidenció a doña Solidia que su esposo se había escapado de la Escuela de Artillería. Al finalizar la entrevista, el oficial le dijo: "trabaje tranquila, para que sus hijos puedan crecer."

Los dos ejecutados

Dos hombres murieron ejecutados en Linares. El primero, bajo la figura de 'Ley de Fuga', Bernardo Querubín Cuevas Parra.

Los datos que tenemos sobre él los hemos obtenido de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Linares, del Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación y, especialmente, de una Declaración Jurada hecha ante Notario por su viuda, Susana Elisa Martínez Tapia, recién el 24 de octubre de 1990.

Bernardo Querubín tenía 38 años. Era profesor, agente de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, en Linares y militante del Partido Comunista.

El día del Golpe Militar Bernardo, preocupado por lo que podía suceder, abandonó la ciudad de Parral, donde vivía con su esposa y sus dos hijas. El 13 de septiembre, Susana Elisa fue detenida por personal militar, subida a un jeep y, apuntada con metralletas, paseada por todas las calles de la ciudad. En la plaza, fue obligada a caminar por ella para mostrarse. Finalmente, fue conducida a pié a la Comisaría y más tarde a la Cárcel. Por radio comunicaban reiteradamente su detención y la de sus dos hijas, de once y doce años.

Frente a esta situación. Bernardo no vaciló en entregarse a carabineros, quienes lo trasladaron a la Comisaría de Parral, donde numerosos testigos aseguran que ahí fue brutalmente golpeado.

Posteriormente fue trasladado, "casi muerto", a la Comisaría de Linares. Su esposa fue liberada recién a los siete días, luego de haber sido interrogada insistentemente sobre las actividades de su marido, las de ella y el "Plan Zeta". Bernardo quedó detenido en la Cárcel de Linares. Allí su esposa lo visitó en varias oportunidades, comprobando frecuentemente los castigos a que era sometido. Sin embargo, él nunca le comentó nada.

La última vez que lo vio fue el día 3 de enero de 1974:

"Ese día él me pidió algunas cosas, cuando se las llevé me contestaron que ya no estaba, que había sido trasladado a la Escuela de Artillería de Linares. Allá me lo negaron."

Al día siguiente estaba muerto.

De acuerdo a la información oficial, fue llevado a las inmediaciones de la Carretera Panamericana Sur, cerca de Linares, para efectuar una reconstitución de escena en el Proceso No 18-73. Allí habría intentado fugarse, a consecuencia de lo cual el personal a cargo de su custodia se vio en la necesidad de hacer fuego, ultimándolo a tiros para lograr su objetivo.

El Certificado de Defunción señala: "Herida a bala, tóraco-abdominal complicada, con lesión visceral. Disparo de arma de fuego."

La Comisión de Verdad y Reconciliación, al considerar este caso con convicción, escribe:

"Cabe destacar que el detenido padecía de una úlcera y había sido objeto de tortura encontrándose en lamentables condiciones físicas, lo que hace poco verosímil que haya intentado escapar. Pero aún si así hubiese sido, nada justifica que para detener a una persona desarmada, personal armado y entrenado tuviese que darle muerte."

Su esposa nos relato que luego de la muerte de Bernardo:

"Yo soy profesora, después de estos hechos me trasladaron a la Escuela de Copihue. Me vigilaban constantemente, me seguían. En las noches tiraban balas al aire al lado de mi dormitorio. Finalmente, en 1979, me trasladaron a trabajar a la ciudad de Parral. Todavía en esa época era objeto de vigilancia.

Waldo Cesar Alfaro Retamal

Era enfermero y trabajaba en el Hospital Base de Linares, junto a su esposa, que también era funcionaría de ese Hospital. Era militante del Partido Socialista. Tenía 3 hijos, y al momento de su muerte, su esposa estaba embarazada. Es Isolina quien nos ha entregado los antecedentes.

