Cárcel de Santiago


Ubicación:Gral. Mackenna N° 1341-1353 Santiago Región Metropolitana

Rama:Gendarmería

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

La antigua Cárcel de Santiago, ubicada en Gral. Mackenna N° 1341-1353, entre Teatinos y Amunategui, Comuna de Santiago, fue utilizada como recinto de detención de presos políticos. Uno de los detenidos y torturados en la Cárcel Pública fue el brigadier Alberto Bachelet  quien murió de un infarto durante su reclusión.

Los presos políticos permanecían en condiciones de gran hacinamiento, en muchos casos mezclados con la población penal común. En el año 1973, los presos políticos permanecieron en las galerías 5 y 6, luego en la galería Nº 2, con celdas de reducidos espacio, de dos por tres metros, obligados a habitar seis personas o más en ellas. En el año 1985 las condiciones de vida de los presos políticos se vieron muy deterioradas al ser trasladados a las galerías 9 y 10, de inferiores condiciones de habitabilidad, con servicios higiénicos deficientes y que habían sufrido graves daños estructurales en el terremoto de marzo del año 1985. Si bien este recinto no fue un lugar de interrogatorio y tortura, algunos declarantes detenidos el año 1973 señalaron que al ingresar en la Cárcel Pública fueron encerrados y golpeados. En testimonios correspondientes a la década de 1980 indicaron que, en muchas ocasiones, después de ser encarcelados fueron sometidos a largas incomunicaciones ordenadas por las fiscalías militares que a veces se extendieron por más de 25 ó 30 días. Como ya se ha consignado respecto de otros recintos carcelarios, todos los detenidos en esta cárcel fueron personas que habían transitado por varios otros recintos militares o de los servicios de inteligencia. Allí habían sido interrogados y torturados. Llegaban a la cárcel en muy malas condiciones físicas y psíquicas.

A solo semanas del retorno a la democracia, el 30 de enero de 1990, 49 presos políticos protagonizaron una fuga a través de un túnel organizado por miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)

A comienzos de los años 1990, la Cárcel de Santiago fue cerrada y demolida en 1994. Hoy el sitio es ocupado por un conjunto de edificios, entre los que se encuentra la sede corporativa de Aguas Andinas, frente al Parque de los Reyes.

Fuentes de Información Consultadas: Informe Valech; Memoriaviva;


Suprema confirma expulsión del Colegio Médico de exdirector de la siniestra Clínica London de la DINA que había pedido su reingreso

Fuente :elmostrador.cl, 5 de Marzo 2019

Categoría : Prensa

Eduardo Arriagada Rehren, médico pediatra con especialidad broncopulmonar infantil, fue expulsado de la orden por delitos de lesa humanidad. El ministro Alejandro Madrid, el mismo del caso del magnicidio de Eduardo Frei Montalva, lo condenó en primera instancia por envenenar a presos comunes y militantes del MIR internos en la ex Cárcel Pública en 1981.

En fallo unánime, la Tercera Sala de la Corte Suprema confirmó la sentencia que rechazó el recurso de protección presentado en contra del Colegio Médico por el médico Eduardo Arriagada Rehren, quien buscaba revertir su expulsión de la orden gremial.

Arriagada es médico pediatra, con especialidad broncopulmonar infantil, y tiene un siniestro prontuario durante la Dictadura, al punto que se encuentra condenado por el ministro Alejandro Madrid –el mismo del fallo respecto del magnicidio de Eduardo Frei Montalva– por el envenenamiento de presos comunes y militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en la ex Cárcel Pública en 1981.

Se trata de una condena de primera instancia a 20 años de presidio que data del 3 de abril del 2017 como autor de delitos de lesa humanidad por dos homicidios calificados y otros cinco frustrados en la desaparecida Cárcel Pública. En esa instancia, también fue condenado el veterinario Sergio Rosende Ollarzú. La sentencia no está ejecutoriada.

En la resolución, donde el Colegio Médico justifica la expulsión del doctor Eduardo Arriagada de la orden, se señala que sus “actividades desplegadas en la época en que ocurrieron los hechos que fundamentan su condena a veinte años de presidio, según sus propias declaraciones y más allá de la participación en los homicidios por los que fue condenado, son prueba suficiente de que se apartó completamente del ejercicio de la Medicina para incursionar en actividades ajenas a los fines de esta profesión, vulnerando gravemente la ética médica”.