La casa de Waldo ya había sido allanada después del Golpe, y él detenido por algunas horas. Fue destituido de su cargo de Jefe de Pabellón de Cirugía, por las nuevas autoridades médicas nombradas por los militares.

En junio de 1974, mientras la familia tomaba onces tranquilamente en su domicilio inesperadamente golpearon a la puerta.

"Son los militares -le dije, él no me creyó y fue a abrir. Eran ellos. Venían a buscar a Waldo para completar algunos informes, según dijeron. Se lo llevaron y yo nunca más lo vi con vida. Sólo su cuerpo en la morgue, con una sola herida a la altura de la arteria femoral."

"El director del hospital me contó lo que sería la 'historia oficial' de la muerte de Waldo. El día de su detención, habría logrado ocultar una hoja de bisturí en la boca y allí la retuvo hasta el día siguiente en la tarde, aprovechando que quedó solo en una celda, se cono la arteria femoral, muriendo por anemia aguda. Yo no podía creerlo."

Isolina entregó su testimonio a la Comisión de Verdad y Reconciliación. Sin embargo el caso de Waldo quedó sin convicción. Ella nos ha dicho que no se resignará ante esta injusticia. Está segura que Waldo "no era de los que se suicidaban".

 

Notas

Bajo el título "EXTREMISTAS BUSCADOS EN LA PROVINCIA DE LINARES -UBICAR Y DETENER A LAS SIGUIENTES PERSONAS-: el día 18 de octubre de 1973 El Heraldo presentó el siguiente listado:

"1. Pedro A. Pérez Ramírez, ex Regidor de Colbún, ex Secretario General de la CUT Linares. Huye con explosivos.
2. Anselmo Cancino Aravena, dirigente del MIR. Huye armado y con abundante munición.
3. Erick Zagal Venegas, funcionario de CORA, dirigente del MIR. Huye armado y con munición.
4. Horacio Bascuñán Mora, funcionario de la Municipalidad de Linares, miembro del PC con conexiones con el MIR. Huye con armas y planos de residencias de Linares.
5. Jaime Cárdenas Aguirre, Jefe de INDAP. Huye con armas y es autor de malversación de fondos fiscales.
6. Alejandro Bell Jara, ex Diputado de Linares. Huye con armas y explosivos.
7. Eduardo Aravena Cortés. Ex administrador de IANSA. Dirigente del PC. Huye con armas, explosivos y abundante munición, se hace acompañar de una dama.
8. Hugo García, dirigente máximo del MIR. Huye con armas y abundante munición.
9. Jorge Barrera Solovera, GAP. Huye armado.
10. Luis Ramón Contreras Parada, instructor de guerrillas. Huye con armas y explosivos.
11. Gonzalo Rojas, dirección de aguas. Activista del Partido Socialista. Huye armado.
12. Samuel Tapia Burgos, instructor de guerrillas. Huye con armas y explosivos.
13. Oscar Gutiérrez Martínez. Instructor de guerrillas. Huye con armas y gran cantidad de explosivos.
14. Arturo Riveros Blanco. Extremista, huye con armas y explosivos.
15. Jorge Rene Elgueta Muñoz, dirigente del MIR. Huye con armas y explosivos."

Notas:

1. Juan Ayala, Presidente del Sindicato Campesino Comunal Aguirre Cerda de Villa Alegre en 1973. Ex-prisionero político, con importantes secuelas de tortura en la actualidad.

2. Ex-prisionera política en la Escuela de Artillería de Linares, testigo de la detención y tortura de Alejandro Mella.

3. Ex-prisionero político, ex-regidor por Linares, militante del Partido Socialista.

4. Central Unica de Trabajadores.


La prisión política no acabó con la dictadura

Fuente :londres38.cl, 25 de May 2020

Categoría : Otra Información

Desde el 18 de octubre se ha vuelto a presenciar la prisión política masiva: al menos 2500 personas han estado en prisión preventiva por hechos vinculados a la revuelta. Pero lo cierto es que este método de represión ha sido una constante para quienes han participado en procesos de movilización social y no acabó con la dictadura.

A partir del 18 de octubre del 2019 Chile comenzó el periodo de movilización más importante desde el término de la dictadura, las cacerolas junto a las cucharas de palo, los cortes de tránsito, las marchas masivas, las asambleas territoriales, se tomaron la agenda pública y volvieron a levantar las consignas por la reivindicación de los derechos básicos que se silenciaron y se plantearon como secundarios por tanto tiempo.

Entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre de 2019, 5.558 personas denunciaron haber sido víctimas de violaciones a derechos humanos, 4.170 de las denuncias fueron contra Carabineros de Chile. 31 personas fallecieron en contexto de manifestación, 4 de estos casos son atribuibles a agentes del Estado, 38 de estos funcionarios han sido formalizados por algún delito[1].

Los números les han sido incómodos al gobierno de Sebastián Piñera, a Carabineros y militares, quienes hasta la fecha no han asumido responsabilidad en casos que conmocionaron al país como el de Gustavo Gatica, el joven que perdió ambos ojos por perdigones disparados por la policía, mucho menos han pensado en la reparación de las miles de víctimas de la violencia estatal corroborada por al menos cuatro instituciones nacionales e internacionales de derechos humanos.

Actualmente, alrededor de 2500 personas han estado en prisión preventiva por hechos vinculados a la revuelta, aunque no existe un número exacto[2], la Fiscalía Nacional publicó el 31 de enero de este año, que entre el 18 de octubre y el 31 de diciembre se dictó prisión preventiva para 4032 personas. Muchas de ellas víctimas de detenciones ilegales, seguimiento de parte de funcionarios policiales, golpizas, etc.

Según el balance del Poder Judicial publicado el 30 de abril de este año[3], de los 88.997 imputados que pasaron a Audiencia de Control de Detención, entre el 18 de octubre de 2019 y el 17 de enero de este año, se declaró ilegal la detención de 1.956 de ellos. El pasado 20 de febrero la vocera de la Corte Suprema, Gloria Ana Chevesich[4], comunicó que las detenciones ilegales entre octubre y enero, subieron un 77,7% comparado al mismo periodo del año 2018, así consignó el medio El Mostrador a través de su página web.

Miles de personas están enfrentando procesos judiciales por verse vinculadas a la protesta, que a través de espacios de organización como la Coordinadora por la Libertad de las y los Presos Políticos 18 de Octubre o la Agrupación de Familiares y Amigos de las y los Presos Políticos Guacolda, han ayudado a refrescar la memoria: la prisión política no acabó con la dictadura.

Prisión preventiva como prisión política

El 21 de octubre de 2019, tres días después del comienzo de la revuelta, los cacerolazos ya eran parte del cotidiano, en los puntos de encuentro de cada territorio se juntaban vecinos y vecinas con cuchara y olla a protestar. Ese día en la población Boca Sur, en Concepción, les tocó escapar de las lacrimógenas y los perdigones de Fuerzas Especiales. Ignacio Matus (23) había tenido una operación de rodilla un poco antes de que comenzara la revuelta y se quedó atrás: "Me golpearon, me amenazaron sin justificación, todo pasó tan rápido de un momento a otro me vi esposado, con la cara toda desfigurada camino a la cárcel… después de ese día estuve 6 meses preso", cuenta Matus.

 

Ignacio

Ignacio fue acusado por porte de munición bajo la Ley de Control de Armas y recién al tercer mes de prisión preventiva tuvo la primera audiencia para revisar la medida cautelar. El procedimiento policial arrojó que no tenía residuos de disparo en sus manos y tampoco presentaron imágenes que lo vincularan a algún hecho.