Nexo con el caso Frei

Pero la trayectoria en Dictadura de Arriagada, quien tiene la condición de general en retiro, va más allá, porque también fue director de Sanidad del Ejército, director del Instituto Bacteriológico de la misma institución y estuvo al mando de la Clínica London de la DINA. Este recinto clandestino, ubicado en la calle Almirante Barroso n.º 162, en el centro de Santiago, sirvió como clínica clandestina y estuvo vinculada a diferentes hechos de tortura y desapariciones durante la época de la represión política.

La Clínica London se cruza con el caso Frei, pues allí se desempeñó el grupo de médicos que trabajaba en la Clínica Santa María que atendió al exmandatario.

De hecho, Arriagada prestó declaración en el marco del caso Frei, luego que la familia del expresidente lo mencionara, junto con el Laboratorio de la DINA, como sospechosos por su pericia en el ámbito bacteriológico y las evidencias sobre el uso de venenos en el magnicidio.

De hecho, el fallo del ministro Madrid por el caso Frei menciona la declaración de Arriagada, señalando que el médico “solicitó autorización para pedir una entrevista con don Eduardo Frei Ruiz Tagle, para aclararle su nula participación en la muerte de su padre. Que la entrevista le fue negada, por lo cual llamó por teléfono al doctor Patricio Silva para que le hiciera el contacto con la secretaria de don Eduardo Frei Ruiz Tagle, o con la familia, a lo que el doctor Silva le respondió que no tenía ya ningún contacto con dicha familia y procedió a darle su versión sobre los hechos, los cuales hizo saber al Tribunal. Que fue la única vez que tomó contacto telefónico con él y deja constancia que con posterioridad quien lo recibió fue el abogado Álvaro Varela”.

“Justificación y legitimidad” de la expulsión

En la resolución, que mantiene al exmédico de la DINA expulsado del colegio al que perteneció por más de 40 años, la sala de la Suprema, integrada por los ministros Sergio Muñoz, María Eugenia Sandoval, Ricardo Blanco, Arturo Prado y Ángela Vivanco, ratificó la sentencia de la Corte de Apelaciones que desestimó la acción cautelar interpuesta por la defensa del profesional.

En su recurso, el médico alegó que su expulsión constituye un “acto arbitrario e ilegal que priva y perturba a su representado en el ejercicio de los derechos constitucionales establecidos en el artículo 19 n.° 3 incisos 5° y 6° y, n.° 4, respectivamente, de la Constitución Política de la República”.

Sin embargo, en el fallo, los ministros de la Suprema estiman que “ha quedado de manifiesto que la acción de expulsión aparece racional y apoyada en motivaciones suficientes que resultan idóneas, como asimismo dotadas de justificación y legitimidad”.

Igualmente, los ministros advierten sobre un procedimiento de forma, señalando que “la vía idónea para impugnar la resolución de la recurrida, tal como lo previene la Constitución Política de la República, es el recurso de apelación, y no esta acción cautelar”.


El túnel de la libertad

Fuente :Rebelión.cl, 25 de Agosto 2002

Categoría : Otra Información

Muchos fugados en 1990 durante la dictadura de Pinochet todavía no pueden regresar a Chile

En 1990, cuarenta y nueve presos políticos se evadieron de una cárcel de alta seguridad de Pinochet a través de un túnel de sesenta metros.

Muchos de los fugados, entre ellos Rafael Pascual y Jorge Martín -militantes comunistas-, no pueden regresar a Chile porque la justicia militar aún les persigue.

El 30 de enero de 1990 los chilenos se despertaron con una noticia sorprendente: cuarenta y nueve presos políticos (entre ellos siete condenados a muerte por Pinochet) se habían evadido de la cárcel pública de Santiago a través de un túnel de sesenta metros excavado durante dieciocho meses por veinticuatro militantes del insurgente Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), del Partido Comunista y de la Juventud Comunista.

La mayor fuga de la historia de Chile ridiculizó a una dictadura militar que agonizaba y fue interpretado por sus protagonistas como un saludo a la democracia que el país anhelaba recuperar muy pronto.