Él, su familia y vecinos acusan montaje de parte de Carabineros de la 6ta comisaría de San Pedro de la Paz. Desde el 1 de abril se encuentra con arresto domiciliario total, pero aún no tiene claro cuándo ni cómo terminará su proceso judicial: "Al principio me tocó un mal abogado, él quería que yo asumiera la culpa para que las penas que arriesgo fueran menores. Yo lo encontraba absurdo porque no hice nada, todo es un montaje, todo el mundo sabe que es un montaje… ellos para justificar como me desfiguraron el rostro y las condiciones en las que me dejaron, me cargaron con dos cartuchos y me mandaron preso, así de vulnerables estamos", explica Ignacio.

Tanto las organizaciones de familiares y amigos de los prisioneros políticos, como abogados dedicados al área de derechos humanos, han denunciado la utilización de la prisión preventiva de manera desproporcionada para quienes han sido detenidos por razones vinculadas a la protesta. En casos que en otro contexto serían una falta, para la que no aplicaría prisión preventiva (la medida cautelar más dura del sistema procesal chileno), se ha decidido aplicar.

El 30 de octubre de 2019 fueron detenidos Rubén Rivas, Esteban Bustos y Gilberto Mendoza, cada uno en distintos puntos, los tres militantes del Movimiento Juvenil Lautaro. Efectivos de la 51 Comisaría de la comuna de Pedro Aguirre Cerda (misma comisaría que hizo noticia por violencia sexual hacia un joven) junto a personal del OS9 (Departamento de Investigación de Organizaciones Criminales) de Carabineros los acusaron de prender una barricada en las vías del tren que atraviesa la comuna: "Nos dicen que ellos sabían que nosotros éramos del grupo juvenil Lautaro y que íbamos a hacer cana, nos dicen el artículo por el cual nos iban a procesar incluso", cuenta Rubén Rivas.

 

Ruben

A los tres detenidos, la Fiscalía los acusa de obstaculizar la línea férrea provocando peligro de descarrilamiento, bajo la Ley de Ferrocarriles, además el Ministerio del Interior se querelló por Ley Interior del Estado. Rubén cuenta que no existen pruebas fotográficas, ni videos que los vinculen al hecho del cual se les acusa, sin embargo fueron enviados a cumplir prisión preventiva en la Cárcel de Alta Seguridad: "Nos llevaron a máxima seguridad porque 'pertenecemos a grupos antisistémicos y podíamos provocar motines", dice.

Cumplieron casi seis meses de prisión preventiva, en régimen de alta seguridad, con 21 horas de encierro al día y sin visitas conyugales. Tuvieron tres cambios de medida cautelar a arresto domiciliario en las que la Corte de Apelaciones revocó la medida y volvieron a prisión. El 9 de abril les dieron arresto domiciliario nuevamente y el 15 la Corte de apelaciones ratificó la decisión.

La criminalización de quienes protestan es una constante en la historia chilena, de manera más visible desde el 18 de octubre en adelante, pero siempre ha existido. Con la revuelta aparece la prisión preventiva como un instrumento de control social de poblaciones, así lo explica el analista político Rafael Agacino: "En particular de la gente joven, de sectores más bien populares que han salido a manifestarse de manera pública ocupando mecanismos de autodefensa frente a las fuerzas policiales, reclamando por las injusticias sociales", y agrega: "Lamentablemente se habla de prisión política como aquel caso circunscrito a la dictadura, por lo tanto en democracia no habrían presos políticos, dejando fuera a los presos mapuche o de la revuelta, pero eso es evidentemente una prisión política".

La herencia de la prisión política

El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile, dio paso a uno de los peores regímenes dictatoriales de Latinoamérica, encabezado por los altos mandos de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. En 1974 se creó la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y posteriormente la Central Nacional de Informaciones (CNI), organismos que cumplieron un rol crucial en la represión de la época.

Durante 17 años todas y todos quienes se opusieron al régimen y/o habían sido afines a la Unidad Popular u organizaciones de izquierda fueron perseguidos, encarcelados, torturados, asesinados, incluso desaparecidos. Existe hasta el día de hoy un debate respecto a los números de víctimas, pero el Estado reconoce más de 3000 víctimas, 1169 detenidas desaparecidas, y casi 200 mil exiliadas. Según información recopilada por la Comisión Valech 33.916 personas fueron víctimas de prisión política y tortura (Valech 1: 24.019 + Valech 2: 9.795, más cifra de menores de edad: 102), aunque se sabe que no todos quienes pasaron por esta experiencia prestaron declaración ante esta comisión, por ello se estima que esta cifra es aún mayor. Es importante destacar que la comisión Valech delimitó la población que calificaba para ser parte de la cifra, dejando fuera las detenciones masivas durante las protestas que se iniciaron en 1983.

Guillermo

Era el 7 de diciembre de 1981, en la Galería número 2 de la Cárcel Pública estaban los presos políticos junto a otros presos vigilados por Gendarmería. Ahí estaba Guillermo Rodríguez junto otros tres presos políticos y cuatro presos comunes, con vómitos, diarrea, pérdida de visión, mareos. Al principio todos pensaron gastritis, podía ser, las condiciones sanitarias de la cárcel lo justificaban.

Tres días después se confirmó que estaban sufriendo intoxicación botulínica, pasaron todos por distintos hospitales, Gendarmería los separó porque plantearon que podía tratarse de un plan de fuga. Estuvieron conectados a respiradores mecánicos en espera del tratamiento adecuado para revertir la toxina, porque este no estaba disponible en Chile. La prensa se demoró casi un mes en mencionar que se trataba de intoxicación botulínica y se le atribuyó a tomates en conserva.

La realidad fue otra: Guillermo había sido víctima de la prueba de un arma química producida por la CNI. Junto a él, otros siete presos fueron afectados y dos de ellos murieron. El resto tiene secuelas hasta hoy.

Guillermo Rodríguez (68), comenzó a militar en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en el liceo, cuando entró a la universidad en 1970 le tocó asumir tareas de seguridad para el presidente Salvador Allende, así que dejó de estudiar. Cuando ocurrió el golpe de Estado resistió de manera armada, ahí fue su primer encuentro con la prisión política.

Fue encarcelado dos veces durante la Dictadura, torturado y sometido a Consejo de Guerra en 1974 y nuevamente en 1981. En total estuvo 13 años privado de libertad, en la Cárcel Pública En 1992, Guillermo salió en libertad de la misma cárcel en la que trataron de matarlo.

Han pasado 39 años y las condiciones político sociales no son las mismas, pero: "La represión actual es nada más que la continuidad de la represión de otros momentos, con nuevas técnicas, aprendizajes, mecanismos. Los aparatos represivos de la dictadura nunca terminaron, solo sufrieron algunos acomodos dado los cambios políticos, pero, en esencia, son herencia y superación de los aparatos y formas de ayer", cuenta Guillermo desde su experiencia.

La prisión ha sido un recurso permanente como método de control de los procesos de movilización relevantes, incluso desde antes de la dictadura, sin embargo, es ésta la que deja como legado el encubrimiento de la violencia de parte del Estado, así lo explica el historiador Mario Garcés: "En dictadura comienza la negación, el encubrimiento y la desaparición de los medios democráticos. Esa tendencia no se modifica de manera importante, en la transición se estructura una red de medios muy afines al Estado".

Cecilia

María Cecilia Marchant (69), tenía 21 años cuando fue el golpe de Estado, era estudiante de pedagogía en Química en la Universidad de Chile en La Serena, también era militante del MIR. Le llegaban periódicamente ejemplares del diario El Rebelde a su casa para que ella pudiera entregarlos, piensa que así pudieron localizarla para arrestarla: "Me llevaron al regimiento y tengo como una semana perdida en mi cabeza, no sé qué pudo haber pasado ahí", cuenta Cecilia.