Entre quienes participaron en la llamada "Operación Exito" estuvieron Rafael Pascual y Jorge Martín, hijos de exiliados republicanos españoles llegados a Chile en septiembre de 1939 a bordo de aquel barco, el Winnipeg, con el que Pablo Neruda rescató a más de dos mil quinientos republicanos de los campos de concentración franceses, en lo que fue, según el poeta, la misión "más noble de mi vida".

El Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue una organización político-militar nacida en 1983 al calor de las grandes protestas populares contra la dictadura de Pinochet y como parte de la política de la Rebelión Popular de Masas, auspiciada por el Partido Comunista y asumida por amplias capas de la sociedad chilena, desde los pobladores al movimiento obrero, desde los estudiantes a importantes sectores profesionales e intelectuales.

Muchos de los militantes rodriguistas se formaron en la lucha revolucionaria en Cuba y otros países y participaron como internacionalistas en la defensa de la Revolución Sandinista.

La legítima lucha del Frente, que tomó su nombre de un guerrillero de la época de la independencia, fue parte del inmenso esfuerzo del pueblo chileno por derrotar a la dictadura, por construir una verdadera democracia y por retomar de nuevo el camino del socialismo, tareas todas aún pendientes en este Chile neoliberalizado a sangre y fuego por Pinochet y regido por un presidente, Ricardo Lagos, que se dice socialista, pero que sólo gobierna para empresarios y militares.

Decenas de compañeros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez dieron su vida en esta lucha, entre ellos aquellos doce jóvenes masacrados en una noche terrible de junio de 1987 por agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI -idénticas siglas que el organismo sucesor de "nuestro" CESID).

Miembros del FPMR, Rafael Pascual y Jorge Martín fueron detenidos en 1986, el primero en Carrizal Bajo, cuando el Frente intentó internar en el país un enorme cargamento de armas, y el segundo mientras pretendía vender un vehículo.

Ambos fueron torturados con brutalidad en distintos cuarteles de la CNI y después fueron trasladados a la cárcel pública de Santiago.

Dos hermanas y un sobrino de Jorge Martín fueron asesinados por agentes de la dictadura en aquellos días.

Dos años después, a mediados de 1988 un grupo de presos comunistas y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, entre ellos Pascual y Martín, decidió fugarse de este centro penitenciario a través de un túnel. Su construcción, realizada en condiciones muy difíciles, exigió mucho esfuerzo e imaginación.

"Como no teníamos madera para apuntalar el túnel, optamos por el sistema de bóveda, como hacían los compañeros vietnamitas, pues nos ofrecía mayores garantías ante los derrumbes", explica Pascual.

Por su parte, Martín recuerda que "el túnel era pequeñísimo: tenía cincuenta centímetros de ancho y otros tantos de alto y en algunas partes sólo cuarenta. Sólo cabíamos estirados, era muy claustrofóbico. De hecho, Rafa, otros más y yo tuvimos problemas dentro del túnel y tuvimos que salir…"

Las rudimentarias herramientas (cuchillos, cucharas, tenedores, alambres…) que emplearon para excavar el túnel, con la escasa iluminación que les proporcionaban algunas bombillas de bajo consumo, y los constantes derrumbes, propios de un país tan sísmico como Chile, les obligaron a trabajar dieciocho meses en la construcción del extenso agujero que les devolvió la libertad. Estos presos políticos de la dictadura de Pinochet construyeron una auténtica infraestructura para su operación, tal y como señala Jorge Martín:

"Los motores que teníamos para pulir la artesanía los empleábamos para ventilar el túnel a través de una tubería que construimos con los envases de bebidas que nos dieron nuestros familiares. Además, empleamos unos walkman para hacer un sistema de comunicaciones en el túnel…"

Sin duda alguna, el principal obstáculo que tuvieron que salvar para no despertar jamás las sospechas de los gendarmes de la prisión fue el ocultamiento de las cincuenta toneladas de tierra que arrancaron del subsuelo de Santiago.

"Pusimos la tierra en el entretecho de nuestra galería, que tenía una longitud de setenta metros", explica Rafael Pascual. Para esta tarea se inspiraron en la conocida película La gran evasión y construyeron un carrito similar al que emplearon aquellos detenidos aliados para sacar la tierra a través de unos rieles construidos con maderas.

Durante dieciocho meses, día y noche, en turnos de dos horas como máximo aquellas veinticuatro personas fueron capaces de culminar su proyecto de fuga.