Llegó al Buen Pastor, un centro de detención de mujeres en La Serena, no era exactamente un centro de tortura física, pero sí psicológica, estuvo cuatro meses ahí, uno de ellos completamente incomunicada: "Lo que se sabe de esa época nos tocó a todos igual, tal vez unos más otros menos, pero el sufrimiento, la tortura en mayor o menor grado, todos la sufrimos", explica.

Era el Regimiento Arica donde las llevaban para torturarlas, amenazarlas, interrogarlas. Los relatos de la época cuentan que los presos y presas que pisaban ese lugar eran incomunicados, privados de alimentos, agua y sueño, en celdas de un metro cuadrado; colgamientos, quemaduras, ingesta de excrementos, simulacros de fusilamiento, fracturas de dedos, por mencionar algunas técnicas de tortura que ocupaban los militares para amedrentar a los y las opositoras.

Cecilia cuenta que la resistencia en el Buen Pastor se basaba principalmente en apoyarse y contenerse mutuamente, para lograr cuidar su salud física y mental antes y después de pisar el Regimiento Arica: "El cuento era que a nosotras nos llevaban al regimiento y volvíamos mal, de alguna manera teníamos que hacer lo posible por estar bien colectivamente (…) cantábamos canciones que en ese momento eran peligrosas, cantábamos hasta el Venceremos", cuenta Marchant.

En dictadura también se implementaron las operaciones masivas de allanamiento en poblaciones donde se detuvo a todo quien pareciera opositor y marcaron profundamente el periodo, una violación al territorio popular. Se llenaron estadios e instalaciones militares de personas que podrían ser un peligro para el régimen: "Yo tengo la estimación de que la detención en allanamientos comprometió a varios miles en Santiago. Hay informes del año 83-84 que plantean que la cifra de detenidos es sobre 30 mil", indica el historiador Mario Garcés.

Las detenciones masivas también marcaron la revuelta, de manera distinta, pero lo hicieron. Según información entregada por el Ministerio del Interior 27.386 personas fueron detenidas entre el 19 de octubre de 2019 y el 19 de marzo del 2020.

Otra de las características del proceso generado después del 18 de octubre son las detenciones selectivas, en ese sentido Garcés nos comenta: "El Estado eligió un camino complementario a la prisión directa, que son los seguimientos de inteligencia, aprovechando los nuevos avances tecnológicos, el uso de celulares, cámaras escondidas. Las pruebas que se introducen a Fiscalía tienen que ver con estos registros de la policía o sus agentes", comenta el historiador.

Prisión política en democracia: la lucha del pueblo Mapuche

A fines de los noventa y principio de los dos mil se intensificó la lucha acérrima del pueblo mapuche por la restitución de su territorio sagrado, que se les arrebató y luego ocupó para extracción de materias primas con fines comerciales, como lo han hecho ya durante años las celulosas y forestales.

Existieron, en los primeros años de la vuelta a la democracia, promesas de reconocimiento constitucional de autonomía para el pueblo mapuche y sus tierras ancestrales de parte de la clase política, pero ninguna se concretó realmente y el conflicto en la zona se tornó más duro año tras año, obligando a la nación mapuche a enfrentarse al poder económico y político por la defensa de sus costumbres, creencias y territorio.

En este marco el pueblo mapuche en resistencia ha sido blanco de represión de parte del Estado, siendo la cárcel un ejemplo, pero también el asesinato por parte de efectivos policiales: Alex Lemun, Matías Catrileo, Agustina Huenupe, Rodrigo Melinao, son algunas de las víctimas de la represión del Estado en los últimos años.

Héctor

Héctor Llaitul (52) es vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), organización por la defensa y restitución de los derechos fundamentales de la nación mapuche. Ha sido criminalizado, catalogado como terrorista, perseguido y por supuesto objeto de prisión política en más de una ocasión: "No recuerdo bien la cantidad de procesos que me ha tocado asumir… en suma he estado 9 años en prisión. La vez anterior fueron como 6 años enmarcado en la lucha de reivindicación territorial y la última vez fue por el Caso Huracán" cuenta Llaitul.

En septiembre de 2017 ocho comuneros mapuche fueron detenidos por Carabineros de Chile por supuesta asociación ilícita, entre ellos estaba Héctor Llaitul. La Unidad de Inteligencia Operativa Especial de Carabineros en la Araucanía, que fue levantada por quien en ese entonces era director general de la institución, Bruno Villalobos, y liderada por Gonzalo Blu, presentó mensajes de WhatsApp que supuestamente vinculaban a los detenidos con ataques incendiarios en el sur. La Fiscalía Regional de la Araucanía descubrió inconsistencias en los informes de carabineros y los celulares incautados de los detenidos, lo que llevó a la conclusión de que los aparatos habían sido intervenidos.

Así quedó en la historia la Operación Huracán, se dejó en libertad a los comuneros mapuche detenidos y se abrió un proceso de investigación a Carabineros por intervenciones ilegales y montaje: "Retrata una posición oficial del Estado chileno, aquí hubo responsabilidades políticas como la de Blu, que salvaguarda los intereses de los poderosos", dice el vocero de la CAM. Respecto a la reparación posterior del montaje, Héctor explica que no hubo: "Nosotros nos la bancamos. Hay un escenario de beligerancia que lo pone el estado, prácticamente de guerra. Nos tratan a nosotros de terroristas y delincuentes tergiversando nuestra lucha y su trasfondo".

Hay hitos que marcaron la historia de la prisión política mapuche, como la huelga de hambre del 2010-2011 contra la Ley Antiterrorista, que duró casi 90 días o el caso de Lorenza Cayuhan, que, en 2016, mientras cumplía condena por un supuesto robo vinculado a la Forestal Arauco, fue obligada a parir engrillada. La violencia en el Wallmapu no ha cesado, bien lo sabe la familia de Camilo Catrillanca el comunero mapuche asesinado a fines de 2018 por el Comando Jungla, quienes además ocultaron la evidencia que les inculpaba.

Hoy sigue existiendo la represión para el pueblo mapuche que se opone al Estado, en la Cárcel de Angol y Temuco los prisioneros políticos mapuche se encuentran en huelga de hambre por condiciones sanitarias de los recintos, entre los huelguistas se encuentra el machi Celestino Córdova, en su quinta huelga de hambre. Una de las voceras de Córdova, Giovanna Tabilo comunicó el pasado 12 de mayo, que se encuentra en un estado de salud severamente deteriorado tras la huelga de hambre, exigen que gendarmería se haga cargo de su estado de salud y que se le permita cumplir condena en su territorio.[5]

Llaitul cuenta: "Estamos claros que por las vías institucionales o políticas no vamos a restituir nuestros derechos, recuperar el territorio y la libertad para autogobernarnos como nos heredaron nuestros antiguos, el desarrollo de nuestras fuerzas va por fuera de la institucionalidad que nos oprime".

¿Cómo se resiste a la prisión política?

En julio de 1975, la Dina intentó ocultar la detención y desaparición de 119 personas, opositoras al régimen de Augusto Pinochet[6], afirmando que habían muerto producto de pugnas internas y enfrentamientos con fuerzas policiales en otros países(de aquí nació el famoso titular de La Segunda: "Exterminados como ratas"). En esa ocasión, casi 100 prisioneros del campo de detenidos Melinka de Puchuncaví, dieron inicio a la primera huelga de hambre en dictadura con el fin de denunciar que se trataba de un montaje y dar testimonio del paso de esos detenidos por los recintos de la Dina.