Ante la necesidad de proteger su intento de fuga, crearon también un auténtico lenguaje para la evasión con palabras como "pera" (el túnel), "maleta" (bolsa de plástico llena de tierra -entre ocho y diez kilos-), "lavado" (transporte de la tierra desde la boca del túnel hasta el entretecho), "comida" (trabajo dentro del túnel), "limón" (aire bombeado) …

Asimismo, los equipos artesanales de comunicación que emplearon dentro del túnel les permitían ordenar a los compañeros que trabajaban en él que retornaran al exterior con rapidez cuando lo exigía su seguridad.

Al éxito de la operación también contribuyó la libertad de desplazamiento entre las calles y las galerías de la cárcel durante determinadas horas del día que los presos políticos habían logrado tras numerosas huelgas de hambre.

El túnel nacía en una celda de la octava galería y se prolongaba en dirección norte por debajo de otras dos galerías con celdas, dos patios grandes y el terreno de seguridad que antecede a las murallas de la cárcel. Después atravesaba la avenida Balmaceda, el túnel del metro y proseguía hasta los terrenos eriazos de la estación de ferrocarriles.

Durante aquellos dieciocho meses sólo tuvieron un pensamiento: "Llegar a ver la luz de la calle", señala Jorge Martín. Y Rafael Pascual añade: "Todas las cosas que hacíamos eran triunfos diarios. De hecho, en cada pedazo de madera del túnel había leyendas como 'Cava tu metro de libertad'. Fue un trabajo muy duro porque a veces nos encontramos con rocas que pesaban más de cien kilos y tuvimos que hacer un agujero para enterrarlas".

A las siete y media de la tarde del 29 de enero de 1990 los veinticuatro presos políticos entraron en el túnel. Según Pascual, "a partir de la diez de la noche empezamos a salir al exterior uno a uno cada dos minutos e hicimos el contacto con la gente que nos esperaba fuera. Junto al muro que nos hacía invisibles para los gendarmes de la cárcel nos despojamos de las ropas que llevábamos encima de las que íbamos a emplear en el exterior y fuimos subiendo al autobús que nos esperaba. La operación fue un éxito porque a la medianoche ya estábamos todos en casas de seguridad y los gendarmes no descubrieron el túnel hasta las tres de la mañana".

Además de los veinticuatro evadidos que participaron en la construcción del túnel, otros veinticinco presos políticos escaparon por él ya que a las ocho y cuarto de la tarde uno de los fugados había comunicado la existencia del túnel a las otras organizaciones presentes en la cárcel (Partido Socialista, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, FPMR-Autónomo…).

Sólo nueve de los cuarenta y nueve presos -entre ellos siete condenados a muerte- que escaparon fueron detenidos.

La "Operación Exito" fue el último golpe que la oposición democrática asestó a una dictadura que expiraría seis semanas después cuando Pinochet entregó el poder al presidente Patricio Aylwin, elegido con los votos de todas las fuerzas democráticas, desde la Democracia Cristiana al Partido Comunista.

Meses después tanto Rafael Pascual como Jorge Martín llegaron de manera clandestina a Madrid. Durante su estancia en la cárcel sus familiares se preocuparon de tramitarles la nacionalidad española.

Hoy, once años después, todavía no pueden regresar a Chile porque aún son requeridos como prófugos de la justicia militar en unos procesos plagados de irregularidades.

Rafael Pascual incide en esta paradoja: "Mientras los crímenes de los asesinos prescriben gracias a la ley de Amnistía y los torturadores se pasean libremente por las calles de Chile, quienes luchamos por la libertad de nuestro pueblo no podemos retornar. Es como si a los partisanos que lucharon contra el nazismo en Europa los estuvieran juzgando y a los fascistas los dejaran en libertad".

Chile está en deuda con muchas personas como mis camaradas Rafa y Jorge, quienes entregaron su juventud de manera tan generosa a la lucha por la libertad de su pueblo, de la misma manera que sus padres lo hicieron por la II República Española.

por Mario Amorós


30 años de la "Operación Éxito": La fuga de 49 presos políticos de la Cárcel de Santiago por el "túnel de la libertad"

Fuente :resumen.cl, 29 de Enero 2020

Categoría : Prensa

«La fuga más grande de la historia de Chile». Así es considerada la llamada «Operación Éxito», un operativo organizado principalmente por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que en enero de 1990, dos meses antes que Pinochet abandonara La Moneda, logró el escape de 49 presos políticos, entre ellos, siete de los frentistas que participaron del frustrado tiranicidio que pretendió el ajusticiamiento del dictador en el Cajón del Maipo.