Las formas de resistencia en la prisión política no son iguales en todos los recintos de detención y sin duda se han modificado a lo largo de los años, pero siempre han existido, a veces es organización, huelga de hambre, métodos clandestinos, pero otras veces es un abrazo o canción, compañía, silencio: "La fortaleza ideológica y el carácter de cada uno pueden convertir la cárcel política también en una trinchera de lucha, en espacios para crecer con el arte, la ciencia, la actividad deportiva o física. Evitar la arrogancia, el egoísmo, el sálvate solo, el respeto, la humildad, el valor, son elementos que ayudan mucho", explica Guillermo Rodríguez.

Para Héctor Llaitul la resistencia es no perder el horizonte, confiar en la razón: "Así lo entendemos nosotros los weichafe cuando luchamos de frente, porque se trata de reestablecer formas de vivir que son absolutamente legítimas. Eso nos da un aliciente que en el mundo mapuche se conoce como el newen y un término más profundo es lo que nosotros entendemos como el feyentun mapuche: creer y tener la convicción de soportar cualquier costo que debamos pagar", dice.

Hay quienes plantean que en democracia no existe la prisión política, como lo mencionaba antes Rafael Agacino, asociándose esta solo a la dictadura, judicialmente no se habla de prisión política, no se reconoce, pero desde el 18 de octubre en adelante, con los encarcelamientos masivos se ha vuelto a reactivar esta discusión con más fuerza.

Las organizaciones de amigos y familiares de los presos políticos han jugado un rol fundamental de articulación y organización para buscar justicia en el caso de los alrededor de 2500 presos y presas de la revuelta. Rubén Rivas cuenta que la Agrupación Guacoldas, que jugó un papel crucial en los noventa para la liberación de los presos políticos, se rearticuló por su caso y el de sus compañeros.

Además, nació la Coordinadora por la liberación de los Presos Políticos 18 de Octubre, en un comienzo para juntar a las y los familiares y amigos de las y los presos, para lograr conocerse, contenerse, visibilizar y buscar mejores estrategias para conseguir justicia. Hoy son una organización que exige la liberación de todos los y las presas políticas, no solo los y las del 18 de octubre en adelante.

Rubén y sus compañeros lautarinos llevaron a cabo una huelga de hambre desde el 10 de diciembre del año pasado, Día internacional de los derechos humanos, en forma de manifestación por la libertad y cese de violación de los derechos. Duró 16 días.

Por su lado Ignacio Matus tuvo la sensación de que la prensa no lo estaba contando todo y junto a su compañero, Carlos Peyrín, sacaron el fanzine Capuche, desde la Cárcel de Concepción para contar, en primera persona, la realidad de la prisión política: "Los medios de comunicación son totalmente parciales, muestran lo que les dejan mostrar no más, no van a mostrar que Juanito Pérez está preso injustamente, esas son las cosas que nosotros como pueblo debemos resaltar", dice Ignacio.

Cecilia Marchant, presa política durante la dictadura, respecto al no reconocimiento de las y los presos políticos en democracia, sentencia: "Ellos caen porque están pidiendo algo mejor, un cambio para las condiciones que tenemos en este país. Desde los noventa en adelante, caen estudiantes, trabajadores, ellos son presos políticos, porque ese cabro andaba protestando o pidiendo justicia, no andaba delinquiendo. Y si tiraba una piedra, bueno, ¿cuántas piedras nos han tirado a nosotros?".

Se detectaron 1.549 causas de delitos relacionados a violaciones de derechos humanos entre el 18 de octubre del 2019 y el 17 de enero de este año, 1.000% más que en el mismo periodo del año anterior. 93% de los culpables fueron Carabineros de Chile y las locaciones más recurrentes fueron manifestaciones o marchas, seguidas por las comisarías. La represión, persecución y encarcelamiento de quienes se manifiestan por reivindicaciones sociales o se oponen al Estado, sigue siendo una práctica vigente.