Era enero de 1990, dos años después del triunfo del «No» en el plebiscito del 88, cuando la población chilena esperaba ansiosa el 11 de marzo para la salida al fin, luego de 17 años de una sanguinaria dictadura militar-empresarial, la salida de Pinochet de La Moneda y poniendo sus esperanzas en que el país pudiese cambiar con la sempiterna transición de la Concertación que finalmente se dedicaría a administrar el legado neoliberal pinochetista que hoy se lucha, inagotablemente, en las calles por cambiar, cuando la noticia de la fuga de 49 presos políticos de una cárcel de alta seguridad de Pinochet a través de un túnel de 60 metros remeció y produjo escozor en la clase política que preparaba el cambio de mando y la admiración de buena parte población.

La genial obra de ingeniera que permitió el escape fue un tunel que atravesó desde la cárcel a la calle, fue construido por más de 18 meses por 24 militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), del Partido Comunista y de las Juventudes Comunistas.

El FPMR fue una organización político-militar nacida en 1983 como parte de la política de la «Rebelión Popular de Masas» contra la dictadura, que entre sus dirigentes contaba con militantes formados en Cuba y otros países que participaron como internacionalistas en la Revolución Sandinista y su posterior defensa. Ésta no sería la única vez que asombrarían al país con su osadía y quirúrgicas operaciones, pues casi siete años más tarde, realizaron la llamada «Operación Vuelo de Justicia», en que mediante un helicóptero rescataron a cuatro militantes condenados por el ajusticiamiento del ideólogo de la dictadura (para entonces senador) y fundador de la UDI, Jaime Guzmán, de la Cárcel de Alta Seguridad.

A mediados de 1988, mientras la izquierda había decidido participar de la transición pactada con la dictadura, un grupo de presos comunistas y del Frente decidieron fugarse del recinto carcelario en que cumplían condena a través de un túnel, realizado en condiciones del todo adversas que exigió sobrehumano ingenio y esfuerzo.

«Como no teníamos madera para apuntalar el túnel, optamos por el sistema de bóveda, como hacían los compañeros vietnamitas, pues nos ofrecía mayores garantías ante los derrumbes», explica el militante rodriguista Rafael Pascual, detenido en 1986 por la internación de Carrizal Bajo artífice de la fuga en un artículo publicado por rebelion.org. Por su parte, en el mismo artículo, Jorge Martín, caído en las mismas circunstancias señala que «el túnel era pequeñísimo: tenía cincuenta centímetros de ancho y otros tantos de alto y en algunas partes sólo cuarenta. Sólo cabíamos estirados, era muy claustrofóbico. De hecho, Rafa, otros más y yo tuvimos problemas dentro del túnel y tuvimos que salir…»

Las herramientas utilizadas no fueron más que cuchillos, cucharas, tenedores y alambres, que emplearon para excavar el túnel, con la escasa iluminación que les proporcionaban algunas bombillas de bajo consumo. Martín recuerda: «Los motores que teníamos para pulir la artesanía los empleábamos para ventilar el túnel a través de una tubería que construimos con los envases de bebidas que nos dieron nuestros familiares. Además, empleamos unos walkman para hacer un sistema de comunicaciones en el túnel…»

«Sin duda alguna, el principal obstáculo que tuvieron que salvar para no despertar jamás las sospechas de los gendarmes de la prisión fue el ocultamiento de las cincuenta toneladas de tierra que arrancaron del subsuelo de Santiago. ‘Pusimos la tierra en el entretecho de nuestra galería, que tenía una longitud de setenta metros’, explica Rafael Pascual. Para esta tarea se inspiraron en la conocida película La gran evasión y construyeron un carrito similar al que emplearon aquellos detenidos aliados para sacar la tierra a través de unos rieles construidos con maderas. Durante 18 meses, día y noche, en turnos de dos horas como máximo aquellas 24 personas fueron capaces de culminar su proyecto de fuga.» consigna el citado artículo.

Ante la necesidad de proteger su intento de fuga, crearon también un auténtico lenguaje para la evasión con palabras como «pera» (el túnel), «maleta» (bolsa de plástico llena de tierra -entre ocho y diez kilos-), «lavado» (transporte de la tierra desde la boca del túnel hasta el entretecho), «comida» (trabajo dentro del túnel), «limón» (aire bombeado»).

A las siete y media de la tarde del 29 de enero de 1990 los 24 presos políticos entraron en el túnel. Según Pascual, «a partir de la diez de la noche empezamos a salir al exterior uno a uno cada dos minutos e hicimos el contacto con la gente que nos esperaba fuera. Junto al muro que nos hacía invisibles para los gendarmes de la cárcel nos despojamos de las ropas que llevábamos encima de las que íbamos a emplear en el exterior y fuimos subiendo al autobús que nos esperaba. La operación fue un éxito porque a la medianoche ya estábamos todos en casas de seguridad y los gendarmes no descubrieron el túnel hasta las tres de la mañana».

A los que posteriormente se sumarían otros 25 presos políticos de otras organizaciones presentes en la cárcel (PS, MIR).

Meses después tanto Rafael Pascual como Jorge Martín llegaron de manera clandestina a Madrid, ambos hijos de exiliados republicanos tenían también la nacionalidad española. Durante su estancia en la cárcel sus familiares se preocuparon de tramitarles la nacionalidad española. A 30 años de su escape, todavía no pueden regresar a Chile porque siguen siendo requeridos como prófugos.

«Mientras los crímenes de los asesinos prescriben gracias a la Ley de Amnistía y los torturadores se pasean libremente por las calles de Chile, quienes luchamos por la libertad de nuestro pueblo no podemos retornar. Es como si a los partisanos que lucharon contra el nazismo en Europa los estuvieran juzgando y a los fascistas los dejaran en libertad». señala Rafael Pascual.


Túnel de la libertad: 31 años de la fuga de 49 presos políticos de la Cárcel de Santiago

Fuente :resumen.cl, 29 de Enero 2021

Categoría : Prensa

Concebida como «La fuga más grande de la historia de Chile», la Operación Éxito, organizada principalmente por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, significó el escape de casi 50 presos políticos de la Cárcel Pública de Santiago a meses de que Pinochet abandonara La Moneda, ridiculizando los últimos días de la dictadura cívico-militar.

«FUGA MASIVA» era el titular de muchos diarios impresos en Chile a fines de enero de 1990, y es que el despertar de la población del lunes 29 se encontró ante la llamada «Operación Éxito», operativo organizado principalmente por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que permitió la fuga de 49 presos políticos de la Cárcel Pública de Santiago.

La operación significó una enorme capacidad logística y de coordinación en base a una obra de ingeniería facilitando la elaboración de un túnel que atravesó desde la cárcel a la calle, contemplando una duración de construcción de más de un año.

¿Las herramientas? Cuchillos, tenedores, alambres y cucharas formaron parte del material utilizado por los presos políticos para trabajar en la excavación del túnel.

El hecho ridiculizó a la dictadura cívico-militar que, institucionalmente, estaba en salida. Los casi 50 presos políticos que escaparon por los alrededor de 60 metros excavados mediante un trabajo por turnos, se instaló como parte de la expresión de resistencia continua que el pueblo chileno desarrolló contra el régimen dictatorial.

Desde la experiencia, Rafael Pascual -militante comunista- ha señalado que «a partir de la diez de la noche empezamos a salir al exterior uno a uno cada dos minutos e hicimos el contacto con la gente que nos esperaba fuera. Junto al muro que nos hacía invisibles para los gendarmes de la cárcel nos despojamos de las ropas que llevábamos encima de las que íbamos a emplear en el exterior y fuimos subiendo al autobús que nos esperaba. La operación fue un éxito porque a la medianoche ya estábamos todos en casas de seguridad y los gendarmes no descubrieron el túnel hasta las tres de la mañana«.

Así, la fuga más grande de Chile significó el escape de presos políticos que mantenía la dictadura ad portas de dar paso al gobierno liderado por Patricio Aylwin tras el triunfo del «NO»: hecho que forma parte de las efemérides de aquel pueblo chileno que no descansó, y continuó organizándose y luchando pese a la represión.